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Andalucía
Nueve exalumnas de la escuela de teatro La Seducción de Granada revelan abusos sexuales de su director
Nueve mujeres señalan al que fue su profesor, Marcos Julián Pérez Pavón, director de la escuela de teatro La Seducción en Granada, por agresiones sexuales durante los cursos que realizaron en el centro entre los años 2004 y 2019. Las alumnas han relatado a ‘El Salto Andalucía’ cómo Marcos Julián ejerció abuso de poder desde su posición de profesor y director de la escuela durante años a través del abuso psicológico, tocamientos, besos no consentidos y diferentes actividades sexuales con consecuencias físicas y psicológicas que todavía hoy arrastran. Tres de ellas eran menores en el momento de los hechos.
Seis de las exalumnas, identificadas en este artículo con los nombres ficticios de Raquel, Elisa, Nerea, Rocío, Blanca y Andrea, han presentado una denuncia que se encuentra en el juzgado número 6 de Granada contra el profesor. Tres de ellas, con los pseudónimos de Lola, Bea y Carlota, prefirieron no denunciar. Todas quieren permanecer en el anonimato por protección. Los relatos de las alumnas, que han sido corroborados de forma exhaustiva por este medio, muestran un modus operandi común en los abusos que se perpetraron, en su mayoría, en el espacio educativo, contrastado por siete estudiantes de la escuela y dos profesores.
Muchas de las denunciantes no se conocían personalmente antes de 2021. Algunas coincidieron en la escuela pero no habían entablado relación, pero todas y cada una de ellas creyeron ser las únicas víctimas del profesor hasta que ese año una de ellas supo por un exalumno de la existencia de más víctimas, con las que entraron en contacto. Según el relato de las ex alumnas, después de un largo proceso de toma de conciencia de los abusos, el hecho de descubrir la existencia de otras víctimas y de las similitudes entre sus historias, a pesar de los 15 años de diferencia entre unos testimonios y otros, les motivó en su decisión de denunciar temiendo que otras alumnas y alumnos hayan pasado o estén pasando por situaciones similares en la escuela de Artes Escénicas La Seducción.
“Marcos inventó un juego para besarme a mí y al alumnado con lengua. Éramos todos menores de edad”, sostiene Elisa, 20 años después.
Según la última Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, solo el 8 % de las víctimas que padecieron violencia sexual fuera de la pareja la denunció; mientras que, sin embargo, el 13,7 % de las mujeres de 16 años o más ha sufrido violencia sexual en España. Mientras que en el estudio sobre el Tiempo que Tardan las Mujeres Víctimas de Violencia de Género en Verbalizar su Situación elaborado por el Ministerio de Igualdad, las víctimas tardan entre ocho años y ocho meses de media desde que comienzan las violencias hasta que dan el paso para denunciar su situación. Este mismo informe expone que el miedo al agresor es “el que más influye en la decisión de verbalizar, retrasando o impidiendo así el paso a dar por la víctima”.
Marcos Julián lleva 25 años dedicándose al mundo del espectáculo, actuando en series de televisión, largometrajes y cortometrajes, publicidad y, especialmente en teatro, donde ha trabajado para varias compañías andaluzas y producciones nacionales. Es miembro de la Academia de las Artes Escénicas de Andalucía. Ha sido profesor de interpretación, improvisación y dramaturgia en diferentes escuelas hasta que en 2004 funda su propia Escuela y Productora de la que es director, La Seducción en Granada, una escuela que actualmente se encuentra en pleno funcionamiento y ha colaborado en los recientes Premios Lorca de la ciudad de Granada, cuya entrega tuvo lugar el pasado 24 de noviembre. Marcos Julián ha sido el presentador de la ceremonia de entrega de galardones celebrada en Granada que ha homenajeado a la actriz Marisa Paredes.
Las denunciantes coinciden en que desde el primer encuentro con el director de la escuela, este “forzaba un contacto físico que poco a poco iba a más”, se valía de la figura de “maestro que te va a guiar hacia tu deseado objetivo de ser actriz” y provocaba paulatinamente situaciones donde el espacio era reducido y la cercanía corporal inevitable. “Te da papeles para interpretar en clase donde tu personaje tiene que besar al compañero, y él es el compañero”, como recuerda Nerea, al principio de su andadura en la escuela, con 21 años: “El tercer día de curso Marcos me mandó a un casting para un cortometraje, yo le dije que no me sentía preparada, pero él insistió. Cuando llegué a la prueba me encontré con que él daba la réplica, me dijo que convencería al director para que me escogiera a mí. Me cogieron para el papel, pero me enteré de que él hacía el otro personaje, seríamos pareja y había varios besos en escena. Me sentí muy incómoda y no acepté”.
Elisa relata en la denuncia que un viernes, junto a unos compañeros de clase de teatro donde Marcos era profesor, fueron a una cafetería cerca de la academia y “Marcos inventó un juego para besarme a mí y al alumnado con lengua. Éramos todos menores de edad”. Tenía 16 años.
Uso de la manipulación emocional para abusar
Una de las estrategias utilizadas por el director, según las estudiantes, era crear una cercanía emocional con ellas para “intentar averiguar cuál es tu herida y utilizarla”. Para las alumnas, el director utilizaba ese daño o carencia, esa herida que conocía, en los ejercicios de clase, “donde consigue que te muestres vulnerable para que él pueda calmar ese dolor al terminar, para que necesites a alguien que te sostenga y ese alguien era siempre él. Porque cuando revives situaciones dramáticas en el escenario no se acaban cuando se enciende la luz de la sala y él lo sabe”, sostiene Andrea.
Las alumnas coinciden en que, recorrido todo este camino en el cual el profesor se ganaba su confianza y les recordaba una y otra vez que tenían que confiar en él, “porque él lo ha hecho contigo contándote cosas personales”, es cuando comenzaba a tratar de establecer el contacto físico, “un acoso y derribo contra todas las barreras que puedas tener”. Las exestudiantes atestiguan que es entonces cuando el profesor aprovechaba la intimidad en espacios reducidos para invadir su intimidad “es en la escuela o en el coche de camino a casa, donde supuestamente te acerca por supuesta cortesía, donde empieza a verbalizar las ganas que tiene de tocar todo tu cuerpo y mantener relaciones sexuales; y lo intenta con besos y tocamientos”.
En el caso de Raquel, su herida era una situación de violencia en el entorno familiar. El profesor se convirtió en su cómplice para hablar de esos temas: “Un día quedamos a tomar un café, yo tenía 14 años y el 32. Me había dado la confianza y cercanía para contarle una situación personal de maltrato en casa”. Aquel café, en el que su profesor actuaba como su confidente, acabó con una pregunta “si tenía novio y había perdido la virginidad, a lo que respondí que no; me dijo que le encantaría hacerme perder la virginidad, yo me quedé en blanco y no respondí”.
Elisa sufría bullying en el instituto y, según ella, el profesor le hizo sentir muy especial desde que se conocieron en el marco lectivo. Ella tenía 14 años y se creía la niña más afortunada del mundo porque “un profesor de teatro me trataba como si yo fuera adulta”. A los 16, el docente le confiesa la obsesión que le despierta: “Me dice que soy la mujer de su vida, que nuestra conexión es única e irrepetible, que le da igual lo que otros piensen, que sabe que yo siento lo mismo”.
“Una noche se metió en mi cama y me masturbó, mis compañeros dormían al lado y eran menores de edad”, señala Rocío.
Según la alumna, Marcos, “en algún momento me hace ver sus películas porno favoritas y quiere que practiquemos sexo al mismo tiempo, imitándolo. Me insiste en lo bien que quedaría ante la cámara y nos graba en un vídeo que se quedó para él. El sexo fue siempre muy doloroso, él decía que era normal”. Relata en la denuncia que Marcos le comentaba que “todo en la vida es cuestión de sexo excepto el sexo, que es una cuestión de poder”.
Para Rocío, que tenía 18 años cuando entró a la escuela, su punto débil fue estar enamorada del teatro, una afición a través de la cual el profesor logró intimar con ella. “Al mes de estar en la escuela La Seducción, Marcos escuchó que yo era virgen en una conversación con algunos compañeros y compañeras en un descanso de clase. Tras confirmar aquella información, con excesivo interés para ser profesor, provocó situaciones para que pasara más tiempo en la escuela con él y a llevarme a mi casa en su coche o moto”. El profesor insistía en la “relación especial que tenían” y le pidió que se besaran: “Desde que escuchó que era virgen, tuvo un objetivo claro y no iba a parar hasta conseguirlo”, reflexiona Rocío después e insiste en que “muchas veces intentó besarme y yo le dije que no”.
El profesor la invitó junto a un par de alumnos y personal de la escuela a su casa en la playa. El director dormía en su cuarto, algunos adultos en otras estancias y el alumnado dormía en colchones en el salón, relata Rocío. “Una noche se metió en mi cama y me masturbó, mis compañeros dormían al lado y eran menores de edad”. En su segundo año en La Seducción el profesor le insistió en mantener relaciones sexuales. “Un día me dijo explícitamente que quería que perdiera la virginidad con él, que tenía que confiar en él y que lo nuestro era especial, le dije que no pero el acoso fue tan insistente que días más tarde perdí la virginidad con él”.
Rocío pasó año y medio en esta situación de abuso creyendo que se trataba de una relación de pareja de igual a igual. “Años más tarde me di cuenta del abuso al que había sido sometida por el profesor. Cuando me negué a seguir con esta situación, me dijo que había pensado suicidarse. Me seguía enviando mensajes a pesar de que yo no contestara”.
Abusos dentro del espacio educativo
Marcos Julián termina sus clases con un ‘Círculo de confianza’, un ejercicio en el que el alumnado se posiciona en círculo con los ojos cerrados y que él guía con reflexiones y consejos como espacio de cierre de la sesión lectiva. El profesor se pasea por el círculo comentando e interactuando con el alumnado y, según las exalumnas, se trata de un espacio donde además de susurrarles lo que quisiera al oído, realizaba tocamientos sin consentimiento.
“A mí me empezó a tocar desde el principio en los círculos de confianza”, señala Andrea. La denuncia recoge la declaración de Andrea en la que explica que Marcos, en diferentes sesiones, “me tocó todo el cuerpo, me besó en los labios, me decía al oído que era su musa, que quería tocar todo mi cuerpo, que era bellísima”. Ella abría los ojos y él le instaba a que los cerrase. Andrea vió cómo besaba a otras compañeras de igual modo durante el ejercicio. “Noté que era raro pero no era capaz de decir nada porque todo el rato pensaba que era yo, como él me decía, que era una estrecha, que valoraba demasiado mi intimidad y que no era para tanto, que el cuerpo es un cuerpo y ya está, que no pasa nada”.
“Me besaba por sorpresa en el círculo de confianza teniendo los ojos cerrados, yo era menor de edad”, revela Raquel.
El docente también besó a Raquel sin consentimiento durante las clases. “Me besaba por sorpresa en el círculo de confianza teniendo los ojos cerrados, yo era menor de edad”. Vivió episodios parecidos en otros momentos lectivos, “me dijo que cerrara los ojos, delante de todos mis compañeros y me besó sin previo aviso”. En otra ocasión, señala la alumna que en la puerta del aula, “cuando todos mis compañeros y compañeras entraban a clase, me retuvo para decirme que había tenido un sueño conmigo: ‘estás con un camisón blanco en una cascada, yo te sostenía y veía a través del camisón tus pechos tan bonitos y te besaba’. Tampoco respondí, pero a mí me daba asco, era mi profesor y mucho mayor”. Ella tenía 16 años y el director 34.
A Lola, que estuvo en la escuela cuando tenía 23 años, también la besó y tocó, sin su consentimiento, cuando tenía los ojos cerrados en el círculo de confianza. Ella añade que en la escuela aprovechaba cualquier momento para acercarse físicamente a ella “a lo mejor estaba trabajando y venía a acariciarme, tocarme el pelo o besarme en la mejilla”.
Jorge, un alumno de la escuela, recuerda haber sido testigo en varias ocasiones de besos durante el círculo de confianza a compañeras: “Me acuerdo de cómo se acercó dentro del círculo y a Raquel le dio un beso en la boca directamente; y claro, se supone que estaba con los ojos cerrados, tenía la impunidad de hacer lo que quiera porque se supone que no le podíamos ver”.
Diego recibía clases en La Seducción y señala que Marcos también tocaba a los chicos en el Círculo de Confianza: “Nos tocaba de manera muy básica pero a ellas las tocaba como de una manera súper asquerosa, por las respiraciones que les hacía en el cuello, porque les susurraba en el oído, les cogía de la cintura y las apretaba hacia él; y nos acabamos acostumbrando a este tipo de cosas pero en el momento en el que salí de allí me di cuenta de que eso era un ejercicio de violencia”.
A Blanca el profesor también le insistía durante las clases que tenía que vencer su resistencia a la hora de tener una “sexualidad más abierta” y liberarse corporalmente: “Un día me invitó a comer y me propuso iniciar una relación secreta como amantes. Me vendía esta aventura como una relación más completa y enriquecedora para ambos. Yo no quería nada con él pero no me atrevía a decírselo y tras continuos rechazos físicos acabó llamándome ‘bateadora’ y me presionaba para que yo fuera detrás de él: ‘eres tú la que tienes que ir detrás de mí’”.
A partir de este momento, según Blanca, se intensificaron sus tocamientos y besos no consentidos tanto dentro, en los círculos de confianza, como fuera de clase y sus comentarios invasivos eran constantes: “estaría mejor contigo en la cama”, “tienes que hacer un clic, quitarte tu coraza y dejarte fluir en el sexo”, “eres el prototipo de mujer perfecta, tímida y prudente, pero fogosa en la cama, seguro que tienes muchos amantes”. Hubo incluso un momento en el profesor le insistió para llevarla a casa en su coche y, según explica, “se abalanzó para besarme, abrí rápidamente la puerta, salí del coche y me fui”.
Otra de las prácticas que el profesor utilizaba para abusar, según las declaraciones, era lo que denominaba ‘Teatro Negro’, cuatro clases obligatorias para poder graduarse en las que en cada sesión el alumnado entraba con ropa de calle y se cambiaba varias veces. Raquel recuerda que el director estableció que jamás se podría hablar sobre lo que pasaba en esa práctica: “Él nos grababa, yo tenía 16 años y sin previo aviso nos decía que teníamos que quitarnos la ropa, acabé semidesnuda siendo grabada y avergonzada de lo que había pasado”. Jorge, exalumno que participó en el teatro negro, confirma que durante esas sesiones se “estaba grabando a menores en ropa interior durante las dos o tres horas de clase”.
“Allí se estaba grabando a menores en ropa interior durante las dos o tres horas de clase”, explica Jorge, un ex alumno sobre unas prácticas teatrales.
Raquel relata cómo el director de la escuela, después de una sesión de teatro negro, la llevó a solas a la salida para decirle que “por lo que había podido vislumbrar en la clase, debía de tener unos pechos muy bonitos. Ahí me di cuenta de que, por mucho que yo intentaba taparme, Marcos había mirado mi cuerpo y se vio con el poder y derecho de sexualizarme durante un ejercicio de clase”. Blanca comenta, al respecto de estas sesiones que se sentía muy incómoda por el hecho de haberme puesto en ropa interior en clase, le pedí la grabación ya que él nos daba DVD con los ejercicios y funciones de fin de curso, y se negó diciendo, “eso es solo para mí”.
Blanca recuerda que durante toda su estancia en La Seducción el director realizaba comentarios de índole sexual con la excusa de ‘bromear’. “Nos decía que tenía cámaras en el baño donde nos cambiábamos y que vendía nuestros desnudos en pornhub y que se estaba forrando”, recuerda. A Raquel, cuando cumplió 18 años, el profesor le propuso hacer realidad un sueño donde hacían el amor en el teatro, “me dijo que tenía la certeza de que yo era la mujer perfecta, buena persona pero fogosa en la cama. Desde entonces lo evité, huí de la escuela. Muchos años después se lo conté a mis amigas”.
Varios testigos corroboran las situaciones que describen estas exalumnas de La Seducción. Entre ellos José, un alumno comenta que el ambiente de la escuela estaba muy sexualizado “En un lugar con un alumnado en su mayoría menor de edad, escuchar del profesor anécdotas sexuales completamente fuera de lugar, bromas sexuales camufladas como halago a compañeras, era completamente normal”. Javier entró en la escuela en 2006 y explica que Marcos le comentó que desde adolescente había estado recopilando películas pornográficas y le dijo textualmente “yo aprendí cine viendo porno”. El alumno tenía 18 años.
También Jorge, quien declara a este medio que en 2016, Marcos les dijo a unas alumnas menores antes de entrar a clase que “estaban justo en la edad perfecta para explorar, aunque sus padres obviamente se iban a cabrear, pero que tomaran drogas, que explorarán la sexualidad y que fueran libres”. Paco afirma que en las clases vio a Marcos “dar besos a tantas compañeras que tampoco es algo que pueda enumerar, mostraba que daba besos como “broma”, o como “muestra de cariño” y así lo entendí yo en el momento aunque ahora lo vea de forma distinta”.
El Salto Andalucía ha podido hablar también con una ex profesora de la escuela. Julieta asegura que el resto del profesorado no era conocedor de las prácticas del director. “Si a mi me cuentan en algún momento en el que estoy dando clase en la escuela que el alumnado se tienen que desnudar y estar a solas con Marcos mientras una cámara graba, me hubiera llevado las manos a la cabeza”, dice.
Pero esta ex profesora sí recuerda comentarios inapropiados del profesor sobre las alumnas de menor edad “cuando pasaba una alumna de infantil decía ‘mira cómo ha vuelto esta del verano, está más mujer’, a mi me daba mala espina”. La educadora señalaba que el director “se cortaba mucho de hacer chistes y comentarios sexuales en mi presencia, pero incluso así yo podía ver el tonteo que se traía con las alumnas, lo que no podía imaginar es que llegara tan lejos“.
Después de escuchar la ‘confesión’ de una alumna, Julieta decidió enfrentarse al director. “Sé lo que estás haciendo con una alumna y la creo, es repugnante, deja de hacerlo, porque estás haciendo mucho daño a niñas, porque son niñas, incluso las que tienen más de 18 años, es terrible que uses tu posición de poder como profesor”, recuerda haberle dicho. Ante la rotunda negativa del docente, la profesora abandonó el centro lectivo y rompió toda relación profesional con la escuela.
Otro profesor con el que ha podido hablar este medio declara que muchas alumnas le contaron prácticas por parte de Marcos Julián que eran “muy cuestionables”; en lugares públicos “jugaba mucho al toqueteo, al te abrazo y te doy un besito; y claro, lo que aparentemente empezó siendo un abrazo inocente se convierte en un contacto con más carga erótica; desde fuera se veía muy, muy claro”. Las alumnas le contaron también que Marcos les solía contar sobre un sueño erótico que había tenido con ellas, y que si no les seguía el juego las sometía a un ostracismo total. “Te voy a negar, vas a ser el apestado de la clase, no vas a valer; y esa carta es poderosísima a esta edad”.
El profesor provocaba encuentros fuera de la escuela
A Andrea, según su testimonio, el director la animaba a liberar su cuerpo y normalizar los eternos abrazos primero y después los besos y tocamientos que se realizaban en clase desde su entrada en La Seducción: “Me convenció de que nunca sería buena actriz hasta que dejara de tener pudor con mi cuerpo, que era solo un instrumento más para el trabajo. Me dijo que el sexo me ayudaría”.
La exalumna recuerda el primer episodio de abuso sexual de su profesor. “Le hice una broma infantil en la que yo me escondía para darle un susto, su respuesta fue estamparme contra la pared y besarme en los labios sin consentimiento”, cuenta. Según Andrea, hubo muchos más durante los tres años que cursó en La Seducción: tocamientos no consentidos y besos durante los círculos de confianza, el profesor decía delante de otros alumnos que ella “era suya”, un alumno de la escuela confirma que la actitud del director de la escuela con Andrea era “muy posesiva”.
Según la exalumna, el profesor insistía continuamente en encontrarse con ella en espacios fuera de la escuela y en forzar momentos de intimidad. “Un día me llamó llorando diciendo que estaba muy mal y que se iba a suicidar, que me necesitaba, subió a mi casa y tras unos minutos donde le tuve que consolar se abalanzó sobre mí y tuvimos relaciones sexuales, donde él hacía y yo esperaba a que terminase para que se fuera”, sostiene Andrea.
Tras esta experiencia, la alumna quiso distanciarse de él. Sin embargo, el director le decía continuamente que si ella se alejaba de él, “no sabía de lo que podría ser capaz”. Marcos Julián llegó a amenazarla con “acercarse a mis compañeras menores de edad si yo no accedía”. Andrea insiste en que el profesor tenía una fijación con las alumnas menores de edad, “en las clases infantiles hacía comentarios del tipo cómo le han crecido los pechos a esta este verano”.
En el relato de las alumnas también se repite la estrategia del director de provocar encuentros más allá de las fronteras de la escuela invitando a comer a las alumnas, ofreciendo llevarlas a casa en su coche o preparando ensayos fuera del horario lectivo en su casa. “Era normal ir a casa del profesor de fiesta; lo piensas ahora y dices, ‘¿vas a dormir a casa del director de la escuela, de un señor que te dobla la edad?’. Pero logró que estuviera totalmente normalizado para todo el mundo, incluso para mis padres que lo veían como mi guardián”, sostiene Berta.
A ella, cuando cumplió 18 años, el director también le contó un sueño en el que le relataba cómo estaban en su casa y le subía al piso de arriba en volandas y tenían sexo. “Mi reacción fue reírme y decirle lo loco que estaba; él sin embargo seguía serio y me dijo que le había marcado muchísimo ese sueño”. Un poco más tarde, cuando ella estaba haciendo un examen de interpretación, él la llevó detrás del escenario y la besó, “sin avisar ni nada, sin mediar palabra”.
La exalumna explica que durante todo ese año, tras relatarle el sueño, “me besaba a escondidas” y me decía que “me quería muchísimo”. Un día, Marcos le presionó para tener sexo. Era su primera vez: “Si yo lo hubiera hecho con otro chico de 18 años como yo pues hubiera sido precioso pero Marcos tenía 36 y era mi profesor, tengo una sensación de iniciación a la sexualidad muy frustrante y un mal ejemplo”.
Carlota cursó estudios en La Seducción varios años, tenía 15 cuando el profesor comenzó a interesarse por ella. “No fue consentido como tal, porque yo en realidad ni siquiera sabía lo que estaba pasando”, explica acerca de un día en el que profesor la llevó a su casa. “Yo me quedé quieta, estaba muy nerviosa”, relata la alumna. “Él me cogió la cara y me dijo relájate, y entonces fue cuando me tumbó en el sofá, empezó a besarme y me masturbó”, explica Carlota. “Yo no había tenido ninguna experiencia sexual previa”.
Nerea describe un momento en el que su profesor le dijo que era su musa y que “sin probarme sabía que yo le encantaría” en un viaje desde la escuela a su casa en el coche. “Estaba a solas, de noche, con un hombre que yo consideraba poderoso y me doblaba la edad. Incómoda, sólo pude disculparme por si se había hecho ilusiones de algún tipo, pero aclaré que yo no estaba buscando nada con él. Marcos me abrazó y me besó sin mi consentimiento. Sólo pude agachar la cabeza y entrar a casa temblando de miedo”.
Según Nerea, esa negativa trajo represalias. “Me gritaba en clase, me ridiculizaba frente a mis compañeros, llegó a agarrarme del cuello y ponerme contra la pared en un ejercicio en clase delante de todos, asustandome. Cuando quise solucionarlo con él a la salida de clase, volvió a besarme sin mi consentimiento y me dijo que ‘sería la última vez’ pero no fue así, me besó una vez más, en clase, en mitad de un ejercicio que él mismo creó y decidió que realizaría conmigo”. Él tenía 40 años,16 más que ella. Jorge, alumno de la escuela, confirma que Marcos tuvo un “ataque de celos” cuando la vió besarse con otra persona.
“Esto estará siempre conmigo”, las consecuencias para las víctimas
“Marcos es capaz de violarte y hacerte creer que lo has hecho tú”, sostiene Elisa, 20 años después. Todas las alumnas relatan consecuencias graves derivadas de estos episodios, desde ataques de pánico y ansiedad, trastornos de alimentación, pesadillas recurrentes, nula o poca posibilidad de relaciones íntimas, estrés postraumático. “Volví a recaer en un trastorno alimentario que había superado en la adolescencia”, explica Andrea, que añade que el abuso que vivió por parte del profesor “me ha influido a lo largo de toda mi vida, me cuesta poner límites y confiar en quién se acerca a mí”. Raquel explica que lleva años pasando por episodios depresivos, bloqueos relacionales e hipervigilancia y explica que “yo pensaba que todo aquello no me había afectado, pero cuando he empezado a hablar de esto veo que tengo un trauma”.
La mayoría de las víctimas ha necesitado de consulta terapéutica para tratar esta experiencia, temen que “este trauma siempre esté conmigo”. Algunas mantienen una relación profesional con las artes escénicas, la mayoría fuera de Granada. “Estudiando en otras escuelas hemos aprendido otras técnicas prácticas para aprender teatro y hemos aprendido a diferenciar que no hace falta pasar por aquello que pasamos”, sostienen.
Las consecuencias que relatan las estudiantes coinciden con las expuestas por el MITECO en el estudio Factores predictores del impacto psicopatológico en víctimas de agresión sexual. El Fondo de Población de Naciones Unidas afirma que las víctimas de violación tienen nueve veces más probabilidades de intentar suicidarse y padecer depresión grave que quienes no han sido víctimas.
Una de las alumnas llegó a recibir una llamada telefónica amenazándole si se le ocurría contar “nada malo de Marcos o la escuela”. En varias ocasiones grupos de alumnos han abandonado la escuela al enterarse de alguno de estos hechos, sin embargo, al curso siguiente se ha vuelto a llenar de aspirantes a actores y actrices.
Las alumnas han explicado a este periódico que el motivo de su denuncia persigue que “estos abusos no se vuelvan a repetir jamás”. Esperan advertir, con su testimonio, a “otras alumnas, posibles víctimas que aún no se hayan dado cuenta de que Marcos Julián ha abusado de ellas”. Su propósito es el de “una necesidad de justicia” en la que desean, “con todas nuestras fuerzas que deje de pasar porque somos demasiadas víctimas de una misma persona” y reclaman que “haya una forma en la que él deje de tener acceso a mentes y cuerpos jóvenes, a grabar y “enseñar” cómo ser un seductor, que consiga alejarlo de esas cuatro paredes que llamamos escuela porque eso no es teatro”.
El Salto Diario ha contactado con Marcos Julián; a las preguntas de este medio, el profesor ha respondido que “no tiene constancia de ninguna denuncia contra su persona por lo que no tiene nada que decir”.
Si has sufrido abusos en el ámbito de esta escuela o conoces a alguien que podría haberlos sufrido, puedes contactarnos en el correo electrónico: aurora.baez.boza@elsaltodiario.com