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Especulación urbanística
‘Se vende’, la serie documental que cuestiona el desarrollo turístico e inmobiliario en la Costa del Sol
A partir los años 60, con el boom del desarrollo turístico-inmobiliario, gran parte de las costas españolas se transformaron en cemento, grandes edificios, puertos y paseos marítimos. Algo que quizá suena a tiempos pasados, pero que sigue teniendo mucha vigencia a día de hoy. Muestra de ello es la Costa del Sol, que tuvo su ejemplo más paradigmático con Marbella, pero donde esta cultura sigue muy viva todavía.
Es por ello que desde Peripheria Films y Criocrea, con la colaboración de Rizoma Fundación, están buscando apoyo a través del crowdfunding para rodar la serie documental de cinco capítulos Se vende, con la que pretenden cuestionar esta expansión turística y mostrar alternativas.
Daniel Natoli, director de la serie, lo define como una cartografía audiovisual de este litoral. “Se trata de un acercamiento a la Costa del Sol a través de la mirada de sus propios habitantes. Además, buscamos mostrar los conflictos sociales en torno a estos proyectos y cómo es la lucha para preservarlos e intentar imaginar otro tipo de territorio”.
La problemática de Maro
A día de hoy, el único capítulo disponible es el que hace referencia a la problemática de Maro, una pedanía de Nerja, que tiene por título “El último vergel”. En este lugar, toda la tierra pertenece a un solo latifundista, la familia Larios, que quiere convertir las 200 hectáreas de terrenos agrícolas para construir un campo de golf de 18 hoyos, un hotel cinco estrellas y 680 viviendas de lujo. Unas edificaciones que supondrían el fin de un modo de vida de una población que lleva 400 años ligada al trabajo de la tierra.
“Históricamente, desde que la familia Larios compra las tierras de Maro en 1930, siempre ha sido un latifundio y se ha ejercido como tal. Ellos son propietarios del 100% del territorio de Maro, es decir, de 250 hectáreas. Esto siempre ha dado lugar a una serie de conflictos intermitentes con los arrendatarios”, sostiene Jorge Alamios, miembro de la plataforma Otro Maro y Nerja es Posible y colaborador del documental.
Unos conflictos que se volvieron más críticos a partir de 1997, cuando la familia Larios comenzó con sus proyectos. Antes de eso, los latifundistas arrendaban la tierra a los agricultores con contratos vitalicios que se heredaban de padres a hijos. “Pero a partir del 97, con la anulación de la ley sobre estos arrendamientos históricos, los contratos se han visto reducidos a 9 meses renovables, dependiendo de lo bien que se porten”, confiesa Alamios. Un hecho que no permite a los agricultores que trabajen la tierra con tranquilidad y que ha precarizado totalmente esta labor.
Pero, ¿de dónde viene esta situación? Según el propio Alamios, el Ayuntamiento de Nerja contrajo una enorme deuda con la Familia Larios por la cesión de unas zonas no agrícolas. “Un monto de casi 5 millones de euros que el pueblo de Nerja tendría que pagar”, apunta. “Al final, el Ayuntamiento y la familia Larios han creado un convenio que está pendiente de aprobación y que se basa en compensar toda la deuda que ha adquirido el Ayuntamiento con la familia Larios a cambio de recalificar todos estos terrenos agrícolas y ayudarles en todos sus proyectos”.
Deuda
Málaga El marquesado de Larios y su chantaje de deuda
Ante esta situación, el pueblo se encuentra muy divido, algo que se expone muy bien en el documental. “Nosotros hemos intentado mostrar un retrato colectivo de Maro en el que aparezcan diferentes voces”, apunta el director Daniel Natoli. “Ahora mismo el pueblo está dividido. Hay gente que piensa que la opción del campo de golf conllevará un desarrollo, pero otros que no”.
Unas palabras que también defiende Jorge Alamios. Según él, esto se debe a que aunque hay agricultores que pueden trabajar la tierra, lo hacen de una manera muy precaria. “Eso ha hecho que muchas personas se vinculen al turismo, se vayan a Nerja. Además, impera el relato dominante de que el turismo da dinero, no como la agricultura. Aun así, la gente joven no quiere que Maro quede rodeada por un campo de golf. Pero también es complicado seguir con la agricultura. Esa incertidumbre ha dividido a la población”, apunta.
Un modo de actuación que se repite en bucle
Tanto Daniel Natoli como Jorge Alamios repiten a lo largo de la charla una y otra vez que la familia Larios seguramente no quiera llevar el proyecto a cabo, sino capitalizar las tierras. Un movimiento que desde la Fundación Rizoma llevan observando en otros proyectos turístico-inmobiliarios y que han comprobado que se repite siempre.
“Más que el planteamiento, es la idea del planteamiento. La sensación que tenemos y que vemos en el resto de proyectos que estamos investigando es que solo la idea de plantearlo tiene una intención de revalorizar el suelo. Seguramente la familia Larios no quiere hacer el campo de golf ni las viviendas, pero sí que quiere vender la posibilidad. Y por lo tanto, aumentar el valor del suelo”, sostiene José María Romero, vicepresidente de la Fundación Rizoma y colaborador del documental.
“En Maro, con las imágenes de los campos de golf, lo que se venden son deseos”
Al final, lo que venden es una idea. Igual que el turismo. “El turismo es una ficción, una idea que nos creemos. Lo dice uno de los miembros del equipo: el turismo es uno de los sistemas más perfectos del capitalismo porque moldea los deseos. Ya no solo la forma de vida”, apunta. “En Maro, con las imágenes de los campos de golf, lo que se venden son deseos”.
El problema en esta situación es que el proyecto está destinado para los foráneos. Y, que a los que son de Maro, les llega por imposición. “La resistencia viene porque este tipo de proyectos son para gente externa, que serían medio turistas, muy desapegados del lugar. Sin embargo, los residentes tienen una forma de vida y lo que se propone es una ruptura total con su presente”, argumenta José María Romero.
En el caso de Maro, ese cambio radical supondría pasar de ser un pueblo agrícola a uno turístico, algo que rompería totalmente su esencia. Muestra de ello es cómo han titulado al episodio: “El último vergel”. Esta pedanía se encuentra muy cerca del mar, en una franja muy estrecha de territorio, donde se dan unas condiciones únicas para determinadas frutas y verduras.
“En Maro se produce una cantidad de frutas tropicales que no se dan en otros sitios de Europa. De aquí salen aguacates, mangos… La producción de tropicales lo hace muy único a nivel europeo”, apunta Daniel Natoli. Además de ser uno de los pocos lugares de la Costa del Sol que no está urbanizado. “Está libre de hormigón y de proyectos urbanísticos”, añade.
“Estos cambios supondrían una destrucción del pueblo en cuanto a su idiosincrasia, sus relaciones sociales… sería un destrozo total”
Por su parte, Jorge Alamios destaca su vega rica, sus acantilados, que es un pueblo muy pintoresco… en definitiva, “un lugar muy apetecible para cualquier empresa”. “Estos cambios supondrían una destrucción del pueblo en cuanto a su idiosincrasia, sus relaciones sociales… sería un destrozo total”, finaliza.
Especulación urbanística
La excusa perfecta para arrasar el litoral andaluz
Al igual que otras administraciones autonómicas, el Gobierno andaluz ha tomado medidas de desregulación ambiental y urbanística amparándose en la necesidad de reconstrucción económica. Las organizaciones ecologistas y sociales temen una vuelta a la economía del ladrillo.
Las otras problemáticas que pretende abordar Se vende
Además del conflicto de Maro, desde la serie documental pretenden abordar cuatro problemáticas más, siempre que les llegue el dinero para ello. La siguiente en la lista es un proyecto de construcción de cuatro torres de entre 30 y 40 plantas que se quieren edificar en un solar de Málaga. “Eso, en mitad de uno de los distritos más densos de la ciudad. Hemos tomado este ejemplo porque además hay una fuerte oposición por parte de los vecinos, quienes han ofrecido la alternativa de crear un gran bosque urbano”, sostiene Daniel Natoli.
Para finalizar, el último capítulo de Se vende sería sobre una fábrica de cemento ubicada en Málaga capital, que ha sido el símbolo de la construcción de toda la costa. “Esta fábrica está en las inmediaciones de la playa y detrás hay una amplia historia de contaminación y de enfermedades provocadas a los vecinos que viven cerca”, finaliza el director.
En definitiva, una serie de documentales que servirán para informar más concienzudamente a la población sobre estas problemáticas y para romper frontalmente con el relato hegemónico que dicta que el desarrollo turístico-inmobiliario es la mejor salida para las zonas costeras.