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Isabel Díaz Ayuso
Fracaso en estrados
El pasado 18 de noviembre la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, Insultaba a la diputada de Unidas Podemos, Alejandra Jacinto, llamándola «abogada fracasada». La expresión la vertía aprovechando un informe del Ministerio Fiscal que recomienda el archivo de la querella presentada por la Asociación Libre de Abogadas y Abogados (ALA) que le imputa un alzamiento de bienes en el caso Avalmadrid y al que el Supremo ya le ha dado carpetazo.
La dimensión del insulto, sin embargo, aludía a otra cuestión. Antes de entrar en política Jacinto trabajaba en un pequeño despacho madrileño especializado, como tantos otros, en la defensa de personas demandadas en ejecuciones hipotecarias; una disciplina poco rentable y muy sacrificada que muchas veces se ha visto limitada por la propia legislación procesal que impedía, sobre todo hace 10 años, poner sobre la mesa todas las circunstancias de cada caso o alegar la existencia de cláusulas abusivas. La Ley se ha ido flexibilizando a golpes de Directiva europea y resoluciones del TJUE.
Estas sentencias del TJUE existen sólo gracias a la incansable labor de abogados especializados, muchos del Turno de Oficio, que no se han aquietado frente a la rigidez de la Ley nacional o los equipos jurídicos de los bancos y que han hecho el esfuerzo adicional de agotar todos los recursos existentes y compartir los materiales con otros compañeros. Abogados éstos para los que las resoluciones desestimatorias forman parte de la rutina y a los que acompañan otros letrados de penal o social igualmente familiarizados. En otras palabras, somos muchos los abogados acostumbrados a “perder” y la gracia está en no esconder las orejas, echarle imaginación y paciencia, y volver a intentarlo.
La cuestión es que Díaz Ayuso no ve la virtud de ese esfuerzo. No comprende el derroche de creatividad y persistencia que caracteriza a “una abogada de pleitos pobres” y le espetará un «fracasada» como solo se oye en las teen movies estadounidenses. El insulto se hace así extensible a todo un sector profesional que incluye a parte de su propio electorado.
Esta imprudencia se debe a que la Sra. Ayuso sufre de exitismo, un afán desmedido por ganar. Ya lo vimos cuando, días atrás, respondió a otra diputada, Mónica García, diciéndole que Nacho Cano, el músico amigo de la Presidenta con vocación de tlatoani, «con 25 años ya triplicaba el patrimonio que usted nunca va a conseguir». De la frase no sólo llama la atención el misterio matemático que multiplica por tres la incógnita de la ecuación. También que Ayuso se empeña en aleccionarnos sobre que el éxito se mide en billetes de 500 euros.
Hasta el capitalista menos ilustrado estaría de acuerdo en que el dinero no es más que una herramienta. ¡Esto lo dijo Ayn Rand a la que no se puede tachar de marxista! Los liberales defendían el derecho de hacer dinero para comprar los privilegios de la Aristocracia. La Aristocracia defendía preservar las tradiciones que les privilegian aún a costa del dinero. La Sra. Ayuso no es ni lo uno ni lo otro. Se decanta por una versión del tío Gilito que nunca tuvo sobrinos y dedica sus noches a contar monedas de oro en la piscina de un hotel de Sarasola.