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Entrevista La Poderío
Celia de Molina: “Todo lo que se considera universal no tiene nada que ver con nosotras”

Celia de Molina es una creadora cuyo cine se ha convertido en un reflejo de su deseo de transformar el mundo a través de las historias. La vida la ha llevado a narrarse, a contarse cuestionando las normas que nos invisibiliza, haciendo que el relato del cine actual, por fin, cambie de perspectiva.
Para ella, el cine no es solo una profesión, sino una poderosa herramienta de cambio social. A través de sus proyectos, cambia el foco estándar de lo establecido, invitando a reflexionar, pero también a provocar, mover, transformar.
Con una voz personal y única, sus proyectos nacen de lo más profundo de su ser. Su último proyecto, No soy universal, es una reflexión crítica sobre lo que la sociedad considera “universal”, abordado desde una perspectiva feminista y llena de agudeza. Con humor y autenticidad, Celia nos invita a mirar más allá de lo convencional y a reflexionar sobre las pequeñas cosas que nos definen, desde lo cotidiano hasta lo más profundo de la experiencia humana.
¿De qué va “No soy universal”?
Es una película que para explicarte un poco de qué va es importante entender de dónde nace. Cuando nació mi hijo, aquello fue como si me bombardearan, como si me cayera un meteorito, y me di cuenta de que todo aquello que había estudiado, que había leído, que había visto en la tele, en el cine, no tenía nada que ver con la maternidad.
Aquello me dejó muy tocada y escribí una serie que se llamaba Post-Party, que es la fiesta postparto que nadie te ha contado. Y en uno de los sitios donde fui a venderla, en una cadena de televisión, me dijeron que estaba muy guay, pero que tenía un problema muy grande. Y dije: “¿cuál es el problema?”. Y me dijeron: “No, es universal.”
“Todo lo que se considera universal no tiene nada que ver con nosotras”.
De esta forma, he hecho una comedia en la que un personaje que es Carla, que es mi alter ego, intenta hacer una película sobre los tabúes femeninos. Aunque todo el mundo le diga que no es universal y, aún así, ella la hace aunque para ello tenga que pasar por todos los filtros para convertirse en universal.
Así que eso que al principio me sonó a lo que ya tenemos tan metido en la cabeza: “ah, vale. Claro, esto solo lo van a ver cuatro madres. Esto no funciona, no tendrá un target, no habrá suficiente gente…”. Luego, como soy una buena neurótica, me puse a darle vuelta a la cabeza y dije: “Entonces, ¿qué es universal?”.
Y dándole vueltas y analizándolo, llegué a la conclusión, y aquí hay un spoiler, de que todo lo que se considera universal no tiene nada que ver con nosotras. O sea, todo lo que tiene que ver con nuestras vidas, con la de las mujeres, se ha considerado siempre lo íntimo y lo íntimo no trasciende, y si no trasciende, pues siempre se queda en casita y entre nosotras. Esto me pareció algo muy interesante y así surge el documental.
Sin embargo, entré en las residencias de la Academia del cine y a partir de ahí el proyecto se convirtió en una ficción y es una comedia, porque yo no puedo huir de mi forma de ver el mundo y de narrarlo. Todo eso que me duele tiendo a digerirlo a través del humor.
Sin embargo, desde que te dijeron eso hasta ahora, se han abierto muchos melones en torno a la maternidad y el cine. Pienso en Salve María, por ejemplo.
En el momento en el que las mujeres narramos nuestro punto de vista y contamos el mundo y nuestras experiencias, estas atraviesan sobre estos temas que son parte de la realidad.
Esto que está pasando ahora, que nos contemos desde el cine, no es casual ni es de repente. En gran parte, tiene que ver con que hay legislación y que se legislan unas cuotas, de las que mucha gente estaba muy en contra. A través de esas cuotas que plantea el ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales) por fin se reconoce el trabajo de directoras como Carla Simón, Pilar Palomero, Elena Martín, y resulta que somos la hostia. Aun así, todavía no representamos ni la mitad de las películas, sino que somos un 35%.
“Las mujeres llevamos toda la puta vida narrando y nos han enseñado a hablar entre nosotras, así que lo mejor que sabemos hacer es narrar, crear y contar historias”.
Por ejemplo, de repente, llega Alauda Ruiz de Azúa, posiblemente de lo mejor que le ha pasado al mundo, fíjate, ya no digo ni a la industria, sino al mundo en los últimos años. Lo que plantea en la serie 'Querer' es un cambio de paradigma, de punto de vista tan fuerte, tan interesante, porque además plantea algo que estoy segura de que muchísima gente que la haya estado viendo ha mirado de reojo a su pareja y se ha visto en la serie.
Esto lo que demuestra es que hacemos cosas, evidentemente, muy bien. Las mujeres llevamos toda la puta vida narrando y nos han enseñado a hablar entre nosotras, así que lo mejor que sabemos hacer es narrar, crear y contar historias. De hecho, se dice que el tema del hilo conductor viene de las mujeres que tejiendo se contaban las historias y era como el hilo que te lleva, la puntada, el giro, todo esto tiene que ver con las mujeres. Nosotras narrar y narrarnos sabemos perfectamente. En este sentido, las cuotas son una forma de que las mujeres también lleguen. Directoras y guionistas que nos narran y nos cuentan.
Aun así, esto pasa en el cine, en lo público donde hay una legislación, porque en las cadenas y plataformas privadas todavía somos muchísimas menos. Y si en este mundo el punto de vista siempre ha sido el masculino y, además de masculino, blanco, cis, hetero, pues nos han dicho que eso es lo universal, pero es mentira. Nos faltan otros puntos de vista.
Entre los detractores de las cuotas cuando hablamos de cine y hacemos referencia a las subvenciones del ICAA, hablan de que no se está valorando el talento, sino el hecho de que seamos mujeres y ya.
Mira, lo del talento para empezar es una mentira y si nos ponemos a hablar de talento, ¿qué es el arte? ¿qué es lo que gusta? ¿qué es lo que no? Los tíos, no todos, llevan haciendo truñacos toda su vida y nos los hemos comido. Y luego han hecho segunda, tercera y cuarta peli. Yo lo que quiero es que mujeres, además de increíbles e incontestables, como Carla Simon, Pilar Palomero, Alauda Ruiz o Elena Martín, también hagan las mismas mierdas que hacen ellos y no pase nada. Ellas no la van a cagar, eso es seguro. Porque a nosotras se nos exige que seamos perfectas a nivel de mundo y de sociedad, y yo en mi peli reivindico eso, el yo también quiero poder cagarla.
A nosotras se nos cuestiona todo el rato, todo el rato. Me cuesta mucho y lucho, y quiero poder cagarla, si la cago, porque me encanta la idea de poder equivocarme, pero soy consciente de que tengo una educación muy exigente y que como mujer siento que tengo que demostrar todo el rato.
Conceptualmente lo veo y lo siento, pero sé que internamente lo sufro, porque conceptualmente veo que mis compañeros y digo, “dame la autoestima de un hombre hetero, CIS”. Sino que cuando hago algo, de repente, me cuestiono todo. Esto no, esto sí. Esto tengo que demostrar, tengo que hacer. Qué pesadilla. Ser mujer es muy exigente.

Viéndolo desde mi perspectiva, quizás no haya nada más universal, con sus matices y sus diversidades, que un parto. Todas y todos hemos estado en un útero. Tú crees que si hoy vuelves a esa cadena y le planteas la serie que tenías en un principio, ¿sí te la comprarían? ¿Crees que seguirían pensando que no es Universal?
Creo que a lo mejor tendrían más cuidado en utilizar las palabras. También se usa mucho lo de nicho. Es comedia, es una película femenina. Yo tengo varios prejuicios que tengo que romper. Por un lado, los temas que quiero tratar tienen que ver exclusivamente con mi género y con cómo yo me he socializado en el mundo, es decir, con ser mujer y lo que he sentido. Todos mis proyectos están atravesados por esto. Y, segundo, hago comedia. Entonces, estoy ahí luchando mucho y de verdad que cuesta. Hay que romper todavía muchos estereotipos.
¿Cómo podemos interpelar también a un hombre? Porque tú crees que un hombre la vería.
Sí. Estoy convencida. Lo bueno que tiene la comedia y la comedia que yo hago, es que la comedia es una herramienta que llega a más públicos. Al hacerlo desde el punto de vista desde lo más absurdo creo que se abre muchísimo más. Me pasó con una serie que ahora está en Filmin que se llama El Antivlog. Bueno, pues El Antivlog lo veía uno que estudiaba en la Sorbona y Paca en su casa en Polopos, en Granada, y se reían porque el personaje genera muchas aristas y muchas con las que te puedes reír y te puedes identificar.
Yo creo que eso es lo bueno que tiene la comedia. Mi comedia, en concreto, la gente se puede creer que se está riendo de mí y si te das cuenta yo me estoy riendo de todo, incluida de mí.
A través de la comedia, y El Antivlog es un ejemplo, ¿cómo consigues darle la vuelta a todo? ¿Crees que es también es lo que pide el público ahora, que lo necesitamos en un mundo tan excesivamente perfecto y exigente con nosotras mismas?
Yo no sé si es lo que pide el público, pero mis amigas seguro. Es verdad que mi humor y mi forma de plasmar lo que me duele es dándole justo la vuelta a eso.
Utilizo mucho la ironía, el espejo inverso, tratando que el espectador vea a través de un espejo deformado, básicamente, que vea lo absurdo que es lo que realmente nos sucede a nosotras, ¿no? Con humor y con ese espejo, trato de que en mis pelis el espectador diga: "hostia, te estás meando de risa, pero en el fondo estás viendo lo que realmente hacen con nosotras que no es de risa”. Al poder hacer ese giro consigo que se vea.
No crees que también es una forma de decirle al mundo: “oye, mundo. Relájate”.
Absolutamente. No solo “relájate” en cómo nos miras, sino en cómo te miras a ti mismo. Es como desenmascarar todo aquello que duele.
En mi comedia, o en mi humor, hay una liberación. Siempre digo que viene de algo que me duele, porque me quiero liberar de eso que duele. Necesito demostrar que esto que está pasando es una puta basura para mí, para mis amigas, para mis amigos, para nuestros cuerpos. Yo siempre pienso que nos hemos criado en un mundo que nos hace bullying todo el rato.
Yo también soy madre y no sé si te pasa a ti, pero desde entonces, ¿no es tu mayor miedo el bullying?
Yo desde que soy madre tengo miedo y vivo con el miedo. El miedo se ha intensificado de una manera considerable.
Este año he trabajado de guionista en 'Invisible', una serie que está en Disney Plus que habla del bullying, y ha sido un viaje muy heavy. Se sufre mucho y más siendo madre: la vulnerabilidad, las redes. O sea, que te echen de un grupo de WhatsApp, que te bloqueen, que no te den likes, que se rían de ti, que manden memes con tu cara y las familias no podemos acceder a eso.
¿Cuándo eres consciente de que estás haciendo comedia?
Pues yo creo que siempre ha sido mi forma de sobrevivir en el mundo. Seguramente desde el colegio, el instituto. Antes de que se rieran de mí, me reía yo. Ha sido una forma de supervivencia cuando me hacían bullying.
¿Sufriste bullying?
Sí, sí. Yo creo que si te pones a pensar era una época muy oscura los 90 en un colegio. Creo que era mi forma de desarmar al que me hacía bullying y mi forma de enfrentarme a todo lo que no me hacía sentir que encajara. Yo siempre he sentido que no encajaba del todo en el mundo.
Luego, sí que me di cuenta que la comedia era algo que podía hacer y encajar profesionalmente, sobre todo después de hacer El Antivlog. Después de eso he hecho mucho. Estudié arte dramático en Málaga y me di cuenta conforme iba haciendo casting que al final siempre iba a la comedia, la comedia. Entonces también aceptas que el mundo te ve como comedia.
Hablando de casting, ¿has sentido que te hayan etiquetado por el hecho de ser andaluza también?
Sí, claro que sí, incluso desde aquí. Yo en la carrera, los 4 años que estudié, tenía técnica vocal y para poder aprobar y para poder tener el título de arte dramático tenías que ser capaz de demostrar que no se te notaba el andaluz. O sea, era quitarte el acento todo el rato: castellano neutro, castellano neutro, castellano neutro. Y lo que nos decían era “porque si no, no te van a tomar en serio. Porque si no, no vas a poder trabajar”.
Evidentemente yo siento que la comedia nace de mí, pero también nace de mi físico, de mi forma de hablar, de dónde vengo y eso de repente me sitúan ahí. Y ya es difícil escapar de esa etiqueta.