Palestina
Mujeres palestinas: un siglo al frente

Muchos de los rostros de la resistencia palestina son mujeres. Pero pese a ser muy activas en la sociedad civil, permanecen relativamente alejadas de las esferas del poder. 

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Mujeres palestinas se manifiestan el 8 de marzo de 2018 Laurent Perpigna Iban
17 may 2020 06:00

Corría 2017 y las imágenes de la joven Ahed Tamimi, de 16 años, daban la vuelta al mundo. Mientras a la resistencia palestina le resulta cada vez más difícil encontrar personalidades que la representen, el gesto de rabia de la joven –que acababa de abofetear a un soldado israelí en su pueblo de Nabi Saleh– acaba por convertirla en icono de la lucha palestina. Un año más tarde, la muerte de Razan al-Najjar, una enfermera palestina de 21 años asesinada por un francotirador israelí en 2018, mientras atendía a heridos durante una marcha en Gaza, causó una gran conmoción internacional.

Dos rostros femeninos que tienen detrás a otros cientos. Es una realidad demoledora: desde hace un siglo, las mujeres palestinas están a la vanguardia en lo que a la lucha por la liberación de los pueblos se refiere. Sin embargo, para ellas, nada es fácil. La sociedad palestina sigue siendo mayoritariamente patriarcal y conservadora, y su representación en las altas esferas no está a la altura de su compromiso pasado y presente.

La ocupación británica

La participación de las mujeres en la lucha nacional palestina puede calificarse de centenaria. En 1920, tres años después de la redacción de la ‘Declaración Balfour’ –que preveía el establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina— una treintena de mujeres escribían una carta dirigida al jefe de la administración de la región. “Las mujeres musulmanas y cristianas llevamos la voz de las demás mujeres palestinas y protestamos enérgicamente contra la Declaración Balfour”. “Un acto sin duda pionero, uno de los primeros registrados”, afirma Nour Odeh, analista político palestino.

El compromiso de las mujeres palestinas está orgánicamente ligado a la lucha de liberación nacional. Rápidamente pasan a la acción. En 1921 se denunciaron una serie de incidentes violentos entre árabes y judíos en Jaffa y se mencionó la participación de mujeres. En 1929, participaron de manera espectacular en nuevos incidentes entre judíos y árabes que se produjeron en el muro occidental —muro de las lamentaciones— así como en Hebrón. El balance de lo que se denominará la ‘Revuelta de la Buraq’ es muy importante: cerca de 240 muertos, 3.000 detenciones, y la ejecución de tres hombres árabes. Un asunto que traerá graves consecuencias para la sociedad palestina.

26 de octubre de 1929, las mujeres palestinas lanzaron por primera vez un movimiento cuyo acto inaugural reunió a 200 mujeres en Jerusalén con motivo del Congreso de Mujeres Árabes y Palestinas. Se crea la Asociación de Mujeres Árabes de Palestina

Dos meses más tarde, el 26 de octubre de 1929, las mujeres palestinas lanzaron por primera vez un movimiento cuyo acto inaugural reunió a 200 mujeres en Jerusalén con motivo del Congreso de Mujeres Árabes y Palestinas. Adoptan resoluciones sobre el problema nacional y se comprometen, como mujeres, a “apoyar todas las resoluciones, decisiones y peticiones del ejecutivo árabe”. Se crea la Asociación de Mujeres Árabes de Palestina. Este acto fundacional, aunque no es ‘feminista’ en el sentido contemporáneo del término, tenía una clara conciencia de género.

Su activismo y determinación sorprende al ocupante británico. En octubre de 1933, Arthur Wauchope, alto comisionado británico para Palestina, señala un “nuevo tema preocupante” durante las violentas manifestaciones en Jerusalén y Jaffa.Y están en todos los frentes: principales consumidoras desde su condicion de amas de casa, boicotean los productos extranjeros, rompen las vitrinas de comerciantes que ‘rompen la huelga’ en Jaffa en 1936, o distribuyen alimentos a los presos, cuando no preconizan la lucha armada.

Poco antes de la creación del Estado de Israel, las mujeres de Jaffa incluso crearon una organización clandestina, Zahrat al-Uqhuwan, que llevaba víveres y armas a los rebeldes palestinos.


De la Nakba a la primera Intifada

La creación del Estado de Israel provocará el desarraigo y la dispersión de los palestinos. En este contexto, absolutamente caótico, el espacio al que se ve limitada la mujer palestina es al de la beneficencia.

Pero, a partir de 1967, una nueva generación toma el camino de la lucha armada. Es el caso de Leila Khaled, que a sus 23 años viaja a Jordania, con la intención de entrenarse con el Frente de Liberación de Palestina (FPLP). Su nombre saltó a la posteridad tras llevar a cabo el secuestro de un avión en 1969. Un año y seis operaciones quirúrgicas —para modificar su apariencia— después, secuestra un segundo avión. “La revuelta palestina se inspiró en gran medida en la revolución argelina”, explica Nour Odeh. “En aquel momento, muchas mujeres participaron en los primeros pasos de los Fedayn. Jamila Bouhired, por ejemplo, se casó con el abogado francés Jacques Verges, quien la defendió tanto a ella como al primer preso político palestino, Mahmoud Hijazi”, apunta el analista.

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Mural de homenaje a Leila Khaled en el muro de separación Laurent Perpigna Iban

Pero durante los años ochenta el discurso adquirió un cariz más político, fundamentalmente gracias a los partidos de izquierda. Se estaban formando varios comités, y comenzaba a aflorar cierta controversia acerca de la siguiente cuestión: ¿cuanta prioridad ha de concederse a la lucha nacional y cuanta a los derechos de las mujeres palestinas? Esta cuestión, 40 años después, sigue dividiendo a las mujeres palestinas.

“Encontrarse primero bajo el mandato, y después la ‘Nakba’ —la catástrofe—, hizo que desafíos tales como los de la igualdad, el desempleo, cosas todas ellas muy pertinentes, acababan siendo no aplicables en esa época”, explica Nour Odeh.La OLP (Organización para la liberación de Palestina) también fomenta el crecimiento de la natalidad y lo utiliza como un arma demográfica en cuyo desarrollo las mujeres desempeñan un papel capital. Este desafío demográfico acaba siendo clave y fundamental: en 1860 había 350.000 palestinos árabes. Hoy oscilan en torno a los 9 millones.

La primera intifada supondrá un hito en la participación de las mujeres en el verdadero meollo del conflicto israelí-palestino. Desde los primeros escarceos del levantamiento, las mujeres palestinas se encuentran en primera línea del frente: se rebelan, distribuyen armamento y ropas a los resistentes palestinos. Atienden a los heridos y participan en los combates. Su participación directa supone una verdadera emancipación para la mujer palestina. En la guerra, encuentran un terreno de libertad fuera del marco familiar.

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La acción de las mujeres palestinas resulta tan sorprendente como esta primera Intifada: pilla a contrapié tanto al ejército israelí como a la OLP. En el año 1988, organizan sus propias marchas en los Territorios Ocupados. Muchas son encarceladas, y suman cerca de una quinta parte de los heridos en los primeros meses. “Debido a nuestra cultura, las mujeres palestinas se encontraron ante muchas dificultades sociales durante la primera Intifada. Especialmente después de los abusos sexuales que muchas sufrieron en las cárceles. Era complicado para ellas testificar” comenta Nour Odeh.

En 1989, el Consejo Superior de Mujeres —que pertenece a la OLP— ve la luz. Es una gran victoria: las palestinas logran integrar la cuestión de género en el debate político.

Pero la aparición del fundamentalismo islámico debilitará su situación, en particular en la Franja de Gaza: Hamas, que hace su aparición oficial en 1987, devuelve a las mujeres palestinas a sus hogares y las asigna como papel el de madres y esposas. “El papel de resistencia de la mujer musulmana equivale al del hombre, porque es ella quien da a luz a los hombres y su papel es fundamental en la educación de las generaciones”, escribe entonces Hamás en el artículo 17 del Pacto del movimiento. Esperanza frustrada.

Tras la primera Intifada, las militantes palestinas intentan participar en la redacción de una nueva legislación. En 1994, redactan la Carta de la Mujer, que establece los derechos civiles, políticos, sociales y económicos de la mujer palestina. Nunca jamás será implementada

En 1991, la palestina Hanane Ashrawi participa como portavoz jefa de la delegacion Palestina en la Conferencia de Paz en Madrid. Roba la atención de los focos a los israelíes y transmite un mensaje de paz. “Es la mujer de la tierra prometida”, comentará posteriormente el periódico británico The Guardian. Hanane Ashrawi también milita por la causa de las mujeres, y trata de crear un Parlamento de mujeres, con el fin de oponerse a la influencia del Islam radical.

A la conclusión de la primera Intifada, las militantes palestinas intentan participar en la redacción de una nueva legislación. En 1994, elaboran y redactan la Carta de la Mujer, que establece los derechos civiles, políticos, sociales y económicos de la mujer palestina. Una carta que nunca jamás será implementada. No habrá ningún programa social para las mujeres.

La segunda Intifada, que comienza a principios de la primera década del siglo XXI, confirma la disminución de la participación de las mujeres. Si bien toman parte activa durante los dos primeros meses de la intifada, el conflicto se militariza muy rápidamente. Como consecuencia, las mujeres se ven relativamente excluidas, viéndose marginado en paralelo el activismo femenino por parte de los fundamentalistas.

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Una joven participa en el lanzamiento de piedras al ejército isrealí Laurent Perpigna Iban

El ejército israelí detiene a muchas mujeres palestinas. El aumento de la opresión militar aumenta la sensación de inseguridad para las palestinas y provoca que el control familiar sobre las mujeres jóvenes se refuerce.

En 2002, Yasser Arafat se desplaza a Ramallah para hacer un discurso especialmente dirigido a las mujeres palestinas, en el cual valoró su papel en la intifada: “Mujeres y hombres son iguales. Sois mi ejército de rosas que aplastará los tanques israelíes. Representáis la esperanza”. Un discurso claramente diferente al de Hamas quienes, en 2002, autorizan a las mujeres a llevar a cabo ataques suicidas, siempre y cuando estén dirigidas por un hombre.

En el año 2000, durante las conversaciones de Camp David convocadas por el presidente Bill Clinton, ninguna mujer fue invitada a participar como negociadora o asesora técnica. Sin embargo, ese mismo año: las Naciones Unidas aprobaron la resolución 1325 del Consejo de Seguridad sobre la mujer, la paz y la seguridad. La ONU pedía la incorporación de una perspectiva de género y abordaba la necesidad de que las mujeres desempeñaran un papel más activo en todos los niveles de la toma de decisiones.

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Desde entonces, nada ha cambiado, o casi: “Hay muy poca presencia de mujeres en los círculos de poder. Pero esto no les impide tener a veces responsabilidades importantes: la gobernadora de Ramallah, capital de facto de la Autoridad Palestina, es una mujer, y también una de las personas más populares en Palestina. Y también podemos encontrarnos otras en puestos clave en el gobierno: los ministros de Sanidad y Turismo son mujeres, y también hemos tenido una mujer ocupándose de los asuntos económicos” explica Nour Odeh.Sin embargo, las mujeres palestinas se enfrentan a un doble obstáculo: el colonialismo israelí y una sociedad palestina eminentemente patriarcal, situación no solo provocada por los fundamentalistas. En 1996, la Autoridad Palestina se negó a comprometerse a mejorar los derechos de la mujer y a luchar contra la discriminación.

Y si en las elecciones parlamentarias de 2006 el movimiento islamista de Hamás había presentado a mujeres en sus candidaturas, a la postre éstas no tendrían ningún papel importante en el liderazgo del partido, que tan solo las utilizó, eso si, de manera muy eficaz.Pese a que el contexto internacional ha cambiado desde entonces, especialmente en lo que respecta a la cuestión de los derechos de la mujer, las mismas cuestiones siguen dividiendo a Palestina: “Por un lado, hay quienes piensan que la liberación de nuestras tierras sería incompleta sin la liberación de los palestinos y de las palestinas. Que es necesario liberar a los hombres de su pensamiento opresivo sobre la mujer, y liberar a las mujeres de décadas, incluso siglos de educación y adoctrinamiento. Pero por el otro, nos encontramos a quienes dicen que la prioridad debe ser la liberación de los territorios y que las problemáticas ‘secundarias’ pueden esperar” explica Nour Odeh.

Activas en todos los frentes

“Aquí nos encontramos ante una contradicción, porque resultan valiosas en diferentes sectores estratégicos, en los ministerios o en la sociedad civil… Las mujeres tienen un papel importante en la construcción nacional, es una realidad. Es parte de la dinámica palestina, que es única: desempeñar un papel importante no siempre se traduce en convertirse en alguien influyente”, continúa Nour Odeh.

Se ven gravemente afectadas por el desempleo —en Gaza la tasa de desempleo de las mujeres ascendía en 2018 a 57.3% según la oficina central palestina de estadísticas— pero también son víctimas de la represión israelí. Según la ONG Addameer, el número de mujeres palestinas detenidas y encarceladas en cárceles israelíes desde 1967 asciende a unas 10.000.

“Las mujeres tienen un papel importante en la construcción nacional, es una realidad. Es parte de la dinámica palestina, que es única: desempeñar un papel importante no siempre se traduce en convertirse en alguien influyente”

Una de ellas es Rula Abu Duhou, de 50 años. Pasó nueve años de su vida entre rejas y participó en varias huelgas de hambre. Como muchas mujeres, está muy implicada en el apoyo a los presos palestinos: “¿La vida en prisión? Apenas puede llamársele vida. Todo es muy duro ahí dentro. La comida, el aislamiento, la falta de cuidados para las personas que sufren, las trabas que se les pone a las familias para que no puedan escribirte o visitarte: Buscan desconectarte del mundo”.

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Es un hecho. Hay muchas mujeres palestinas que participan en diferentes organizaciones. Entre ellas, Dalal Salama, portavoz del GUPW (Unión General de las Mujeres Palestinas, fundada en 1964), que recuerda que cada año el ejército israelí reprime la manifestación del Día Internacional de los Derechos de la Mujer. “En el mundo entero, las mujeres celebran esta fecha del 8 de marzo y piden que se respeten sus derechos. También nosotras, las mujeres palestinas, debemos protestar. Cada año pasa lo mismo. Somos pacíficas, no hacemos daño a nadie, pero somos cobardemente atacadas por militares israelíes. Debemos seguir luchando por nuestros derechos y por nuestra libertad. Continuaremos nuestra lucha contra la ocupación. Este es nuestro mensaje y nuestro deseo más ferviente”,

Sin embargo, hay señales de una creciente exasperación entre las mujeres palestinas. El pasado Agosto, el asesinato violento por parte de miembros de su familia de una mujer en Cisjordania, Israa Ghrayeb, provocó la indignación en Palestina y en el mundo árabe, incitando a las mujeres a romper con sus tabúes. Muchas salieron a la calle para denunciar los numerosos “crímenes de honor”, mientras que otras compartieron sus propias historias sobre violencia doméstica en las redes sociales. Exigieron que todos los cómplices de la muerte de Ghrayeb fueran considerados responsables, desde los miembros de su familia hasta las instituciones, que supuestamente la protegían, pero guardaron silencio. La presión popular obligó a la Autoridad Palestina a investigar el asesinato.Miles de palestinas se manifestaron por decenas de ciudades a lo largo de la ‘Palestina histórica’, al grito de “No hay patria liberada sin la liberación de las mujeres”. Las manifestaciones fueron organizadas por el movimiento Tal'at [Emergiendo], un grupo de mujeres con sede en Palestina, fundado un año antes del asesinato de Ghrayeb y que busca redefinir la lucha nacional palestina.

Una ventana al optimismo para unas mujeres palestinas que se encuentran bajo una superposición de opresiones: la de los israelíes sobre los palestinos, la de los dirigentes palestinos sobre la población y, por último pero no menos importante, la de los hombres sobre las mujeres.

El resto de su historia, después de un siglo de lucha, está por escribir.

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