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Movilidad
Sevilla central
Convertir el centro de Sevilla en una especie de centro comercial al aire libre es algo que el equipo del PSOE-A entiende como la fórmula mágica de encajar dos aristas de sus políticas municipales: el turismo y las grandes superficies.
El experimento de peatonalización de la calle Águilas aparecía hace unas semanas en los periódicos de una manera curiosa. Se retransmitía la noticia en un tono que parecía decir “disculpen las molestias”. El ayuntamiento de Sevilla no lo reivindica como una victoria para un programa progresista de ciudad, pero tampoco se excusa en la normativa europea de reducción de emisiones. El equipo de Juan Espadas parece estar probando el agua, metiendo el dedo antes de lanzarse a perseguir un programa público más ambicioso. Aprovechando la pasada Semana Europea de la Movilidad se pretende poner en marcha un plan para ver si es plausible el cierre de esta calle al tráfico (menos al transporte público y a los residentes de la zona). Lo que puede parecer un movimiento inocente, en cierto sentido es una decisión que define el rumbo de la legislatura que acaba de comenzar. El gobierno socialista parece entender que la reducción de tráfico en el centro, y la peatonalización de zonas clave, podrían llegar a ser un acierto para profundizar en su modelo de ciudad. Les serviría para lubricar el consumo comercial en el centro, y además se anotaría un tanto ideológico, revistiéndolo de un discurso pro-vecinal y medioambientalista. Juan Espadas podría estar soñando con una suerte de Sevilla Central.
Estas medidas de carácter socio-liberal se han demostrado efectivas si son diseñadas paralelamente a los nodos comerciales. Convertir el centro de Sevilla en una especie de centro comercial al aire libre es algo que el equipo del PSOE-A entiende como la fórmula mágica de encajar dos aristas de sus políticas municipales: el turismo y las grandes superficies. Cerrar el centro lo que provocaría sería una mayor segmentación de los mercados de Sevilla, separando muy bien lo que es comprar en el centro y consumir en los múltiples centros comerciales que se encuentran fuera del casco histórico. De esta forma se absorben a base de políticas públicas la cantidad ingente de grandes superficies que ya existen en Sevilla, y el resto que vienen (Palmas Altas, Waterland, Sevilla Park…). Un problema de tomar esta decisión, es hasta qué punto se podría aguantar el nivel de consumo que necesita el modelo de Espadas.
La cantidad de gasto que los habitantes de Sevilla pueden realizar quizás no es suficiente para tanto comercio. Al fin y al cabo es una ciudad con poca renta y muy desigual. A esto hay que sumar que las rentas medias altas se desplazan preferentemente en coche ya que viven fuera del centro, así que el cierre del mismo podría ser su muerte a nivel comercial. Ahí, sin embargo, Juan Espadas saca su carta mágica: el turismo en el centro de Sevilla. Un aumento del número de turistas puede servir para fortalecer la capacidad de consumo de la ciudad, manteniendo el centro cerrado al transporte privado de las clases medias y altas. Pero ¿hasta qué punto? A parte del resto de problemas que acarrea el aumento rápido de turistas en un espacio (desajuste en precios y en servicios públicos y otros tantos), es que económicamente no sabemos bien cómo y qué consume exactamente el turista. Al fin y al cabo ya se ha visto que, por ejemplo, el turismo de crucero ha supuesto un golpe a las expectativas de otras ciudades. Ante esta situación Juan Espadas debería asegurarse que aquí no sucedería lo mismo, para lo que tendría que diversificar las bases de su modelo comercial.
Las tensiones que se generarían entre la Junta de Andalucía y la administración local serían notorias. En esta contienda el perdedor probablemente sería Espadas
Ahora bien, el equipo socialista sabe que ante este “Sevilla Central” la oposición a su derecha puede ponerle en serios problemas. Lo asemejarían a la política estrella de Carmena y harían bandera principal de su programa el abolir o reformar dicha medida, como ya se hizo en Madrid. Recordemos que ganaron empleando esto como principal issue de campaña. Además, esta es la primera legislatura que Espadas tiene por encima un gobierno de otro color, en este caso, tricolor. Esto le acorta el margen de maniobra. Las tensiones que se generarían entre la Junta de Andalucía y la administración local serían notorias. En esta contienda el perdedor probablemente sería Espadas (como tantos otros enfrentamientos entre entidades locales e instancias políticas superiores). La imposible formación de gobierno a nivel nacional es otra razón más para mantener una actitud prudente. No puede permitirse generar escándalos ni ponerse en el foco de atención, cuando sus hermanos mayores están pasando por un periodo de inestabilidad. Esto, sin embargo, se atenúa por la poca presencia mediática de la política sevillana en el ámbito nacional. Cuando la capital hispalense aparece en la televisión nacional suele deberse a noticias recurrentes y planas de grandes actos oficiales o altas temperatura que imposibilitan el desarrollo de una jornada normal.
Lo que hace dos semanas aparecía en las noticias como un curioso experimento, un simplón acto en una semana dedicada a otras formas de movilidad urbana, realmente puede ser un punto definitorio para el gobierno de Espadas. Por un lado, seguir pujando por consolidar su modelo de ciudad, diferenciado un centro peatonal y comercial, de las afueras de los residentes. Del otro lado, intentar sobrevivir en el cargo, sin llamar mucho la atención y con pequeños movimientos. O como popularmente se dice: a la chita callando.