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Siria
Las cicatrices de Siria: una historia de pérdida, nostalgia y renacimiento
Nada más producirse la caída del régimen de Bashar al-Asad y su huida del país, la población siria comenzó a preparar el regreso a sus hogares. Imágenes de sirios y sirias en países vecinos, empaquetando sus pertenencias y dirigiéndose hacia las fronteras, inundaron los medios de comunicación. Tras 14 años de violencia, guerra y exilio, intentan reunir los pedazos de sus vidas perdidas, recuperar sus recuerdos y, tal vez, olvidar el dolor y sufrimiento extremo que han soportado a lo largo de todos estos años.
Khaldoun Al-Nabwani, profesor, filósofo y figura mediática reconocida, es una voz alejada de los círculos políticos y de las armas, pero profundamente preocupado por su país y atormentado por el sueño de otra Siria. “Damasco me falta terriblemente. Mentiría si dijera lo contrario. Extraño nuestra casa, mi escuela primaria en mi pueblo, el departamento de filosofía de la Universidad de Damasco. Echo de menos las noches de verano en Siria, con ese cielo infinito que abraza mi pequeño pueblo perdido. Pero al mismo tiempo, tengo miedo de regresar. Nuestra casa ha estado abandonada durante años y muchos lugares han cambiado, han sido destruidos o devorados por el tiempo. Han muerto varios miembros de mi familia y la guerra, me ha arrebatado a muchos de mis amigos”, confiesa Khaldoun Al-Nabwani.
Para Khaldoun Al-Nabwani, profesor y filósofo, el sueño del retorno, cargado de esperanza y nostalgia, parece ahora inalcanzable, atrapado en un horizonte de libertad bloqueado por obstáculos inmensos y pruebas abrumadoras
Después de nuestro encuentro, en el que nos habló de su sueño de regresar a su país y del futuro de Siria, nuestro interlocutor empezó a recibir amenazas de muerte por regresar a su país. Quienes lo amenazaban no toleran que critique al nuevo líder y al gobierno de transición. El sueño del retorno, cargado de esperanza y nostalgia, parece ahora inalcanzable, atrapado en un horizonte de libertad bloqueado por obstáculos inmensos y pruebas abrumadoras.
Como tantos otros sirios que sueñan con regresar, Al-Nabwani murmura los versos del poeta palestino Mahmoud Darwish: “Te devuelven tu cafeterías, pero ¿quién te devolverá a tus compañeros?”. La memoria es la prueba más dura para el exiliado y el refugiado. El deseo de sobrevivir se enfrenta al temor de un país que vive dentro de ellos. Esta es la historia de aquellos que se vieron obligados a abandonar Siria antes de 2011, al comienzo de las revoluciones árabes, o de quienes huyeron de la guerra después de esa fecha.
Siria
Siria Un nuevo activismo político se despierta en Siria desde la caída de Assad
El exilio sirio antes y después de 2011
La dictadura siria obligó a muchos opositores a vivir en el exilio durante largos períodos de la historia del país. La oposición, en toda su diversidad, se estableció en los países vecinos, en Europa y en los Estados Unidos. Intentó desempeñar un papel en las negociaciones con el régimen tras el inicio de la revolución, pero los acontecimientos llevaron a la militarización del conflicto, generando una guerra interminable que solo terminó con la caída del régimen.
El exilio sirio se intensificó con el desplazamiento forzado de más de 13 millones de sirios desde 2011, en lo que constituye uno de los mayores éxodos del mundo. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 6,2 millones de sirios se convirtieron en refugiados, es decir, casi un tercio de la población vive fuera del país. De ellos, el 76% se encuentra en países vecinos: tres millones en Turquía, alrededor de 775.000 en Líbano, más de 600.000 en Jordania, cerca de 300.000 en Iraq y más de 150.000 en Egipto. Una gran parte vive en condiciones extremadamente difíciles, especialmente los que viven en campamentos de refugiados. Otra parte se ha establecido en Europa, con aproximadamente 800.000 en Alemania, seguida por Suecia, Austria y, en menor medida, Francia. Desde la caída del régimen el 8 de diciembre, varios países europeos han suspendido las solicitudes de asilo.
El exilio sirio se intensificó con el desplazamiento forzado de más de 13 millones de sirios desde 2011, en lo que constituye uno de los mayores éxodos del mundo
Muchos sirios y sirias no han tenido la misma suerte que Khaldoun Al-Nabwani. Sin embargo, la represión del régimen tampoco lo perdonó. Abandonó Siria en 2004 para trabajar y estudiar en Francia, especializándose en filosofía y publicando varias obras. Pero su verdadero exilio comenzó en 2010. Sin saber que su partida para defender una tesis en la Sorbona marcaría el inicio de un largo exilio en Francia, se encontró separado de su patria con el inicio de la revolución. Al-Nabwani, conocido por su oposición al régimen a través de sus escritos y apariciones mediáticas, vio cómo encarcelaron a su hermano menor en Siria, mientras que el resto de su familia sufría intimidaciones y acoso.
Siria
Fotogalería La Administración del Noreste de Siria reclama su voz en el futuro del país
Su primer contacto con sus padres, después de seis años, tuvo lugar en el aeropuerto Charles de Gaulle, y no en Damasco, como soñaba. Casado y establecido en Francia, la familia de su esposa solo pudo conocer a su hija Sophie en Beirut, en un encuentro programado. Sophie, siria de sangre pero únicamente francesa por su nacionalidad, nunca ha visitado Siria. Ella espera esa “nueva Siria” que algún día la recibirá. Pero, ¿qué dejará el pueblo sirio a las generaciones futuras?
La nueva Siria: de la memoria del dolor al sueño de una patria
A pesar del miedo y las incertidumbres, la población siria está regresando a su tierra. Sin duda, es la memoria de su país la que los acompaña. Khaldoun Al-Nabwani afirma que su regreso está cerca. Pero su corazón está asediado por el espíritu del filósofo y el político, preocupado por el futuro de su país. Vivió la caída del régimen con “una inmensa alegría, mezclada con ira y preocupación. Sentimientos contradictorios y perturbadores. Estaba profundamente feliz de ver partir a un dictador sanguinario, tal vez uno de los más crueles de la historia, desde Hitler. Pero también lloraba los años robados que le han sido robados a mi pueblo. Su caída debería haber ocurrido hace 13 años, ¡le habría ahorrado al país tanta sangre y sufrimiento! Incluso cuando ha caído, ha dejado al país sumido en el caos, sin organizar una transición ni calmar a sus seguidores”.
Khaldoun Al-Nabwani no oculta su preocupación frente a los islamistas, recordando su pasado radical. “Actúan como si fueran los únicos que han derrocado al régimen y los únicos que deben gobernar”
Tras la caída de Bashar al-Asad, el poder ha pasado a manos de la oposición militar, y se ha formado un gobierno compuesto únicamente por islamistas. Ahmed Al-Charâ, anteriormente conocido como Mohammed Al-Joulani, domina hoy la escena política siria. Exmiembro de Daesh, Al-Qaeda y del Frente Al-Nusra, fundó Hayat Tahrir Al-Sham tras la fusión de varias facciones de estos grupos islamistas. A pesar de su cambio de discurso, persisten las dudas, especialmente porque Siria sigue siendo un terreno de lucha entre diversas potencias regionales e internacionales.
Khaldoun Al-Nabwani no oculta su preocupación frente a los islamistas, recordando su pasado radical. “Actúan como si fueran los únicos que han derrocado al régimen y los únicos que deben gobernar. Toman decisiones ilegítimas, sin consultar al pueblo sirio”. El sueño de una nueva Siria es difícil, pero posible, afirma Al-Nabwani, aunque teme que se instaure un régimen teocrático islamista después de décadas de autoritarismo militar.
El proyecto democrático sirio: entre el sueño y la realidad
“Un proyecto democrático para Siria es claramente posible”, insiste Al-Nabwani, “a pesar de la destrucción y el sufrimiento de la guerra. Pero se necesita voluntad nacional para reconstruir el país y la participación política de todas las personas que no han sido partícipes de los crímenes ni de la destrucción del país”.
Siria, rica en su diversidad religiosa, étnica y lingüística, necesita un Estado democrático y laico para convertirse en un país moderno y fuerte. “La laicidad”, según Al-Nabwani, “es esencial para gestionar esta diversidad y garantizar una ciudadanía igualitaria. No es un rechazo de la religión, sino el único camino para unificar al pueblo sirio bajo una ley común”.
Sin laicidad, advierte, “habrá divisiones confesionales y desigualdades ante la ley, como exigir una religión particular para gobernar el país”. Para él, la ciudadanía debería garantizar derechos y deberes igualitarios, sin importar la pertenencia religiosa o étnica.
El sueño de una nueva Siria es difícil, pero posible, afirma Al-Nabwani, aunque teme que se instaure un régimen teocrático islamista después de décadas de autoritarismo militar
El camino hacia una Siria democrática está lleno de obstáculos. Desde 1949, Siria no ha conocido más que regímenes militares. Hoy, Siria enfrenta “dos monstruos”: la dictadura militar y el islam político.
La magnitud de la destrucción es vertiginosa. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos ha documentado más de 500.000 muertes hasta 2023, de un total de 600.000 víctimas. El Programa Mundial de Alimentos ha señalado que alrededor de 12,1 millones de sirios y sirias, es decir, más de la mitad de la población, sufren inseguridad alimentaria, lo que coloca a Siria entre los seis países más afectados del mundo. Las infraestructuras y las viviendas, incluida la casa de la familia Al-Nabwani, están completamente en ruinas.
“¿Qué me queda allí? Lo que amé probablemente ya no existe, o al menos no como en mis recuerdos. ¿Cómo será el reencuentro?, ¿será un shock?, ¿un abrazo después de una larga separación?, ¿Damasco me recibirá o me rechazará como a un extranjero? Honestamente, no lo sé”, concluye Khaldoun. Tal vez la historia de Khaldoun Al-Nabwani no sea más que una entre tantas, pero encarna esa lucha humana, en busca de un final y de un renacimiento, una vuelta a la vida.