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Feminismos
Siete palabras para entender los feminismos en 2024
El 19 de diciembre de 2024 conocimos la sentencia del caso Pelicot. Dominique fue condenado a 20 años, la pena máxima. El Tribunal de Aviñón (Francia) que lo juzgaba lo consideró culpable de un delito de violación agravada contra ahora ya exesposa Gisèle Pelicot. Desde julio de 2011 y hasta octubre de 2020, el hombre utilizó webs de citas para invitar a desconocidos a agredir sexualmente a su entonces esposa, a la que previamente había suministrado una cantidad de ansiolíticos suficiente como para acercarla “al estado de coma”. Los otros casi cincuenta acusados han sido declarados culpables de violación con penas de entre tres y 15 años.
Las periodistas especializadas en feminismos y violencias machistas hemos tecleado los caracteres que forman esta palabra muchas veces en los últimos meses de 2024: vergüenza
Pero quería hablar de “vergüenza”. Porque las periodistas especializadas en feminismos y violencias machistas hemos tecleado los caracteres que forman esta palabra muchas veces en los últimos meses de 2024. Es una de las palabras para entender este año 2024, acompañada de “testimonio” y “linchamiento”. Hay más. Mi favorita es “niñismo” y la que más ha ocupado mi cabeza es “haguear”. Estas son algunas palabras clave para entender los feminismos en el año que nos deja.
#vergüenza
La honte doit changer de camp: “La vergüenza debe cambiar de bando”. El lema se ha repetido en Francia desde que el 2 de septiembre comenzó el juicio y acompaña a la decisión de Gisèle Pelicot de renunciar al anonimato al que tenía derecho y hacer un juicio público de su caso. El jueves, tras conocer la sentencia, volvió a aludir a él: “Es hora de que la vergüenza cambie de lado y que no recaiga sobre las víctimas sino sobre los violadores”.
Gisèle también ha hecho alusión a la vergüenza cuando ha explicado por qué todo el mundo la conoce por el apellido de su exmarido y agresor: “Tengo nietos y no quiero que se avergüencen de usar ese apellido. Quiero que estén orgullosos de su abuela. A partir de hoy se recordará a la señora Pelicot y cada vez menos al señor Pelicot”, explicó esta mujer que aunque ha recuperado su apellido tras divorciarse no quiere regalarle el nombre de sus nietos a un violador.
La consigna “la vergüenza debe cambiar de bando” se ha repetido más allá de Francia y tuvo un lugar destacado en las convocatorias del 25 de noviembre, Día por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.
#testimonio
Unas semanas después de que comenzara el juicio del caso Pelicot en Avignon, empieza otro de los episodios por los que recordaremos 2024. El 23 de octubre, el testimonio de una mujer, publicado en la cuenta de la periodista Cristina Fallarás en Instagram corre por las redes. La mujer señala a “un político de Madrid” como un “maltratador psicológico”. En pocas horas, las redes identifican a Íñigo Errejón. El jueves 25 de octubre, Errejón anuncia que abandona la política y esa misma tarde la actriz Elisa Mouliaá presenta una denuncia ante la Policía en la que relata una agresión sexual.
A partir del 28 de octubre, Instagram se llena de testimonios publicados en diferentes cuentas creadas por grupos de mujeres para difundir lo que ocurre en otros ámbitos creativos. Desde las cuentas @abusosrock, @testimoniosartesescenicas, @seteníaquedecir2024 o @victimasectoreditorial se perfila una escena de abuso de poder y violencia sexual normalizada en la música, las artes escénicas, la publicidad o el sector editorial. Más allá de la publicación de testimonios, detrás de estas cuentas se empieza a crear una organización: algunas cuentas con asesoría legal, otras sirven para poner en contacto a víctimas de una misma persona. Todas sirven para “soltar una carga”, describa una de las mujeres tras estas cuentas en este reportaje.
Enseguida hay quien habla de un segundo Me Too. Sin embargo, algo ha cambiado desde que en 2018 el caso Weinstein prendiera el primero.
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#linchamiento
Del ingl. to lynch, y este de Ch. Lynch, 1736-1796, coronel en la guerra de Independencia de Estados Unidos y juez de paz en Virginia, que encabezó tribunales irregulares que imponían severos castigos a los colonos leales a la Corona británica. 1. tr. Ejecutar sin proceso y tumultuariamente a un sospechoso o a un reo.
Estas es la referencia que recoge la Real Academia de la Lengua Española sobre “linchar”. Sin embargo, se ha utilizado en un sentido diferente tras el caso Errejón y las denuncias que siguieron luego. La palabra aparece modulada por algunos adjetivos: “linchamiento feminista”, “linchamiento digital”, “linchamiento público” y es da lugar a diferentes posicionamientos en el feminismo.
Lo que quiero decir lo explica mucho mejor este artículo que firma Feministas en Acción en El Salto y que pone en contexto el debate que el caso Errejón genera entre feministas: “Lo que tampoco nos parece útil, y sí algo irresponsable, es poner en el centro palabras como linchamiento. Además de la importancia del rigor y la mirada de fondo a la hora de usar estos términos, nos resulta problemático porque implica un cuestionamiento hacia las denunciantes. La prioridad tiene que ser cuidar a las que ya han contado su historia, más aún en el marco de un sensacionalismo mediático llevado al extremo. Y, además, procurar que las que están reflexionando sobre sus propias vivencias, sobre si hablar o no, sobre si denunciar o no, puedan hacerlo con una amplitud y libertad que ese tipo de cuestionamiento no propicia en absoluto. Cuando unas cuentan su historia, cuando casos como estos aparecen, se abre un espacio para hablar que nos parece importante cuidar. Desde los feminismos se habla, se denuncia y se problematizan conductas, se apoya y se acompaña, pero no se está linchando a nadie”.
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#haguear
Supongo que, en parte, el debate sobre la validez de los testimonios me molesta de forma muy personal porque entiendo el periodismo que utiliza los testimonios. Porque me parece valioso que las mujeres decidan compartirlos en redes pero, sobre todo, sé el trabajo que hay detrás de un artículo como el de mis compañeras Aurora Báez Boza y Susana Sarrión sobre la escuela de teatro La Seducción de Granada. Porque sabemos que no son casos aislados, que los patrones se repiten.
Como periodista, recojo historias de violencia machista. Las conocemos a través de testimonios que luego investigamos, contrastamos y documentamos. Es un tipo de trabajo que para mi está asociado directamente al seguimiento que en El Salto hemos hechos de los casos de madres protectoras, un trabajo mano a mano con Sara Plaza Casares. Y eso me lleva a otra palabra importante de 2024: “haguear”.
“Me han hagueado” es como se refieren algunas madres protectoras a lo que les pasa cuando se les aplica el Convenio de la Haya de sustracción de menores. En resumen, este tratado se crea con el objetivo de garantizar la restitución inmediata de los menores trasladados o retenidos de manera ilícita en los Estados que se adhieren a él y velar por que se respeten los derechos de custodia. Lo que prescribe este tratado es la restitución inmediata de un niño o niña al lugar del que se le ha trasladado, sin tener en cuenta el contexto. Sin juicio y sin preguntas. Hay excepciones y una de ellas es que la restitución suponga exponer al pequeño al riesgo de “un peligro físico o psíquico o de cualquier otra manera ponga al menor en una situación intolerable”. Pero esta excepción apenas se aplica. En la práctica, esto supone que una madre que se aleje de una situación de violencia por parte del progenitor, ya sea hacia ella o hacia su hijo, es señalada de forma automática como secuestradora, algo que marca luego su proceso judicial. En El Salto hemos conocido las historias de varias de estas madres, pero quizá haya un nombre que ayude más que ninguno a entenderlo: Juana Rivas.
Volviendo al término: aunque en 2023 empecé a entender cómo operaba este convenio, ha sido en 2024 cuando he llegado a este término, “haguear”. Fue a través de la publicación de uan serie de reportajes colaborativos sobre el Convenio de la Haya donde explicamos el caso de un niño chileno español, los aspectos más técnicos de este convenio y la organización de las madres para hacer visible este problema.
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#niñismo
Para entender la gravedad de los casos de madres protectoras hay que hacer una intersección: perspectiva de género y perspectiva de infancia. Por eso me gusta hablar de feminismo niñista. Aunque es es algo que he incorporado recientemente.
La palabra “niñismo” surge de un intento de adaptar el concepto childism, que sería algo así como la idea radical que sostiene que niños y niñas son personas
Y, no, la palabra “niñismo” no está en el diccionario. Surge de un intento de adaptar el concepto childism, que sería algo así como la idea radical que sostiene que niños y niñas son personas. Aunque creo que tiene pleno sentido, porque creo que muchas de las violencias que sufren tienen un mismo origen y de que muchas violencias machistas tienen entre sus víctimas a niños, niñas y adolescentes. Lo expliqué en este reportaje y lo intento aplicar a mi práctica periodística.
#monomarental
La “perspectiva niña” de la que hablan las que saben me sirve para explicar por qué “monomarental” me parece otra palabra importante. La noticia es esta: en noviembre de 2024, el Tribunal Constitucional respondía a una cuestión de inconstitucionalidad presentada por el Tribunal Superior de Catalunya y declaraba discriminatorio que las madres de familias monoparentales no pudieran ampliar su permiso por nacimiento y cuidado de hijo más allá de 16 semanas.
Esta sentencia reconoce a todas las familias monomarentales una ampliación del permiso de hasta 26 semanas y corrige al Tribunal Supremo, que lo había negado. Pero la sentencia, sobre todo, da la razón a las asociaciones de familias monomarentales que han batallado en los juzgados por la equiparación en tiempo de cuidados para sus criaturas desde 2019, y que lo han hecho con dos argumentos: la igualdad de género —porque las familias de un solo progenitor son de forma muy mayoritaria encabezadas por madres— y de infancia —porque el argumento jurídico es también que a los niños y niñas de estas familias se les esquilma tiempo de cuidado—.
#queer
En 2024, la RAE incluye el concepto “no binario” en su diccionario: “Dicho de una persona: que no percibe su identidad de género en términos binarios de hombre o mujer”. La RAE, que no es una institución muy queer que digamos, reconoce un hecho: que el uso de este término es cada vez más frecuente.
Este reconocimiento contrasta con un des-reconocimiento: para sorpresa de nadie ha llegado de la mano del PSOE, que en el plenario del 41 Congreso Federal del PSOE celebrado en diciembre rechazó incluir la referencia Q+ en los documentos del partido. El compromiso del PSOE con los derechos y libertades es con todo el colectivo, aunque en sus documentos oficiales siga sin incluir la referencia Q+, justifican. Pero en el mismo congreso, los socialistas aprueban una enmienda a favor de excluir a las mujeres trans de las competiciones deportivas femeninas.
En 2024, la RAE sumó a su corpus “no binario” mientras el PSOE restó Q+ para sorpresa de nadie, al aprobar en su Congreso una enmienda en contra de sumar estos símbolos a LGTBI
El PSOE hace este movimiento en el mismo año en el tuvo que destituir a Isabel García, directora del Instituto de las Mujeres, nombrada en diciembre de 2023. Ocurrió en julio y, aunque el cese de produjo tras una la denuncia de El Mundo de presuntos amaños en contrataciones con la empresa de su pareja, Isabel García había sido señalada desde su nombramiento por colectivos de personas trans por las posturas tránsfobas —“las mujeres trans no existen”— expresadas en el pasado.
Pero, ¿qué supone este movimiento de los socialistas? El debate recuerda al que ya se produjo en torno al sujeto político del feminismo. Por poner una fecha: 2018. Sam Fernández dice en la escuela de otoño, organizada por el instituto 25-M y vinculada a Podemos: “Tenemos que arriesgar el sujeto del feminismo”. Donde unas vemos una apuesta por un feminismo interseccional, hay quien desde ahí empieza a diseminar el relato del “borrado de las mujeres”, que alcanza su climax en 2021, cuando la socialista Carmen Calvo dice que la autodeterminación de género “pone en riesgo los criterios de identidad del resto de 47 millones de españoles”. ¿Pensará Carmen Calvo que los simbolillos Q+ ponen en riesgo las identidades LGTB?
Para saber un poco más, este artículo de June Fernández en Pikara donde Ibai Fresnedo, militante transfeminista queer, señala: la decisión del PSOE “no solo reduce (y borra) las posibilidades de representación que le resultan incómodas, sino que también traiciona las alianzas que sostienen los derechos LGTBIQA+ en sus formas más amplias y radicales”.
Gisèle, Rafia, Almudena, Thrixia y la entrevista que nunca hice
Y termino. Junto al de Gisèle, varios nombres propios han sido importantes para mi en este 2024. A finales de año entrevisté a la feminista Rafia Zakaria, autora de Contra el feminismo blanco (editado en 2022 por Continta Me Tienes). Es un libro que me costó abrir. Pero solo hay que leer las primeras páginas para entender que ella no va contra las feministas blancas sino contra el feminismo que hace suyo el concepto supremacista de blanquitud.
Me gustó entrevistar a Almudena Carracedo y Robert Bahar, que dirigen No estás sola, la lucha contra La Manada. El documental ha sido nominado a los Goya. Y me gustó también conocer la historia de Thrixia, que no es solo su historia sino también la de las personas migrantes que huyen de la violencias y tienen que recordar el Estado que las leyes se cumplen. En su caso, el cambio de documentación al que tiene derecho aun no se ha hecho efectivo, un incumplimiento de la ley trans que ni el Ministerio de Igualdad ni el de Justicia han explicado.
El último nombres propio se refiere a la entrevista que no hice. En abril de 2024 pedí entrevistar a Sara Torres. “Cuando recibas libro, vemos”, me respondieron en Penguin. Recibí el libro, pero nunca vimos. Hablamos en 2025.
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Siempre he querido subrayar la similitud entre la dominación de las mujeres y la dominación de los niños en el Patriarcado. El Patriarcado nace con el descubrimiento de la ganadería y la agricultura y el concepto de propiedad. Para controlar los patrimonios, los hombres necesitan controlar la reproducción de las mujeres, y los hijos pasan a ser fuerza de trabajo. El Patriarcado se basa en la dominación: dominación de las mujeres por los hombres, de los esclavos por los amos, de los pobres por los ricos, de los animales (y la Naturaleza) por los humanos, y de los niños por los adultos. Hombres y mujeres hacen piña para dominar a los niños. Si os fijáis bien, veréis que los prejuicios que los hombres siempre han mantenido contra las mujeres (en resumen, que son incapaces de regirse a sí mismas), son las mismas que usamos con los niños. Se infantiliza a las mujeres, pero antes se "infantiliza" a los niños.