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Huelva
Fuego y Agua: Kullu Konay murió calcinado en un asentamiento inundado en Huelva
Kullu Konay, llevaba doce años viviendo en una chabola de Lucena del Puerto (Huelva) y trabajaba recolectando frutos rojos en la zona. El pasado jueves Kullu murió en su chabola mientras dormía. El incendio se produjo sobre las 3 de la madrugada y solo afectó a su chabola, cosa poco frecuente debido al hacinamiento de las mismas y a la combustibilidad de sus materiales pero las fuertes lluvias de estos días provocadas por la borrasca Garoé dejó la suficiente humedad y agua en el terreno como para que el fuego no se cebase con las chabolas aledañas.
🔴Un trabajador migrante ha fallecido en un incendio en un asentamiento chabolista de Lucena del Puerto (Huelva) durante la noche del jueves.
— El Salto Andalucía (@ElSalto_And) January 24, 2025
El incendio ocurre apenas un mes despúes del último incendio en un asentamiento que afectó a 120 chabolas. pic.twitter.com/5DFfenCedG
El ambiente que se respira en el asentamiento días despues es tenso y el aire casi se puede cortar. Todos tienen miedo, todos saben que la próxima chabola que arda puede ser la suya y que corran la misma suerte que Kullu. Nana, amigo de Kullu, se queja:“ qué asco, no podemos vivir tranquilos”. Nana estuvo cenando esa noche con Kullu porque él no tenía butano en su chabola y llevaba varios días yendo a su chabola a cenar. Lleva toda la noche y el día sin dormir.“Estoy cansado, claro que tengo sueño pero no dejo de pensar”, expresa con una inquietud visible.
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Por los restos de la chabola solo pasan cabezas que miran con impotencia al suelo, niegan con la mirada, chistan para expresar negación. Tan solo algunos perros en busca de comida o por mera curiosidad son capaces de pisar el lugar donde apareció el cuerpo calcinado de Kullu, junto a su cama. Todos quieren salir del asentamiento pero la reflexión es siempre la misma. ¿A dónde? La imposibilidad de alquilar una casa en el pueblo es más que evidente. No son ajenos a la especulación inmobiliaria, sin papeles y sin un trabajo estable es imposible alquilar. El racismo que padecen a la hora de buscar algo mejor ya apenas se menciona, dan por hecho que el alquiler es solo una opción para determinados tonos de piel. A esto se suma la demostrada incompetencia de las administraciones y su empeño de correr un tupido velo ante estas situaciones.
La Subdelegada del Gobierno en Huelva, María José Rico ha expresado su malestar por lo ocurrido. “La situación de infravivienda de estas personas ha hecho que nos levantemos con un fallecimiento muy triste” Lejos de aportar una solución inmediata o a medio plazo. En 2022 el Ayuntamiento de Lucena percibió una ayuda de 251.000 € del plan EASEN para la construcción de una residencia de temporeros, de la cual aún no se tienen noticias. Las patronales ASAJA y FRESHUELVA solicitan una regulación especial para el sector agrario, haciendo hincapié en su modelo de negocio donde se contratan a personas de países de fuera de la UE donde se priorizan a mujeres sin estudios de zonas rurales de Marruecos. Este modelo trata a estas personas como meras máquinas que una vez han finalizado su tarea al terminar la campaña deben volver a su país de origen, sin importar sus condiciones de vida allí, y en muchas ocasiones, sin cumplir todos los puntos del contrato haciendo que estas mujeres, al sentirse engañadas y al comprobar que el sueldo no da para emprender un proyecto de vida, sino para subsistir hasta la próxima temporada decidan quedarse en España de forma irregular.
Según el último informe de la APDHA, más de 7.000 personas viven en las decenas de asentamientos repartidos en la provincia, única alternativa habitacional para las personas migrantes que anualmente sostienen los trabajos agrícolas. Esta asociación ha expresado tras el fallecimiento de Kullu que: “tras la muerte de una persona en un asentamiento de Lucena del Puerto se esconde un sistema de explotación criminal que condena a la semiesclavitud a miles de personas”. Una postura que comparten desde la Asociación La Carpa que asiste con regularidad a los asentamientos a ofrecer bebida y comida “los quieren en los campos durante el día y maldurmiendo en los montes por la noche; sin agua, entre basuras, sin luz”.
2024 se despidió con un incendio en el que se calcinaron 120 chabolas del asentamiento “El Sevillano” ubicado entre las grandes extensiones de invernaderos y pozos ilegales que se ubican en el municipio de Lucena del Puerto.
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Un centenar de personas perdieron todos los bienes materiales pero conservaron lo único que siempre resulta definitivo, la propia vida. A pesar de seguir a la intemperie y sin ningún tipo de solución por parte del Ayuntamiento, aparte de la propia indiferencia que esta institución muestra persistentemente por sus ciudadanos, porque son sus ciudadanos aunque les pese.
Riadas en los asentamientos
Garoé también dejó agua en otro asentamiento situado a pocos kilómetros. Los afectados por la riada que inundó sus casas dormían en una ermita sin uso mientras Kullu ardía en su chabola. Mansour fue testigo y víctima de una riada que anegó su asentamiento. Este se encuentra ubicado a pocos metros de un arroyo, que debido a las fuertes lluvias se desbordó arrastrando a su paso todos los enseres que guardaba en su chabola. “Cuando llegué a la chabola ví mis cosas flotando“, explica Mansour. Poco después tuvo que ser rescatado por la Guardia Civil junto a otros compañeros. En aquel momento el Ayuntamiento habilitó una ermita para ubicar temporalmente a las personas afectadas. Tanto Mansour como el resto han vuelto ya a sus chabolas, en parte porque el ayuntamiento cerró el acceso a la ermita la misma mañana que el cadáver de Kullu aparecía entre los restos calcinados de su chabola.
Mansour es una persona hospitalaria, antes de contar su relato ofrece asiento y un té, tiene ganas de hablar, o al menos de sentirse escuchado. Él y su mujer ahora duermen sobre unos palets que hacían de somier, porque los colchones están fuera, empapados. Su chabola parece frágil pero ha aguantado la riada, aunque el aire es irrespirable debido a la humedad, a pesar del frío dentro hace un calor impropio de la época. Al menos sus papeles están a salvo. Ahora vive esquivando ropa tendida que cuelga con un intrincado sistema de cuerdas del techo. “Todo está mojado, la ropa, las mantas… Ya no sirven”. Las miradas en ambos lugares son las mismas, miradas de resignación y tristeza.
Cuesta creer que en la misma semana una persona haya muerto calcinada y otra casi ahogada. Un hombre de Ghana y otro de Marruecos, que lo único que tienen en común es la miseria que una vez más se hace palpable en una tierra donde puede pasar de todo en unos días sin que nadie se entere. Los amigos de Kullu miran al cielo esperando que esté en un lugar mejor. Mansour mira al cielo esperando que no vuelva a llover.