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Grecia
La tragedia griega de Tempi: dos años de dolor y lucha por la rendición de cuentas

El 28 de febrero de 2023 Grecia sufrió la peor tragedia ferroviaria de su historia. Un tren de pasajeros colisionó frontalmente con un convoy de mercancías cerca de Tempi, en la región de Tesalia. El impacto dejó 57 muertos, en su mayoría jóvenes estudiantes que regresaban a Tesalónica tras el puente de Carnaval. Dos años después, el país sigue marcado por la indignación y la exigencia de responsabilidades hacia el gobierno.
Un crimen anunciado
Las familias de las víctimas denuncian que la tragedia no fue un accidente, sino “un crimen anunciado”. Durante años, sindicatos y expertos alertaron sobre las deficiencias del sistema ferroviario. Dos semanas antes del choque, el sindicato de trabajadores ferroviarios había advertido por escrito sobre los riesgos: “No queremos llegar al punto de contar muertos”, señalaban en una carta fechada el 7 de febrero de 2023.
A pesar de estas advertencias, las autoridades minimizaron el peligro. Diez días antes del desastre, el entonces ministro de Transporte, Kostas Karamanlis, desestimó en el Parlamento las preocupaciones sobre la seguridad ferroviaria. “Es una vergüenza hablar de inseguridad. Garantizamos la seguridad”, afirmó con vehemencia. Tras la tragedia, Karamanlis dimitió de su cargo, pero mantiene su escaño como diputado de Nueva Democracia, lo que ha avivado aún más la indignación ciudadana.
Negligencia y encubrimiento
En los días posteriores al siniestro, el gobierno atribuyó la tragedia a “un error humano”, señalando la responsabilidad del jefe de estación de Larissa, quien se encontraba de servicio aquella noche. Sin embargo, las investigaciones han revelado fallos sistémicos: sistemas de seguridad obsoletos, señalización ineficaz y una infraestructura abandonada fueron el caldo de cultivo del desastre.
Además, las familias de las víctimas denuncian intentos de encubrimiento. Existen informes sobre la desaparición de pruebas clave, mientras que peritajes revelaron la presencia de material inflamable en el lugar del choque, lo que plantea interrogantes sobre la magnitud de la explosión que siguió al impacto. “Nos ocultan la verdad. Queremos saber por qué murieron nuestros hijos”, claman los familiares en cada concentración. La presencia de sustancias inflamables ha despertado sospechas sobre un posible encubrimiento de material de contrabando.
La indignación en las calles
Desde la noche de la tragedia, Grecia ha sido escenario de multitudinarias protestas. Miles de personas han salido a las calles con pancartas que rezan “Ήταν έγκλημα, όχι ατύχημα” (Fue un crimen, no un accidente) y “Τα κέρδη τους - οι ζωές μας” (Sus beneficios, nuestras vidas). Huelgas ferroviarias, paros en el sector público y movilizaciones estudiantiles han demostrado que la sociedad griega no olvida.
Una lucha por la memoria y la justicia
Dos años después de la tragedia de Tempi, las familias de las víctimas siguen enfrentándose con firmeza a la indiferencia de las autoridades. Se niegan a que la verdad quede sepultada por la impunidad y la burocracia. «No queremos homenajes vacíos, queremos justicia», repiten en cada aniversario, exigiendo que los responsables rindan cuentas.
El pasado 28 de febrero, alrededor de 500.000 personas tomaron las calles del centro de Atenas, mientras que protestas simultáneas se llevaron a cabo en más de 80 ciudades de Grecia y del extranjero
El dolor y la indignación se han transformado en una movilización sin precedentes. El pasado 28 de febrero, alrededor de 500.000 personas tomaron las calles del centro de Atenas, mientras que protestas simultáneas se llevaron a cabo en más de 80 ciudades de Grecia y del extranjero, según estimaciones de los organizadores y medios locales como Kathimerini y Efimerida ton Syntakton. Las manifestaciones continuarán en las próximas semanas, demostrando que la lucha no cesará hasta que las demandas de los afectados se hagan realidad.
El desastre de Tempi no fue solo un accidente ferroviario; fue la prueba de un Estado que falló a sus ciudadanos. Dos años después, la batalla que se libra en Grecia no es únicamente política, sino profundamente moral: entre el olvido y la justicia, entre la impunidad y la verdad. ¿Podrá el país mirar hacia adelante sin haber hecho justicia por las vidas perdidas?
