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Industria pesada
La espantada de ArcelorMittal deja a la industria del acero a la espera de un patrón verde
British Steel (Acero Británico) es el título de un disco de Judas Priest y el nombre de la última siderurgia integral británica, es decir, la única que realiza en Gran Bretaña todo el proceso de producción de acero, desde el mineral de hierro a las chapas, tubos o cualquier otro producto. Privatizada en los años 80 por Margaret Thacher, el nuevo gobierno laborista estudia la nacionalización de esta industria si sus actuales propietarios, el grupo chino Jingye, no acomete en ella las inversiones pendientes para su modernización y descarbonización.
No sería el primer caso de nacionalización de una acería en la UE ante la falta de inversión de sus dueños. Este año el gobierno de Giorgia Meloni despedía a ArcelorMittal de Acciaierie d’Italia y tomaba el control de la principal siderurgia del país.
El sector vive días difíciles en toda Europa. Casi en paralelo al frenazo de ArcelorMittal, la alemana Thyssenkruppp anunciaba un recorte del 40% en su plantilla
El caso es italiano es importante porque ArcelorMittal es la mayor compañía siderúrgica del planeta y el principal productor de acero de Europa, donde casi todos los países privatizaron esta industria entre los años 80 y 90. El pasado mes ArcelorMittal, propiedad del magnate angloindio Lakshmi Mittal, comunicaba su decisión de paralizar las inversiones que estaban previstas para sustituir el carbón por las energías renovables en sus fábricas europeas, entre ellas la de Veriña, Xixón, la única siderurgia integral de España.
A pesar de contar con millonarias subvenciones de la UE para afrontar la transición a las renovables, los Mittal consideran que no se dan por ahora las condiciones para esta costosa reconversión al llamado “acero verde”. ¿Motivos? El precio de la energía en la UE, ciertas dudas sobre la fiabilidad tecnológica del hidrógeno verde (básicamente producir combustible en forma de hidrógeno a partir de solar o eólica) y la dura competencia del acero chino.
Crisis energética
Estrategia energética No lo llame hidrógeno verde, llámelo gas fósil
El sector vive días difíciles en toda Europa. Casi en paralelo al frenazo de ArcelorMittal, la alemana Thyssenkruppp anunciaba un recorte del 40% en su plantilla: 5.000 despidos y la transferencia de otros 6.000 a empresas auxiliares para hacer frente a las pérdidas económicas por la competencia china.
Dos datos. 230.000 personas trabajan directamente en la industria europea del acero. Desde 2008 se han destruido 100.000 empleos en un sector estratégico que está en la base de cualquier economía industrial, y que Europa decidió a finales del pasado siglo entregar, sin apenas excepciones, a empresas privadas.
El regreso del proteccionismo
Que el acero chino viene pisando fuerte lo llevamos escuchando mucho este 2024. EE UU, India y América Latina se están rearmando con aranceles frente a una producción china contra la que es imposible competir en precios. La Organización Mundial del Comercio acusaba este verano a la República Popular China de “dopar” su producción siderúrgica con astronómicas subvenciones para reventar los precios en el mercado internacional del acero. Hoy China produce más acero que el resto del mundo: el 55% de la producción global.
Industria pesada
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Esta misma semana las patronales y sindicatos del metal de toda la UE reclamaban una “Cumbre Europea del Acero” para abordar la crisis del sector e imponer barreras comerciales a las importaciones chinas. Tras décadas de hegemonía neoliberal el proteccionismo regresa con fuerza a la agenda pública, y hasta otrora guardianes de la ortodoxia económica como Mario Draghi hablan de flexibilizar las viejas reglas para priorizar ante todo la reindustrialización de una UE que se está quedando atrás frente a EE EU y China.
La decisión ArcelorMittal de no ejecutar la inversión de 450 millones de euros para cambiar una acería basada en el carbón por otra con fuentes renovables ha dado al traste con la política del Gobierno
En los próximos meses se verá qué grupos de presión tienen más influencia en Bruselas, aquellos que quieren proteger la industria del acero, o los que se benefician de las importaciones baratas o exportan a China y temen sanciones comerciales. Teresa Ribera, flamante vicepresidenta de la Comisión, se estrenaba la semana pasada desde Gante, donde ArcelorMittal tiene una planta, inclinándose por ampliar las ayudas al precio de la energía antes que por imponer nuevos aranceles a China.
El futuro de la siderurgia española
La decisión de la multinacional de no ejecutar la inversión de 450 millones de euros para cambiar una acería basada en el carbón por otra con fuentes renovables ha dado al traste con la política del Gobierno español y la Comisión Europea para hacer confluir política industrial y política climática. Desde los sindicatos se ha pedido una intervención del Gobierno para tomar las riendas de la siderurgia y sacarla adelante desde el Estado en solitario, o a través de un consorcio con otras empresas privadas.
Este jueves, 12 de diciembre, la secretaria de Industria, Rebeca Torro, confirmaba que el Gobierno busca un plan B a ArcelorMittal. ¿Cuál? Todavía no está claro, ya que Industria viene oscilando desde el inicio de la crisis entre atreverse a buscar un sustituto a ArcelorMittal, no parece fácil, o aumentar las subvenciones a una multinacional que lleva años demostrando que no es de fiar.
“Todas las plantas europeas de Arcelor peligrarán mientras Mittal sea el patrón; el plan ideal para Mittal y su sueño sería producir aceros en países terceros a bajos costes de producción y venderlos en Europa” afirmaba en 2013 el sindicalista hispanofrancés Édouard Martin, para el que Mittal nunca ha priorizado las inversiones en modernizar sus factorías europeas.
Con una industria tan estratégica como contaminante en manos de una familia para la que España y Europa son sólo una pequeña parte de un imperio global, parece que ha llegado el momento de hablar de intervención pública. El responsable de Industria de CC OO de Asturies lo resumía de un modo muy gráfico a principios de año: “Si ArcelorMittal quiere hacer las inversiones, mano tendida, si no quiere patada en el culo”. No sólo es una cuestión de empleo y economía, también de clima y medio ambiente.
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También en España Felipe González, como Margaret Thacher en Reino Unido, privatizó las siderúrgicas estatales. Ahora que los ingleses empiezan a plantearse su nacionalización no estaría de más que nosotros empezáramos a hacer lo mismo.