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Opinión
Defender la Tierra significa desmilitarizar

Ante el calentamiento global, la depredación de recursos y la crisis ambiental, nos enfrentamos a un dilema ético. Si somos conscientes de que la Tierra nos acoge durante nuestra corta vida y que tenemos la obligación de respetarla, tal vez podamos revertir las actuales prácticas ecocidas pasando a sociedades más colaborativas y democráticas. En caso contrario, sabemos que el negocio cortoplacista y militarizado puede acabar amenazando nuestra pervivencia como especie, o al menos la de miles de millones de personas en el mundo.
No deja de ser curioso. Buscamos vida en otros planetas mientras despreciamos la vida en la Tierra, ignorando la dignidad de las personas, maltratando su biosfera, y tratando sus recursos como si fueran ilimitados.
Comparando la humanidad con los astronautas, Fuller observaba que éstos deben seguir tres reglas: cuidar la nave, gestionar muy bien su combustible limitado y estar bien avenidos
Defender la Tierra requiere desmilitarizar. Porque las emisiones del sistema militar contribuyen directamente al calentamiento global, porque los sistemas de seguridad militar garantizan la extracción y suministro del petróleo, gas y recursos naturales que avivan la crisis ambiental y porque necesitamos el dinero de los presupuestos militares para poder afrontar la gravísima crisis climática que nos está llegando. Porque abordar esta crisis debería ser la máxima prioridad de todos los gobiernos mundiales, junto con los gastos sociales y muy por delante de todo tipo de disputas armadas y conflictos de poder y territorio.
Las advertencias vienen de lejos. Además de proclamar que deberíamos pasar del armamento (weaponry) al vivimiento (livingry) que cuida las personas, Buckminster Fuller publicó en 1969 un escrito titulado “Manual de uso para la nave espacial Tierra”. En él explicaba que la Tierra se asemejaba a una nave espacial: desde el espacio exterior aparece como un punto de luz azul viajando por la oscuridad del Universo. Y, comparando la humanidad con los astronautas, observaba que éstos deben seguir tres reglas: cuidar la nave, gestionar muy bien su combustible limitado y estar bien avenidos. Porque estropear la nave o pelearse puede ser fatal. Pues bien, concluía, nosotros deberíamos saber gestionar los recursos limitados del planeta viendo además que nuestra única salvación como humanidad es la de cooperar, respetando el planeta y dejando atrás las violencias y la guerra.
Ciertamente, no deberíamos celebrar el día de la Tierra si pretendemos rearmarnos y aumentar los presupuestos militares. Porque celebrar el día de la Terra significa:
Ser conscientes del increíble daño humano y ambiental que generan las redes de poder mundial con sus prácticas depredadoras, neocoloniales, neocapitalistas y militarizadas.
Desmilitarizar nuestras mentes. Escuchando las voces que los discursos oficiales pretenden silenciar, dudando de aquellos mensajes interesados que recibimos, comprobando su veracidad y autoría.
Detectar quiénes son los verdaderos causantes de los actuales problemas que padece nuestro planeta, indignándonos y denunciando sus prácticas.
Trabajar activamente para detener la desmesura capitalista y volver al círculo de los equilibrios ecológicos y naturales que no deberíamos nunca haber sobrepasado. Sabiendo decrecer para vivir mejor. Reduciendo emisiones, consumo y armamento.
Cuidar el planeta que nos acoge, proclamando que las actuales prácticas y políticas neocoloniales son insostenibles y criminales para los pueblos actuales y venideros. Demandando el paso a métodos respetuosos y postcoloniales.
Necesitamos una geopolítica humana, basada en la resolución de los conflictos mediante la negociación y la palabra
Exigir políticas urgentes y efectivas para descarbonizar y dejar atrás la civilización del petróleo. Apostando por una transición energética que sea local, comunitaria y respetuosa. Exigiendo el control y transparencia de las emisiones de todo el sistema militar, que lejos de contribuir a la solución, es parte integrante del problema y de la crisis ambiental.
Proclamar que es imprescindible reducir los presupuestos militares. Desmilitarizando y desarmando. Yendo del armamento al vivimiento. Participando en campañas como GCOMS, haciéndonos oír durante los días GDAMS, recordando las advertencias que nos han llegado y nos continúan llegando desde la ciencia con un claro mensaje de que debemos recuperar los fondos actualmente destinados a defensa, porque la Tierra necesita el dinero militar.
Gasto militar
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Escuchar y hacer caso a las voces silenciadas que también nos llegan desde los feminismos, los pueblos marginados, las comunidades indígenas. Voces sabias que nos entienden como integrantes de la naturaleza y de su armonía, nunca superiores a ella.
Luchar para romper las redes de poder mundial basadas en la violencia y el consumo, las oligarquías y los centros de difusión de mensajes racistas, patriarcales, supremacistas y belicistas. Usando el consumo y la objeción como herramientas empoderadoras de los pueblos contra el negocio que se nutre de lo que les compramos.
Defender que debemos construir una nueva geopolítica, basada en el respeto a los límites planetarios y en la dignidad y derechos de la gente. Una geopolítica de las personas y para las personas, de los pueblos y para los pueblos. Una geopolítica humana, basada en la resolución de los conflictos mediante la negociación y la palabra.
Proclamando y persiguiendo las injusticias, los crímenes contra la humanidad y todas las actuaciones ecocidas y genocidas contra la humanidad, la biosfera y la Tierra. Defendiendo la necesidad imperiosa de reducir el gasto militar mundial para poder cuidar la Tierra y la vida que alberga. Denunciando a los causantes para que el miedo y la vergüenza cambien de bando, de una vez por todas.