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Blackrock es el mayor inversor financiero del mundo. Su dimensión es descomunal con nueve billones de activos repartidos por todo el planeta que equivalen al PIB de Alemania, Francia e Italia combinados, o a lo que produciría la economía española en seis años. Si como parece posible se hace con el 20% de Naturgy entrará en su consejo de administración, algo que hasta ahora no había ocurrido en las otras 19 empresa del Ibex donde tiene una participación significativa (más de un 3%). Supondrá un salto cualitativo en su estrategia de control para sacar el mayor partido posible a sus inversiones en España.
El poder de Blackrock, sin embargo, no se ejerce fundamentalmente a través de su influencia en los consejos y CEOs, sino que nace de la dependencia de los Estados de este tipo de operadores para colocar su deuda. Ésta, además, ha aumentado desde que el BCE dejó de comprar y reinvertir en deuda pública el año pasado. Que España tenga que emitir letras y bonos por valor de 257.000 millones de euros en 2024 da una idea del grado de dependencia.
Blackrock y otros fondos como éste sacan partido de las debilidades del diseño institucional para financiar la deuda de los Estados en la Eurozona
Blackrock y otros fondos como éste (Vanguard, Blackstone, Cerberus,…) sacan partido de las debilidades del diseño institucional para financiar la deuda de los Estados en la Eurozona invirtiendo en sectores fuertemente regulados como el energético o bancario, o con una regulación insuficiente como el inmobiliario, y presionan para que determinadas regulaciones o intervenciones no prosperen o se acomoden a sus intereses, con el fin de obtener la máxima rentabilidad de sus inversiones. Si no cómo se explica que habiendo un consenso generalizado entre la población española sobre la necesidad de solucionar las dificultades de acceso a la vivienda, sobre todo entre los jóvenes, las iniciativas más eficaces nunca llegan al Boletín Oficial del Estado ¿Tendrá algo que ver que Blackstone y Blackrock sean los mayores caseros de España?
Que la banca española no haya elevado la remuneración del ahorro de los hogares con el alza de los tipos de interés -como sí ha ocurrido en Europa-, pero sí el coste de sus hipotecas y no se haya hecho nada eficaz para corregirlo, ¿estará relacionado con que Blackrock tenga una participación del 5% o superior en el Santander, BBVA y Caixabank? Que los beneficios de las eléctricas y energéticas españolas supere con creces al de sus homólogas europeas ¿tiene conexión con que Blackrock tenga participaciones que superan el 5% en Enagás, Iberdrola y Repsol?
El sector público debe ampliar su control sobre empresas clave a través de la SEPI, como parece que se hará en Telefónica
La presión de estos fondos hace que sean más caras las facturas del gas y la luz, la hipoteca, el precio de la vivienda y los alquileres. Defendernos de estos grandes fondos pasa, en primer lugar, por emplear el escudo anti OPAs para evitar que empresas estratégicas como Naturgy caigan en manos de poderes extranjeros que condicionen nuestra autonomía y terminen decidiendo nuestro futuro. En segundo lugar, el sector público debe ampliar su control sobre empresas clave a través de la SEPI, como parece que se hará en Telefónica. Y, en tercer lugar, hay que recuperar un diseño institucional adecuado para la financiación pública, protegiéndola de los movimientos especulativos del mercado.
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En este sentido, el Banco Central debe volver a ser un instrumento dependiente de la política diseñada desde los Ministerios de Economía; que aún está por construir en el caso de la Unión Europea. El monetarismo norteamericano de Milton Friedman y la escuela austriaca de Hayek y Mises se apuntaron su mayor éxito al lograr sustraer la política monetaria del control democrático, convenciendo a la sociedad de que no se podía dejar la “máquina de hacer dinero” en manos del pueblo a través de los políticos que lo representan. Ésta debía quedar a salvo y en manos de unos tecnócratas independientes cuya ciencia, sin embargo, quedó completamente comprometida tras la crisis financiera de 2008 y ha vuelto a quedar desacreditada recientemente por la ineficaz subida de tipos de interés para combatir una inflación de oferta, que solo ha servido para engordar los beneficios de los bancos a costa de los hogares hipotecados y las pymes.
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