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Fútbol
El Real Madrid o el fin de la Historia del fútbol
Son las 23.30 de la noche y acabo de llegar a casa después de ver el partido en mi bar de confianza. Al terminar el encuentro, y tras felicitar a los aficionados madridistas que todavía habitaban la taberna en un estado de éxtasis cuasi místico, me despedí de la gente y emprendí el camino de vuelta a casa acompañado de un amigo. Sé que durante el trayecto —unos 30 minutos andando— estuvimos hablando todo el rato, pero en el momento en el que nos separamos, olvidé completamente lo que había pasado en la última hora.
Al entrar en el portal, mi último recuerdo estructurado y con un hilo narrativo normal —por decirlo de algún modo— era aquel que transcurría entre los minutos 60 y 75 del choque que acababa de enfrentar al Real Madrid y al PSG en el Santiago Bernabéu. En mi cabeza no paraban de repetirse a toda velocidad esos 15 minutos en los que el Real Madrid volvió a recurrir a la épica más rocambolesca para darle la vuelta a una eliminatoria que ya parecía vista para sentencia.
Tras quitarme los zapatos, cambiarme de ropa y sentarme en el sofá en modo automático —como si el que estuviese realizando estas acciones rutinarias fuese otro—, me di cuenta de que todavía estaba en estado de shock después de lo ocurrido. Fue en ese momento cuando en mi mente apareció una idea que, poco a poco, se extendió por todo mi organismo. Sentía en lo más profundo de mi ser que esto que acababa de pasar hacía menos de una hora era una película que yo ya había visto antes. En demasiadas ocasiones.
¿Sabes esa sensación extraña que a veces se apodera de ti, en la que la existencia parece un déjà vu constante que carece de toda lógica y sentido? Pues ese feeling pero multiplicado por cien. O por mil. O por un millón. Porque siendo sinceros, lo que ha hecho hoy el Real Madrid supera el absurdo más inimaginable. Poco importa que el equipo merengue haya ofrecido una propuesta plana y ramplona en lo que a fútbol se refiere. O que haya llegado a este mes de marzo con los plomos casi fundidos y con un once titular cogido con muchos alfileres. Poco importa que el PSG lleve años aglutinando a una constelación de cracks a base de petrodólares y especulación financiera. O que Mbappe, el mejor jugador del mundo en la actualidad con bastante diferencia, quisiera demostrarle a su futuro equipo el material del que está hecho. Incluso poco importa que, durante 60 minutos, el Real Madrid fuese un equipo impotente a merced de un PSG que, a pesar de su superioridad en el partido de ida, salió amedrentado desde el principio.
Porque a partir de ese minuto 60 todo el sentido que rige la realidad, y por extensión el fútbol, entró en una vorágine que no se puede entender mediante el uso de la razón. Quizás solo el psicoanálisis podría arrojar algo de luz sobre este acontecimiento futbolístico en el que el PSG, sus síntomas y sus fantasmas se confabularon para atarse una soga al cuello, subirse a un taburete minúsculo y hacer todo lo posible para que el Real Madrid y su relato épico se encarnasen en la grieta de lo real y le diesen una patada definitiva al equipo qatar-parisino.
Si hay algo que pueda representar el concepto del fin de la Historia en el ámbito del fútbol es la figura del Real Madrid
Pero a pesar de que una lectura lacaniana del partido podría retratar en cierta medida la catástrofe edípica del PSG, no resulta suficiente para explicar la gesta madridista. Y creo firmemente que para hablar de este asunto hay que aproximarse de algún modo a las figuras de Hegel, Kojeve y Fukuyama. Porque si hay algo que pueda representar el concepto del fin de la Historia en el ámbito del fútbol es la figura del Real Madrid. El único en el mundo con los galones y el ego necesarios como para autoproclamarse “Mejor Equipo de la Historia” y al mismo tiempo hacer efectiva la verdad de su delirio megalómano. El gran Otro futbolístico que no soportamos y que siempre vuelve a atormentarnos en forma de espectro con sus remontadas épicas y surrealistas. La demostración fehaciente de que la Historia del Fútbol tiene su límite en el Paseo de la Castellana.
Atendiendo a esta suerte de escenificación simbólica de la realidad, parece evidente que el Real Madrid puede y debe interpretarse como la expresión futbolística por antonomasia de las lógicas de poder que representa Occidente desde hace siglos. Y este hecho —difícil de expresar con palabras— se observa con claridad en el deseo futbolístico de las fuerzas hegemónicas que dominan España, en la que confluyen con gran alegría conservadores como Margallo y equidistantes como Manuel Jabois, quienes siempre encontrarán en torno a la figura del Real Madrid un último bastión al que aferrarse cuando todo lo sólido amenaza con disolverse en el aire.
Puede que la tesis del Fin de la Historia que propuso en los años 90 Fukuyama haga aguas por todas partes, especialmente si prestamos atención a la situación geopolítica actual que se vive en Europa y Occidente. Y también parece difícil de discutir que, en su detrimento, el choque de civilizaciones del que hablaba Samuel P. Huntington se impone poco a poco en nuestra realidad.
La batalla final de esta particular historia será entre madridistas y antimadridistas. La tesis y la antítesis que sostienen la dialéctica del amo y el esclavo que rige el destino del fútbol
Sin embargo, dentro de la superestructura simbólica que representa la realidad del mundo del fútbol, este cambio de paradigma se resiste a hacerse efectivo, y seguramente no será la única facción de la realidad que haga resistencia ante un ya aceleradisimo declive civilizatorio. Pero llegados a este punto de la Historia del Fútbol, en la que la correlación de fuerzas está cercana a la transformación radical, creo que solo podemos sacar una conclusión indubitable de cara al futuro más inminente: que la batalla final de esta particular historia será entre madridistas y antimadridistas. La tesis y la antítesis que sostienen la dialéctica del amo y el esclavo que rige el destino del fútbol.
¿Qué quedará después de esta batalla final? Esta es la cuestión que todavía queda abierta y que el discurso sobre el fin de la historia nunca podrá responder. Por el momento estamos en plena caída, y a pesar de que el choque va a ser inevitable, el orden hegemónico del fútbol se mantiene estable. Pero no estaría de menos recordar aquello de que lo importante no es la caída, ya que en un mundo regido por las leyes de la gravedad siempre estamos cayendo de un modo u otro. Lo importante es el aterrizaje. Y eso es algo que forma parte del devenir y que se escapa siempre a la Historia.