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Estados Unidos
“El pueblo contra Trump” y Trump contra el juez y el fiscal de su caso
Donald Trump se convirtió ayer, 5 de abril, en el primer expresidente de Estados Unidos que afronta cargos criminales después de que el llamado Gran Jurado de Nueva York le acusase de 34 cargos por delitos graves relacionados con presuntos pagos múltiples de dinero en la campaña electoral de 2016, la que le abrió el camino a la Casa Blanca.
Antes de comparecer en el tribunal de Manhattan que revisará su caso, el expresidente se entregó a la policía, que le tomó las huellas dactilares. Alvin L. Bragg Jr., fiscal del distrito de Manhattan, leyó los cargos y la acusación de falsificar “registros comerciales de Nueva York con el fin de ocultar información perjudicial y actividades ilícitas a los votantes estadounidenses antes y después de las elecciones de 2016”.
Los casos más relevantes en la investigación de Bragg son los que Trump y su equipo legal habrían realizado a la actriz de cine porno Stormy Daniels —130.000 dólares— y a la exmodelo de Playboy Karen McDougal. Otro caso investigado es el presunto pago de 30.000 dólares a un exportero de la Torre Trump que aseguró tener una historia sobre un hijo que Trump tuvo fuera del matrimonio.
Pese a lo espectacular de la puesta en escena que recorrió el caso —que contó con una retransmisión del traslado hasta la corte, donde no se permitieron cámaras—, el proceso durará meses y en las próximas semanas se centrará en la calificación de la entidad jurídica de las pruebas contra el expresidente, así como en los intentos de los abogados de Trump por impugnar los argumentos jurídicos y solicitar el archivo del caso o su traslado a una jurisdicción en la que pueda encontrar un jurado de su cuerda. Los principales medios estadounidenses —también los que Trump considera emisores de fake news— han alertado de la debilidad sobre el papel de las pruebas del caso.
La prensa estadounidense ha desvelado que el despliegue previo al caso fue una opción del propio Trump, que rechazó una entrada discreta en los juzgados y quiso mostrarse una vez más a sus partidarios —agrupados en torno a las siglas MAGA (Make America Great Again) que lo consideran un mártir y el mejor candidato posible a las elecciones que tendrán lugar en 2024. Así, uno de los abogados presentes en el juzgado ayer declaró que “Trump quiere saludar a la multitud... Es una especie de Jesucristo. Está diciendo: ‘Estoy absorbiendo todo este dolor de todas partes para que vosotros no tengáis que hacerlo... Si pueden hacerme esto a mí, pueden hacértelo a ti’, y es un mensaje poderoso”, según recoge Common Dreams.
A pesar de que no se produjeron disturbios en Nueva York, la situación sigue siendo potencialmente peligrosa, según los propios jueces de la corte en la que Trump está siendo juzgado. El juez Juan Merchan advierte del “potencial para incitar a la violencia, crear disturbios civiles o poner en peligro la seguridad o el bienestar de cualquier persona”.
Desde su villa en Mar-a-Lago, terminado el juicio, Trump se despachó contra los instructores del proceso. Empezando por Merchan: “Tengo un juez que odia a Trump con una esposa y una familia que odian a Trump, cuya hija trabajó para [la vicepresidenta] Kamala Harris y ahora recibe dinero de la campaña Biden-Harris”. Y siguiendo por el fiscal Alvin Bragg, contra quien Trump ha cargado desde hace semanas y los medios de comunicación trumpistas, como el New York Post han iniciado una campaña permanente de descrédito.
La congresista neoyorquina Alexandra Ocasio-Cortez ha denunciado el “señalamiento” que los juristas y sus familias están sufriendo de parte del que hoy, de facto, es el caudillo de la extrema derecha en Estados Unidos. Trump publicó en sus redes sociales una foto de la hija de Merchan, lo que ha sido interpretado como un claro señalamiento y, en las últimas semanas, reposteó una información que se ilustraba con una vieja foto de Trump sosteniendo un bate de béisbol junto a otra fotografía con la cabeza de Bragg.
Mientras la justicia inicia un proceloso viaje, la estrategia del magnate de la construcción Donald Trump sigue pasando por hacer de una presunta persecución a su persona el motivo principal para la reconquista de la Casa Blanca. Un año y medio antes de las elecciones no hay ninguna otra candidatura republicana que concite tantos apoyos como la de Trump. “El único delito que he cometido es defender sin miedo a nuestra nación de quienes pretenden destruirla”, es su discurso.
El fiscal Bragg ha tratado de eludir la retórica que le sitúa como el gran enemigo —o el representante de ese deep state al que se refiere Trump una y otra vez en sus discursos— y ha querido aterrizar el caso, señalando que es solo uno más de los casos contra ejecutivos (white collar) que mienten “una y otra vez para proteger sus intereses y evadir las leyes”.