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Migración
Sin agua, sin luz y bajo plásticos: miles de trabajadoras siguen viviendo en los asentamientos de Huelva
La tarde se extiende en el asentamiento de Las Madres (Moguer, Huelva) la arena y los rayos de luz se alían para generar espesas nubes de polvo naranja que flotan en el aire a cada paso que se da. A lo lejos un grupo de hombres juega a las cartas, a su alrededor y por los caminos los naipes abandonados se mezclan con las hojas de pino. Los gatos deambulan buscando el sol esquivando electrodomésticos ajados, zapatos, botes de champú, ollas, bricks de leche.
Esther está de pie al lado de la chabola en la que vive desde que llegó a trabajar hace 6 meses desde Guinea Ecuatorial en plena temporada. Ahora, cuenta solo hay trabajo “para los más fuertes” y ha pasado los días “esperando algunos trabajos pequeños”. A esta trabajadora otras compañeras en Guinea Ecuatorial le comentaron acerca del trabajo y vino, pero sin saber que se iba a encontrar viviendo en un asentamiento: “yo antes de venir no sabía que esto iba a ser así creí que venía a una casa con una habitación normal y me encuentro con esto, ya no me quedaba opción, he salido desde lejos, no te queda otra que aguantar”. Otro temporero que vive en Las Madres, Ashanti, que lleva 10 años trabajando en distintas explotaciones agrícolas del Estado español explica: “Nosotros en nuestro país no vivimos así, venimos a trabajar no porque esto sea el paraíso”.“Estoy harto de que venga la gente a hacer fotos y los coches del ayuntamiento a decir hola, ¿cómo estáis?, y que no hagan nada", se queja Nana, temporero
Los asentamientos de temporeros de los campos de fresas y frutos rojos llevan más de 25 años siendo la parte invisibilizada de una industria millonaria que sostiene la provincia, según Asociación de Productores y Exportadores de la Fresa de Huelva, Freshuelva, en la última campaña se han recolectado 221.000 toneladas que han generado una facturación de más de 1.000 millones de euros. Según la organización de productores esto supone el 8% del PIB andaluz. Unas cifras millonarias que se basan en el trabajo de miles de trabajadores migrantes, en la última temporada agrícola según los datos de Subdelegación de Gobierno de Huelva llegaron a la provincia más de 13.400 personas contratadas en origen procedentes de Marruecos, Ghana, Guinea Ecuatorial u Honduras en su mayoría.
Gran parte de estas temporeras, aunque algunos trabajadores se quedan años en la provincia, viven en asentamientos donde se tienen que fabricar su propia chabola por la falta de aporte de una solución habitacional por parte del empresario para el que trabajan. El relator de la ONU Philip Alston en su visita a estos asentamientos en 2020 expuso “Me he encontrado con trabajadores migrantes viviendo en condiciones que rivalizan con las peores que he visto en todo el mundo” y añadió que “las autoridades hacen la vista gorda con las condiciones de los trabajadores inmigrantes”.
“El Plan para la Erradicación del Chabolismo solo pretende acabar con la visibilidad de los asentamientos”, sostienen desde APDHAUnas condiciones que lejos de haberse mejorado, cuatro años después de las declaraciones Alston y 26 de la creación del primer asentamiento, parecen enquistarse aún más en la zona. Este verano, como han denunciado decenas de organizaciones y colectivos de derechos humanos, más de 5.000 personas repartidas en los 40 asentamientos de la provincia han pasado los meses de más calor sin tener acceso a agua.
“En la pandemia Diputación puso cuba con un conductor que traía agua aquí”, explica Alfonso Romea del colectivo La Carpa que varios días a las semanas se dedica a entregar garrafas de agua y comida a distintos asentamientos. Desde su colectivo piden que desde las instituciones busquen soluciones para poder aportar agua a estos espacios. Durante el verano más de 20 organizaciones sociales, partidos políticos, sindicatos y colectivos realizaron una petición a la Ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), Teresa Ribera y a la Oficina Técnica de Doñana para que impulsara las acciones contempladas que se encuentran en el Marco de Actuaciones para Doñana para la mejora de las condiciones de vida y habitabilidad de vivienda de los temporeros agrícolas.
Un plan fallido
Mientras miles de personas enfrentan su día a día sin agua, electricidad y las infraestructuras básicas para poder habitar un espacio la Junta de Andalucía publica los primeros datos de ejecución de su Plan Estratégico para la erradicación de asentamientos informales y la inclusión social de personas residentes en zonas agrícolas de Andalucía conformados por población migrante (Easen). La Consejería de Inclusión social, Juventud, Familias e Igualdad ha expuesto que las poblaciones de Moguer y Lepe han reducido en dos años el 50% de los asentamientos. El Plan EASEN según la Consejería tiene como objetivo “llegar al corazón social” de la problemática de los asentamientos.
Sin embargo, desde colectivos como la APDHA han denunciado que este plan lejos de aportar soluciones está agravando el problema “el Plan para la Erradicación del Chabolismo solo pretende acabar con la visibilidad de los asentamientos” y creen que para solventar el problema “se tendría que apostar por una red de albergues municipales y una red de viviendas en régimen de alquiler social”. Además, desde el colectivo en defensa de los Derechos Humanos también creen que “las administraciones están incumpliendo la legalidad, pues ni siquiera se está facilitando el empadronamiento de estas personas, que no solo residen en el municipio, sino que son un colectivo imprescindible para la boyante industria agroalimentaria onubense”. Alfonso Romera, de La Carpa también cree que el plan de erradicación del chabolismo es un fracaso: “lo que han hecho no es acabar con el chabolismo al destrozar el chabolismo en sinhogarismo la gente en Lepe por ejemplo están durmiendo ahora en la estación de autobuses”.Además de la falta de agua y electricidad la mayoría de estos asentamientos se encuentran rodeados de montañas de basura, ya que los servicios de limpieza tampoco llegan, lo que supone además de un foco de insalubridad es un peligro para el desarrollo de incendios. Todos los años en los distintos asentamientos de la provincia se producen decenas de fuegos que en ocasiones han ocasionado víctimas mortales.
“Si hay un problema yo puedo escapar, pero hay gente que no”, sostiene Nana un trabajador que lleva 20 años en la provincia desde el asentamiento El Bosque en Lucena del Puerto (Huelva), “yo estoy fuerte gracias a Dios aún puede trabajar”. No es el caso de Samuel Eboa, compañero de Nana en El Bosque, ghanés con varias décadas de trabajo agrícola encima y que tras varios accidentes laborales no puede trabajar y camina con dificultad. “Sobrevivo gracias a mis compañeros que me dan comida y me traen agua”, sostiene Eboa que espera recuperarse “y volver a trabajar” o que por lo menos “alguien me ayude y me traigan pastillas para el dolor”.
Explotación laboral
Marcha en Huelva por una agricultura con derechos
Anochece en El Bosque y Nana se queja “Estoy harto de que venga la gente a hacer fotos y los coches del ayuntamiento a decir Hola, ¿cómo estáis?, y que no hagan nada, vosotros luego os vais y tenéis un váter, una cama en vuestra casa, pero mira todo esto”.
Está oscuro, apenas se vislumbra el perfil de plástico de las decenas de chabolas que componen este asentamiento, a lo lejos brilla una montaña de residuos, al lado una carretera, varios almacenes y el esqueleto de las plantaciones de fresas que en unos meses serán recolectadas y puestas en nuestros platos de postre.