Deudocracia estudiantil montaje
Las deudas estudiantiles afectan a decenas de millones de jóvenes y no tan jóvenes estadounidenses. Arte El Salto

Deuda estudiantil en EE UU
Cómo funciona la educación superior en Estados Unidos

Los precios por curso académico oscilan entre 15.000 y 30.000 dólares anuales en las universidades públicas y community colleges. Entre 45.000 y 80.000 dólares anuales, en las universidades privadas y colleges.

21 feb 2020 11:22

La educación superior en EE UU conforma un sistema institucional y un entramado empresarial complejos, que hasta en la propia universidad cuesta entender. Existen dos esferas muy diferentes que coexisten: el sistema público y el sistema privado.

La taxonomía universitaria responde a cuatro elementos que se combinan: lo público, lo privado, el no ánimo de lucro (non profit) y el ánimo de lucro (for profit). Ninguna universidad pública tiene ánimo de lucro. Pero las universidades privadas y los colleges pueden ser non profit (como la Universidad de Princeton o los community colleges) o ser for profit. Éstas últimas son las más caras y las que más deuda estudiantil generan.

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Además, no existe un sistema estatal común. Cada Estado tiene sus propias regulaciones educativas. Las universidades públicas varían mucho de una región a otra y cuentan cada vez con menos recursos económicos. Los expertos educativos consultados para este reportaje coinciden en hablar de “desmantelamiento progresivo del sistema público”. En el marco del libre mercado, las universidades públicas se ven obligadas a competir en el mercado de la educación.

En la actualidad hay una competencia atroz entre universidades y colleges para “fichar a los mejores estudiantes”. La metáfora deportiva acompaña todo el proceso de educación superior y formación de élites. Las universidades intentan captar a “los mejores”, jóvenes promesas que formarán parte de la escasa comunidad de EE UU con elevados salarios y bajos impuestos, cuyas “donaciones altruistas” contribuirán a engordar los fondos de sus antiguas universidades desde muy distintos lugares de poder político y cultural. Detrás de la imagen idílica de la universidad, nos encontramos con dueños de empresas que cotizan en bolsa, dueños especuladores de suelo e inmuebles, dueños y gestores de hospitales, patentes biomédicas y tecnológicas.

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Las universidades privadas —universidades y colleges, con o sin ánimo de lucro— son empresas con marca, propietarias de suelo e inmuebles en las principales ciudades del país, invierten y cotizan en bolsa, son un “yate del conocimiento” y de la élite cultural, tienen fondos millonarios, promotores y patrocinadores de start-ups.

Los precios por curso académico oscilan entre 15.000 y 30.000 dólares anuales en las universidades públicas y community colleges. Entre 45.000 y 80.000 dólares anuales, en las universidades privadas y colleges. Casi la mitad de los estudiantes universitarios paga todo —tasas, matrícula, alojamiento y comida—, con enormes diferencias según estado y universidad, es decir, entre 30.000 y 120.000 dólares por curso.

El año escolar tiene 42 ó 36 semanas lectivas, en total dos semestres de 18 ó 21 semanas. Pagas por semestre. Si no puedes pagar, no puedes seguir. Cada semestre se divide en dos períodos de exámenes de nueve semanas —o cuatrimestres— o tres períodos de exámenes de seis semanas, y que consta de entre 170 y 186 días de clases —con una media de 180—, la semana te sale aproximadamente de media a 1.548-1.805 dólares / 2.857-3.333 dólares).

Cuando un estudiante termina el instituto quizás su familia —con poca orientación educativa y posibles aspiraciones sociales a puestos de privilegio— ya se ha endeudado para pagar el bachillerato. Al terminar el instituto, el estudiante debe hacer una lista de las universidades a las que quiere postularse (application) y enviarla al gobierno federal siguiendo un procedimiento farragoso, a través de aplicaciones digitales privatizadas.

Para que un centro le acepte, cuentan sus notas en los midterm exams (PSAT, Preliminar Standard Admission Test) del instituto, su Scholastic Aptitude Test o Stantard Admission Test (SAT) —el equivalente a la selectividad— y también la renta de su familia y su EFC, Expected Family Contribution), el dinero que la familia podrá aportar para su educación superior.

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Un estudiante debe incluir toda esta información en la Free Application for Federal Student Aid (FAFSA). En función de esto, recibirá la respuesta de las universidades. El 1 de mayo es el “College Decision Day”. A la persona candidata a universidad —ya convertida en estudiante cliente— le llegan de forma dosificada —y pueden tardar meses— las “financial aid award letters” (cartas de ayudas federales o privadas) de cada centro que la ha admitido.

Estas cartas informan de las ayudas económicas que el estudiante puede recibir durante el primer curso académico, en forma de grant, scolarship o gift aid (tres modalidades de “free money” que no tendrá que devolver). El o la estudiante —y su familia— deberá leer con lupa y calculadora estas cartas, porque se trata de cubrir el cost of attendance del primer curso de universidad —tasas, alojamiento, comida y material escolar— y quizás las ayudas que ofrecen los centros no cubren el coste total anual. Ahí es cuando un estudiante se ven obligado a pedir un préstamo para ir a la universidad que ha elegido y también a trabajar en el propio centro y quizás fuera.

Para cada estudiante es fundamental el EFC y también el plan de ahorro y préstamo que ofrece cada universidad. Las ayudas y becas para los siguientes cursos pueden disminuir, así que es probable que el préstamo/deuda inicial aumente de forma progresiva y con intereses. En EE UU, si el alumnado va “a curso por año” los estudios de Grado duran dos o cuatro años. El o la estudiante puede combinar uno o varios mayors (especialidad principal) con uno o varios minors (especialidad secundaria). Esto dependerá de la oferta de la universidad y también de la capacidad adquisitiva.

En EE UU cada universidad estipula el net price anual (el precio neto) y los cost of attendance (el coste ofertado). Como indican los informes del College Board (Trends in pricing college, 2017), la diferencia es casi el doble entre un coste y otro.

Lo que a finales del siglo XX se llamaba “carrera universitaria” —estudios de Grado— ahora “sirve de poco” si no se hace después algún postgrado: máster y doctorado. Estos cursos tienen tarifas más elevadas que los grados y duraciones de dos a cinco años. 

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