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Insólita Península
La ciudad de las frases recordadas
Entre las calles de piedra de Salamanca, uno de los vestigios que está en la mente de cualquier visitante es el recuerdo de dos frases pronunciadas, convertidas en lugar común de la historia: “Decíamos ayer”, atribuida a Fray Luis de León, y “venceréis, pero no convenceréis”, atribuida a Miguel de Unamuno.
En Salamanca, la piedra de los edificios del casco histórico tiene un tono ocre y cálido a primera hora de la mañana, intenta absorber la luz sin nubes del mediodía y se vuelve de color miel cuando el sol empieza a retirarse. Estos efectos que logra la piedra originaria de las canteras de Villamayor mantienen al visitante en un estado de alerta. Quien pasea por Salamanca parece moverse por el interior de una roca plena de vida.
Pero entre las calles de piedra de Salamanca, cuajadas de historia universitaria, uno de los vestigios que está en la mente de cualquier visitante no tiene la consistencia pétrea de un relieve ni la certeza de la palabra escrita. Muy al contrario, pervive en cada rincón de la ciudad el recuerdo de dos frases pronunciadas, convertidas en lugar común de la historia: “Decíamos ayer”, atribuida a Fray Luis de León; “venceréis, pero no convenceréis”, atribuida a Miguel de Unamuno.
Sin embargo, la existencia de ambas frases está hoy en entredicho. Quizá nunca fueron dichas exactamente así.
La autoría de “decíamos ayer” se solía adjudicar —y aún se adjudica— al religioso Fray Luis de León, quien, en el momento de retomar su docencia en Salamanca tras un período en la cárcel, habría querido mostrar la firmeza de sus convicciones y lo injusto del lapso en el que no pudo impartir clases. La continuidad del pensamiento frente a la interrupción abrupta de las persecuciones. ¿Pronunció las dos palabras el fraile agustino en 1576? No existe un testimonio de la época que lo corrobore. Según los artículos de prensa más recientes que he consultado al respecto, la primera mención a la frase mítica de Fray Luis de León data del siglo XVIII. El artículo de César Cervera “‘Decíamos ayer’: la frase que Fray Luis de León jamás pronunció tras ser procesado por la Inquisición” (ABC Historia, 22 de febrero de 2019) apunta que resulta dudoso que la pronunciara, “dado lo tardío de la documentación […] y que ni siquiera volvió a la misma cátedra, en ese momento ocupada por otro profesor”.
“Venceréis, pero no convenceréis” se supone que fue el aserto con el que Miguel de Unamuno censuró a los militares franquistas en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936. La honestidad del pensamiento frente a la barbarie. ¿Pronunció las cuatro palabras el filósofo bilbaíno? No existe certeza de que así fuera. Lo que sí ha crecido en fechas recientes, a raíz de una investigación de Severiano Delgado Cruz, ha sido un debate sobre cómo aquella frase mítica fue construida hasta convertirse en un recuerdo común.
Un reciente artículo de Sergio del Molino titulado “Miguel de Unamuno vence: el mito se mantiene en pie” (El País, 9 de mayo de 2019) recoge al respecto las palabras del unamunólogo Jean-Claude Rabaté: “No hay que exagerar el episodio, pero tampoco minimizarlo. La realidad es que nunca podremos saber qué dijo Unamuno exactamente, solo tenemos las 40 palabras que escribió en un sobre mientras los demás intervenían. Sí, la versión es un relato más o menos ficticio y podemos pasarnos la vida discutiendo sobre lo que dijo o no dijo, pero el espíritu, la idea, permanece, y el mito creado es muy importante, porque escenifica el enfrentamiento histórico entre una memoria republicana y otra franquista”. En el sobre manuscrito puede leerse: “Vencer y convencer”. ¿Dijo “vencer no es convencer”? ¿Dijo “venceréis, pero no convenceréis”? En la película de Alejandro Amenábar Mientras dura la guerra (2019), pronuncia ambas frases. Respecto a la última, el filósofo, interpretado por Karra Elejalde, dice exactamente: “Venceréis, porque tenéis fuerza bruta de sobra, pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir”. Así que, en efecto, parece que el mito se mantiene.
Algo mareado ante la incertidumbre de las frases pronunciadas, me detuve una mañana del pasado mes de octubre bajo los balcones de la Casa Museo de Unamuno, en la que vivió el escritor en su primera etapa como rector de la Universidad de Salamanca, de 1900 a 1914. Dejo anotado aquí un párrafo final de 43 palabras a modo de recuerdo:
“Vencieron y no convencieron. La Universidad de Salamanca ha celebrado su octavo centenario. Resiste la fragilidad de una frase y sobrevive en la casa rectoral una parra anudada a tres balcones. El caminante puede tocarla. Oigo pasos que madrugan camino de las aulas”.