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Residencias de mayores
Denuncian el deterioro de la atención de mayores en un centro gestionado por Mensajeros de la Paz en Madrid
Numerosas son las denuncias que familiares y trabajadores hacen de las condiciones en las que se encuentran muchas residencias con plazas públicas o concertadas. Incluso son algunas empresas las que dan la voz de alarma cuando, según sus cálculos, con lo que ofrece las comunidades por la gestión indirecta de estas plazas o residencias no se puede ofrecer un cuidado de calidad a los mayores. Es uno de los argumentos que pusieron sobre la mesa algunos centros y que ha hecho que más de 600 residentes tengan que ser trasladados de centro. También ha hecho que algunas empresas dejen de gestionar centros públicos incluso antes de finalizar su contrato. Esto es lo que ocurrió con la empresa Clece en la residencia y centro de día Fundación Reina Sofía Alzheimer, en Vallecas (Madrid). Decidió no presentarse de nuevo a la concesión y se presentó en su lugar la asociación, fundada por el padre Ángel, Mensajeros de la Paz. Se trata de un conglomerado de organizaciones sin ánimo de lucro que gestionan más de cien residencias. 17 de ellas desde su sede en Madrid, entre las cuales se encuentra la residencia exclusiva de enfermos de alzhéimer Fundación Reina Sofía.
Se trata de un centro de referencia internacional, no solo por su innovadora estructura, formada por nueve módulos de vida, donde los pacientes con esta enfermedad degenerativa conviven con otros pacientes en un nivel similar de la enfermedad con el objetivo de ralentizar su avance lo máximo posible, sino también porque en las mismas instalaciones se encuentra una unidad de investigación de la Fundación CIEN (Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas) dependiente del Instituto de Salud Carlos III. “El alzhéimer afecta a personas mayores, pero no siempre son mayores”, explica Paloma, que desde hace dos años y medio tiene a su madre ingresada en este centro, pero son muchos más los que llevan peleando contra esta enfermedad. “No es solo pérdida de memoria —explica—, dejan de andar, se olvidan de tragar, tienen problemas dermatológicos, estomacales, dolores. Como no hay tratamiento, lo único que podemos hacer es intentar frenar el avance y, como además, son pacientes con una esperanza de vida larga, se vuelve más difícil todo. Porque no es lo mismo luchar contra el cáncer dos años que contra el alzhéimer durante veinte”.
Denuncian que el nivel de servicios de la residencia ha caído especialmente hace un año, cuando de la gestión del centro se hace cargo la asociación mensajeros de la Paz
Paloma va a ver a su madre todos los días. Entre otros cuidados, procura que todos los días camine, porque tiene miedo que de un día para otro deje de andar. Es parte de este tipo de demencia, que hace que los pacientes no se comuniquen como deberían, que se abandonen a sus actividades normales y que dependan de alguien las 24 horas del día. Por eso, los familiares reclaman que las ratios de personal en estos centros no debería ser igual que para otras residencias de ancianos. “Para beber un vaso de agua, yo muchas veces me tiro cinco minutos. Tienes que hacerlo con paciencia, con mucha seducción e insistiendo mucho. Eso no lo pueden hacer los trabajadores cuando tienen tanta carga de trabajo y solo hay dos por módulo con 18 pacientes”. Así explica la situación que ve cada día en su visita a su madre, Nacho, otro de los familiares que se han unido para reclamar mejores cuidados en la residencia Reina Sofía. Junto con otras familias denuncian que el nivel de servicios de la residencia ha caído especialmente hace un año, cuando de la gestión del centro se hace cargo la asociación mensajeros de la Paz.
Residencias de mayores
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“Mi madre —continúa Nacho— estuvo en el centro de día de esta residencia y luego nos dieron plaza en otra. En cuanto pudimos, pedimos el traslado a la residencia Reina Sofía”. Allí lleva tres años y medios y reconoce que el centro funcionaba mejor con la otra concesionaria. “Lo de ahora es un desastre, es peligroso para los pacientes”. Paloma, Nacho y otros tantos familiares han empezado ahora a movilizarse de nuevo para pedir mejoras, empezando por concentrarse este viernes 3 de junio en el exterior del centro. No es algo nuevo para ellos, pues cuando la nueva gerencia empezó a trabajar escribieron de forma masiva al padre Ángel para exigir mejoras. En diciembre lograron cambios como tener una nueva directora o, más adelante, la creación del Consejo de Usuarios y Familiares. Algo que, aseguran, ha sido insuficiente y por eso no quieren seguir esperando las mejoras prometidas.
Las y los trabajadores, otros de los afectados
Cuando son preguntados por los y las trabajadoras del centro, los familiares lo tienen claro: son quienes también sufren las consecuencias de esta situación. “Hemos visto una desmotivación tremenda de los trabajadores,”, explica Nacho, que recuerda el gran esfuerzo que hicieron en tiempo de pandemia y que “en lugar de premiarles, tienen trato peor incluso”. “Los trabajadores son unas víctimas más”, explica Paloma, que continúa: “Hay personas muy válidas que intentan hacer lo que pueden por sueldos míseros. Personas a las que estamos eternamente agradecidas”. Un portavoz de los trabajadores, cuyo nombre no quiere dar por temor a represalias, explica a El Salto que “el problema es la falta de personal, porque todos son enfermos de alzhéimer y necesitan mucha paciencia”. Este trabajador insiste en que “se cubre lo básico, pero a costa de un esfuerzo físico, con lesiones, de los trabajadores, un estrés laboral alto”.
“Hay días que solo hay dos o tres limpiadoras. Para limpiar baños, platos, ropa, una barbaridad con 156 asistentes y 25.000 metros cuadrados”
Desde el Comité de Empresa ya se han denunciado irregularidades ante Inspección de Trabajo por no cubrir el mínimo de personal, como una noche en la que una unidad con 16 enfermos con grado tres —el más alto, donde tienen hasta dificultades para tragar su propia saliva—estuvieron toda una noche sin personal. Lo normal es que cada dos horas pase un trabajador a hidratarlos, el cambio postural para evitar heridas y ver que todo está bien. Lo mismo ocurre en otras unidades, donde no son más sencillos los cuidados, porque aunque tengan más movilidad puede haber más problemas. La vigilancia debe ser constante para evitar caídas o incluso agresiones y esto no es posible cuando solo hay dos personas por unidad. Si tienen que llevar a una persona al baño, cambiarla, preparar la ropa, dar la comida o, peor aún, si solo hay un trabajador porque el otro está en su descanso o ha tenido que ir al médico. “Clece, a nivel organizativo, no tenía nada que ver. Por ejemplo, las empleadas de limpieza, empezaron con nueve en cada turno y quedaron en seis. Ahora hay días que solo hay dos o tres limpiadoras. Para limpiar baños, platos, ropa, una barbaridad con 156 asistentes y 25.000 metros cuadrados”, explica el trabajador.
Desde la asociación Mensajeros de la Paz explican que cumplen “escrupulosamente los requerimientos que tenemos que cumplir pero nunca vamos a llegar a esas expectativas porque tenemos un aporte económico detrás”. “Es un centro de la Comunidad de Madrid y hacemos lo que ellos dicen, nosotros solo gestionamos”, explica Manuel Castro, director de operaciones de Edad Dorada, la oficina que gestiona las 17 residencias que llevan desde la central de mensajeros de la Paz. Castro reconoce que entraron “de forma precipitada” al renunciar Clece y que la Comunidad de Madrid les pidió que se hicieran cargo. Ante la convocatoria de nuevas protestas, Castro afirma que, como gerontólogo, “veo un sufrimiento de las familias, que también está detrás de esta situación de crispación, porque en ninguno de los otros centros tenemos este nivel de problemática. Algo pasa en este centro”. Los familiares responden a este punto alegando la “mala fama” que tiene Mensajeros de la Paz en otras residencias o cada vez que una denuncia contra ellos aparece en los medios. Como hace un año, cuando una de las residencias que gestionan en Móstoles apareció en las noticias al pedir ayuda por un brote de covid después de que su director acudiera a trabajar sabiendo que era positivo en el virus.
El Comité de Empresas sostiene que la concesionaria no dice la verdad porque no tiene en cuenta en el cómputo global, que hay 37 trabajadoras contratadas a 35 horas y otras tienen reducción de jornada
Desde Edad Dorada-Mensajeros de la Paz insisten en que la situación que se vive en el centro de Vallecas corresponde a una “disonancia” entre la expectativa de los familiares con la realidad económica de ese centro y que el ambiente de “crispamiento” que generan las protestas de familiares afecta a los trabajadores. “Lo que ocurre es que los familiares están muy descontentos porque ven lo que ocurre”, explica un trabajador del centro a El Salto. Exponen que no es verdad que se cumplan los pliegos, ya que estos especifican que haya 23 empleados por turno a 40 horas, en total 69. El Comité de Empresas sostiene que la concesionaria no dice la verdad porque no tiene en cuenta en el cómputo global, que hay 37 trabajadoras contratadas a 35 horas y otras tienen reducción de jornada. Esto afecta a la rotación de personal, algo aconsejado que sea el mínimo posible cuando se trabaja con personas con deterioro cognitivo, que necesitan ver caras conocidas y los cuidadores conocer bien a cada uno de ellos. “Queremos que la rutina sea la mayor posible, pero tenemos 24 horas de servicio y hay trabajadores que libran, que tienen vacaciones, están de baja, con horas sindicales… algo de rotación tiene que haber”, explica Manuel Castro, que reconoce que al ser un centro sin espacios comunes los ratios de personal deberían aumentar, pero “no hay memoria económica que soporte eso detrás”.
La pelota, en el tejado de la Comunidad de Madrid
Todo esto hace que la mirada se dirija a la Comunidad de Madrid. Preguntados por El Salto, el Gobierno autonómico explica por mail que esta residencia “tiene un ratio de personal de atención directa y gerocultores superior a la media de las residencias de la región y al que fija el acuerdo de acreditación de centros sociosanitarios que ha presentado el Gobierno central a las comunidades”. Fuentes de la Consejería de Familia, Juventud y Política Social defienden que “las quejas que plantean los familiares de usuarios de estos centros se comprueban en las visitas de inspección” y que si se detecta alguna infracción “se abrirá el correspondiente expediente sancionador”. “Son cómplices de esta situación”, responde Paloma, que echa en cara a la Comunidad de Madrid haber cancelado a última hora una reunión prometida con el director general de Atención al Mayor de la CAM para este mismo viernes. Sospechan que ha sido a raíz de pedir permiso para la concentración en protesta que han organizado.
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Con o sin reunión los familiares reclaman que la solución debe pasar por la rescisión de su contrato por la Comunidad de Madrid porque dan como demostrado que “el precio ofrecido para su gestión era inadecuado y que la empresa Mensajeros de la Paz no tiene ni la sensibilidad ni la calidad necesarias para gestionar este centro”. Por lo que exigen mejoras en las ratios del personal pero también en la alimentación, en las terapias ocupacionales, en los pedidos de farmacia e incluso cosas como que los pañales sean de la talla de los residentes. Reivindicaciones que son apoyadas por colectivos como Marea de Residencias, la Plataforma Verdad y Justicia para las residencias o la asociación de Familiares de Residencias (ADEMAF), entre otras. La clave es, para las familias, que se conceda el estatus de enfermo y no solo el de dependiente mayor para que la Comunidad de Madrid aumente los ratios necesarios en los pliegos de concesión. O bien, se haga cargo de la gestión directa. “Ellos —dice Paloma en referencia a los enfermos de Alzheimer— son los clientes perfectos para cualquier empresa, nunca se quejan”.