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Insólita Península
La olmeda que resiste
En las afueras de Cieza, al otro lado del puente de los Nueve Ojos, la olmeda de Maripinar marca los límites de la carretera RM-532.
La olmeda de Maripinar, en el municipio de Cieza (Murcia), sobrevive con unos cuarenta ejemplares en las cercanías del río Segura. Son árboles centenarios que dibujan un túnel de verdor y sombra, con troncos sólidos a ambos lados de una carretera muy transitada. Se trata de un caso singular, pues la enfermedad de la grafiosis arrasó la población de olmos en la Península a finales del siglo pasado y las consignas de la seguridad vial aconsejaron en muchos casos las talas de los árboles plantados en los márgenes de las carreteras.
Aquel tiempo de árboles de sombra con troncos pintados de blanco en las cunetas, de viajes interminables detrás de un camión, ha quedado preservado en la olmeda de Maripinar. Pero este espacio, lejos de ser un reducto de calma, una rareza arqueológica, da noticias con frecuencia y mantiene una vida social compleja. Los olmos de Maripinar también se ven amenazados por las enfermedades y las caídas de sus ramas ocupan artículos de la prensa local. La complejidad reside en hacer compatible la preservación de la arboleda con los usos cotidianos de un lugar vivo.
Para intentar ser preciso sobre el estado de la cuestión, transcribiré lo que quedó escrito sobre el asunto en el Catálogo de árboles y arboledas singulares del municipio de Cieza (Ayuntamiento de Cieza, 2010): “Datos ecológicos: se encuentra en el piso mesomediterráneo bajo ombroclima semiárido. La orientación es N y la pendiente baja. Se asienta sobre sustrato calcáreo compuesto por depósitos aluviales del río Segura (…). Estado de conservación: regular. La principal amenaza de esta arboleda la constituye la carretera RM-532, como riesgo actual y el de posibles ampliaciones o trabajos de esta. Todos los grandes individuos se encuentran coronados, siendo frecuentes los cortes en ramas, la presencia de ramas secas y exudaciones en la corteza, además de que muchos se encuentran afectados por plagas como grafiosis o galeruca”.
Para intentar ser descriptivo, apuntaré los recuerdos de un paseo bajo la olmeda un sábado del pasado mes de junio. La carretera desciende en suave pendiente hasta el río Segura y los olmos marcan los límites con sus troncos inabarcables. A ambos lados crecen frutales y se distinguen paraguayas maduras a punto de caerse o de ser recogidas. Pasear por la cuneta tiene sus riesgos, porque el tráfico es fluido y abundante. Bajan y suben camiones cargados de cajas de fruta. Avanzan vehículos a la velocidad de quien conoce la carretera de memoria. No parece un lugar propicio para apreciar el rumor del viento entre las ramas, sino tan solo para admirar la resistencia de estos olmos.
En un instante de paz entre dos oleadas de coches, conviene mirar hacia el cielo y constatar que, en efecto, las ramas de uno y otro lado se han fundido
En un instante de paz entre dos oleadas de coches, conviene mirar hacia el cielo y constatar que, en efecto, las ramas de uno y otro lado se han fundido y crean una cueva, casi un refugio. Cruzo el puente de los Nueve Ojos. Intento imaginar el futuro de la olmeda y me prometo no escribir nada sobre un asunto tan incierto. Las ramas se agitan.
Sábado. Son las dos de la tarde. Ha terminado la semana. Es el día de la paga. Todo eso se ve en los hombres que deambulan junto al río Segura, exhaustos, pero con ganas de sonreír. Llevan una bolsa de plástico con fruta. Llenan garrafas de agua en la fuente. No tienen prisa. Tres de ellos se han detenido junto al río. Uno ha decidido bañarse.
Insólita Península
Murales de Requena
En la cuesta de las Carnicerías del barrio de la Villa de Requena (Valencia), puede contemplarse el mural que refleja a una mujer elaborando embutidos.
Las aguas del río bajan calmadas. Contemplo la olmeda desde lejos. ¿Cómo fue aquel momento inaugural en el que los moradores de esta tierra decidieron plantar olmos de sombra a ambos lados de un camino? Tuvo lugar en 1911. Supongo que la promesa de atemperar el clima y crear un lugar fresco para el futuro estuvieron en el germen de aquella plantación.
Los últimos censos informan de que en España hay más de 7.000 millones de árboles. Los cerca de cuarenta olmos de Maripinar constituyen una aldea resistente de árboles plantados. ¿Seguirán resistiendo? Prefiero cumplir la promesa de no escribir nada sobre su futuro.
Sobre el presente me queda una impresión de la visita a Cieza: cada fruta la ha tocado una mano como la del hombre que se bañaba en el río Segura.
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