Filosofía
El agotamiento del deseo

Hoy no solo los “recursos” naturales están al borde del agotamiento; también los “recursos” subjetivos, el deseo. Si Mayo del 68 nos mostró el carácter revolucionario del deseo, el régimen pornográfico del neoliberalismo lo canaliza como pulsión. Por eso nuestro problema más actual no es liberar al deseo sino, simplemente, producirlo.

Shell, 6S - Edward Weston
"Shell, 6S" (1927) de Edward Weston
Filósofo
15 nov 2019 09:30

Últimamente se dice que vivimos en una sociedad del cansancio, pero tal vez se confunde así el cansancio con lo que sería más adecuado llamar un estado de agotamiento. Ese estado tiene un polo objetivo o externo, que se manifiesta hoy dramáticamente con la emergencia climática. Nos referimos, claro, al agotamiento actual de los “recursos” naturales, y a la crisis consecuente a la que se enfrenta una civilización cuya existencia depende de la acumulación constante de capital (el “crecimiento”), y que solo puede tratar a la vida fuera y dentro de nosotrxs como un recurso barato o incluso gratuito del que apropiarse, como muestra magistralmente Jason W. Moore. En cambio, en su polo interno o subjetivo (la vida dentro de nosotrxs), que es el aspecto que analizaremos brevemente aquí, este agotamiento puede ser experimentado como un agotamiento del deseo. No es, por tanto, la producción la que se encuentra agotada en el momento actual. Al contrario, nunca en la historia se han producido tantas mercancías de todo tipo (materiales e inmateriales, simples y derivadas o financieras). Lo que hoy languidece es la reproducción, en su aspecto indisociablemente social y vital, que es, como están mostrando tanto el feminismo como el pensamiento ecológico, la condición de toda producción. El estado de agotamiento afecta tanto al planeta como a nuestros deseos, tanto a la vida fuera de nosotrxs como a la vida en nosotrxs.

Revolución deseante

Para entender esto es necesario realizar un pequeño viaje en el tiempo. Los movimientos de transformación de los años sesenta y setenta del siglo pasado nos hicieron ver el carácter plenamente revolucionario del deseo, y ese es su legado principal. En uno de los grandes manifiestos filosóficos de la época, el Anti-Edipo, Deleuze y Guattari muestran que si el interés de clase es algo pre-consciente, previsible, “objetivo” y puede (y debe) ser, por tanto, encarnado por un partido (también de clase, según el modelo leninista), el deseo es inconsciente, imprevisible y por tanto irrepresentable, produce líneas de fuga con respecto a cualquier orden y organización, crea sus propias conexiones y solo pide no ser reprimido. Por eso la política no se juega únicamente en el campo consciente de las demandas, según supone hoy en día el populismo, ni exclusivamente en el terreno de los intereses pre-conscientes, como siempre supuso la izquierda clásica. Y por eso también quienes se asombran y escandalizan por la existencia de “pobres de derechas” no son, ellos mismos, dignos de asombro, pero sí de conmiseración, por su estrecho entendimiento político.

La revolución del deseo no tiene que ver con que la orgía sea revolucionaria sino con dejar de vivir en el régimen de la falta (deuda o culpa) perpetua (de afecto, de mercancías).

Sin embargo, que el deseo juegue un papel crucial en la política, y que haya que admitir, con Reich, que no es que las masas se equivoquen sino que en ciertas situaciones llegan a desear realmente el fascismo, todavía no nos dice en qué sentido sería por sí mismo algo revolucionario, o por qué no habría revolución sin una liberación previa del deseo. Y seguiremos sin entender nada mientras consideremos el deseo como algo negativo, como una simple carencia del objeto. Pero la tesis principal del Anti-Edipo es que esa comprensión del deseo como falta es artificialmente producida. Según Deleuze y Guattari, el psicoanálisis introduce la falta en el deseo, formando así una comprensión miserabilista del ser humano como un ser estructuralmente carente, que es incapaz de amar abiertamente nada ni a nadie, pues en el fondo solo desea ser amado, de un modo paralelo a como el capitalismo introduce la falta en la producción, creando sin cesar necesidades artificiales en medio de la mayor abundancia, arrinconando el deseo en el consumo y haciéndonos sentir así que ningún sacrificio es demasiado grande para obtener la última mercancía de moda. La revolución del deseo, por eso, poco tiene que ver con que la fiesta o la orgía sean de por sí actos revolucionarios, y mucho con dejar de vivir en el régimen de la falta (deuda o culpa) perpetua (de afecto, de mercancías). Pues quien desea mucho necesita muy poco, quien se enamora deja rápidamente de ser un neurótico, y quien es feliz hasta se olvida de consumir. La revolución del deseo tiene que ver con descubrir que hay una potencia y una inocencia fundamental en el simple hecho de desear, tiene que ver con atreverse a desear y ponerse a la escucha de su propio deseo, y tiene que ver con poner desde el principio la producción social al servicio del deseo.

Régimen pornográfico

Pero lo único que nuestra civilización capitalista ha retenido (o “recuperado”) de ese extraordinario momento histórico es precisamente la imagen de la gran orgía, que oculta el vínculo revolucionario, aunque mucho menos espectacular y mercantilizable, entre deseo y producción. Es toda la temática de la liberación sexual. Desde entonces se ha producido un cambio global de estrategia con respecto al deseo. Ya no se trata de reprimirlo, ocultarlo o censurarlo, como en el capitalismo fordista, en que predominan las formas de poder disciplinarias. En el capitalismo neoliberal el deseo de los sujetos es suscitado sin cesar, pero también canalizado para fines de control social, y banalizado hasta volverlo inofensivo. El acento en lo sexual ya no limita el deseo al ámbito edípico de la familia y los sucios secretitos de infancia, sino que, más radicalmente, lo cortocircuita una y otra vez en la mecánica aséptica de los órganos, cuyo único fin (sin fin) es el goce voyeur y solipsista. En lugar de la represión, entramos en un régimen pornográfico en el que momentos discontinuos de goce impiden por saturación que se forme el menor deseo. El régimen pornográfico hace que el placer del sexo siempre se encuentre al alcance de la mano, todo lo contrario de prohibirlo o alejarlo; pero precisamente por eso es mucho más efectivo que la censura para impedir la formación en la sociedad de cualquier deseo vivo.

Filosofía
Capitalismo de control y nuevos fascismos
La forma de poder del capitalismo clásico era la disciplina. El nuevo capitalismo se basa en el control, que está engendrando su propio fascismo.
Eso es lo que muestra con fuerza Michela Marzano, en un estudio que se llama precisamente La pornografía o el agotamiento del deseo. En su libro podemos aprender también que lo que diferencia al erotismo de la pornografía no es que el acto sexual sea o no explícito, sino precisamente la separación, en lo pornográfico, entre el sexo y el deseo. La pornografía reduce el sexo a un acto, ora violento, humillante, pero separado de las relaciones reales de poder; ora deportivo, sano y hasta divertido pero que en todo caso solo concierne a los órganos sexuales, sin poner en juego la menor subjetividad. Por otro lado, como muestra Marzano, El amante de Lady Chatterley de D. H. Lawrence contiene, por ejemplo, escenas de sexo tan explícitas como las de cualquier relato pornográfico, pero que nunca resultan abstraídas del deseo de los personajes ni de las relaciones sociales y humanas en que se mueven. Por eso, como siempre defendió Lawrence frente a la censura, su libro es ejemplarmente limpio, pues no encierra al deseo en los sucios secretitos de las relaciones familiares ni lo disuelve en la mecánica aséptica de los órganos, sino que lo acompaña y lo honra como a los movimientos de la vida misma en nosotrxs: una vida en busca de su vitalidad. Pues mientras el deseo está presente (un deseo que Lawrence llega a llamar en ocasiones “el espíritu santo”), cualquier acto, hasta el menos convencional, es profundamente moral; pero cuando está ausente, cualquier acto, hasta el más anodino y banal, se vuelve inmoral.

Mientras vuelve cada vez más inaccesibles las necesidades más básicas de la vida, el capitalismo neoliberal nos suministra generosamente flujos ilimitados de pornografía gratuita a través de sus dispositivos de control, para que así gocemos sin necesidad de desear nada ni a nadie, ni de rozar a nadie, ni de aventurarnos en ninguna relación humana real. Este goce perfectamente solipsista y anestésico nos vuelve solidarios con el deseo de un sistema como un todo. Por donde gozamos es por donde se nos tiene sujetos. Y desde entonces no somos nosotros los que deseamos, sino todo un sistema social que desea a través de nosotros, un verdadero inconsciente colectivo capitalista. El goce nos mantiene atados al cuerpo biopolítico del capital, que es una máquina para contener todo lo que podría huir y fugarse. Pues el régimen pornográfico del deseo no solo afecta al flujo de porno propiamente dicho, sino que se extiende al resto de flujos de comunicación, con su imperativo de mostrarlo todo, de decirlo todo, publicarlo todo, comentarlo, interpretarlo y compartirlo todo inmediatamente. Todos los flujos digitales de comunicación se “liberan” y ponen en circulación inmediatamente, pero no van más allá de un goce momentáneo y estéril en el circuito cerrado del cuerpo biopolítico del capital, hasta el goce siguiente. El deseo ya se realiza antes de tener siquiera tiempo de conocerse y de darse una forma: por eso, en realidad, deja de ser deseo y solo es canalizado como pulsión, pulsión de muerte que fluye por cada una de los venas del cuerpo biopolítico del capital, que anula y conduce al agotamiento y la desesperación todo deseo vivo. Y aquí no solo nos referimos al deseo sexual, sino también al deseo de hablar, de escribir, de pensar, de actuar, de crear y procrear. Nos referimos, en definitiva, a ese deseo que es simplemente la esencia del ser humano, según nos enseñó Spinoza, y que es idéntico a la vitalidad natural que se vuelve consciente. Así es como el capital-vampiro nos chupa la sangre y agota nuestro deseo (lo que vive en nosotrxs) al ritmo de los picos de su imperativo de goce, del mismo modo que agota la fuerza de todo lo que vive fuera de nosotrxs, apropiándosela al ritmo de las sucesivas razzias de acumulación primitiva.

Mientras vuelve inaccesibles las necesidades más básicas de la vida, el capitalismo neoliberal nos suministra flujos ilimitados de pornografía gratuita [...] para que así gocemos sin necesidad de desear nada ni a nadie, ni de rozar a nadie, ni de aventurarnos en ninguna relación humana real.

Producir deseo

Por eso hoy, probablemente, nuestro problema más actual no sea el de liberar el deseo, que ya no está encerrado en el ámbito privado y familiar que lo sofocaba en la época en que fue escrito el Anti-Edipo. Pero la privación del cuarto propio conectado (¡ay, si nos escuchase Virginia Woolf!) en régimen pornográfico es aún mayor, una privación al límite del agotamiento y la alienación completa. Por eso, más que liberarlo, nuestro problema es simplemente el de producir deseo, dar posibilidad al surgimiento del deseo: darle silencio, oscuridad, atmósfera, densidad, sensibilidad, cuerpo y mundo. Darle soledad (desconectada), si es preciso, duración y espacio para que se encuentre, para que respire ampliamente, para que viva a su manera. Y no juzgarlo, ni pretender darle una forma o una dirección que nos convenga, conforme a nuestros intereses o convicciones, a eso que consideramos que nuestro deseo debería ser. Pues no hay deseos revolucionarios ni reaccionarios: el deseo siempre es singular y es precisamente lo que nos singulariza, lo que hace que nos inclinemos hacia unos seres u otros, unos cuerpos u otros, unas situaciones u otras, unas actividades u otras. Lo revolucionario no es tener deseos revolucionarios, sino poner la producción al servicio del deseo. Y hoy en día eso pasa primero por producir deseo, simplemente.

Ahora bien, no es posible crear deseo por un mandato de la voluntad. El papel de la voluntad aquí es estrictamente contemplativo, como conciencia clara del deseo, que lo reconoce y afirma con la mayor exactitud, para permitir que brote sin deformarse. Pero aún así, aunque lleguemos a sentirlo, ¿cómo reconocer cuando deseamos que lo que palpita es nuestro deseo singular, y no el inconsciente sádico de nuestra civilización enferma? ¿No será todo, de cualquier modo, una construcción social, según nos previene el saber crítico más banal? Jason W. Moore también recupera cierto concepto antiguo de Teofrasto, el “oikeios topos”, que significa “lugar favorable”, y designa la relación creadora de vida entre cierta especie vegetal y cierto ambiente determinado. Reconocemos al deseo que nos es propio precisamente porque nos orienta a ese lugar favorable en que nuestra vitalidad creadora brota por su propio impulso, crea conexiones que aumentan su potencia y la eternizan (en lugar de actualizarse y gastarse en momentos puntuales de clímax desconexos al ritmo del capital), y da frutos que, al contrario de agotarla o consumirla, la prolongan y desarrollan. Así nuestro deseo recobrado puede ofrecer una fuente de expresión singular a esa “naturaleza naturante” de la que también hablaba Spinoza, a esa gran vida del todo que hoy sufre y se encuentra al borde del agotamiento, tanto en nosotrxs como fuera de nosotrxs. Y por eso, desde un punto de vista estratégico, producir deseo es hoy una tarea ética y política de primera magnitud: literalmente, una cuestión de vida o muerte.

Sobre este blog
La filosofía se sitúa en un contexto en el que el poder ha buscado imponerse incluso en los elementos más básicos de nuestro pensamiento, de nuestras subjetividades, expulsando así de nuestro campo de visión propuestas teóricas y prácticas diversas que no son peores ni menos interesantes sino ajenas o directamente contrarias a los intereses del sistema dominante.

En este blog trataremos de entender los acontecimientos del presente surcando –en ocasiones a contracorriente– la historia de la filosofía, con el objetivo de poner al descubierto los mecanismos que utiliza el poder para evitar cualquier tipo de cambio o de alternativa en la sociedad. Pero también de producir lo que Deleuze llamó líneas de fuga, movimientos concretos tanto del presente como del pasado que, escapando del espacio de influencia del poder, trazan caminos hacia otros mundos posibles.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Vigo
Vigo Caballero convoca ‘‘manifestaciones’’ en Navidad con conciertos pagados con dinero público para pedir el AVE
El alcalde de Vigo ha hecho el anuncio tras convocar un pleno extraordinario para reclamar al Gobierno una variante que costaría 2.300 millones de euros y que reduciría el tiempo de viaje con Madrid apenas 30 minutos.
El Salto Radio
El Salto Radio Cambiar y decrecer… o perecer
Volvemos a una pregunta tan incómoda como necesaria, que tiene que con nuestra supervivencia: ¿alguien nos puede decir cómo un modelo económico orientado al crecimiento infinito puede funcionar en un planeta finito?
#47702
19/2/2020 8:54

Que dificil crear deseo, y diferenciarlo del que el sistema no ha hecho vinculantes a el. Yo he podido sentirlo, disfrutarlo y mantener pero no por largo periodo precisamente por desencanto... Posterior, aunque creo que es eterno no puedo sentirlo y desarrollarlo con o en todo lo que hago. Muy interesante este relato.

0
0
#47247
10/2/2020 17:02

Es un trabajo excelente! No aparecen nombres de autores.... me interesa saberlo, seguirle...

0
0
#48022
25/2/2020 22:44

Es de Jordi Carmona Hurtado. Su nombre está debajo a la izquierda de la foto de cabecera. ;)

0
0
#46323
26/1/2020 23:27

Qué palabras más ciertas

0
0
#43279
17/11/2019 15:22

En este regimen porneoliberal aspiramos al libre y solipsista acceso a los productos pornográficos antes que a salvar el planeta.

12
7
Sobre este blog
La filosofía se sitúa en un contexto en el que el poder ha buscado imponerse incluso en los elementos más básicos de nuestro pensamiento, de nuestras subjetividades, expulsando así de nuestro campo de visión propuestas teóricas y prácticas diversas que no son peores ni menos interesantes sino ajenas o directamente contrarias a los intereses del sistema dominante.

En este blog trataremos de entender los acontecimientos del presente surcando –en ocasiones a contracorriente– la historia de la filosofía, con el objetivo de poner al descubierto los mecanismos que utiliza el poder para evitar cualquier tipo de cambio o de alternativa en la sociedad. Pero también de producir lo que Deleuze llamó líneas de fuga, movimientos concretos tanto del presente como del pasado que, escapando del espacio de influencia del poder, trazan caminos hacia otros mundos posibles.
Ver todas las entradas
Hidrógeno
Descarbonización Los planes de expansión del hidrógeno en Europa chocan con la falta de energía verde para producirlo
La escasez de hidrógeno producido con renovables y el exiguo desarrollo del aluvión de proyectos anunciados ponen en entredicho la estrategia de descarbonización en Europa, según un informe de Global Energy Monitor.
Crisis climática
Parlamento Ciudadano Climático Un jurado popular ciudadano para combatir la crisis climática y el retroceso democrático
En un momento crítico para la democracia y la acción climática, cinco organizaciones medioambientales reunieron en el Congreso de los Diputados a científicos, actores sociales y asambleístas para impulsar un Parlamento Ciudadano Climático Permanente.
Pensiones
Revalorización de las pensiones Los pensionistas no se fían y salen a la calle tras el rechazo al decreto ómnibus
La Unidad de Acción de Madrid convoca a manifestarse este viernes 31 frente a la sede del PP tras la “posición negativa de la derecha ultranacionalista, sea española o catalana”.
Ayuntamiento de Madrid
Convenio colectivo Las cuidadoras ganan a Almeida: Madrid anuncia nuevos pliegos con la subida salarial pactada
Las trabajadoras de cuidados seguirán en huelga dado que “no hay nada tangible”. El anuncio afectaría a 12.000 personas empleadas por el Ayuntamiento, pero no a las 2.000 trabajadoras más convocadas a la huelga que trabajan para la Comunidad.

Últimas

Cine
El Salto recomienda Diez películas y series en Filmin para acercarse a la diversidad de Andalucía
Una selección realizada por la periodista de El Salto Aurora Báez Boza sobre las mejores películas y series para descubrir las diversidades que habitan dentro de Andalucía
Salario mínimo
Pacto bipartito Trabajo y sindicatos acuerdan la subida del salario mínimo en 50 euros sin el apoyo de la patronal
Díaz anuncia un acuerdo con los sindicatos que llevará al Congreso de Ministros de forma “inminente” la propuesta del Ministerio de Trabajo. Los sindicatos proponían una subida de 66 euros y la patronal, de 34 euros.
Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Sin materiales, sin protección adecuada y sin financiación: los bomberos de Madrid denuncian “abandono”
La contaminación de los equipos de protección de cinco bomberos en un incendio en una nave de reciclaje hace levantar de nuevo la voz de los sindicatos, que ya tienen denunciada ante el TSJ de Madrid, la falta de financiación.
Opinión
Opinión No es Poder Popular todo lo que reluce
VV.AA.
No hay alternativa capaz de cambiar este sistema que no hable claramente de socialismo y de clase trabajadora
Lavapiés
Madrid Lavapiés gana un asalto a la organización fascista Hacer Nación
La empresa en la que se iban a organizar unas jornadas con figuras de la extrema derecha europea ha confirmado que comunicó a Hacer Nación que no le cedía su espacio.
Más noticias
Madrid
Justicia El fiscal general del Estado, en el alambre, declara como investigado ante el Supremo
Álvaro García Ortiz acude al alto tribunal a explicar su versión de las filtraciones denunciadas por el entorno de la pareja de Isabel Díaz Ayuso. Es la primera vez que un fiscal de su categoría declara como investigado.
El Salto Radio
EL SALTO RADIO Cultura y resistencia desde América del sur
Cuatro historias sonoras de experiencias creativas y comunitarias en algunas ciudades de Perú, Argentina y Paraguay

Recomendadas

Dana
Tres meses de la dana “Aquí no llovió casi nada”
VV.AA.
Un vecino de Benetússer explica cómo la riada arrasó y cambió para siempre las vidas de miles de personas.
Crímenes del franquismo
Isabel Alonso Dávila “El franquismo fue una máquina de fabricar miedo y dolor hasta el final”
Detenida en Granada en 1974 y 1975 por su vinculación con el movimiento estudiantil antifascista de la época ha presentado la primera querella en Andalucía por Crímenes contra la Humanidad en la dictadura franquista
Jaén
Andalucía Lopera no quiere que Greenalia especule con sus olivos
Decenas de pequeños olivareros de la Campiña Norte de Jaén podrían perder sus terrenos en beneficio de una empresa que quiere talar los árboles para instalar siete parques fotovoltaicos.
Redes sociales
Nuevas normas Meta abraza el discurso de odio y desafía la normativa anti discriminación
La plataforma de Mark Zuckerberg anunció cambios en sus normas: cuando empiecen a aplicarse, los comentarios misóginos y LGTBIAQ+fobos no violarán su política, pero existen herramientas para denunciar el discurso de odio.