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Genocidio
Un Día sin Compras para impulsar el boicot a las empresas cómplices del genocidio de Gaza
Un año más, Ecologistas en Acción se suma al Día sin Compras, que se celebra el 29 de noviembre, una jornada de huelga simbólica de consumidoras y consumidores, que se organiza desde 1992 en todo el mundo, en contraposición al Viernes Negro (Black Friday) y el Ciberlunes (Cyber Monday).
Procedente de Estados Unidos, el Viernes Negro, prolongado al Ciberlunes de rebajas en la compra por Internet, se ha convertido en una de las jornadas más consumistas del año a nivel global, impulsada por el lanzamiento de ofertas para incentivar las compras dando comienzo a la campaña navideña. Por el contrario, el Día sin Compras se propone como un día para reflexionar y cuestionar el actual modelo de producción y consumo con graves impactos sociales y ambientales.
Este año, en el que el Día sin Compras también coincide Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino, la federación ecologista quiere poner en primer plano la situación que, desde hace más de un año, se vive en Gaza por el genocidio que está perpetrando el Estado de Israel contra el pueblo palestino. Y es que —ante la inacción, y en algunos casos complicidad, de los gobiernos occidentales— la sociedad se habitúa a la masacre de civiles que el ejército israelí está perpetrando en la franja, a la que se suman los bombardeos indiscriminados y la invasión terrestre del sur de Líbano, y por supuesto, los cientos de asesinatos en Cisjordania. Todo ello, como parte del proceso de colonización, expulsión y limpieza étnica del pueblo palestino, que el estado hebreo lleva a cabo desde hace al menos 75 años, así como de sus políticas hostiles contra las naciones vecinas, con, por ejemplo, las tres invasiones anteriores de parte del territorio de Líbano.
Frente a tal situación, el Día sin Compras, una jornada anti- consumista, se convierte también en un día para reivindicar el consumo como herramienta política, y las campañas de boicot en las compras como una importante herramienta de presión social. En este sentido, Ecologistas en Acción llama a toda la ciudadanía a seguir la campaña no violenta de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) a Israel.
Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) es un movimiento de liderazgo palestino por la libertad, la justicia y la igualdad del pueblo palestino. Inspirado en el movimiento contra el apartheid sudafricano, insta a actuar para presionar a Israel a que respete el derecho internacional, impulsando, como medida de presión, el boicot económico al estado hebreo, desarrollando campañas contra compañías que participan o colaboran con la opresión del pueblo palestino. Entre éstas, cabe destacar la victoria lograda al conseguir que Puma se viese obligada a dejar de patrocinar a la selección israelí.
Dentro de las iniciativas impulsadas por el BDS, se llama al boicot desde las consumidoras y consumidores de marcas cuidadosamente seleccionadas, debido al historial probado de complicidad con el apartheid israelí.
Muchas compañías internacionales apoyan y encubren las violaciones israelíes del derecho internacional, principalmente al operar en las colonias ocupadas ilegalmente y al hacer contratos con el gobierno y el ejército, lucrándose del sistema de apartheid y de colonialismo. Las campañas de desinversión y boicot, contra esas compañías internacionales, aumentan la presión sobre ellas para que pongan fin a su complicidad con la represión del pueblo palestino.
De estas empresas, Ecologistas en Acción quiere poner la lupa sobre dos de ellas —que destacan por su presencia en nuestro consumo diario — y que además de primar, en su complicidad con el Estado israelí, la obtención de beneficios económicos sobre el más mínimo respeto del derecho a la vida, desarrollan una actividad que genera múltiples impactos ambientales y sociales.
Carrefour, multinacional francesa de la gran distribución.
En 2022, el Grupo Carrefour firmó un acuerdo con Electra Consumer Products, y su filial Yenot Bitan, ambas activas en la industria de los asentamientos ilegales en Cisjordania, con lo que se convirtió en cómplice de la ocupación ilegal de tierras palestinas, y de los crímenes asociados a ésta.
Además, Carrefour-Israel ha apoyado a los soldados hebreos que participan en el genocidio de palestinos en Gaza con el envío de paquetes personales con regalos.
Al margen de esto, el negocio de la gran distribución, en el que destaca Carrefour, se basa en un modelo deslocalizado de gran impacto ambiental, derrochador de energía en la climatización o el uso de cámaras frigoríficas abiertas, generador de desperdicio alimentario, de ingentes cantidades de envases, necesarios para favorecer el autoservicio frente al empleo de trabajadores… Además, este modelo no sólo reduce la necesidad de empleo frente al pequeño comercio, aprovecha el poder que le otorga su amplia cuota de mercado para imponer precios en origen abusivos, lo cual tiene importante impacto sobre la actividad agrícola, sobre todo de los pequeños productores.
Sin embargo, la cadena francesa trata de dar una imagen de compromiso ambiental con el hecho de que comercializa diversos productos de producción ecológica y local. Aunque evidentemente, no es más que una estrategia de mercado que busca atraer a un determinado público, y que en realidad nada cambia de su modelo de negocio, en todo caso, insostenible.
Cabe destacar que, fruto de la campaña de boicot a Carrefour, impulsada por el movimiento BDS, la cadena de supermercados gala se ha visto obligada a cerrar todas sus sucursales en Jordania, lo que demuestra que las campañas de boicot funcionan, aunque, en este caso, se requiere una mayor participación para poder realmente revertir las actuaciones como las que denunciamos.
Amazon, corporación estadounidense de comercio electrónico y servicios de computación en la nube.
En mayo de 2021, los ejecutivos de Amazon Web Services y Google Cloud firmaron un contrato de 1.220 millones de dólares para proporcionar tecnología en la nube al gobierno y al ejército israelíes. Posteriormente, una reciente investigación, de 972 Mag y Local Call, ha confirmado la implicación de Amazon, junto a Google y Microsoft, en la aplicación de inteligencia artificial y el procesamiento de datos con que las fuerzas armadas de Israel diseñan sus ataques a población civil y a distintos objetivos desde que comenzó la masacre de Gaza.
Por otro lado, la actividad de Amazon es muy variada y está enfocada al control total del mercado. El 40% de Internet pasa por sus servidores, lo que unido a sus servicios de streaming, conlleva un gran consumo energético, con su consiguiente impacto en el calentamiento global. En cuanto a su negocio más conocido, el comercio electrónico, Amazon representa la deslocalización total del modelo de consumo, al permitirte recibir en tu casa, a través de un «clic», un bien producido en cualquier lugar del mundo. Esto, además de fomentar el consumismo, conlleva enormes impactos por la producción, el transporte, los residuos generados…
Por ello, pese a los esfuerzos de la compañía de la sonrisa por mostrar sus proyectos de fomento de energías renovables, resulta ridículo considerar que éstos pueden contrarrestar su impacto.
Además, no son menores los impactos sociales que la actividad de Amazon provoca, como concentración de la riqueza, pérdidas de puestos de trabajo en pequeños comercios y productores, precarización del mercado laboral, empobrecimiento de los estados, al reducir al máximo el pago de los impuestos correspondientes a sus beneficios…
De acuerdo a ello, el mismo 29 de noviembre, coincidiendo con el Black Friday, se celebra el quinto día de acción global para que Amazon pague (#MakeAmazonPay), impulsado por más de 80 colectivos —trabajadores de la propia compañía y defensores de la justicia laboral, fiscal, climática, de datos y racial— con acciones de protesta en más de 30 países para reclamar el pago de salarios dignos, de los impuestos correspondientes a sus beneficios, así como una reducción del impacto de esta empresa sobre el clima y el planeta.
Alternativas
Por todo ello, el Día sin Compras debe servir para hacernos conscientes de que con nuestras pautas de consumo contribuimos a configurar la sociedad en la que vivimos, por lo que debemos elegir si queremos seguir alimentando un modelo a la medida de las grandes empresas, algunas de las cuales llegan a actuar como cómplices de un genocidio.
En consecuencia, como parte de la propuesta de boicot, Ecologistas en Acción propone sustituir la compra de los productos en Carrefour o Amazon por opciones más justas y sostenibles ambientalmente, que respeten los Derechos Humanos, y que pongan a las personas por encima de los beneficios económicos. Apostando por el pequeño comercio— que garantiza una mejor distribución de la riqueza y la creación de empleo— y por alternativas que apuesten por relaciones comerciales justas y por la venta de productos locales y de producción ecológica.
Dichas alternativas representan la antítesis a las prácticas de las grandes compañías cuyo fin es dominar el mercado, que apuestan por un modelo deslocalizado letal para el clima, que permite ofertar los productos a precios baratos —gracias a las precarias condiciones laborales en las que se producen— y minimizar el pago de impuestos, concentrando la riqueza en unas pocas manos.