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Opinión
El abuso de la ilusión y el fraude de la confusión
Desde su inicio en 2016, he informado y analizado en varios medios la organización y espectáculos de este controvertido evento extremeño que sigue sin convencer por su forma de vacío estructural, pero que los organizadores -Asociación de Gestores Culturales de Extremadura (AGCEX) y Centro de Artes Escénicas y de Música (CEMART)- han terminado consolidando como una pequeña Feria Teatral comercial a su conveniencia (sospechosa de oportunismos y especulaciones en el embrollado mercado teatral y en lo competitivo entre las producciones de aquí y de otros lugares). Una “Muestra” que para este crítico teatral y otros artistas decepcionados de compañías extremeñas -participantes y no participantes- que les agravian los oscuros criterios artísticos de selección de obras y el sistema de encuentro con los programadores de espectáculos, creemos que cada año ha estado contribuyendo al abuso de la ilusión y al fraude de la confusión.
En esta VI edición, se ha visto -igualmente que en las otras- la falta de orientación de los patrocinadores culturales que junto a los organizadores han reincidido alardeando de objetivos, tanto en prospectos como en ruedas de prensa. Dijeron que la Muestra sería una plataforma de exhibición de espectáculos y de reflexión y debate de conceptos relacionados con el sector de las artes escénicas, de favorecer acciones que ayudasen a la internacionalización de las artes escénicas extremeñas, de motivar la creación de nuevos públicos, de contribuir al desarrollo turístico de Extremadura. Todo un revoltijo de propósitos con los que engañosamente tratan de ilusionar a los creadores extremeños. Objetivos que luego no se cumplen. Lo único que en verdad han hecho desde su confusión lo ha expresado públicamente la responsable de AGCEX, Carmen Trenado: “La finalidad de una feria es siempre comercializar, mostrar y vender”.
Todo un revoltijo de propósitos con los que engañosamente tratan de ilusionar a los creadores extremeños
Poco hay que decir –pues resulta cansino- sobre un evento inextricable consentido por la ineptitud de nuestros políticos culturales, carentes de un cuerpo de asesores solventes, que se ha perpetuado en el “más de lo mismo”, sin interés de debatir el modelo de Muestra extremeña que se necesita (sugerido en mi crítica varias veces). Un modelo, que no sea esta “Muestra” convertida solo en caótica Feria, con un atracón de espectáculos representados en tres días (siete extremeños y once de fuera) donde no hay espacio para otras actividades trascendentes -foros de carácter participativo- que cuestionen los problemas y soluciones del teatro extremeño.
Se ha perpetuado en el “más de lo mismo”, sin interés de debatir el modelo de Muestra extremeña que se necesita
Un modelo, que también incluya la parte de la Feria pero que no sea “culturalmente gratuito en la línea de ese sinfín de Muestras, Ferias, Ciclos, “Festivales” de estación, en manos de dispuesta servidumbre de programadores oficiales o privados, que se pronuncian más por el escaparatismo teatral comercial que por ofrecer una selección de producciones de calidad que respondan a la realidad política, social, cultural del momento”. Y que en los eventos efectivos “deben tener el propósito de levantar el interés cultural para que los creadores y el público puedan debatir en actividades adjuntas”, paradigmas que asumo de unas declaraciones de Luis Molina López, el teatrista español que más Festivales y Muestras organizó en el mundo (distinguido con un MAX de las Artes Escénicas y otros importantes premios por su trayectoria).
Los cuatro espectáculos extremeños más destacados
De las representaciones que presencié hubo, como en otras ediciones, diferencias en la calidad. En las extremeñas destacaron las siguientes:Prime. El cristal y la hiena
Espectáculo de la compañía pacense El Avispero Producciones, escrito por Simón Ferrero y con dirección escénica compartida con Isabel Martín, ha logrado la mejor función extremeña de la Muestra.
El texto, es un thriller de tema actual cuyo asunto trata las incidencias de cinco jóvenes especialmente seleccionados en una oferta de empleo de una fábrica de paquetería online. Un trabajo intensivo de sólo una semana de duración, donde los veinteañeros han de permanecer encerrados con el jefe -de una empresa llamada CRISTAL PRIME- hasta concluir la tarea. Los jóvenes aceptan el trabajo, interesados por su buena remuneración, animados por el jefe –personaje falsario y manipulador-, que les hace creer que la empresa monta cadenas de producción por toda Europa. Pero será la convivencia de cada día, semejada a la del espíritu del Gran Hermano televisivo (con el ojo ominoso del jefe/hiena que todo lo ve, según el concepto “orwelliano”) la que descubre de todos ellos ciertas desconfianzas, miedos y flaquezas, que hacen transitar la obra por la vía del suspense.
La lograda pieza, con buena dosis de enjundia, además de plantear un debate moral y social de las expectativas laborales, aborda diversos temas severos de las vidas personales de sus protagonistas. Utilizando el recurso del “flash-back”, estos personajes interpretan hechos sobre homofobia, suicidio por acoso en redes, abuso sexual o de salud mental, sometidos a un delirante juego de intrigas desde el comienzo, con rupturas en la acción que van de sorpresa en sorpresa revelando y ocultando deseos, mezquindades, engaños, venganzas y verdades respectivas de cada caso. Y que convierten a esos personajes -tanto a los jóvenes como al jefe- en víctimas y depredadores por igual, sin encontrar una salida, como bestias del sistema enjauladas en un mundo de cristal.
La lograda pieza, con buena dosis de enjundia, además de plantear un debate moral y social de las expectativas laborales, aborda diversos temas severos de las vidas personales de sus protagonistas
La puesta en escena, del tándem Ferrero/Martín, consigue una arquitectura de montaje muy coherente y afortunado en escenas de desbordante vitalidad. Destaca la dirección de unos actores que conforman un incitante juego teatral de situaciones exasperantes y agresivas y de rompimientos estéticos, con una exhibición de dinamismo ingenioso a ritmo de drama duro, que impregna la atmósfera claustrofóbica del austero lugar enrejado (diseño escenográfico de El Molino, con luminotecnia de Javi Mata y música y sonorización de Alicia Sánchez/Kai Salander/Esteban Gómez, apoyando perfectamente la estética y resonancia del drama).
En la interpretación, saltó a la vista la total entrega de un trabajo de equipo compuesto por cinco actores jóvenes –Alba Cayuela, Miguel Pérez Polo, Esther Lapié, Daniel Lázaro y María Raserón- y un actor veterano -José A. Lucía-, de los que sería injusto hacer distinciones, ya que cada uno contribuyó con solemne frescura, dando dimensión a sus posibilidades dentro de las caracterizaciones y desdoblamientos que realizaron. El vital elenco joven alcanzó un sobresaliente nivel, todos compusieron bien sus tipos y llenaron de organicidad sus roles. Lucía (el jefe/hiena), por su parte, mostró su talento artístico metido en los entresijos de un personaje patológico que se reviste de la fatalidad que brota de una frustración pasada, de un trastorno mental lentamente crecido, que borda –habilidoso, siniestro y doliente- integrado en los variados y sorprendentes registros del ritmo interno de las escenas.
Mercachifles
Teatro de calle de la compañía Teatrapo (de Villanueva de la Serena), producido por José F. Delgado, con mucho humor ingenioso y buena recepción del público, que tuvo lugar en la Plaza Mayor de Cáceres.
El espectáculo, de creación colectiva (a partir de una idea de Chema Pizarro), tramado con cierto ingenio, trata las andanzas de dos personajes cómicos, Genaro de Sales y Justo Price, rememorando a los pícaros comerciantes que recorren las calles de los pueblos hasta llegar a sus plazas, donde instalan el puesto decididos -con su mucha labia y desparpajo- a vender la mercancía. Uno y otro en su actuación, acompañados de un músico, tratan de hacer creer al público que en la vida gracias a ellos pueden tenerlo todo, conseguirlo todo, comprarlo todo, de que la sociedad puede ser perfecta y los sueños de cada uno pueden hacerse realidad con un producto guardado en “la caja del Señor Chifly”, que ofrecen y ponen en subasta. Un producto que resulta ser una estafa (al descubrirse en la escena final que la “famosa” caja solo contiene humo).
El espectáculo, de creación colectiva, tramado con cierto ingenio, trata las andanzas de dos personajes cómicos, Genaro de Sales y Justo Price
Los dos personajes que encarnan, a lo largo de la obra, varios tipos de vendedores -el afilador, el chatarrero, el vendedor de helados, de seguros, de enciclopedias, ambulantes, telefónicos, banqueros, etc.- logran escenas muy creativas, poniendo en tela de juicio las prácticas y el comportamiento de estos individuos farsantes en todas sus facetas, pero buscando la parte mágica, desconcertante y divertida de las situaciones más cotidianas y reconocibles. Todo desde una visión irónica y grotesca, criticando el modelo de consumo de la sociedad actual.
La puesta en escena de Miguel Muñoz (Premio MAX 2020 al Mejor Espectáculo de Teatro de Calle), discurre conjuntamente la parte dramatúrgica innovando en lo físico, en el movimiento, en el espacio y el ritmo como ejes de la acción, logrando eficazmente un ágil y armónico juego escénico de los dos actores y el músico, en torno de un singular tinglado –que muestra los productos de venta- montado sobre un automóvil (diseñado por Miguel A. Castro). Un juego de humor clownesco, entre lo chispeante, lo absurdo y las ideas críticas, buscando desde el principio la conexión y la complicidad con el espectador, que fue lo que convirtió el espectáculo en una delicia para todo tipo de asistentes.
La puesta en escena de Miguel Muñoz discurre conjuntamente la parte dramatúrgica innovando en lo físico, en el movimiento, en el espacio y el ritmo como ejes de la acción
En la interpretación, Francis J. Quirós (Genaro de Sales) y Chema Pizarro (Justo Price) son actores especialistas del humor –bien conocidos por la compañía- que han venido como anillo al dedo al montaje de Muñoz. Los dos, muy compenetrados también con el músico Juanlu Berzosax (que hace de Chifly y sabe hablar perfectamente con los instrumentos que toca y la expresión gestual), se lucen en una bien construida vía de acciones, desdoblándose en los muchos personajes embaucadores, dotados de un espíritu juguetón y libre, que aprovechan al máximo desplegando con talento y oficio su abanico de recursos expresivos trasmitidos de los clowns.
El Busclown
Una coproducción de las compañías Z Teatro (Coria) y La escalera de Tijera (Navalmoral) con otra de sus versiones circenses divertidas, basada esta vez en la novela picaresca “El Buscón” de Quevedo. El espectáculo, montado por Javier Uriarte, recrea con los códigos propios de estas dos compañías -de clown, circo, comedia del arte, danza, música- acciones trepidantes, colmadas de imaginativos cambios de situaciones y de roles, para dar vida a las aventuras y desventuras del singularizado personaje Pablos en sus viajes, según la novela.
En la función los cuatro intérpretes, Lola Sánchez, Roberto Calle, Javier Rosado y Juan Carlos Rey (que aporta además la parte lírica) exhiben -de igual forma que en su espléndido espectáculo anterior “Celestina, la tragiclowmedia”- sus vistosas cualidades expresivas de artistas/atletas a un ritmo veloz y delirante, en todos los episodios que tienen lugar en la escena.
En la función los cuatro intérpretes exhiben sus vistosas cualidades expresivas de artistas/atletas a un ritmo veloz y delirante, en todos los episodios que tienen lugar en la escena
Al espectáculo, que fue estreno y funcionó bastante bien, no obstante, le faltó mayormente ese rodaje donde se pueden ir depurando algunas matizaciones imprecisas en los personajes. En este caso concreto, la dirección escénica debería resolver mejor la expresión oral de los intérpretes, para una perfeccionada consonancia con la expresión corporal que realizan.
Medea a la deriva
De la compañía Maltravieso Teatro (de Cáceres), con texto de Fermín Solís y dramaturgia y dirección de Isidro Timón. Fue la función más polémica -que no halagó a algunos programadores en la injerida dramaturgia y por el espacio utilizado que no hacía sentir toda la intimidad requerida de la actuación- pero la que recibió la más larga y clamorosa ovación de la “Muestra”.
Fue la función más polémica pero la que recibió la más larga y clamorosa ovación de la “Muestra”El espectáculo parte de la novela gráfica de Solís (artista del comic que consiguió con “El laberinto de las tortugas” el Premio Goya 2020), con una versión de dimensión ficcional de alcances simbólicos sobre la esposa de Jasón que mató a sus hijos por desamor. Una Medea que aquí huye acosada por humanos y dioses, objeto de la furia de Zeus, navegando a la deriva en un bloque de hielo. El montaje de Timón, indaga con hondura en una difícil pero original puesta que mezcla comic y teatro, a través de una pantalla con las acciones del comic paralelas a las del monólogo interpretado por una actriz, glosando la metáfora de un mundo que navega hacia ninguna parte y que se hace daño a sí mismo sin llegar nunca a desaparecer, como ocurre a Medea.
La actriz Amelia David interpreta este personaje que late a buen ritmo con preciados matices dramáticos, tanto en la expresión corporal como en la de voz, dejando escapar sus conjuros, maldiciones, interpelaciones, ataques de ira, a lo largo de la función.