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Música
Vivir Quintana: “Desde la alegría resignificamos la tristeza y la violencia que nos ha estado machacando”

Decía Valentina Glockner, comprometida antropóloga y activista mexicana, que “por cada práctica de terror hay prácticas de vida; por cada práctica de aislamiento, hay prácticas de solidaridad”. Es imposible que no nos venga a la cabeza esta frase cuando escuchamos la voz de Vivir Quintana diciendo “yo te quiero viva, cierta y decidida”, una voz que, desde que sacó “Canción sin miedo” hace cinco años, nos acompaña en esos momentos en los que las mujeres y disidencias gritamos que nuestras vidas importan. La música de Vivir es una práctica de solidaridad, una práctica de vida; desde “Te mereces un amor”, hasta su último sencillo, “Más libre que en casa”, en la que cuenta la historia de una mujer que mata a su maltratador, nos abraza en cada estrofa y su voz es asidero para muchas mujeres que han vivido en carne propia la devastación de las violencias machistas, y es que sus canciones nos han amueblado el corazón con los verbos más amables.
Vivir Quintana nació en Francisco I. Madero, una ciudad del estado mexicano de Coahuila y tiene ese estar en el mundo de las mujeres norteñas, que parecen árboles a los que no tumba nada. Con una mirada limpia, una voz rotunda y unas formas cercanas y amorosas nos cuenta en esta entrevista lo que para ella ha significado componer “Canción sin miedo”, escribir corridos, poder vivir de la música y hacer de ella su bandera por un mundo en el que las mujeres no suframos más violencia patriarcal.
Por empezar por el principio. ¿Cómo y cuándo empezaste a cantar?
Siempre había cantado desde muy chiquita hasta que a los 12 años un maestro de artísticas me dijo -oye, tú entonas-, ¡imagínate, y yo no sabía que era entonar! pero la verdad me abrió un mundo de posibilidades. Me dijo que comprara un casete de pistas musicales. Entonces, le dije a mi mamá que me comprara uno. Mis papás se sorprendieron mucho: “Tomás, que la niña canta”, le dice mi mamá a mi papá.
La verdad es que tuve y tengo unos papás, como muy apoyadores y muy patrocinadores de sueños emocionales. Y digo emocionales porque cuando éramos niños mis hermanos y yo, las posibilidades económicas no daban como para expandirse tanto en clases y eso, pero siempre han buscado la manera de que lográramos estudiar las cosas que queríamos. Entonces, siempre han estado apoyándonos desde niños.
¿Y cuándo haces ese salto ya más profesionalmente, digamos?
Pues hace 13 años me fui a vivir a la Ciudad de México. Yo estudié en la Escuela Normal Superior, que en México son las escuelas que te forman para ser profesor o profesora de niñas y de niños adolescentes. Soy maestra de español, laque enseña el sujeto, el predicado y el verbo. Terminé de estudiar, estuve ejerciendo un ratito y dije: bueno, sí, me gusta mucho dar clases, pero me apasiona más la música”.
Había estudiado muchos años música, pero siempre música clásica y después me enfoqué en la música popular mexicana, la lírica popular, que era lo que a mí me gustaba
Así, empecé a buscar oportunidades y entré a estudiar composición popular; ya había estudiado muchos años música, pero siempre música clásica y después me enfoqué en la música popular mexicana, la lírica popular, que era lo que a mí me gustaba, Estuve estudiando en la escuela de la Sociedad de Autores y Compositores de México y ahí me dieron una beca.
Te puedo decir que empecé a vivir de la música ya profesionalmente, así de poder pagar una renta y pagar el súper, desde 2017, cinco años después de que me fuera a la Ciudad de México. Los primeros dos años fueron los más difíciles, los más complicados. Pero bueno, acá andamos ya en Madrid.
No podemos dejar de hablar de “Canción sin miedo”, que es ya un himno feminista internacional. ¿Qué implica eso para ti como feminista y como artista?
Implica un montón de responsabilidad sana, porque no es nada más lanzar la canción, con lo fuerte que es. Para mí significa tener realmente una responsabilidad que nadie me dio, yo la tomé. Pero también una responsabilidad conmigo misma, como mujer, como ciudadana, como compañera, como pareja, como hermana, porque yo no puedo lanzar una canción así de fuerte y yo, con las mujeres más cercanas que tengo, ser todo lo contrario. Esta canción me dio coherencia, que yo creo que es algo muy difícil de conseguir, pero creo que es posible tratar de hacerlo. Nunca voy a ser coherente al cien por cien, pero trato de serlo.
Canción sin miedo también me ha dado la oportunidad de entender el dolor de muchas mujeres en mi país y fuera de él. Pero sobre todo, estar cerca de ellas, de acompañarlas, de entender que somos bien diversas todas, pero que también podemos ser compañeras en ese mundo de diversidad.
No todas podemos ser amigas porque obviamente no es posible, pero sí podemos portarnos como compañeras entre nosotras. En los medios nos retratan como peleadas, dicen: “miren, 8 de marzo, aquí se están peleando, acá hicieron no sé qué y aquí discutieron”. Pero es que el 8M no se trata de ser amigas, se trata de acompañarnos, de resistir juntas. No se trata de competir, de que algunas sean más que otras, el 8M es entender que en esta diversidad también vivimos.
Canción sin miedo ha significado para mí, resistencia, incluso gozo, incluso alegrías, porque eso nos quieren quitar también, dentro de toda esta vorágine de la violencia
Entonces, “Canción sin miedo” me ha dado eso, me ha como unos dado ojos por todos lados. Antes mi visión era así de chiquita y se ha ampliado gracias a la canción. Eso es lo que ha significado para mí. Resistencia, incluso gozo, incluso alegrías, porque eso nos quieren quitar también. Dentro de todo este miedo, dentro de toda esta vorágine de la violencia, nos quieren quitar eso.
Y justo me pasó en la marcha del 8M de Madrid; varias compañeras que veníamos de México como que no entendíamos que había un camión con unas bocinas enormes tocando música, y entonces entendí que eso también es resistencia: la alegría y el gozo. Porque incluso, la violencia nos hace pensar que no nos lo merecemos, es decir, si has tenido una situación muy difícil en tu vida, pareciera que te tienes que quedar en el dolor, o que te tienes que quedar en la injusticia, en la tristeza y en la miseria, y en la no dignidad. Y ¡no! También desde el baile, desde el gozo, desde la alegría, desde el canto, resignificamos esa tristeza y esa violencia que nos ha estado machacando.

“Canción sin miedo” ya vuela sola, quiero decir, la gente la ha hecho suya.
Sí, sí, también. De hecho, conmemoramos los cinco años de “Canción sin miedo” con una transmisión de 24 horas en mi canal donde estuvimos transmitiendo todas las versiones que hemos encontrado de alrededor del mundo, no solo de México. Entonces transmitimos bailes, coreografías, lengua de señas mexicana, lengua de signos chilena, compartimos en alemán, en inglés, en francés, en portugués, en lenguas originarias, en kaqchikel, en maya y en un montón de lenguas del mundo que también la han adaptado y adoptado. ¡Imagínate, ha sido toda una una revelación de emociones y sentimientos para mí!.
¿Cuál ha sido tu experiencia de marchar este 8 de marzo aquí en Madrid?
Mucha lluvia, ¡oigan, no nos avisaron, sin impermeable venía yo!... [risas], pero estuvo muy bello. Yo me fui con con una colectiva mexicana que se llama Las tres M, que son las mariposas monarcas migrantes. Muy lindo.
Me encontré también con con amigas increíbles aquí como Ana Katiria Suárez, una mujer que ahorita está viviendo un proceso difícil en México. Ella es una de las abogadas que defiende la legítima defensa de las mujeres a las que acusan de “exceso de legítima defensa", y que tuvo que huir del país porque está recibiendo amenazas por parte de todos los tipos de los que ella ha defendido a las compañeras. Es decir, se unieron entre ellos, acosadores y violadores para ir en contra de ella. Tiene amenazas muy fuertes en México. Entonces pues marchamos acá en Madrid con ella.
Volviendo al tema artístico, el grupo de cuando te presentas en directo son mujeres, ¿no? O sea, has dicho: mi grupo van a ser estas músicas.
Tenía esta idea desde hace muchos años, porque siempre estuve en estos espacios donde, por ser morra, no te dejaban tocar o tenías que batallar un montón. O decían, “no, es que no sabes, es que traes mucha guitarra para ti y ni la sabes tocar”... cosas de ese tipo. Así que primero empecé a gestionar espacios para nosotras y después empecé a hacer conciertos en el patio de mi casa para mujeres. Después dije, yo quiero, si tengo oportunidad de crecer, que crezcan mujeres que están en la industria también junto conmigo.
Empecé a hacer una banda nada más con mujeres y primero tuve a una, luego tuve dos, tres, y ya todo el formato completo del show somos diez mujeres. Nueve chicas que me acompañan entre batería, cuerdas, guitarras, metales y los teclados y pues, ¡se pone bonito!. Ora nomás más traje trío para lo que vamos a presentar este martes en Madrid.
Escribiste una canción a la futura presidenta de México, “Compañera presidenta”. ¿Qué implica que México tenga una mujer presidenta ya por cien días en el cargo y cómo crees que esto impacta a los feminismos en México?
Pues impacta porque siempre hemos tenido hombres como dirigentes, incluso la canción dice “200 años y ninguna presidenta”. Creo que es una oportunidad, no nada más para ella, sino de todos y de todas, de ver qué podemos sumar para que las cosas sean diferentes. Durante la campaña, cuando estaba contendiendo con Xóchitl Gálvez, se estaba viendo ya que despuntaba Claudia y algunos decían: “pues a ver si es cierto, si por ser mujer entonces todas las cosas cambian, yo voy a ser el primero que esté con lupa viendo cada movimiento que haga yo”. Y digo: tuviste tantos años para señalar los otros movimientos y ahora sí los quiero señalar y ahora sí quiero ser ese ciudadano ejemplar que esté demandando al Gobierno, ¿no?
Es un momento histórico el que estamos viviendo, así que voy a portarme como una persona histórica y voy a tratar de estar ahí cambiando mi contexto chiquito
Entonces es una oportunidad para todas, para todos. No sé cómo voy a impactar en los feminismos porque los cambios tardan mucho en verse y creo que las decisiones se van transformando, van cambiando. Al menos, yo de mi parte, lo que puedo hacer es portarme como una ciudadana ejemplar y en eso yo puedo ayudarla a ella. Es un momento histórico el que estamos viviendo, así que voy a portarme como una persona histórica y voy a tratar de estar ahí cambiando mi contexto chiquito.
Ojalá que impacte de manera favorable, porque pues son muchos feminismos los que existen y todos son válidos por una circunstancia o por otra, pues cada quien tiene sus creencias, menos ahí donde los derechos no se respetan. Ahí sí, yo no converjo con eso, cuando alguien se dice feminista y es contra derechos de alguien más, pues ahí no.
¿Se le puede llamar compañera a una presidenta?
Yo creo que sí. Espero que sí, hay que verlo, ojalá que sí. Justo yo escribí unas cartas a cada una de las candidatas. Era la misma carta solo cambiaba el destinatario, pero la misma carta. Las dos me contestaron. Recuerdo que Claudia me contestó: Vivir, yo me comprometo a que un día me puedas llamar así”. Bueno, vamos a esperar que así sea.

Tus últimas canciones refieren a la forma de responder de las mujeres a una vida de violencia, por ejemplo, “Mi cobija” y “Más libre que en casa”. ¿Cómo ha sido el proceso de creación de estos temas?
Son parte de un disco de diez temas que sale el 24 de abril. Son diez historias reales de diez mujeres que estuvieron o están privadas de su libertad, o sea que están en la cárcel porque se defendieron de sus agresores. Está bien bonito, porque es resignificar dentro del corrido, a las mujeres. Es entender que las mujeres también somos protagonistas de historias importantes y necesarias, y que cualquier mujer en estas circunstancias o cualquier hombre se puede defender de esa manera. Lamentablemente ellas pasaron por este proceso injusto de ir a la cárcel, entonces, quise que por medio del corrido, que es uno de los géneros más misóginos, más violentos, con narrativas del narco, los narcocorridos, cambiar esa narrativa y decir, oye, también existen estas historias.
Quise que por medio del corrido, uno de los géneros más misóginos, más violentos, con narrativas del narco, cambiarlo y decir, oye, también existen estas historias
Es un disco que produjimos durante diez años. Me tardé diez años en hacerlo porque entré a la cárcel, buscar estas historias. Luego hubo compañeras que me dijeron, mejor no cuentes mi historia, otras que dijeron yo sí quiero que la cuentes, quiero que digas fecha, hora y exacta donde me pasó. Así que ha sido un proceso largo, pero también muy doloroso y sanador al mismo tiempo.
Creemos que esas dos palabras no pueden ir juntas, pero yo considero que sí, porque también dentro del dolor está la belleza de la sanación, y del entendimiento. Yo no les digo a ellas, por algo te pasó, hermana, para que algo aprendieras. No, te pasó porque estuviste en una situación de riesgo, y esa era tu última, tu última opción y la tomaste. No es para que tú digas que fue una enseñanza, es algo que nos pudo haber pasado a cualquiera. Pero también dentro de eso existe para ellas la sanación que ni siquiera tendría que ser sola, sino que tendría que ser acompañada.
En este caso, yo lo hago desde la música. Hay otras compañeras que van y las visitan a la cárcel. Otras que van y les enseñan a pintar. Otras que van y leen con ellas, yo lo hago desde la música. De ahí vienen estas historias. Todas son historias reales, cada uno de los de esos corridos.
Las rancheras y corridos son las herramientas que tú utilizas para cantar al amor, al desamor, a la violencia pero de otra manera a la que nos tienen acostumbrados estos géneros. Qué bien volver a retomar esa lírica mexicana que es tan bonita.
Sí, es muy bonita. Aparte creo que el corrido tiene unas imágenes muy bellas y muy cotidianas, y sobre todo, estas melodías que se quedan impregnadas adentro; como yo digo, hay canciones que ni nos gustan y las andamos, repite y repite ¿no? porque se quedan ahí. Bueno, pues estas también.
De estas dos palabras cuál erigirías: autodefensa o venganza, y por qué.
La autodefensa, porque es desde la acción de que algo te está sucediendo y tú reaccionas ante eso, y la venganza ya es con premeditación, porque muchas veces me dicen “ah, es que tú vengas a todas las mujeres”, y pues no.
Cuéntanos de tu experiencia a la hora de trabajar con otras artistas, otras cantando, otras compañeras como Mon Laferte, Mare Advertencia, La Marisoul y muchas más.
Para mí es un sueño. Estoy súper agradecida porque crecí escuchando mucha música latinoamericana y del mundo, y veía cómo ha sido el camino de esos artistas y de cómo llegaron. Fue investigar, investigar, investigar y darme cuenta que era posible para todas llegar. Lamentablemente unas tenemos más visibilidad que otras, pero también podemos jalarnos entre nosotras. Conmigo lo han hecho un montón de morras, un montón de gente justamente como Mon Laferte, como Andrea Echeverría, de Aterciopelados, que también me invitó a cantar sin esperar esta exposición ni nada. La semana pasada vi a Luz Casal, y quedamos de hacer cosas.
Me siento súper honrada y contenta de esos encuentros bonitos entre mujeres. Acá, en España, con Rozalén, también con Valeria Castro, acabo de conocer a Vanessa Martín y que son referentes para mí, sobre todo de Chile y de España. Líricamente me gustan mucho. Entonces ojalá se haga también algo por ahí.
¿Cómo describirías ese camino desde que empezaste a hacer tus pinitos y a cantar en los bares hasta hasta donde estás ahora? Es decir, que estás en circuitos que tienen mucha visibilidad.
Lo describiría con un montón de matices porque no ha sido nada fácil y uno cree que cuando llegas ya lo lograste todo. Y a veces uno también cree que es: sabes cantar, sabes tocar, ya vas a triunfar en la ciudad esto ya. Dice mi mamá así como “enchílame esta otra”, como decimos en México, así como todo rápido, rápido [risas] y es súper cansado.
Recuerdo los primeros años, estuve trabajando en un montón de cosas, menos en la música. Llegó un momento en que ya con tal de pagar la renta, con tal de pagar el súper, con tal de ir sobreviviendo, de comprar cuerdas para la guitarra, trabajé en todo menos en la música. Recuerdo mucho que yo trabajaba en una empresa de estudios de mercado, por ejemplo, y mi trabajo era cargar una mochila con muchos litros de aceite de cocina a la espalda y tocar en las puertas de las casas diciéndoles: “Oiga, me llamo fulanita de tal y le vengo a hacer una encuesta y le quiero dejar dos litros de aceite, vengo dentro de ocho días por ellos y usted me va a decir cuál le gusta más. Si este o este, cuál hizo humo, cual no, cuál se puso negro, cuál no, ¿sabes?”. Obviamente había gente que me decía “ay, no, yo no”. Entonces tenía que colocar cada litro de aceite. Así conocí la Ciudad de México. Recuerdo mucho la ciudad, como con lluvia, de traer los tenis siempre mojados.

Creo que también mis papás me enseñaron a trabajar desde muy chica, no en esta onda del sacrificio. Yo me quité eso porque antes creía que para poder triunfar y para poder alcanzar algo tenías que sacrificarlo todo. Yo considero que hay que hacerle el trabajo más amable a la gente, y si tienes la oportunidad de jalar a alguien más, jalarle.
No es un tema de separación entre hombres y mujeres, pero sí es un tema de darle más oportunidades a morras y si yo tengo la oportunidad de darle trabajo a morras, yo le voy a dar trabajos a morras
A mí me pasa mucho ahora de que trato, por ejemplo, con mi banda de mujeres, digo que no es un tema de separación entre hombres y mujeres, pero sí es un tema de darle más oportunidades a morras y si yo tengo la oportunidad de darle trabajo a morras, yo le voy a dar trabajos a morras. Eso me gusta mucho porque sí existe esa unión, porque a mí me han dado muchas oportunidades así. Cuando me dicen “oye, queremos hacer contigo esto”, digo bueno si se puede lo hacemos, porque se trata de hacernos el camino más amable. Yo ya estuve en ambos lados y ver lo trabajoso que es y que llegue alguien y te ayude, pues no te cuesta nada.
Entonces, ha sido un camino largo, largo, largo y tener visibilidad no te lo hace todo fácil. A veces hablo con mi mamá y me dice,“ ¿cómo estás?”, le digo, estoy exhausta, no puedo más. “¿Y cuándo vas a tener vacaciones?”, le digo no sé. Y es que no sé. Cada vez sale algo, cada vez es algo más importante que lo pasado y lo único que hago es agradecerlo y quererlo, y abrazarlo y descansar a veces, cuando se puede, porque también ahí está la resistencia. En el que estés entera, que estés de pie. Porque yo no les puedo decir a las morras en las canciones “no estés sola, no te sientas sola y no estás sola”, y yo llegar a mi casa a sentirme sola y devastada. Entonces ahí va, ahí va caminando, ahí me voy entendiendo poco a poco.
No lo tengo todo resuelto todavía.