We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Economía social y solidaria
“La educación debe ir más allá de maximizar beneficios económicos”

Cuando Ana entró por la puerta de 4º de ESO en la que impartía Matemáticas en el IES Honori Garcia de la Vall d'Uixó, los rostros adolescentes le devolvieron miradas de desgana. Decidida, Ana dejó los libros a un lado y les propuso “mirar por la ventana”. En concreto, que idearan un proyecto para apoyar a una asociación local llamada Tupay, que ayuda a menores en situación de vulnerabilidad en Perú y que pasaba por un momento complicado. Después, se reunió con Núria, la profesora de Economía, para sugerirle trabajar la propuesta en conjunto con su clase.
Tras una tormenta de ideas, ambos grupos crearon una jornada lúdico festiva para todas las edades, con música, teatro, recogida de alimentos, concursos, mercadillo y hasta una rifa, en la cual colaboraron los comercios del pueblo. El resultado del evento fue espectacular. Eso sí, mientras preparaba la iniciativa, el alumnado aprendía, practicaba y comprendía la importancia de dotar a las actividades económicas de valores como la solidaridad, la dignidad humana o la participación.

Lo mismo experimentó el grupo creador del proyecto “Sos Brands” en el IES Jaume I de Borriana. Tres chavales que diseñaron pulseras con QR para personas con Alzheimer y problemas de orientación o de autonomía, susceptibles de perderse. Por medio de una APP móvil, cualquier persona puede leer el código y subir información sobre el paradero de la persona, con el fin de que su familia pueda ubicarla.
Estos son sólo dos de más de un centenar de proyectos creados por alumnado, tanto de ESO como de FP, en centros educativos del País Valenciano, dentro del programa Futur Sostenible. Se trata de una estrategia que nació en 2018 de la mano de la Fundació Cívica Novessendes, de Betxí, Castellón, y que cuenta desde entonces con la colaboración de la Asociación Valenciana de la Economía del Bien Común (AVEBC) y la financiación de la Generalitat Valenciana.
La estrategia lleva años introduciendo los principios y valores de la Economía del Bien Común en las aulas de secundaria y FP
El 12 de abril, Futur Sostenible congregará a profesorado y alumnado de todo el País Valenciano, de diferentes niveles, en el Jardí Botànic de la Universitat de València, en la II jornada abierta “Sostenibilitat i Economia del Bé Comú en Formació Professional”. El año pasado, ya reunió a más de un centenar de docentes, que escucharon y debatieron sobre otra forma de pensar y enseñar la economía.
La estrategia lleva años introduciendo los principios y valores de la Economía del Bien Común en las aulas de secundaria y FP. El equipo técnico de la Fundació Novessendes ha trabajado y formado a más de 100 profes; ha realizado más de 250 talleres en centros educativos; y ha involucrado en la creación de proyectos orientados al bien común a más de 850 estudiantes de diferentes niveles.
Medir el éxito empresarial a partir del aporte al bien común
La Economía del Bien Común (EBC) conforma un modelo económico propuesto alrededor de 2010 por el economista austríaco Christian Felber. La idea, a grandes rasgos, consiste en humanizar una economía que se ha vuelto extremadamente salvaje, donde las personas y las empresas buscan conseguir el máximo beneficio a cualquier coste. Y donde a lo único que atienden los índices económicos es al lucro ilimitado, sin importar las consecuencias medioambientales, sociales, políticas…
La EBC propone trascender instrumentos como balance financiero y de resultados, Producto Bruto Interno, etcétera. Y cuantifica y cualifica los logros, ya se de una empresa o una familia, en función de su aporte a la comunidad, no sólo a la rentabilidad. ¿Cómo? Con el Balance del Bien Común, la Matriz del Bien Común, el Producto del Bien Común, entre otros.

Estas herramientas, prácticas y accesibles, miden nuestro accionar con los diferentes grupos de interés (proveedores, financiadores, personas trabajadoras, clientes y entorno social), a partir de cinco valores. Estos son: dignidad humana, justicia social, solidaridad, sostenibilidad medioambiental, participación democrática y transparencia. Al cruzar públicos con principios, se obtiene una fotografía, en forma de puntuación, del estado del proyecto y de cada área a mejorar, sin ignorar la rentabilidad económica. Por tanto, más que un retrato fijo, se obtiene un plan de mejora con acciones a corto, medio y largo plazo.
Otra forma de enseñar economía es posible
“Para nosotras es fundamental promover un modelo económico y social que pone en el centro a las personas, a la vida, y al planeta, y también la idea de que el dinero es un medio y no un fin”, expone Mario Rebollar, técnico de Novessendes y responsable del programa. Este psicólogo viene coordinando Futur Sostenible desde sus orígenes.
El programa educativo nace de un proyecto que ya estaba impulsando esa fundación, que promovía la EBC como un camino para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. “En la jornada final, a la que acudió Christian Felber, muchos profes de economía nos trasladaron la necesidad de llevar este modelo a las aulas”, recuerda Rebollar.
“Creo firmemente en la necesidad de formar profesionales que no sólo sean competentes técnicamente, sino también conscientes de su impacto en la sociedad y el medio ambiente”, responde Barber Dura
Dos años más tarde lanzaron una edición piloto en la ESO. Al principio costó introducir la propuesta en los centros. Pero se consiguió sacarla adelante en 10 institutos. De hecho, continuó en el segundo año del proyecto a pesar de la COVID. Para Mario Rebollar, una de las claves del éxito son aquellos docentes “convencidos de la necesidad de un cambio de modelo y de valores” y que se acercan a participar, por interés propio, al programa.
Una de esas profesoras fue Esther Barber Dura, integrante de la familia profesional de Administración y Finanzas del IES CIPFP Misericòrdia de València. “Creo firmemente en la necesidad de formar profesionales que no sólo sean competentes técnicamente, sino también conscientes de su impacto en la sociedad y el medio ambiente”, responde Barber Dura. “Estamos formando a quienes tomarán las decisiones empresariales en el futuro”, explica la docente, para quien “la educación debe ir más allá de maximizar beneficios económicos: debe incluir una visión holística que contemple el impacto social y ambiental”.
“Si partimos de la base de que la EBC lucha por conseguir un modelo económico y social justo, que entre en los institutos y FP es primordial”, considera por su parte María Amigo, consultora de la AVEBC. María es una de las personas que trabaja codo a codo con las empresas para ayudarlas a aplicar el Balance del Bien Común y que imparte talleres en los centros educativos dentro de Futur Sostenible.

Según dice, “si conseguimos entrar, estas generaciones ya habrán escuchado hablar de que hay otra manera de hacer economía, de tratar a las personas, de gestionar la inmigración, de repartir la riqueza…”.
Ahora, además, el barco de Futur Sostenible puede aprovechar el viento que sopla desde Europa. “Es un buen momento para hacerlo”, sugiere Guillermo Cuñat Sancho, docente de Administración y Finanzas del IES CIPFP Misericòrdia de València. Precisa: “nos viene de la UE una ley de FP que introduce un módulo de sostenibilidad más global” como requisito en todas las familias profesionales, “no solo en la de Administración y Finanzas”.
Aplaude la consultora María Amigo la medida, que permite ampliar el concepto de sostenibilidad hacia otro más en concordancia con lo que realmente propone la EBC. Es decir, que trascienda lo puramente medioambiental, para “hablar también de personas, justicia social, solidaridad…”
Una educación económica sesgada
El currículo educativo suele ser señalado por mostrar escasas alternativas al modelo de empresa tradicional. “Los libros de texto están bastante sesgados y empiezan con el tema de maximizar el beneficio, sin hacer un análisis de lo que esto supone; mientras que la EBC nos invita a pensar la economía de una forma más constructiva y educativa”, contrasta Guillermo Cuñat Sancho.
Este docente mira con buenos ojos que la iniciativa invite al profesorado que se va involucrando a superar el extendido “concepto economicista puro”. Y destaca que el proyecto sirva para dar una “visión global de la empresa” que vaya más allá, para ubicarla en relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. “Y también con el entorno, bajo una perspectiva local”, añade Rebollar. No obstante, Cuñat Sancho confiesa que “lo más complicado” es transformar en la mente del alumnado la idea de empresa. “Llevar la reflexión más allá sobre que una empresa tiene que ganar dinero y ya está, les cuesta y nos cuesta”, reconoce.
Lo difícil es “superar las creencias arraigadas en el modelo económico tradicional, tanto en el alumnado como en algunos colegas”, sintetiza Esther Barber Dura
Este prejuicio dominante sobre ‘lo que debe’ ser una empresa conforma tal vez uno de los principales obstáculos para introducir la EBC en las aulas. Lo difícil es “superar las creencias arraigadas en el modelo económico tradicional, tanto en el alumnado como en algunos colegas”, sintetiza Esther Barber Dura. Además, requiere tiempo para diseñar material y encontrar casos práctico, lo cual puede ocasionar “resistencias iniciales” por parte de estudiantes que consideran “este enfoque poco realista”.
Coincide Joan Baptista Martí i Escobar, director del IES Maria Ibars de Dènia, en que la mayor complejidad es “encontrar a profes que estén dispuestos” a incluir estos contenidos en su planificación y salirse del currículum tradicional. “Hacerles entender que son fundamentales para cambiar la sociedad y hacerla mejor”, precisa. Pero haberlos, los hay, y ahí está la evolución de la campaña Futur Sostenible para demostrarlo.
El espíritu de Futur Sostenible consiste en “fomentar la participación ciudadana y el pensamiento crítico”, especifica Mario Rebollar
Martí i Escobar y su equipo, de hecho, se acercaron al programa impulsado por el sentido de que la misión educativa “va mucho más allá de los libros y de las materias del currículo”. Es, dice, una cuestión de “responsabilidad social” incluir este tipo de contenidos, que “ayudan a construir una mejor sociedad, más sostenible, y más integrada dentro de su entorno”.
El espíritu de Futur Sostenible consiste en “fomentar la participación ciudadana y el pensamiento crítico”, especifica Mario Rebollar. Para ello, se invita al alumnado a detectar necesidades en su comunidad. Y, a partir de ahí, a plantear soluciones empresariales a problemas que afectan al bien común, siempre teniendo en cuenta los valores de la EBC. El equipo técnico de Novessendes aporta las herramientas teórico-prácticas, tanto a profesorado como a estudiantes, para que trasciendan el “estado de queja constante” para pasar “de la protesta a la propuesta”.
“En un mundo donde el individualismo y el consumo excesivo son comunes, enseñar sobre la EBC puede ayudar a cultivar una mentalidad más colaborativa y comunitaria en jóvenes”, agrega Regina Rodrigo Carda, directora del IES Jaume I de Borriana. Estas iniciativas contribuyen a “entender la importancia de tomar decisiones éticas y responsables” y a practicarlas en el momento de actuar como “ciudadanos activos”.
Hacia una pedagogía del bien común
Carles Mondragón López celebra la posibilidad de mostrar el proyecto que creo junto a su grupo en FP “más allá del centro”, gracias a difundirlo por medio de vídeos. Tanto la idea como el guion fueron para él horas en que pudo “desarrollar su creatividad”.
La ausencia de exámenes le ha “sorprendido” a Anaïs García Badía, alumna de FP. “Esta materia se basaba principalmente en las explicaciones del profesorado y los trabajos y los proyectos para profundizar diferentes aspectos”, precisa. Lucas Castellano Núñez, también de Formación Profesional, celebra la posibilidad de “poner en práctica lo aprendido por medio de un producto final”.
Las propuestas empresariales más votadas se plasman en formatos audiovisuales: entrevistas, spot publicitarios, ficcionales, elevator pitch… protagonizados por el grupo autor y difundidos por redes sociales
Todo esto es el resultado de que el programa buscó construir una pedagogía del bien común. “Hemos ido desarrollando una metodología más práctica y refinada con los años”, se enorgullece Mario Rebollar. En ello influyó la adhesión progresiva de profesorado, atraído por el boca a boca, y los debates sobre la implementación de los contenidos.
Por un lado, el programa ha desarrollado diversos recursos multimedia a demanda para los centros, disponibles en su plataforma. Desde guías educativas, juegos de mesa, vídeos y una exposición. Las propuestas empresariales más votadas se plasman en formatos audiovisuales: entrevistas, spot publicitarios, ficcionales, elevator pitch… protagonizados por el grupo autor y difundidos por redes sociales.
Por otro lado, la estrategia buscó facilitar contenidos siempre por medio del Aprendizaje basado en proyectos y el Aprendizaje y servicio. Es decir: evitar el esquema tradicional del profesorado dictando cátedra frente a estudiantes pasivos. Y fomentar la creación de propuestas colaborativas que trasciendan los muros del instituto hacia su comunidad.
Es lógico entonces que Carles destaque dos logros personales tras la experiencia: ganar confianza para hablar en público y trabajar en grupo. En otras palabras, actuar de una forma cooperativa para llegar a acuerdos y encontrar soluciones. Algo que se le reclama con frecuencia al sistema educativo, demasiado articulado a partir de las competencias individuales.
“Priorizar las acciones colectivas por sobre las individuales”, partiendo de la base de que todas las actuaciones “tienen un impacto en lo común”, argumenta Mario Rebollar
No es casualidad. Las metodologías de ApS y de ABP encajan bien con la esencia de la EBC: “Priorizar las acciones colectivas por sobre las individuales”, partiendo de la base de que todas las actuaciones “tienen un impacto en lo común”, argumenta Mario Rebollar. Por eso, añade, “intentamos demostrarles la importancia de asociarse, de trabajar en equipo, de cooperar para conseguir resultados”. Se trata de fomentar la “cohesión social y el sentimiento de pertenencia a una comunidad, al lugar donde se vive”.
Esta forma de trabajar influyó en que el alumnado de Esther Barber Dura se “implique de manera activa” e “interiorice” más los conceptos, asegura la profesora. Algo en lo que coinciden el resto de personas entrevistadas. “Cuando deben aplicar la EBC a sus ideas de negocio, se enfrentan a dilemas reales, toman decisiones conscientes y experimentan el impacto de estas elecciones”, afirma. El resultado es un aprendizaje “mucho más profundo y transformador”, concluye.
“Analizar problemas desde diferentes perspectivas” le permite al alumnado “desarrollar habilidades críticas y creativas”, sostiene por su parte Regina Rodrigo Carda. Algo que ella considera de “vital importancia” para enfrentar los “desafíos sociales y medioambientales actuales”.
Doblegar el escepticismo y la apatía
El programa Futur Sostenible enfrenta retos propios de la época. Por ejemplo, superar el “escepticismo”, la “apatía” y la “información sesgada” que percibe María Amigo en las aulas, sobre todo de la ESO. Un reflejo de cómo está la sociedad, observa la consultora. La explicación de Joan Baptista no presenta objeciones: “El alumnado forma parte de la sociedad”, que está atravesada por un “ritmo” de vida marcado por la “inmediatez constante en todo aquello que nos rodea”, añade.
“Cuesta mucho, es muy difícil, porque el capitalismo, el consumismo, el mirar solo por mí y los míos, están a la orden del día”, se lamenta María Amigo. Con todo, ella califica como “fantástica” la posibilidad de que una entidad externa pueda sembrar en el alumnado una visión de la economía y la sociedad tan diferente a la transmitida por los discursos que reciben por redes sociales, hoy quizá su principal fuente informativa. Y se queda con “el buen sabor de boca de ver un montón de docentes, comprometidos, entregados y convencidos de que este tipo de contenidos deben estar presentes en las aulas”.
En palabras de Joan Baptista, “tota pedra fa paret” (toda piedra hace pared). El director alienta a tener más proyectos de este tipo, porque asegura que “sí se observan cambios, aunque sean pequeños, en algunos estudiantes”
Ella se siente satisfecha con el logro de “llegar a dos o tres personas de las 15” que estudian en un ciclo de FP. Porque, dice, “por algo se empieza, y esas tres serán mañana multiplicadoras” de la filosofía del bien común. En palabras de Joan Baptista, “tota pedra fa paret” (toda piedra hace pared). El director alienta a tener más proyectos de este tipo, porque asegura que “sí se observan cambios, aunque sean pequeños, en algunos estudiantes”.
Barber Dura se muestra incluso más optimista. “Tras pasar por el proyecto, muchos estudiantes desarrollan mayor empatía y conciencia social, valoran más el trabajo en equipo y el impacto de sus decisiones”, asegura la profesora. Incluso, arriesga, “algunos integran estas ideas en sus hábitos personales”. Se muestra “sorprendida” y “gratificada” esta docente por el nivel de “implicación y creatividad de los estudiantes”. Y por cómo algunos “cambian su percepción de lo que significa éxito empresarial y adoptan una mirada más humana”.
La “confianza” que el alumnado demuestra en “sí mismo, en sus proyectos y la capacidad de justificarlos”, emocionan a Rodrigo Carda. “Escuchar de sus bocas palabras como justicia social, solidaridad, oportunidades… me hace pensar que nuestra juventud es nuestro orgullo”, ejemplifica.
La idea de que el proyecto puede “ayudar a mucha gente” consiguió motivar a Leire Ortiz Baena. Tras la experiencia, esta alumna de FP cree que la EBC es una estrategia a “aplicar en todos los aspectos de la vida”. Porque, ilustra, “si empresas y personas actúan pensando en el resto, este beneficio les volverá, ya que los otros también pensarán en el bien colectivo”. Más que un modelo económico, el paradigma de la EBC parece representar una filosofía de vida.