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Política
El último baile de Berlusconi y sus pasos en España
Alguien dijo hace ya siete años que Silvio Berlusconi se había convertido en su propio muñeco del Museo de Cera. La imagen del operadísimo empresario que en tres etapas distintas ha ostentado el cargo de mayor responsabilidad política de Italia, el de presidente del Consejo de Ministros, se corresponde de una manera metafórica con la de sus negocios mediáticos. Tienen una línea estética chillona y una ética dudosa y sin embargo ahí están, situados en lo más alto en cuanto a ingresos publicitarios. El año pasado su compañía en España, Mediaset, obtuvo un beneficio neto de 178,3 millones de euros y se consolidó como primer grupo mediático en capitalización bursátil.
Il Cavaliere o ‘Berlusca’ y su familia poseen una fortuna estimada en 6.800 millones de dólares, según Forbes. Es el político más rico de Italia y sigue presentándose a los suyos como una especie de inmortal, a quien ni la justicia italiana –que le condenó– ni la burocracia europea –que le sacó por última vez del Palacio Chigi, la sede del Gobierno italiano– han conseguido detener.
El 6 de mayo, Berlusconi grabó un vídeo en el que aparecía con traje azul y camisa negra, para informar de que está en proceso de recuperación y dirigirse a la convención de su partido Forza Italia, el que fundó en 1993 para organizar el primer asalto al poder y con el que consiguió ganar, por un punto y contra todo pronóstico, las elecciones de 1994 al Partido Democrático de la Izquierda, el nombre que adquirió el Partido Comunista de Italia después del suicidio político más importante de la época reciente.
Berlusconi se encuentra en el hospital de San Rafael, tratándose de una leucemia crónica que, según el equipo médico que lo trata, puede estar evolucionando hacia una leucemia aguda. La de la pasada semana es la primera comparecencia tras su ingreso en el hospital. Fue también una reivindicación del papel que juega su partido en el actual Gobierno de Giorgia Meloni, del que se reivindica la “columna vertebral”.
Marina Berlusconi, que preside el conglomerado empresarial Fininvest, es la principal interlocutora del partido con Meloni
Esa comparecencia sirvió para atenuar la tensión del Congreso de Forza Italia, una formación que vive con angustia el proceso de sucesión de su referente. El equilibrio parlamentario italiano, siempre complicado, da un papel importante a Forza Italia, pese al escaso 8% obtenido en las elecciones de 2022 en las que se situó como quinta fuerza. Su alianza preelectoral con los partidos de derecha de Meloni –Fratelli d’Italia– y de Matteo Salvini –la Lega– ha permitido gobernar a la heredera del partido fascista Movimiento Social Italiano.
Para ello, los Berlusconi han sido clave, frente a las tendencias rupturistas de un sector de Forza Italia. Marina Berlusconi, su hija mayor, controla la línea política del partido y –según los medios transalpinos– evita que otras figuras “se aprovechen del anciano líder” como sucedió el año pasado durante la formación de Gobierno, “cuando Forza Italia estuvo a punto de romper con la líder ultraderechista”, recuerda el periodista italiano Giovanni Vegezzi. Hoy, Marina Berlusconi, que preside el conglomerado empresarial Fininvest, es la principal interlocutora del partido con Meloni, pero hasta ahora no ha dado muestras de querer situarse en primera línea de sucesión. La historiadora Paola Lo Cascio cree que “está todo parado” en el partido, que ha nacido, ha crecido y se ha identificado de tal manera con Berlusconi que no concibe funcionar sin él.
La actual presidenta del Consejo italiano de Ministros ha mostrado en público su respeto a Berlusconi, con quien fue ministra de Juventud entre 2008 y 2011. Lo califica como el “fundador del centroderecha italiano” y le apoyó en la carrera por la presidencia de la República en 2022, tras la que volvió a ser elegido Sergio Mattarella. La relación de Meloni con los Berlusconi se extiende a la profesión de su marido, el periodista Andrea Giambruno, que trabaja para Mediaset.
Pero Meloni no esconde su ambición: quiere aglutinar al centroderecha italiano bajo el ala de Fratelli d’Italia. Sus compañeros, sus ministros, no se lo ponen fácil: son rudos, cutres y no han renunciado ni en público ni en privado a las formas ultras. Para Lo Cascio la cuestión que subyace es saber cómo Meloni resuelve esa oscilación entre el “postrumpismio neofacista” y el “centroderecha potable”, algo que tiene relación con la posible evolución de las derechas en el resto del continente y en Estados Unidos.
Sidecar
Historia Cien años de la Marcha sobre Roma
Años de éxitos y problemas
La trilogía televisiva 1992-1993-1994 (producida entre 2015 y 2019), ideada por el actor Stefano Accorsi para Sky, relató el cambio político que tuvo lugar a principios de aquella década. Entre otros asuntos, relacionados entre sí, la serie cuenta cómo Berlusconi dio el salto a la política desde su nicho en la comunicación. Publitalia y Mediaset habían formado “ejércitos” de trajeados expertos de marketing que se reconvirtieron sin problemas a la comunicación política.
Esas escuadras de expertos en los estudios de mercado y una serie de políticos de nuevo cuño, elegidos a golpe de casting, forjaron la primera base política de Forza Italia, que aprovechó el hueco que habían dejado la Democracia Cristiana y el Partido Socialista Italiano, representados por Giulio Andreotti y Bettino Craxi, partidos disueltos al menos espiritualmente por Mani Pulite (manos limpias), el movimiento judicial que desarboló el sistema partidista de la posguerra.
A partir de Berlusconi, la imbricación entre política y empresa fue fundamental para comprender la política italiana del nuevo siglo
El cambio de paradigma en el que entró Italia después de la llegada de Berlusconi y su legión de trajeados no era el que buscaba Antonio Di Pietro desde la fiscalía. No terminó la corrupción, sino que comenzó el tiempo del “transformismo político generalizado” y el “desenganche social de las instituciones políticas”, como escribió Isidro López en su artículo de desglose de la serie de Sky.
Berlusconi, amigo personal de Craxi, se convirtió en el producto que demandaba Italia, alguien sin ataduras aparentes con el pasado, un líder carismático y en apariencia impulsivo, y sobre todo, un triunfador en la esfera de los negocios. A partir de él, la imbricación entre política y empresa fue fundamental para comprender la política italiana del nuevo siglo. Supo también contrarrestar con populismo –en un combate contra la “superioridad moral de las izquierdas”– el principal error que para Paola Lo Cascio había cometido el movimiento comunista al disolver su identidad.
Historia
Historia de Italia La nueva resurrección de L'Unità, el periódico de Gramsci
Los casos de corrupción acompañaron a Berlusconi desde mucho tiempo antes de su entrada en política. El medio italiano Il Fatto Quotidiano recopiló en 2022 el “currículum oscuro” del Cavaliere. Son ocho píldoras de sentencias consolidadas con las que es posible dibujar el recorrido criminal en torno al expresidente, desde la trama P2 de infiltración fascista en el Estado hasta el caso de prostitución Ruby. El 9 de mayo de 2014, el Tribunal de Casación italiano condenaba a siete años a Marcello Dell’Utri, socio de larga data del expresidente, por haber mediado en un encuentro en 1974 para la conformación de un acuerdo “de interés mutuo” entre la Cosa Nostra, representada por los jefes mafiosos Stefano Bontate y Mimmo Teresi, y el empresario Berlusconi.
El caso Ruby, el del “bunga bunga” en relación a la red de intercambios sexuales Arcore, que se dio a conocer a nivel internacional a través de unas fotos publicadas por El País, y por el que Berlusconi fue absuelto en sede judicial, fue el que más dañó la imagen pública de Il Cavaliere, su “elefante de Botswana”.
Una sentencia del Tribunal de Casación emitida en 2013 es, no obstante, el principal agujero legal en la carrera de Berlusconi. Fue condenado a cuatro años por un fraude fiscal continuado de 368 millones de dólares sobre los derechos de Mediaset, realizado a través de testaferros y de un esquema de ocultación de dinero en paraísos fiscales. La sentencia firme solo tuvo resultado de inhabilitación temporal para el ejercicio de cargo público.
El hombre de la televisión
Jaime Bordel, autor junto a Daniel V. Guisado del ensayo Salvini y Meloni. Hijos de la misma rabia (Apostroph, 2021) resume en unas pocas líneas otra característica específica del papel que ha representado Il Cavaliere: “Berlusconi introdujo el uso de televisión en la política italiana. Algo que fue una absoluta novedad en términos comunicativos ya que establecía una línea directa entre el líder y su electorado pasando por encima de las instituciones intermedias como los partidos a través de las que se comunicaba anteriormente. A partir del Berlusconismo, la televisión y la imagen comenzaron a ser más importantes que los mítines y los panfletos, y la figura del líder se reforzó fomentando una cultura política del hiperliderazgo que ha llegado hasta nuestros días”.
Pensamiento
William Davies: “La mentalidad de la guerra se ha convertido en una forma habitual de organizar la sociedad”
El autor de Estados nerviosos, William Davies, estuvo en Madrid presentando un libro que explica cómo las redes sociales se están convirtiendo en un campo de batalla de emociones y sentimientos antes que de ideas o hechos.
El espíritu del “bunga bunga” ya estaba presente muchos antes, cuando el emporio Mediaset, que había nacido a través de un sistema de televisiones locales, aterrizó en España. Telecinco se dio a conocer en nuestro país gracias a dos grupos de coristas, las conocidas como Mama Chicho y las Cacao Maravillao que sirvieron como vía de escape de las “ganas de fiesta y de una cierta modernización cutre” –en palabras de Lo Cascio– con las que se abrieron los años 90 en España, tras una década de los 80 caracterizada por la tensión en las calles y el desencanto en las cabezas. Aquellas bailarinas fueron las primeras representantes del modelo de infoentretenimiento que la cadena, transformada después en el grupo Mediaset España, propuso para la primera audiencia de las cadenas de televisión privada. En el centro “técnico” del asunto estaba Paolo Vasile, consejero delegado adjunto del grupo desde 1900 y su CEO desde 1999 hasta el 1 de enero de 2023.
Ese aterrizaje en España fue objeto de investigación judicial. La Audiencia Nacional estudió un posible delito de fraude fiscal y falsedad documental en relación con la gestión de Telecinco entre 1990 y 1993, pero la causa terminó en absolución. Como contaron Paolo Biondani y Carlo Porcedda, autores de Il cavaliere nero (Chiarelettere, 2015) la sentencia fue recogida por el entorno de 'Berlusca' como una muestra de que en España no triunfaban “los faroles” de la Justicia italiana contra Berlusconi, pero la realidad de la sentencia del juez Baltasar Garzón no cuestionaba que hubiera llegado dinero offshore –también conocido como dinero negro– para la puesta en marcha del canal pero no quedó demostrado que los testaferros de Mediaset hubieran incurrido en un delito fiscal.
Mediaset y MFE Media for Europe
La sucesión de Berlusconi ha llegado también a Mediaset que, pese a su liderazgo en España, ha acusado la entrada en el sector de los servicios de televisión por streaming (Netflix y HBO, entre otros). La internacionalización del grupo ha supuesto la adquisición del 100% de las acciones de Mediaset España y Mediaset Italia por parte de MFE-MediaForEurope, grupo presidido por Fedele Confalonieri, otro de los hombres fuertes de Berlusconi, con residencia fiscal en los Países Bajos. El CEO de MFE-MediaForEurope es Pier Silvio Berlusconi, segundo hijo del patriarca.
Pese a que los resultados económicos de 2022 han sido públicamente celebrados por Pier Silvio, el modelo de Mediaset y su pretendida europeización –los italianos quieren aumentar su participación en el grupo alemán Prosiebenstat– chocan con la decadencia de la televisión en abierto y el declive del modelo de rentabilización política que aupó a Berlusconi. Cada intento de generar una plataforma del estilo de las grandes distribuidoras estadounidenses se cuenta ahora mismo por un fracaso.
Además, la entrada en Mediaset de otro actor comunicativo europeo, el grupo francés Vivendi, ha supuesto un quebradero de cabeza para los Berlusconi. Vivendi, del grupo Bolloré –el mismo de la televisión Canal + y los papeles de fumar OCB– es también una máquina de hacer política y de intervenir económicamente en otros grupos mediáticos. Concretamente llegaron a controlar el 29% del grupo de los Berlusconi y es accionista de Telecom Italia.
Togo
La Françafrique o el poder de Canal+ en Togo
La censura por parte de Canal+ de un reportaje sobre las revueltas masivas en Togo evidencia una vez más el poder de los conglomerados mediáticos en África tratando de salvaguardar sus intereses a costa del derecho a la información.
La pugna entre Vivendi, como parte del grupo Mediaset, y la familia Berlusconi, arrojó una pequeña victoria para los italianos gracias al fondo de inversión Península, formado por dos ex de la financiera Mediobanca, Borja Prado y Stefano Marsaglia, en 2019, para inyectar mil millones de euros en un momento crítico para el control de las ambiciones de los Bolloré. Este mes de enero, Infolibre publicó una información sobre Península Capital y cómo había creado una triangulación de sociedades en territorios con alto nivel de opacidad fiscal, Luxemburgo y Emiratos Árabes Unidos.
El traslado del grupo MFE-MediaForEurope a los Países Bajos y la absorción de las divisiones italianas y española, que fue autorizada por la CMNV española hace un año, han reducido el poder del grupo francés en los pagos de los Berlusconi, hasta el punto de que los Bolloré se han comprometido a vender el 19% del capital que tenía en 2021. Pero ese acuerdo no implica que cese la pugna entre los dos grupos que tiene en los medios españoles uno de sus principales campos de batalla.
La posibilidad de entrar en la Ser
En ese nuevo capítulo de la expansión del grupo mediático de Berlusconi juega un papel protagonista Borja Prado, convertido en presidente del grupo Mediaset España desde 2023, y al que se le achaca la cancelación del programa de entretenimiento Sálvame. Prado, expresidente de Endesa –que fue comprada por Enel y por tanto está hoy en las manos de Giorgia Meloni y su Gobierno– es el primer interesado en la entrada por parte de Mediaset en el grupo Prisa, el más prestigioso en su línea editorial de los tres conglomerados mediáticos, pero también el que atraviesa una crisis de deuda más profunda.
Vivendi es el grupo que más ha apostado por el control de la empresa fundada durante la transición política por Jesús Polanco. En la actualidad, la compañía francesa posee casi un 10% de las acciones de Prisa, controlada por el fondo Amber Capital, de Joseph Oughourlian, que tiene un 29%. La empresa tiene que pagar altos tipos de interés por una deuda que supera los 900 millones de euros y el dueño de Amber da síntomas de nerviosismo. Las subidas de tipos de interés aprobadas por el Banco Central Europeo no han sentado bien a la compañía, que debe tramos de su deuda referenciados al Euribor en el 5% y el 8%. El precio de las acciones de Prisa ha caído en cinco años un 80%, de dos euros a 0,4.
Sánchez ha tratado de bloquear que Vivendi –señalado por la ideología derechista del patriarca de los Bolloré– amplíe su poder en Prisa y que Mediaset ponga sus manos en la Ser
Otra vez, Prisa necesita refinanciarse, algo a lo que están dispuestos algunos de sus socios. Pero para eso requiere que entren nuevos actores o que algunos de los que hay, como el holding del entorno del PSOE, Global Alconaba, ganen peso en la estructura accionarial. Tanto Vivendi como Mediaset –con cuyos representantes se reunió Oughourlian en noviembre– tienen la fuerza suficiente para solucionar algunos de sus problemas económicos, pero la opción ha hecho saltar las alarmas de determinados ámbitos políticos.
En el caso de los Berlusconi, las opciones podrían pasar no solo por la entrada en el accionariado de Prisa sino por la oferta de compra sobre su buque insignia, la Cadena Ser, una posibilidad sobre la que alertó el exvicepresidente Pablo Iglesias en la tertulia de Hora 25 de la propia Ser el pasado lunes 8 de mayo.
Económicamente, la jugada puede tener sentido para los Ejecutivos de Gran Vía, pero políticamente y a nivel de prestigio supondría un desastre y un cambio de paradigma. Así al menos lo ha visto el Gobierno de Pedro Sánchez que, según informaciones de El Confidencial y El Mundo, ha tratado de bloquear que Vivendi –señalado por la ideología derechista del patriarca de los Bolloré– amplíe su poder en Prisa y que Mediaset ponga sus manos en la Ser. En este último caso, el Gobierno de Pedro Sánchez, según El Confidencial, comunicó a Oughourlian que aplicaría la ley anti-Opas para la protección de empresas estratégicas aprobada en 2019. Según el periodista Antonio Maestre, las malas relaciones de Borja Prado con Ourghoulian influyeron definitivamente en el acuerdo para que Mediaset tomara el control de la cadena de radio de Prisa.
Según dijo Belén Esteban e El País, el programa de Jorge Javier Vázquez será retirado de las pantallas por “una maniobra política para que la derecha gobierne”
Hoy, Mediaset es un actor completamente consolidado en el panorama mediático español. Supera en cotización bursátil a su más inmediato competidor, Atresmedia –un conglomerado con mayor presencia de accionistas españoles, a través del grupo Planeta– y se ha beneficiado de dos decisiones que fueron tomadas por el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero: la autorización de la compra de Cuatro, que Prisa no pudo sostener, y la retirada de la publicidad comercial de RTVE, que supuso a medio plazo una importante descapitalización de la empresa pública de radiotelevisión.
Mediaset tiene varias opciones. Una de ellas es olvidarse de la posibilidad de adquirir un activo como la Ser, que le permitiría entrar en el mercado radiofónico, en el que su primer competidor, Atresmedia, está bien situado por medio de Onda Cero, y otra posibilidad es tratar de influir en la opinión pública, más de lo que ya lo hace, para provocar un cambio de Gobierno, ante la eventualidad de que un Partido Popular en La Moncloa sea más proclive a la OPA sobre la Cadena Ser o, simplemente, genere un ambiente más bussiness friendly para los intereses de los Berlusconi.
A través de dos de sus 'cárnicas' –empresas de producción de contenidos participadas en un 30% por Mediaset– el grupo ha controlado el tramo de las mañanas y de las tardes a través de los programas de Ana Rosa Quintana y de Sálvame. Algo que compensa la incapacidad de los informativos de Telecinco de superar a los de Antena 3.
Sálvame, menos posicionado ideológicamente a la derecha que el Programa de Ana Rosa, ha sido cancelado. Según declaró a El País la empresaria y artista televisiva Belén Esteban, que no es sospechosa de ser zurda, el programa de Jorge Javier Vázquez será retirado de las pantallas por “una maniobra política para que la derecha gobierne”.
Opinión
¿Salvar Sálvame?
A medida que se especula con el estado de salud de Silvio Berlusconi aumentan también las especulaciones en bolsa con respecto a MFE-MediaForEurope. En abril, el medio italiano Linkiesta reseñaba que la hospitalización de Il Cavaliere había supuesto una subida en bolsa importante para las acciones del grupo. Los inversores, dice Linkiesta, no descartan que la familia Berlusconi pueda vender su emporio mediático cuando muera el fundador. Pese a que su posición en España, donde genera una cuarta parte de sus ingresos, es muy sólida, los resultados del grupo no son lo brillantes que parecen. Los ingresos han sido decrecientes y, en Italia, se está ultimando la venta de Il Giornale, el periódico de referencia del holding. Los movimientos en España en estas últimas semanas llegan al mismo punto: la preparación en las dos orillas del Mediterráneo de un panorama sin Berlusconi, el hombre con el que llegó la modernidad cutre a España y se hizo de oro mientras tanto.
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Vamos de mal en peor. La concentración de medios de comunicación masiva es un hecho y va a ir a más. Quizá haya un rayo de esperanza en el rechazo mayoritario a estos oligopolios informativos que tratan los mismos temas con idéntica orientación editorial. Pero por si acaso no se produjera este rechazo masivo -el poder económico dueño de los medios de comunicación es muy flexible para no perder cuota de mercado informativo- sería muy beneficioso para la ciudadanía y para el periodismo dar la tabarra para que comenzara en serio la discusión y aprobación de una LEY DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN que recogiera la pluralidad y la veracidad informativas como principios básicos. El pensamiento único en el periodismo, trufado de sectarismo, pesebrerismo, cloaquerismo y progresismo engañoso, no puede ser el desayuno cotidiano que nos ofrecen Atresmedia, Mediaset y RTVE.