Medio rural
‘Constel·lació: mujeres diversas que brillan’, un documental ambientado en la Ribera Alta

El filme recoge un proceso comunitario de mujeres de distintas procedencias, culturas y diversidades del ámbito rural con un objetivo común: resistir a la discriminación.
Documental Constelació
Patricia de Santiago Pacheco, participante del proceso; Serena Branchi, técnica de proyecto de la ONG “Farmamundi” y Esther Martín Pineda, directora del documental Jose Ángel Sánchez Rocamora

Hace dos años se inició un proceso comunitario de mujeres de distintas procedencias, culturas y diversidades del ámbito rural con un objetivo común: resistir a la discriminación, apoyarse desde lo emocional y luchar desde la colectividad para la defensa de la salud y la tierra desde una óptica de los derechos humanos. Fruto de este proceso se realizó un documental participativo que, no solo sirvió como registro audiovisual, sino que terminó siendo la herramienta de más importancia para fortalecer el apoyo mutuo, la construcción colectiva de alternativas a la injusticia social y la consolidación del propio proceso.

Conversamos con Patricia de Santiago Pacheco, participante del proceso; Serena Branchi, técnica de proyecto de la ONG “Farmamundi” y Esther Martín Pineda, directora del documental, para que nos expliquen cómo funciona un documental participativo y comunitario para el proceso de resistencia contra la discriminación y la vulnerabilidad social en el ámbito rural de mujeres residentes en cinco municipios valencianos de la Comarca de la Ribera Alta: Algemesí, Alzira, Carcaixent, L’Ènova y Manuel.

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¿En qué consiste el documental participativo y cuáles han sido sus principales retos?

Esther Martín Pineda: En un primer momento había que establecer confianza, después ver quién quería participar en las grabaciones, porque cuando pones una cámara de por medio todo cambia y, por supuesto quien no quisiese salir también iba a participar del documental y le fuimos acompañando. En un tercer momento pasamos de lo grupal a lo íntimo, a lo más individual, a reconocerse en la experiencia, la vulnerabilidad y de ahí seguir construyendo el documental.

Realmente, más que las posibles visualizaciones que tuviera, por supuesto con la calidad necesaria, era más importante que fuese una herramienta para que ellas se reconozcan, se empoderen, y les sirva para realizar su propio proceso sanador que les permita reforzar el proceso comunitario. Después vino la parte del territorio emocional y reflexivo, que trabajamos mediante preguntas y dinámicas donde a través de espacios de debate, se fueron construyendo las distintas narrativas de las experiencias personales. Con estas dinámicas se consigue que cada participante se reconozca en la experiencia, es decir, ella se reconoce a sí misma en la suya y en la de la otra persona.

La constelación es una metáfora de un universo donde hay estrellas diferentes que tienen su luz propia, a veces están más lejos, a veces más cerca, pero siempre están interconectadas por la luz.

Por ejemplo, cuando una piensa: esta historia no la conocía de esta persona, pero veo que yo conecto con ella en esto porque es parecido a lo que a mí me ha sucedido, e igual no se lo digo ahí pero luego la llamo y conversamos del tema para ayudarnos. Es así como se convierte el proceso de creación audiovisual en una herramienta de empoderamiento.

¿Qué significado tiene la constelación y qué función tiene el documental en el proceso?

Esther Martín Pineda: Por supuesto, necesitamos un guion pero vivo y mutable que recogiera las necesidades de todas, que no fuera tan rígido, que se pudiera adaptar; y aquí utilizamos la herramienta de la constelación, ya que permite mapear las posibles narrativas en base a las experiencias y relaciones en el grupo. La constelación es una metáfora de un universo donde hay estrellas diferentes que tienen su luz propia, a veces están más lejos, a veces más cerca, pero siempre están interconectadas por la luz. Concluyendo es un espejo, que permite ver donde están las participantes y donde están las otras personas dentro del entramado de relaciones, barreras discriminatorias, puntos en común, distinguir la parte emocional y poder ver como se ha ido componiendo el apoyo entre personas diversas.

También se usó la música, y los sentidos como el tacto, que sirven para romper la barrera del acercamiento físico. Después de las sesiones comenzó mi parte de construcción de la historia y el hilo conductor con música local con el grupo Mecha y el Hombre Viento. Por último, y como parte del proceso participativo, la visualización con ellas tuvo un componente importante , ya que al ver las imágenes y escuchar sus voces se pudieron autoreconocer, consolidando la parte terapéutica de todo el proceso. Todo esto finalmente es una forma de resistencia y empoderamiento frente a los estereotipos, al racismo, al individualismo del sistema económico, es una forma de romper barreras.

¿Qué ha significado para ti la formación del grupo de apoyo mutuo?

Patricia de Santiago Pacheco: Para que se pueda entender, otra compañera, María Ruano, y yo vivimos en el Raval de Algemesí. Ella tuvo una experiencia de discriminación sanitaria con un familiar, solo por el mero hecho de vivir en ese barrio. También aquí sucede que a nivel urbano el barrio está aislado del casco urbano y de los centros de salud y cuando llueve se inunda el puente y quedamos totalmente aisladas porque el barrio está rodeado por campos y por un polígono industrial, los vecinos intentamos que nos escucharan, pero al final se hizo un paso subterráneo peligroso y que no sirve para que no se produzcan estas situaciones, ahora llevamos 20 años luchando para que lo cambien.

El proyecto ha significado la creación de un espacio seguro a nivel de apoyo emocional donde poder expresarme sabiendo que no me van a juzgar, donde sentirme arropada para conseguir esa fuerza necesaria para afrontar todos los problemas

Para mí el proyecto ha significado la creación de un espacio seguro a nivel de apoyo emocional seguro donde poder expresarme sabiendo que no me van a juzgar, donde sentirme arropada para conseguir esa fuerza necesaria para afrontar todos los problemas, donde juntarte con otras mujeres con tus mismas preocupaciones y luchar juntas. Un espacio humano necesario, porque finalmente hay cosas que puedes solucionarlas a través de las instituciones, pero algo como esto, con un componente emocional tan fuerte, no.

Antes de empezar, yo tenía una depresión profunda y cuando he terminado el proceso, siento que soy otra. He realizado un montón de transformaciones a nivel personal que las he conseguido, en parte, gracias a sentirme apoyada por el grupo de compañeras que hemos formado en el proyecto. Definitivamente sin el apoyo mutuo de las mujeres que nos hemos juntado, no lo habría conseguido.

O sea, hemos conseguido una conexión emocional muy fuerte unas con otras, tanto entre las vecinas del barrio como con las chicas de Manuel, con las del CRIS (Centro de Reinserción y Rehabilitación) o incluso con las técnicas del proyecto. Esto implica que vas a poder contar con esa persona, ya no solo para tema de emociones sino también para cualquier otro apoyo que necesites. Si un día te sientes mal, te tomas un café con ellas, por ejemplo. Y es que solo el hecho de poder decirle estoy mal, desahogarte y sentirte comprendida ya es suficiente, sobre todo entre mujeres. En esto también consiste el apoyo mutuo y luego ya vienen cosas como si tienes que ir al médico y no sabes hablar el idioma te acompaño y te traduzco o si tienes que hacer documentación y se cómo hacerla te ayudo.

En el grupo sois mujeres de distintas procedencias, comunidades y diversidades, también de distintos pueblos ¿Qué conclusiones habéis sacado de juntaros mujeres rurales y diversas?

Patricia de Santiago Pacheco: La diversidad siempre tiene, en un primer momento, un componente de miedo, de desconocimiento, porque la sociedad lo ha creado así. Estamos educados desde pequeños con unos estereotipos o unas normas impuestas. Por ejemplo, que los gitanos se dedican a robar y a vender droga y que son mala gente. O que los maridos obligan a las mujeres árabes a llevar el pañuelo, cuando no es cierto. Así me he criado yo. Tú eso lo has bebido en tu barrio, al final te crean unos estereotipos desde pequeño, y tú vas con esa mochila, con esas ideas. Cuando empiezas a convivir con personas distintas a ti y empiezas a conocerlas de verdad en un grupo como este, a aprender cosas de sus culturas, a poder compartir con ellas lo que tú pensabas o las ideas preconcebidas que tú tenías, es cuando te das cuenta de lo equivocada que estabas, de que es una persona que busca poder vivir el día a día, poder subsistir, criar a sus hijos y estar lo más tranquila posible, igual que tú. Eso es un antídoto contra el racismo.

Luego hay algo que nos une, el hecho de vivir en la zona que vivimos, en mi caso en el Raval. Ya de por sí, en cualquier parte del pueblo que vayas cuando dices que vives en el Raval, te van a mirar mal. Y si encima, eres mujer, que se supone que tienes que estar en tu casa, cuidando a tus hijas, cuidando a tu marido, que tu marido sea el que vaya a trabajar, que tú estés arreglando la casa Si eres tú la que vas a trabajar o sales por ahí es aún peor, porque te etiquetan, como mínimo, de golfa. En un pueblo siempre tienes menos recursos que en una ciudad, por ejemplo, aquí si quieres hacer algún trámite siempre tienes que ir a Alzira, faltan muchos recursos. Y si además le añades que estas siendo discriminada por ser gitana o por ser árabe entonces estas en una situación grave de vulnerabilidad.

¿Cómo inició el proceso comunitario y cuáles son sus principales ejes?

Serena Branchi: Iniciamos el proceso como parte de un proyecto de educación para el desarrollo de la ONGD Farmamundi. Desde hace dos años conformamos un grupo de trabajo de técnicas y participantes, algunas provienen del tejido asociativo de la Comarca de la Ribera Alta del País Valencia, como la Colectiva de Mujeres Refugiadas, exiliadas y Migradas de Énova y de entornos rurales en situación de vulnerabilidad social. Es un proyecto sobre género, diversidad, ruralidad y apoyo mutuo relacionado con el derecho a la salud, que se trabajaron desde una perspectiva interseccional. En el proceso las técnicas ejercemos un rol de dinamización, todo tiene que ser reflexionado a nivel comunitario, a nivel común. Por ejemplo, yo llegué con mi propia perspectiva de lo que es la diversidad, después escuché la idea de otra persona y la de todas juntas, y así construimos el concepto conjuntamente.

¿Cómo realizasteis el proyecto a nivel técnico?

Serena Branchi: Hicimos un diagnóstico comunitario sobre el territorio junto con asociaciones y personas con las que tenemos contacto, lo que significa, no solo identificar a las personas y colectivas con las que vamos a trabajar, sino también mapear el territorio. Y de ahí fuimos formulando la parte técnica con las conclusiones de los diagnósticos que abarcan población, cuestiones socioeconómicas, análisis DAFO...etc. En nuestros proyectos, la salud siempre es transversal, es decir, partimos del derecho a la salud y el enfoque en derechos humanos.

Otros ejes como la interseccionalidad, y la toma de decisiones a nivel horizontal permiten que todas las participantes puedan ver reflejadas sus necesidades y plasmarlas en el proyecto. Siempre en un primer momento, trabajamos desde lo interior y poco a poco concretamos acciones para el cambio. Iniciamos con formaciones, que son diálogos interculturales, realmente y que hacen referencia a mi percepción de ciertas temáticas. Luego pasamos al “poder para”. ¿Cómo puedo hacer para qué…? Y por último el, ¿qué puedo hacer…?; el “poder con”. Finalmente, la parte más importante ha sido la elaboración del documental que ha consolidado todo el trabajo hecho anteriormente y que, sin su realización, no existiría actualmente el grupo de apoyo. Evidentemente, siempre lo planteamos desde un sistema de opresiones y privilegios, donde las personas que se encuentran en una posición de opresión, puedan juntarse para poder tener el espacio y generar su propio discurso. Pero a la vez trabajamos con las personas que sí que tienen los privilegios y las oportunidades para apoyar el cambio, tiene que ser un trabajo bilateral.

¿Qué actividades de sensibilización habéis realizado?

S: Lo primero que hicimos fueron los diálogos interculturales, con el fin de poder conocer nuestras experiencias de vida y la situación de vulnerabilidad que nos une. De ahí realizamos dos obras de teatro, que profundizan más en las barreras sociales que encontramos. En una de las obras, representamos el día a día de una mujer en el ámbito rural, desde que te levantas hasta que te acuestas. Evidentemente, cada una tiene su propia problemática, su propia vida en su casa, pero también hay muchas cosas comunes. Te levantas y no paras hasta que llega un momento que dices, me muero y no he tenido ni tres minutos para mí. Se visibilizaba el minuto a minuto de una mujer durante el día, y a partir de esta temática fuimos metiendo otras problemáticas de tipo social.

P: Por ejemplo, yo tengo un hijo con discapacidad, expliqué lo que significaba para mí o en qué medida cambiaba mi vida el tener un hijo con una enfermedad rara, cómo afectaba eso a mí día a día como mujer rural. Otras, como las migrantes, expusieron, por ejemplo, cómo les afectaba la barrera idiomática a la hora de ir al médico o en el caso de las gitanas la discriminación que sufren día a día.

S: La obra de teatro se presentó en distintos puntos, en Algemesí donde se juntaron los tres grupos de mujeres o el centro de día de Carcaixent, donde hay mujeres con diagnóstico en salud mental. Después comenzamos el diagnóstico de las barreras discriminatorias de la sociedad que nos afectan y también las barreras que existen entre las propias mujeres. Esta parte era más comunitaria y es donde se realizó el mapeo de centros y puntos donde ha habido discriminación.

La siguiente fase es la de sensibilización, donde se realizaron reuniones de incidencia política, presentando el diagnóstico participativo a las asociaciones, a personal técnico de las administraciones públicas o realizando conversatorios en universidades y centros sociosanitarios, con el fin de que , no se reproduzcan las actuales violencias institucionales, como por ejemplo la necesaria implementación de la mediación intercultural, tan necesaria en mujeres no castellano parlantes, y para llegar a acuerdos que ayuden a combatir la discriminación.

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Nui
27/12/2024 0:47

gracias por vuestra experiencia y al Salto por transmitirla.. Extraordinarias todas vosotras!!

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jeromo01
24/12/2024 9:58

enhorabuena por tan importante trabajo
JEROMO

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