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Tribuna
Togas, consentimiento y elecciones
Candidata a la alcaldía de Gasteiz y Secretaria de Feminismos y LGTBI de Podemos Euskadi.
En 2016, tras el caso de la manada, el movimiento feminista de todo el Estado salió a la calle para reivindicar la importancia del consentimiento en las agresiones sexuales frente a otros criterios, como la violencia, porque ahí residía y reside la diferencia entre una relación sexual que se desarrolla desde el respeto y una violación. El lema ‘No es abuso, es violación’ caló.
Tiempo después volvimos a salir cuando las condenas establecidas a los agresores del mencionado caso no eran suficientes, no reconocían la gravedad de los hechos, la gravedad de que un grupo de amigos se divirtieran intimidando, agrediendo y violando a una mujer, ejerciendo su privilegio de hombre. En ese momento todas vimos claramente que parte de la judicatura era machista, no por la profesión, sino porque el machismo es transversal a todas las esferas de nuestra sociedad.
“Todas vimos claramente que parte de la judicatura era machista, no por la profesión, sino porque el machismo es transversal a todas las esferas de nuestra sociedad”
De todo ese proceso, de todas las protestas, del clamor del movimiento feminista, nació el germen del consentimiento que a finales de 2022 alcanzó su máxima representación en la Ley del ‘Solo Sí es Sí’, una ley que está siendo perseguida, atacada y demonizada a pesar de contar con el reconocimiento internacional, con la propia alabanza del Presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Iñaki Subijana, y de la conversión de las peticiones populares en norma.
Punitivismo
El debate sobre esta ley se ha limitado al enfoque punitivista como si encerrar durante más tiempo al violador en la cárcel fuese a reparar el daño, a deshacerlo o a prevenirlo, cuando realmente esto se consigue con una mejor educación. Fuera del debate público han quedado las medidas de una ley que trabaja de forma integral la prevención, formación y el acompañamiento. Se trata de una campaña de desprestigio mediático, con la complicidad de unas cuantas togas, porque, aunque no quieran que lo digamos, si hace 6 años existían jueces y sentencias machistas, también existen ahora. Es preocupante.
“El debate sobre esta ley se ha limitado al enfoque punitivista como si encerrar durante más tiempo al violador en la cárcel fuese a reparar el daño, a deshacerlo o a prevenirlo”
Además, ayer pudimos conocer que el más alto tribunal del Estado, el Tribunal Supremo, negaba, mediante el rechazo a una rebaja de pena, el automatismo, negaba que la revisión de penas mínimas sea obligatoria y reafirmaba que si la pena impuesta entra en la nueva horquilla no hay opción a rebaja. También pudimos saber que la Audiencia Provincial de Navarra desestimaba rebajar la pena a uno de los cinco condenados en el caso de la Manada. De nuevo queda claro que se trata de una decisión individual de algunos jueces.
En 2004 la misma ofensiva se puso en marcha contra la ley contra las violencias machistas de aquel año. Hubo 200 recursos de inconstitucionalidad con esta ley y aumentaron un 158% los sobreseimientos por ello mismo. Hoy, 19 años después, nadie pone en duda el valor de esta ley y el avance que supuso. Por tanto, lo que está ocurriendo no es casual, ni novedoso.
Lo más entristecedor de todo esto, además de las propias rebajas de penas, que es obvio que no eran el objetivo, es que esta campaña no busca única y exclusivamente acabar con Podemos, sino que va más allá, se dirige al movimiento feminista, a las mujeres. Es una advertencia: “No conseguiréis acabar con las violencias machistas, no permitiremos que nos robéis nuestros privilegios”. Es por eso que los poderes están empleando todos sus brazos para impedir que el feminismo avance y gane terreno, por eso se están aplicando todas las presiones posibles para hacer caer esta ley y para dejar claro que, en este Estado, no tienen cabida las políticas feministas.
“Los poderes están empleando todos sus brazos para impedir que el feminismo avance, para hacer caer esta ley y para dejar claro que, en este Estado, no tienen cabida las políticas feministas”
El repliegue del PSOE
Esas presiones llegan en un momento estratégico y oportuno. Llegan a pocos meses de unas elecciones municipales y autonómicas inciertas y que se anticipan determinantes para la reedición de un Gobierno de coalición progresista en el Estado. Llegan en un momento en el que el CIS subía la estimación de voto para Unidas Podemos.
Las presiones han conseguido mover al PSOE de su férrea postura de defensa de esta ley de la que son coproponentes por el miedo a que le pase factura electoral. Tal es así, que ha presentado una reforma de la ley sin el consenso ni consentimiento del Ministerio de Igualdad con una actitud paternalista, adoptando el marco del PP, volviendo a un modelo caduco y cisheteropatriarcal, un modelo que aparta el consentimiento y pone el foco de nuevo en la violencia. Para que en los juzgados vuelvan a oírse preguntas como: “¿Cerraste bien las piernas?”, “¿te resististe lo suficiente?”, “¿cómo de larga era tu falda?”, “¿habías bebido?”.
No podemos volver al modelo del Partido Popular, a un modelo totalmente paternalista que revictimiza a las mujeres y las hace culpables por no ser “la víctima perfecta”. El modelo de una derecha capaz de aliarse sin reparos con la extrema derecha negacionista. No podemos dar ni un paso atrás ante las amenazas y las campañas de desprestigio machistas que pretenden amedrentarnos. Ante ellas debemos de ser más firmes que nunca y defender, como siempre, que solo sí es sí.