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Cuidados
Cuidar nos transforma
“Cuidar nos transforma” es la consigna central del Municipio B de Montevideo, pionero histórico en política feminista gracias a su Plan de Desarrollo Municipal 2020-2025 que pone en el centro de la política municipal la sostenibilidad de la vida. Este proyecto marcadamente ecofeminista tiene la voluntad política de, entre comunidad, gobierno, organizaciones sociales y academia universitaria, cocrear una agenda como “proceso colectivo y transformador”. Bajo tres conceptos claves, interdependencia reconociendo la necesidad de cuidados entre las personas, ecodependencia y el vínculo con el territorio y corresponsabilidad de género y generacional, el objetivo es “Construir un Plan de cuidados municipal junto a los colectivos feministas, redes de cuidados, de personas mayores, de infancia y adolescencia, revalorizando la reproducción de la vida, la eco-dependencia y la corresponsabilidad como elementos centrales en el derecho a la ciudad”.
En los últimos años han empezado a surgir planes de cuidados municipales en algunas ciudades de Iberoamérica. Barcelona Cuida es el reciente ejemplo más cercano que hay en España para garantizar el derecho a recibir y ejercer cuidados de manera digna mediante redes de apoyo comunitarias. San Salvador también busca garantizar el derecho a cuidarse y ser cuidada en “condiciones de igualdad y calidad a través de políticas públicas y servicios que promuevan la corresponsabilidad social”. Asimismo Bogotá alcanzó un logro histórico con el Sistema distrital de cuidado, que busca reconocer y redistribuir el trabajo de cuidado, así como reducir el tiempo de trabajo de cuidado profesionalizado no remunerado.
En los últimos años han empezado a surgir planes de cuidados municipales en algunas ciudades de Iberoamérica. Barcelona Cuida es el reciente ejemplo más cercano que hay en España
La alcaldesa de este municipio, Silvana Pissano, parte de un contexto de militancia feminista y formación en arquitectura y urbanismo feministas, especialmente en la defensa del derecho a la vivienda, que la llevaron a hacer una campaña bajo el lema principal del “derecho a la ciudad”. Es por eso por lo que hace reflexionar sobre qué pasaría si la ciudad fuera un espacio que cuida, permitiendo la vida y reconociendo y abrazando las necesidades diversas, fomentando la autonomía y vida común. Hace falta una mirada económica que integre lo productivo y lo reproductivo, lo remunerado y lo no remunerado. Y es que, como dice la arquitecta argentina Ana Falú, “un tema central vinculado a la calidad de vida de las mujeres en particular refiere a la proximidad de los servicios, todo lo cual contribuye a la cohesión social, a desarrollar empatías y vínculos entre vecindario”.
El Municipio B de Montevideo comprende varios barrios del centro histórico y sus alrededores, que acumula según el INE el 11,1% de la población de la ciudad. La configuración organizativa de Uruguay defiende una descentralización política por ley para garantizar el “involucramiento activo de la sociedad civil en la gobernanza municipal”, por lo que el país además del gobierno nacional tiene un segundo nivel de gobierno, el departamental, y un tercero, el municipal. Por otro lado, tras la aprobación de la Ley de Cuidados en 2015, Uruguay reconoce al cuidado como un derecho social. Frente al lugar periférico que se le ha otorgado al feminismo en los debates académicos sobre democracia, se propone una política pública centrada, precisamente, en una gran reivindicación feminista. Pissano propone así un “gobierno de cercanía” donde “vamos a ceder poder haciendo de la política una práctica colectiva”. Además, como menciona la autora uruguaya Lilian Celiberti en el libro Notas para la memoria feminista de Cotidiano Mujer: “recuperar la historia es también una acción contrahegemónica para no silenciar y olvidar de dónde venimos y qué aprendimos de otras mujeres, de sus rupturas y de sus luchas.”
Los programas de cuidados municipales apuestan por introducir políticas públicas que acompañen y alivianen, que pongan en práctica ese “derecho a la ciudad” mediante infraestructuras feministas
En este tercer fin de semana de marzo de 2023 se celebró el primer encuentro sobre cuidados organizado por el Municipio. Se daba comienzo bajo la frase “Pisamos todavía un suelo pegajoso que no nos permite avanzar por la carga de cuidados”. Hablar de cuidado es muy extenso, ya que desde esta acción de sostener comprendemos también a la comunidad, la política y la academia. Frente a la necesidad humana de cuidados, históricamente las mujeres han sido asignadas las tareas de sostenimiento cotidiano de la vida. Este plan se propone como una forma de accionar desde la política pública municipal, con su escasez de medios y recursos, para contribuir a la reorganización social de los cuidados mediante la redistribución de responsabilidades, sentidos y costos. Se trata de una política pública que acompañe y aliviane, que ponga en práctica ese “derecho a la ciudad” mediante infraestructuras feministas y metas concretas, haciendo hincapié en la importancia de dar visibilidad a los cuidados y no olvidarnos nunca de la corresponsabilidad.
El Plan de Desarrollo consta de cuatro dimensiones principales. En primer lugar, la participación, visible en los diálogos barriales, diversos encuentros, talleres y formaciones. Un segundo punto es apostar por una fuerte intervención en un urbanismo que permita la autonomía de las personas, además de garantizar la calidad de vida y sostenibilidad del territorio. La tercera dimensión es la corresponsabilidad, de manera práctica mediante los cupos de cuidado y de forma simbólica con las balconeras feministas. Las balconeras es un proyecto del municipio donde, tras un concurso entre las artistas del país, se seleccionan las ilustraciones que decorarán los balcones y ventanas de la cuidad bajo consignas feministas, como “Menos te ayudo y más hacete cargo”. Por último, la apuesta por la dimensión tecnológica como herramienta para la visualización y ubicación de la oferta de cuidados.
La vida y ya
La vida y ya Ropa tendida
Además, están presentes siete componentes que complementan las dimensiones descritas; “Atención a la emergencia social”, “Derecho a la ciudad”, “Patrimonio vivo/cultura”, “Barrios verdes”, “Construyendo vecindad”, “Ganar la calle” y “Municipio de cercanía”. De esta forma, se invita a la ciudadanía a preguntarse qué tipo de ciudad quieren, qué relación con la naturaleza o con la posibilidad de construir relaciones sociales debe haber. Plantea, en palabras del plan, una perspectiva democratizadora, emancipadora y ecofeminista, que permita generar dinámicas urbanas integradoras de las distintas identidades y maneras de habitar el territorio. Se trata de ganar, o recuperar, la calle, para que sea inclusiva y disfrutable.
Este encuentro forma parte de la construcción de una memoria colectiva que precisa tanto del Estado y las políticas públicas como de la capacidad de la población de generar iniciativas. Es un ejemplo sin precedentes de una política local feminista con alta capacidad de acción. Integrar una dimensión ecologista y feminista en la planificación y gestión del territorio se hace imprescindible para construir un modelo urbanístico compatible con el buenvivir.