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¡Qué pena más grande! Hemos vuelto a perder una oportunidad. O, mejor dicho, nos la han vuelto a robar. Para la izquierda es muy difícil avanzar cuando tenemos en contra al poder económico, que todo lo corrompe. Hasta a quienes creíamos nuestros compañeros.
El poder económico no puede permitir que la izquierda esté unida y es capaz de invertir lo que haga falta (recursos le sobran para ello) para evitarlo. Lo hemos visto muchas veces a lo largo de la historia. Compañeros de viaje que han ido “evolucionando” hasta perder todo signo de su antigua identidad, pero que en el camino han arrastrado a algunas personas que habían creído en ellos.
En la decadencia del dictador, algunos luchamos por darle la puntilla. Y lo pagamos caro. Incluso, algunos compañeros, con su vida. Yo, por suerte, solo lo pagué con cárcel y algunas otras consecuencias derivadas.
Política
Sumar Tres apuntes breves sobre la fusión fría de la izquierda
El poder económico nunca ha estado dormido. En la transición, la división fue la tumba de la izquierda. Y no se podía permitir su resurrección
Pero llegó la transición y los poderes fácticos se deshicieron fácilmente de una izquierda dividida para poner al frente de las instituciones a unos partidos contemporizadores con los herederos del antiguo régimen.
La desilusión fue grande para quienes habíamos luchado por una sociedad más justa y no veíamos perspectivas de conseguirlo.
Pasaron muchos años hasta que, un día, surgió un movimiento que dio en llamarse “de los indignados”.
La ilusión volvió a surgir en muchos de nosotros. Caras conocidas de años atrás volvimos a encontrarnos en aquellas asambleas. Y, como una evolución lógica, surgió un partido: Podemos.
Parecía que la izquierda, dormida durante décadas, despertaba al fin.
Pero el poder económico nunca había estado dormido. En la transición, la división fue la tumba de la izquierda. Y no se podía permitir su resurrección. Empezaron las maniobras de fraccionalismo. Pequeños partidos se van desgajando, tal vez con ocultas promesas, tan ocultas que es probable que nunca las lleguemos a conocer.
Y en estas, surge una líder, aparentemente llamada a volver a unir a toda la izquierda. A muchos nos ilusionó. Tengo que reconocer que yo fui uno de los que creí en ella. Y empezó su proceso de escucha. Yo estuve en uno de sus actos. Y me apunté a su iniciativa. Esperaba que fuese capaz de unirnos a todos, de sumar todas las fuerzas de izquierda.
Pero pasaban los días, las semanas, los meses… y no veía en ella esa intención que se la presuponía. A veces, incluso me daba la sensación de que estaba maniobrando en sentido contrario. No podía creer, por ejemplo, que de sus labios no saliese una sola palabra de apoyo a los grupos de izquierda que se presentaban a las elecciones. No me lo podía creer, de una persona cuya gestión en el gobierno me parecía magnífica. ¿Cómo podía hacerlo tan bien como vicepresidenta y tan mal como líder?
Y llegó el día nefasto: el 3 de abril de 2023.
Soy consciente de que todo suma. Incluso pequeños partidos. No estoy en contra de que todos ellos se unan. Mejor unidos que separados. Pero lo que no se puede es formar una unidad en la que falta un partido que agrupa a más gente que todos los demás dentro del espectro de la izquierda.
Y comienza el show, en el que se vitorea a una candidata que compite contra la de otro de los grupos presentes. Y aparece un tal Helio que nos desprecia e insulta a los “viejos”. Un tal Helio, que en Twitter suele insultar a los “ancianos” y a los “maricones”, y que ahora se presenta como adalid de la nueva izquierda. La que dice que quiere sumar.
Y yo acabo preguntándome: ¿Es consciente la líder de que para ganar hay que sumar más que los contrarios y que está consiguiendo que esto no sea así?
¿Tiene la líder alguna agenda oculta que pasa por evitar la unión de la izquierda?
¡Ojalá me equivoque! ¡Ojalá la izquierda acabe uniéndose! Sé que para ello hay que acabar con muchos personalismos, con pseudolíderes que sólo quieren vivir de la política. En los años 70 del pasado siglo (sí, Helio, soy un viejo) conocí a políticos que solo querían una sociedad más justa. Y también conocí a políticos que estaban dispuestos a venderse por un buen sueldo vitalicio. Creo poder reconocer a algunos de esa calaña. Y en el show del 3/3/2023 me pareció ver a algunos de ellos. Lo dicho, ¡ojalá me equivoque!
Y termino como comencé: ¡Qué pena más grande!
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Ya nos conocemos el cuento este de... "si hubiera unidad de la izquierda, hubiéramos podido cambiar infinidad de cosas (a mejor, claro)"... "la clase honrada, trabajadora, somos la inmensísima mayoría, más del 80% de la población, por tanto sólo bastaría que nos uniéramos"... etc., etc., etc.
Este tipo de cuentos, es decir, falacias sumamente ridículas y oligofrénicas, no son más que eso: cuentos y falacias.
La falacia es distinta a la mentira en el sentido de que la falacia consiste en sostener una hipótesis, teoría, tesis, razonamiento, etc. en base a premisas y fundamentos falsos.
Por ejemplo:
a) como la clase honrada y trabajadora somos más del 70% o del 80% de la población, bastaría con que nos pusiéramos de acuerdo o nos uniéramos para que todo cambiara (a mejor, claro).
b) la premisa es falsa, pues aunque haya un 70% o un 80% de gente honrada y trabajadora, eso no significa que todos ellos tengan los mismos objetivos, ni los mismos intereses, ni las mismas estrategias, ni etc.
Por eso hace muchas generaciones que están repitiendo esa misma falacia de la unidad, que para lo único que sirve es para hacer perder el tiempo, para hacer perder los proyectos, etc. a esas personas que se coman esa falacia tan ridícula.
Y también sirve para que los megacriminales que son los dueños de todo o cuasitodo sigan haciendo su agosto tan tranquilos.
Y, además, por si esto fuera poco crimen y estafa, resulta que todos esos partidos son simples y simplones apéndices y dependientes de LA PARTITOCRACIA VIGENTE, es decir, de un sistema diseñado que sirve para perpetrar el exterminio de las masas en todo lo que sea la política y lo político.
Estos personajes son todos ellos unos vulgares y repugnantes estafadores, están ahí para vivir de ese cuento para oligofrénicos de baba (el que de buena fe se lo crea).
Hombre, todo esto todavía no ha terminado. Falta ver a qué acuerdo llegan. ¿Está mal negociar pares fortalecer la posición propia? Puede, pero como mínimo, por las dos partes. A lo mejor el que tiene una agenda oculta para impedir la unidad de la izquierda, o para que no se haga nada sin su permiso, es el otro... Porque si salió de la política porque su figura no sumaba, que se quite y deje hacer. Pero ese es el problema, que quiere seguir mandando, disponiendo, y arrinconando a quien no obedezca adecuadamente. Los indignados eran asamblearios. El otro va de César, y a lo mejor ese el problema de la fractura de la izquierda, y no los intereses de la derecha. Porque estrategias para mejorar la vida de la gente hay más de una, no sólo la que esté en la cabeza de Pablo Iglesias.