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Racismo
Mbaye incomoda
“Madrid es muy racista” ¿Quién ha dicho tal cosa? Serigne Mbaye ¿Y ese quién es? Un candidato a la lista de Pablo Iglesias con Unidas Podemos para las elecciones en Madrid ¿Y ese qué va a saber de racismo? Es una persona de origen senegalés que llegó a España jugándose la vida debido al modelo securitario de la frontera sur que fuerza a las poblaciones inmigrantes a escoger rutas cada vez más peligrosas para poder cruzar las fronteras. Bajo su condición de ilegalidad impuesta fue encerrado en un CIE. Trató de ganarse la vida siendo mantero perseguido constantemente por la policía. Es portavoz del Sindicato de Manteros que defienden la dignificación de su trabajo, su legalización y el fin de los abusos y persecuciones de la policía. Defienden su derecho a sobrevivir. Su vida ha estado condicionada violentamente por la Ley de Extranjería durante muchos años. Conoce en profundidad la legislación y el sentido práctico y teórico del racismo en tanto que activista. Ha sufrido insultos en la calle y en su trabajo. Consiguió nacionalizarse, proceso nada sencillo. Y decidió que el siguiente paso era entrar en la política para poder cambiar las condiciones que generan que otros sufran lo que él ha sufrido.
Tajante. Posiblemente es la primera vez que un candidato a entrar en la Asamblea de Madrid con un partido político hace semejante sentencia. Y claro, imposible que no resuene.
En las últimas elecciones del 26M de 2019 en la Comunidad de Madrid el partido Vox, basando su campaña en multitud de premisas racistas e islamófobas, obtuvo el 8,86% de los votos. Venía de obtener un 1,17% en las anteriores elecciones
Cuando Mbaye afirma que “Madrid es muy racista” no solo nos habla de lo que es y de lo que ha sido, es una premonición que nos sitúa en el resultado de las elecciones. En las últimas elecciones del 26M de 2019 en la Comunidad de Madrid el partido Vox, basando su campaña en multitud de premisas racistas e islamófobas, obtuvo el 8,86% de los votos mientras que el PP el 22,21%. Vox venía de obtener un 1,17% en las anteriores elecciones del 2015. Mientras, en las últimas elecciones generales del 10 de noviembre de 2019 Vox era la tercera fuerza política más votada de la Comunidad de Madrid con el 18,49% de los votos por detrás del PP con el 25,11%. Recordemos que la inmigración fue el tema que más mencionó el partido de Abascal en el debate televisado vinculándola con la delincuencia y la inseguridad de España, así como de que roban las ayudas que deberían ir dirigidas a las personas españolas. Es decir, en Madrid cada vez tiene mayores apoyos una formación política que ha venido haciendo de su racismo un elemento cada vez más explícito hasta anunciar públicamente a través de las redes sociales, tras saberse que Mbaye se presentaría en las listas de Unidas Podemos, que lo deportarían.
Desde esta óptica es en la que decir que Madrid es racista se presenta como un ejercicio de memoria donde las bases del racismo son apoyadas, legitimadas y asumidas por miles de personas votantes en las elecciones. Ahora bien, el racismo no se reduce al partido de Ortega Smith. Lo cierto es que el PP lleva gobernando en la Comunidad de Madrid varias décadas donde han aplicado políticas que han perseguido a las poblaciones inmigrantes, las han criminalizado y las han forzado a vivir en los márgenes. Quienes han reforzado la institucionalización del racismo han sido todos los que han venido gobernando. Porque Mbaye tuvo que llegar en patera a España y fue encerrado en el CIE de Madrid bajo un gobierno del PSOE a nivel nacional y del PP a nivel autonómico. Y desde entonces la Ley de Extranjería lejos de derogarse se ha venido reforzando con otras leyes que persiguen de forma concreta a las poblaciones inmigrantes como la Ley de Seguridad Ciudadana.
Mbaye tuvo que llegar en patera a España y fue encerrado en el CIE de Madrid bajo un gobierno del PSOE a nivel nacional y del PP a nivel autonómico
La premonición se asienta en la perspectiva de las futuras elecciones del 4 de mayo. En ese escenario, Isabel Díaz Ayuso, favorita a seguir gobernando como presidenta de la Comunidad de Madrid nos quiso señalar el pasado septiembre que parte de la situación trágica de la pandemia en Madrid tenía que ver con los modos de vida de las poblaciones inmigrantes. El problema no era las condiciones de precariedad a las que se les fuerza a vivir sino sus patrones culturales. Una Isabel Díaz Ayuso que para poder gobernar ha tenido que sostenerse en los apoyos del partido de Vox. Nos encontramos entonces, y así señalan las encuestas, que Ayuso ha pasado a ser la candidata favorita de los votantes de Vox cuyas estimaciones de voto advierten de un posible trasvase de votos al PP desde el partido de ultraderecha. Hecho que tiene más que ver con el acercamiento de la presidenta a la formación verde que al alejamiento de los votantes de Vox de los postulados del partido ultra. Y en este sentido, Madrid volverá a votar aceptando y legitimando los postulados racistas de la derecha con los que perfectamente conviven y asumen sus consecuencias.
Por eso Serigne Mbaye incomoda. Su simple presencia irrita. Representa el objeto político de odio del discurso de la ultraderecha y parte de esa ultraderecha está configurada por el propio Partido Popular. De ahí que la primera reacción de Vox fuera más explícita que nunca: “Lo deportaremos”. Y lo dicen porque pueden. Porque saben que pueden anunciar cometer un acto ilegal como es deportar a una persona por su condición racial e ideológica. Porque que no les resta votos. Por el contrario, esa es la culminación de su política. Les gustaría legalizar tal práctica: poder deportar a quien quieran y cuando quieran en función de lo que sea. Las deportaciones masivas y las violaciones de derechos ya existentes sobre estas personas, no son suficientes en su proyecto político. Si fuera por Vox, Mbaye no podría presentarse a las elecciones.
De ahí que tal discurso busque deshumanizarle. Para justificar “deportarle” hay que presentarle como un enemigo. Un problema para la sociedad y la españolidad que la entienden como blanca y católica. Por eso, rápidamente los medios de comunicación afines con figuras como Federico Jimenez Losantos no titubean al decir públicamente que “hace falta un botón de seguridad para cuando venga el mantero”. Bajo esa misma retórica Ayuso se permitía incluir en una misma frase a “manteros, okupas y agresores” sentenciando que “a la gente normal y coherente que trabaja todos los días no les gusta que a los manteros se les premie con un escaño”. Mbaye para el relato que busca configurar esa derecha no es una persona más, es “el mantero” (como si el trabajo de una persona por un periodo de tiempo la definiera el resto de su vida) dado todos los imaginarios demonizadores creados en torno a las personas que para sobrevivir se dedican a la manta.
El alejamiento teórico de las izquierdas europeas, incluso muchas veces las más radicales, de lo que es el racismo, supone que desconozcan que ese capitalismo que configura Madrid es intrínsicamente racista
Pero Mbaye no solo incomoda a la derecha. Asumir esto sería aceptar que las personas de izquierdas no son racistas y significaría desconocer el elemento estructural del racismo. Las personas de izquierdas también configuran ese Madrid racista que señala Mbaye. Y ha sido esta izquierda la que históricamente ha negado la propia existencia del racismo como un elemento que deba ser tenido en cuenta e incluido en las agendas políticas. De ahí que haya quienes dicen que presentarse con esas palabras no es inteligente electoralmente. La izquierda, o si queremos matizar, una amplia parte de ella puede asumir e incluso defiende, que se grite que Madrid es una ciudad muy clasista marcada por el capitalismo más neoliberal desde los tiempos de Esperanza Aguirre. Pero le supone un problema que el racismo se convierta en agenda, porque en última instancia también les apela a ellos. También les señala. El alejamiento teórico de las izquierdas europeas, incluso muchas veces las más radicales, de lo que es el racismo supone que desconozcan (y que no les interese) que ese capitalismo que configura Madrid es intrínsicamente racista. Madrid está geográficamente racializado.
Con Mbaye, su silencio sobre este asunto ha venido a romperse siendo este uno de los motivos que reflejan la importancia de que haya tomado la decisión de saltar a la política institucional de partido. Abre una oportunidad, que lejos tiene que ver con electoralismos, y es que se hable de racismo. Porque podemos afirmar que sin Mbaye el racismo seguirá estando aparcado en el mismo cajón gobierne quien gobierne. Sin que se hable de ello, sin que se reconozca su existencia, es imposible que entre en las agendas políticas y a la postre que se generen políticas públicas para paliarlo. Su decisión puede suponer el acto revolucionario de que en la Asamblea de Madrid un día se denuncie el racismo institucional y al día siguiente también. Que cuando Vox señale, una persona negra les conteste. Que se rompa la tutela. Y esa es, sin duda, una ventana de oportunidad para el antirracismo político.