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Macrogranjas
El movimiento Stop Ganadería Industrial se prepara para el fin de las moratorias de macrogranjas
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
España tiene un problema de contaminación por nitratos y de proliferación de macrogranjas. Lo primero lo dicen las estadísticas del Gobierno, pues el último informe de seguimiento de la Directiva europea de nitratos indica que casi el 30% de las estaciones de control de aguas subterráneas y del 50% de las superficiales alertan de una mala calidad del agua por la presencia de este tipo de productos, utilizados masivamente para fertilizar los cultivos intensivos, además de provenir de los purines que producen las explotaciones ganaderas industriales. También el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que en marzo condenó a España por incumplir la normativa de protección de agua. En concreto, por “incumplir sus obligaciones relativas a la protección de las aguas contra la contaminación producida por nitratos procedentes de fuentes agrarias” en ocho comunidades autónomas.
Lo segundo lo dicen las cifras. La última recopilación del número de macrogranjas en España —entendidas como explotaciones de más de 2.000 cerdos de cebo de más de 30 kilogramos, 750 plazas para cerdas reproductoras o 40.000 plazas para gallinas ponedoras— realizada por Greenpeace habla de un crecimiento de 1.569 explotaciones en 2013 a 3.618 en 2022, un aumento del 135% en una década.
Tales datos explican la aparición de decenas de colectivos ciudadanos nacidos para frenar este tipo de instalaciones agroindustriales en el mundo rural. La plataforma Stop Ganadería Industrial, que este fin de semana acoge su quinto encuentro estatal, agrupa a 70 de esas organizaciones, ubicadas en 12 regiones, así como a seis organizaciones de ámbito estatal.
Macrogranjas
El Salto TV Retamoso de la Jara, un pueblo contra dos macrogranjas
Este año, el encuentro tiene como telón de fondo el fin de las moratorias para nuevas autorizaciones ambientales a macrogranjas porcinas que Castilla-La Mancha estableció en 2022 y para instalar o ampliar nuevas explotaciones ganaderas en 68 municipios catalanes con alta concentración de explotaciones y contaminación por nitratos. La primera termina a fin de año y la segunda en julio de 2025.
Una moratoria con muchos agujeros
La portavoz de la Coordinadora, Inma Lozano, señala que las perspectivas “son bastante poco halagüeñas, porque —en referencia a la normativa castellano-manchega— estamos viendo cómo esta moratoria al final no ha servido para mucho”. Lozano denuncia que los nuevos proyectos “se han ido desmembrando, haciéndolos más pequeños, pero han entrado igual” y que la Junta de Castilla-La Mancha “justifica las plantas de biogás como la solución mágica para el problema de los purines”.
El Ejecutivo regional está ultimando un paquete de medidas que pretende suplir la moratoria con una nueva regulación. Esta incluiría un nuevo decreto sobre gestión de estiércoles y purines, un nuevo mapa de zonas vulnerables a la contaminación por nitratos y un decreto para fomentar la biometanización. Sin embargo, desde Stop Ganadería Industrial no creen que la nueva legislación “vaya a reordenar el sector, sino lo que viene es a poner un parche a este problema que venimos denunciando de la contaminación por nitratos pero que es pan para hoy y hambre para mañana, porque al no haber ni control ni rigurosidad por parte de la Junta tememos que esto sea otro eslabón más de la cadena que nos aboca a tener pueblos contaminados”, declara la portavoz de la Coordinadora.
La Red Ciudadana de Vigilancia de Nitratos alertó en mayo de que el 54% de las mediciones de aguas subterráneas y el 61% de las realizadas en aguas superficiales indicaban niveles superiores a los legales de contaminación por nitratos
A falta de conocerse los detalles del paquete legislativo, el uso de purines y residuos orgánicos provenientes de la ganadería industrial para la creación de biogás en plantas energéticas es una de las medidas a las que se oponen desde Stop Ganadería Industrial. Alertan de los que consideran como un “previsible efecto llamada” que atraería más macrogranjas, así como de los efectos en la condiciones ambientales y sanitarias de los pueblos donde se instalen. “Donde ya están instaladas estas plantas de biogás estamos viendo que tampoco funciona porque no hay supervisión y porque eso y también genera un subproducto que también se tira al campo”, expone Lozano. “Los pueblos que ya tienen este tipo de plantas están sufriendo en sus carne y en su día a día los efectos de estas”.
Desde organizaciones defensoras del medio ambiente llevan tiempo alertando de los posibles impactos de las plantas de biometano. Si bien desde Ecologistas en Acción señalan que “convertir los residuos orgánicos en energía puede ser una buena idea, siempre que se cuente con la población”, al riesgo de contaminación de acuíferos se unen “la emisión y el riesgo de escapes de gases contaminantes a la atmósfera (metano y amoniaco, entre otros), así como el alto volumen de estiércoles y purines usados como residuos, que suponen un riesgo para el suelo y subsuelo”.
Inma Lozano: “Todo esto no trae nada positivo al pueblo. Por mucha antena de wifi que me pongas en el pueblo, si no puedo abrir el grifo no voy a querer vivir ahí”
Hay que recordar que el biometano es muy similar al gas fósil y tiene una capacidad de efecto invernadero 87 veces superior al CO2 a 20 años vista. El estricto control de las condiciones de producción, transporte y utilización del biogás para eliminar fugas es una condición obligatoria para este tipo de plantas, según los ecologistas. Sin embargo, desde los colectivos vecinales afectados por las macrogranjas remarcan precisamente que la ausencia de controles es hoy norma en el sector.
Agroindustria
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Desde Stop Ganadería Industrial inciden en que los niveles de nitratos en pozos y acuíferos no solo no han mermado, sino que ha ocurrido todo lo contrario. La Red Ciudadana de Vigilancia de Nitratos, una plataforma coordinada por Greenpeace, alertó en mayo de que las últimas mediciones señalaban que el 54% de las realizadas en aguas subterráneas y el 61% en las superficiales recogían niveles superiores a los legales de contaminación por nitratos. “Vemos cómo están subiendo los niveles de nitrato año tras año, y esto se debe al mal control en parte de los vertidos de purines”, indica Lozano, quien añade: “Todo esto no trae nada positivo al pueblo. Se carga la vida de los ciudadanos en cuanto no podemos abrir el grifo y beber agua. Con eso te cargas todo el entramado contra la despoblación rural y de querer fomentar las zonas desfavorecidas. Por mucha antena de wifi que me pongas en el pueblo, si no puedo abrir el grifo no voy a querer vivir ahí”.
Respecto a la tercera medida anunciada por el Gobierno castellano-manchego, el nuevo mapa de zonas vulnerables que las amplíe, Lozano se muestra crítica. “Ya se amplió hace unos años y cada vez son más las zonas vulnerables, lo que te marca tanto el abono como el uso de purines que puedes echar en tu tierra para abonar. Pero claro, si produces más del que la tierra necesita, te tienes que deshacer de eso, y es caro. El gasoil para trasladarlos a otras parcelas más alejadas vale dinero. Es ahí donde surge la picaresca y el problema está en que no hay absolutamente ningún control”.
Por último, ante el fin de la moratoria en Catalunya, a la que le quedan diez meses de vigencia, la portavoz asegura que desde la Coordinadora estarán “muy atentos” en una zona en la que, según apunta, “tiene tal densidad de cabezas y explotaciones por kilómetro cuadrado que si tienen que cumplir la ley del kilómetro entre explotación y explotación no les caben”.
Macrogranjas
Ganadería intensiva Nación macrogranja
El quinto encuentro estatal de la coordinadora Stop Ganadería Industrial tendrá lugar del 5 al 6 de octubre en Retamoso de la Jara (Toledo), un pueblo en el que hay proyectadas dos macrogranjas porcinas y situado en una comarca que se ha convertido en una nueva zona cero del sector porcino, con 60 explotaciones ganaderas industriales en un ratio de 35 kilómetros alrededor de la localidad.
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Además del daño medioambiental y ser origen de epidemias y resistencia antibiótica, las macrogranjas son verdaderos campos de concentración para millones de seres sintientes que son usados, abusados y asesinados cada día. Un negocio cruel y nefasto.
“Convertir los residuos orgánicos en energía", quemándolos, sean los que sean, nunca es una buena idea: los residuos de la combustión acaban en la atmósfera, en el suelo, y en el agua. No hay escapatoria. La única buena idea es no quemar nada.