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Movimiento antiglobalización
Puesto en libertad el bilbaíno juzgado en Hamburgo por los incidentes del G20
David Rincón será juzgado este lunes en Hamburgo, donde se encuentra detenido desde el pasado 6 de julio. La Policía lo acusa de “atentado contra la autoridad”, pero el joven niega tal versión y asegura que fue arrestado mientras cenaba en un bar.
Si vives en Bilbao y quieres visitar Hamburgo, hay una familia del barrio de San Inazio que puede informarte con lujo de detalles sobre vuelos, conexiones, estancias… También podrían hablarte de la cara menos amable de esa ciudad: sus dos cárceles. Su hijo, un treintañero muy conocido entre los movimientos sociales de esa zona bilbaína, está encerrado allí dentro desde hace más de dos meses, esperando un juicio que llegará este lunes. Su delito: estar en un bar de la ciudad y caerle mal a los policías que buscaban, porra en mano, a quienes protestaban contra la cumbre del G20.
El nombre de David Rincón no sólo está en las pancartas y carteles de su barrio, sino que también figura en los documentos membretados del sistema judicial alemán. Su foto permanece guardada en algún cajón de la Policía de ese país. Y su destino está, hoy más que nunca, en manos de un juez. A partir de las 10.30 de la mañana, este joven vasco se sentará frente a un tribunal que le juzgará por los actos registrados durante la noche del 6 de julio en Hamburgo, donde se desarrollaba la reunión de los gobernantes más ricos y poderosos de la Tierra.
Los arrestados de nacionalidad alemana fueron puestos en libertad a la espera de juicio, pero aquellas y aquellos que provenían de otros países fueron enviados a prisión
Los papeles de la Fiscalía dicen que está acusado de “atentado contra la autoridad”, una imputación construida pura y exclusivamente en base a los informes policiales. Si el juez le da la razón al Fiscal y a los Antidisturbios, David podría ser condenado a una pena que oscilaría entre los seis meses y los seis años de cárcel. Ahora sólo falta que el tribunal se pronuncie y aclare, de una vez por todas, cuál es el desenlace de esta historia.
Los familiares del joven encarcelado viven sumergidos desde entonces en una auténtica pesadilla. Primero tuvieron que digerir la noticia de la detención, que llegó en formato de artículo periodístico. En la mañana del 7 de julio, los medios informativos narraban que las movilizaciones en Hamburgo habían acabado con cientos de detenidos. David estaba entre ellos. Los arrestados de nacionalidad alemana fueron puestos en libertad a la espera de juicio, pero aquellas y aquellos que provenían de otros países fueron enviados a prisión bajo el pretexto de que existía “riesgo de fuga”.
A partir de ese momento, en un hogar del barrio de San Inazio empezó la búsqueda de vuelos a Hamburgo, abogados… El drama se hizo aún mayor ante las dificultades que encierra una detención en el extranjero. Fue complicado para sus padres, y también para David. “Los primeros 15 días fueron difíciles, sobre todo por el idioma. Primero lo tuvieron en una comisaría, y luego lo movieron por las dos cárceles que hay en la ciudad”, relata a El Salto Eduardo González, integrante de Herriok Erabaki (“Los Pueblos Deciden”), la plataforma vasca que actualmente se encarga de coordinar las acciones de solidaridad hacia el detenido.
González dice que David llega “fuerte” al tribunal donde será enjuiciado. Allí volverá a defender su versión de los hechos, radicalmente diferente a la que promueve la Fiscalía: el vecino de San Inazio sostiene que el 6 de julio se encontraba cenando con unos amigos en una cafetería, y que de repente empezaron a producirse altercados en el exterior del bar. Los policías entraron al establecimiento en búsqueda de gente a la que llevarse a comisaría, y David tuvo la poca fortuna de resultar elegido. Seguido llegó el recorrido por calabozos policiales, cárceles… y así hasta el juicio de hoy, cuyo resultado podría conocerse a lo largo de esta misma jornada.
Mirando el móvil
Sus padres se encuentran nuevamente en Hamburgo, aunque ahora hay una diferencia sustancial respecto a otros viajes: si en las anteriores ocasiones tuvieron que dejar a su hijo en la cárcel, esta vez esperan volverse a casa con David. Sin embargo, nadie se arriesga a dar un pronóstico sobre cómo acabará el día.Los antecedentes judiciales tampoco invitan a un exacerbado optimismo: de momento, un ciudadano polaco y otro holandés ya han sido condenados a penas de entre seis y 31 meses de cárcel por “desórdenes públicos y ataque a la autoridad”, mientras que otra persona ha sido puesta en libertad condicional. Aún faltan por ser juzgadas otras 28 de distintas nacionalidades.
Mientras tanto, en el barrio bilbaíno de San Inazio permanecerán este lunes aferrados al móvil, esperando novedades en el grupo de Whatsapp que amigos y familiares han creado para mantenerse comunicados. Los nervios están a flor de piel.