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Salud mental
El Grupo de Apoyo Mutuo en salud mental de mujeres empieza a rodar en Valencia
Los Grupos de Apoyo Mutuo (GAM) entre personas con sufrimiento psíquico presentaron el pasado 28 de noviembre la formación de un grupo no mixto en València. Hoy, jueves 5, celebran el primer encuentro en la Biblioteca de la Dona.
La Red de Grupos de Apoyo Mutuo en Salud Mental de Valencia (Red GAM Valencia) forma un nuevo espacio solo para mujeres. En València la Red Gam incluye varios grupos de apoyo mixtos que, para mucha gente, resuelven el problema que se plantea cuando se sale de un centro psiquiátrico: “¿Qué hago ahora?”, según resume Saray Ruiz-Ocaña, veterana participante del GAM València Arrancapins. Como ella misma explica, lo que se crea en estas reuniones es un espacio en el que diversas personas que comparten los mismos problemas o dificultades se reúnen para hablar de ello y "compartir, en igualdad y horizontalidad". En estos espacios, continúa la integrante, “la salud mental también es social, estas redes de apoyo mutuo nos hacen más fuertes porque aumentan nuestra autoestima”. No se trata de un lugar donde se diagnostique a la gente sino “donde expresar el sufrimiento psíquico que vivimos”, concreta Ruiz-Ocaña.
En los GAM se trabaja la horizontalidad, desde la igualdad de condiciones y la ausencia de jerarquías, pues no hay profesionales en el grupo, según explican las participantes. La reciprocidad, compartir, es otro de los puntos esenciales, junto con el respeto por la diversidad de sufrimientos y la no discriminación. Procuran, en definitiva, formar un espacio acogedor, especialmente para las personas nuevas. “Es importante que no se hagan juicios y no dar consejos, que siempre son gratuitos”, apunta Lola Escalona, una de las personas que coordina los GAM en València, precisando que “lo importante es que la persona se dé cuenta de su problema y busque solución, no se la puedes dar tú”. En su opinión, lo importante es desmontar los discursos del tipo “es un problema químico, cerebral”, “no es culpa tuya”, “ya está en brote”, y que la persona sepa que “sigue siendo ella”.
“No nos sentíamos cómodas hablando con los compañeros de ciertos temas o situaciones; porque seguro que hay quienes te entienden, pero también los hay que te pueden cuestionar”
Susana Amigo viene desde ActivaMent en Catalunya, donde empezaron el grupo de mujeres el pasado mes de marzo. “Nos dimos cuenta de que en los grupos mixtos no nos sentíamos cómodas hablando con los compañeros de ciertos temas o situaciones; porque seguro que hay quienes te entienden, pero también los hay que te pueden cuestionar”. Al empezar a recuperarse de su historia de vida, en la que la droga le llevó a la prostitución, se acercó a esta asociación porque "no tenía autoestima, y allí encontré a gente con la que compartir y practicar la coescucha”. Para Susana, en el grupo de mujeres “la complicidad es la clave, sientes que te entiendes, que hablas el mismo lenguaje, lo que ayuda mucho a recuperar tu vida”. Concluye que la complicidad nace del hecho de haber vivido situaciones iguales o parecidas, lo que “llena, reconforta, crea lazos de sororidad entre mujeres y no competencia capitalista”.
Salud mental
Cuando la locura toma la palabra
“El sufrimiento psíquico se vive con mucha soledad y el feminismo aporta el sentido de los cuidados, de la interdependencia y de las redes de apoyo”
“El sufrimiento psíquico se vive con mucha soledad y el feminismo aporta el sentido de los cuidados, de la interdependencia y de las redes de apoyo”, reflexiona la activista, “se trata de crear un sentido colectivo con los cuidados en el centro, politizar el sufrimiento y la vulnerabilidad para que se convierta en una problemática social”. Finaliza su intervención explicando que al aplicar esta perspectiva a la salud mental podrán reivindicar sus derechos y así, de forma transversal, trabajar otro ejes de opresión que también llevan un plus de sufrimiento psíquico: las personas racializadas, las trans, las trabajadoras sexuales y el colectivo LGTBI.
La poeta feminista Sol Camarena Medina, instigadora cultural y co-editora de la revista La Gorgona, es junto a Saray otra de las iniciadoras de este nuevo grupo no mixto en València. Defiende la creatividad como herramienta de expresión y reivindicación, pues para ella no es suficiente con contarlo: “Es algo muy duro porque nunca sabes qué van a entender o cómo te van a juzgar, no sabes si habrá un reconocimiento después”. A Sol la escritura le permite abordar vivencias dolorosas y violentas, pues considera que “el sistema médico actual no funciona con nosotras”. Aunque dice que los profesionales le pueden ayudar mucho, “hablar con quien ha vivido lo mismo me ha hecho sentir acogida, comprendida, recogida, mientras que con la psiquiatría, al final te quedas sola con tu problema.”
“Escribir y apoyo mutuo tienen para mí un paralelismo, es una forma de apoyarme a mí misma expresando lo que siento”
La actividad creativa es para ella esencial, pues “permite sentirse escuchada y trabajar lo que ha pasado; escribir y apoyo mutuo tienen para mí un paralelismo, es una forma de apoyarme a mí misma expresando lo que siento”. Añade que el apoyo mutuo no tiene el objetivo de curar sino que “el objetivo es sentir que tu vida importa y que tu vivencia importa”, y que es importante entender “que la vida tiene partes desagradables: la de las locas y la de las que se consideran cuerdas, pues los problemas son reales y otra cosa es que mi 'problema' los agrave”.
Durante el debate posterior se perfilan las violencias estructurales específicas que afectan a las mujeres con asuntos de salud mental en las instituciones que las reciben: centros de día, hospitales, psiquiátricos... Según explican las asistentes, no existen estadísticas ni registros de las violencias que se producen en estos lugares, donde se suceden la esterilización forzosa, el aborto coercitivo y la contracepción no consentida. “Las salas de ingresos en psiquiatría son mixtas y las pacientes llevan los pijamas de hospital, que no son nada discretos”, explica una asistente a la presentación. Otra declara que ella se encontró con la mirada de varios empleados al salir de la ducha, en el centro donde pasó unos meses ingresada; el daño que sufría y por el que estaba allí, se veía así incrementado por esta violencia añadida. A todo esto se suma la realidad, apuntó durante la presentación una asistente, de que "a las 'taradas' nadie las cree, su palabra no tiene valor y esto hace más fácil violarlas".
Pese a todas las dificultades, la presentación finalizó con la alegría grupal de comenzar este nuevo proyecto, que motivó el poema escrito por Sol para esta ocasión:
tuvimos de ceniza
llenas las bocas, escribimos pan
donde sólo queríamos
agua.
desperdigamos besos por doquier,
censurando, desprovistas de compasión,
el grito de rabia.
y ahora
se nos ha hecho tarde
para pedir perdón. Así que nos vestimos de violeta,
nos quitamos las tiritas
y ponemos a dialogar
nuestros corazones. no queda paraguas
que amaine este llover.