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Ecuador
El día que Simón Bolívar escuchó del ‘Ecuador’: Un análisis de la segunda vuelta electoral

En el último capítulo de la maratoniana (20 episodios) serie Bolívar, que una conocida plataforma dedica al libertador latinoamericano, este se encuentra a punto de morir a causa de una grave enfermedad. El sueño de Simón, junto a otros próceres independentistas como José de San Martín o José Martí, consistía en forjar una “patria grande”, o aprovechar una historia común que habían dejado los colonizadores españoles para construir una especie de “nación latinoamericana”. La serie muestra un Bolívar hiper masculinizado que, a pesar de provenir de una familia hacendada, empatiza con los más pobres y acaba liderando unos ejércitos que finalmente logran expulsar a sus opresores.
Al final de la serie, la rivalidad entre Caracas y Bogotá muestra cómo Venezuela se independiza de la ‘Gran Colombia’, ese primer proyecto sobre el cual Bolívar tenía la esperanza de unir a toda América Latina. Corría el año 1830, y, en el último capítulo, un asesor le dice a un Bolívar, demacrado por la enfermedad, que Ecuador también se independizaba. La mirada de Bolívar, absorto, denota que no acababa de encajar el golpe. México o Perú eran territorios cuyo pasado pre-hispánico, el primero representado por los Aztecas, y el segundo por los Incas, tenía el suficiente grosor cultural para aceptar que emprendieran su propio camino.
Una posible victoria de González, alinearía a Ecuador en el “eje progresista latinoamericano” representado por Brasil, México y la vecina Colombia
¿Pero ‘Ecuador’?, un país que tiene nombre de línea imaginaria y que, más allá de los volcanes que había encontrado el amigo de Bolívar, el prusiano Alexander Von Humboldt, no podía ser merecedor de tal independencia desde la narrativa modernizadora occidental. La muerte de Bolívar, tan solo unos días más tarde, sugiere cómo Ecuador representó su “estocada política final”.
Las elecciones que tendrán lugar este domingo 13 de abril entre el candidato conservador Daniel Noboa y la correista Luisa González, han sido definidas como “históricas” por buena parte de analistas políticos. Sin embargo, más allá del adjetivo, no parece que ninguno de los candidatos represente la “gran figura” que el momento lo requiere. Una posible victoria de González, alinearía a Ecuador en el “eje progresista latinoamericano” representado por Brasil, México y la vecina Colombia. Sin embargo, el correísmo -definido recientemente por Pablo Stefanoni como una especie de “populismo tecnocrático”- con la candidatura de González no vislumbra una crítica adicional a los “errores del pasado”.
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Más allá de una alianza simbólica in extremis con el movimiento indígena (donde una parte significativa de las comunidades amazónicas se opuso), las declaraciones xenófobas en el último debate electoral —con González hablando literalmente de como los venezolanos vienen a Ecuador a “quitar el trabajo”— y una alianza propuesta con el tecnócrata Jan Topić, muestran una estrategia de captar el voto indeciso a través de una voluntad de “orden y progreso” en el sentido más disciplinario del término.
Por otro lado, la mayor “aportación” de Noboa en esta segunda vuelta es la entrada en escena de Erik Prince, fundador de Blackwater, la compañía de mercenarios con la que el gobierno ecuatoriano ha llegado a un acuerdo en materia de seguridad “en su guerra contra el narco”.
Las recientes declaraciones en las que Erick Prince sentenciaba que una victoria de González llevaría a Ecuador por la misma vía que el desastre del “socialismo bolivariano en Venezuela”, indican que las ejecuciones extrajudiciales cometidas por las fuerzas de seguridad ecuatorianas representan solo un aperitivo en el casi año y medio que lleva Noboa en el poder. Blackwater, con masacres de civiles a sus espaldas como las cometidas durante la guerra de Irak (2003-2011), ha sido traída por el gobierno de Noboa precisamente para profundizar en el proceso de disciplinamiento sobre los ecuatorianos.
Las ejecuciones extrajudiciales cometidas por las fuerzas de seguridad ecuatorianas representan solo un aperitivo en el casi año y medio que lleva Noboa en el poder
Pero más allá del aumento de los niveles de pobreza —recordemos que el gobierno de Noboa es el tercero consecutivo, después de Lenin Moreno y Guillermo Lasso donde las políticas de redistribución de la riqueza son prácticamente inexistentes—, lo que puede hacer “tambalear” al gobierno es la desconfianza de sectores de las fuerzas armadas, una institución que hasta bien poco era de las más respetadas del país.
Sin embargo, desde que en diciembre del año pasado cuatro niños (Josué, Ismael, Saúl y Steven) fueron encontrados calcinados, con señales de tortura por parte de dichos sectores, la reputación de esta institución no ha vuelto a ser la misma. La llegada de Blackwater, o el hecho de que las fuerzas armadas, desde hace casi año y medio, estén realizando tareas que tendrían que ser hechas por la policía -gracias a la declaración de Conflicto Armado Interno por parte de Noboa-, hace que precisamente ese “caos institucional” sea la gran baza para que el correísmo pueda volver al poder.
Las constantes declaraciones en campaña de Javier Milei a finales de 2023, cuando ganó la presidencia apelando a Domingo Fausto Sarmiento, aún resuenan en países andinos como Ecuador o Perú
Esta lucha por quien se adueña de la narrativa de “seguridad, orden y progreso” por parte del oficialismo representado por Daniel Noboa, o por la oposición correista representada por Luisa González, nos retrotrae históricamente a un siglo XIX donde los criollos (y no las criollas) construyeron los imaginarios de las nuevas repúblicas latinoamericanas a “imagen y semejanza” de las europeas. Las constantes declaraciones en campaña de Javier Milei a finales de 2023, cuando ganó la presidencia apelando a Domingo Fausto Sarmiento, el arquitecto institucional de una modernización del Estado argentino basada en la inmigración europea, aún resuenan en países andinos como Ecuador o Perú.
Este domingo 13 de abril las y los ecuatorianos podrán votar por dos candidatos con visiones casi opuestas del país. Un Daniel Noboa que ha demostrado que, a diferencia de las dos administraciones neoliberales que le han precedido (la de Lenin Moreno y la de Guillermo Lasso) él es más ambicioso, y está dispuesto a apoyarse en la necro política para ejecutar su plan de gobierno. Por otro lado, Luisa González, en un intento de disimular que la figura de Correa no pesará en su gobierno, enfatizando en que “ella es la que gobernará”, implícitamente propone volver a una suerte de “socialdemocracia populista”, o de “Revolución Ciudadana” desde arriba.
Sea como fuere, parece que el supuesto legado de libertadores como Simón Bolívar o Eloy Alfaro (por poner un ejemplo más patrio) basado en la igualdad y la libertad entre los seres humanos, hoy está más conectado con la gestión (Herbert) Spenceriana de la política de deshacerse de aquellos elementos considerados como “bárbaros”. Antes el indígena, hoy el narco -con porcentajes de población racializada que acaba enredándose en su telaraña buscando la subsistencia representa la figura “del otro” sobre la que el imaginario nacional se puede seguir construyendo.
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Me parece un artículo interesante. Un poco injusto con el rol que tuvieron las ciudades de lo que hoy es el Ecuador en el proceso de independencia, e ignorando la casi imposición del nombre del país.
Más allá de eso, creo que el artículo equipara a la necro-política neoliberal, con la Revolución Ciudadana. Eso, no solamente es injusto, sino que además es una seria equivocación. La RC es un movimiento complejo, como las sociedades latinoamericanas, en el que conviven y disputan visiones de centro hasta visiones de izquierda profunda. Tanto a nivel económico y de organización del estado, como a nivel de derechos.
Decía que es injusto, porque la RC ha sido un movimiento salvajemente perseguido los últimos 8 años, y la gran mayoría de sus dirigentes han sufrido y sufren una persecución y acoso político y judicial brutales. Lawfare de manual y extremo.
Por otro lado, los resultados a nivel social, económico, institucional, educativo, sanitario y políticos de la economía planificada de los 10 años de la RC son impresionantes. Los datos y los indicadores están ahí, solo hay que revisarlos. Por ejemplo, la reducción de la pobreza multidimensional. Las deudas que dejó el gobierno de Correa fueron a nivel implementación de la plurinacionalidad, políticas de género, política ambiental y extractivista.
El Ecuador fue transformado en los 10 años del correísmo para bien, a nivel garantía de los derechos humanos, económicos y sociales de su población. En los 8 años de necro-neoliberalismo criollo ha sido destrozado, es un error e injusto plantear como equivalentes a los dos procesos.
No entiendo qué aporta este artículo sobre las elecciones de mañana en Ecuador. Después de darse el pegote de algún dato histórico, hace un retrato difuso y equidistante sobre el Ecuador actual.
No,señores de El Salto, militares gringos ya están actuando en los barrios populares, los niños y jóvenes desaparecen, sus familias son amenazadas para que no denuncien.
Por favor, artículos que den cuenta de la situación de extrema violencia en Ecuador y de cómo la cocaína entra en Europa entre los bananos del actual Presidente, en contenedores de sus empresas, en barcos de sus empresas...