Vivienda colaborativa
El primer cohousing de Asturias, una alternativa a la vida en soledad

36 viviendas, un solo edificio compartido. Una utopía de vida en comunidad que ha empezado a hacerse realidad con la construcción de Axuntase, un proyecto sostenible y pionero por su modelo intergeneracional.
Foto de grupo de la cooperativa de vivienda colaborativa Axuntase.
Foto de grupo de la cooperativa de vivienda colaborativa Axuntase. Elena Silva
27 abr 2023 06:00

Un día cualquiera en el banco. Año 2014. Un joven empleado ve entrar a un pequeño grupo de mujeres mayores. Buscan financiación para construir un proyecto de vida en comunidad, con viviendas colaborativas, que sustituya el individualismo por la solidaridad y el consumismo por el consumo responsable. Sostenible a nivel medioambiental, con placas fotovoltaicas y muchos árboles. “Al banquero, te puedes imaginar, le explotó la cabeza”, dice Nacho Cabal, arquitecto del proyecto. Aquel joven banquero tenía delante al grupo semilla de la Cooperativa Axuntase, cinco mujeres entre 39 y 66 años con un proyecto bajo el brazo nunca visto antes en Asturias —y pocas veces en el resto de España—. 

Vejez
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En España ya funcionan más de una decena de iniciativas de vivienda colaborativa para mayores. Grupos de amigos y amigas se juntan para pasar la vejez, buscan un terreno, montan una cooperativa y construyen apartamentos en cesión de uso, con los que no se puede especular. Y todo con la autoorganización por bandera.

El empleado se repuso del susto y dijo: “Tengo un amigo arquitecto que os puede ayudar, quizá no tenga experiencia con algo así, pero es una persona muy abierta a cosas nuevas”. Ese amigo era Juan Tomás, socio de Nacho Cabal (Estudio F5 Proyectos de Arquitectura), que cuenta esta anécdota para ilustrar el reto que supuso bajar a tierra un proyecto de estas características, lleno de ideales e ilusiones que un grupo de mujeres un día se atrevió a hacer realidad. 

De aquel día han pasado casi diez años. Por fin, después de sortear muchos obstáculos dentro de un sistema poco amigo de lo comunitario, este pasado 25 de febrero se plantó el primer árbol —y no la primera piedra—. Toda una declaración de intenciones de este proyecto concienciado con la sostenibilidad ambiental. Ubicado en Caraviés (Llanera), un entorno rural a medio camino entre Gijón y Oviedo, estará listo para principios de 2025. 

La cooperativa se asienta en un terreno de unos 10.000 m2, con 36 viviendas de uso particular —28 de dos habitaciones y ocho de tres habitaciones para familias con niños— y unos 1.900 m2 de zonas comunes. También tendrá un patio abierto al vecindario del pueblo cercano de Lugo de Llanera. Y es que el concepto de apertura a la comunidad es una constante muy presente en este proyecto. 

María Asunción Rodríguez, presidenta y una de las fundadoras de Axuntase, cuenta que “aquí se respeta la autonomía personal, pero a la vez se funda en el apoyo y ayuda mutua de forma comunitaria para mantener un bienestar físico, psíquico y emocional imprescindibles para una vida plena”. La cocrianza de los más pequeños también “es un valor importante para nosotros. Queremos integrar a los diferentes modelos de familias que existen hoy en día”, añade Asunción. 

Para que el proyecto no muera con sus primeros habitantes, han creado un sistema de cupos por franjas de edad que deben cumplirse desde el inicio

Hasta ahora, han sumado a muchas personas de diferentes comunidades, atraídas por la idea. Casi todas las viviendas están adjudicadas, solo quedan algunas plazas disponibles. Y no por falta de interesados, sino porque una de las primeras bases de este proyecto es que tenga un relevo generacional asegurado en el tiempo. Es decir, que el proyecto no muera con sus primeros habitantes. Por eso, han creado un sistema de cupos por franjas de edad que deben cumplirse desde el inicio, para que siempre haya un grupo de jóvenes y niños que garantice la supervivencia a largo plazo de la comunidad. Por el momento, faltan más jóvenes. Pero en los cupos de mayor edad hay incluso lista de espera. 

Vivienda colaborativa
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Según el arquitecto Nacho Cabal, “la mayoría de ejemplos de cohousing que conocemos en España son senior. Nosotros estamos haciendo otro en Bustarviejo, en la sierra de Madrid, que aunque es más pequeñito, con 17 viviendas, también busca un equilibrio entre gente mayor y joven. Pero no llega al nivel de Axuntase, que ha dividido los grupos por franjas de edad, son pioneros en eso”. 

“Es como una escuela de vida para que nadie esté solo, acompañando hasta el final de su vida a las personas”, explica Isabel

Isabel Mochales, psicóloga y terapeuta musical, tiene 40 años y es una de las habitantes más jóvenes de esta comunidad. Es asturiana, pero vivió fuera mucho tiempo. “Cuando tuve a la peque, volví a Asturias y conocí a Asun. El proyecto me fascinó, me parecía precioso”, recuerda Isabel. “Yo animaría a la gente joven que se siente muy sola criando a que compartan proyectos así, porque es maravilloso que tus hijos crezcan en la naturaleza, acompañados de muchos abuelos, como dice mi hija mayor, con gente que se compromete, que es responsable con los demás, que cuidan... Es como una escuela de vida para que nadie esté solo, acompañando hasta el final de su vida a las personas”, explica Isabel.  

Nacho apunta que, de hecho, Asturias es una de las comunidades más envejecidas de Europa. “Mi abuela por ejemplo está en una residencia de ancianos, ella decidió irse, pero es un modelo que yo no comparto ni quiero. Ahí te dicen a qué hora te tienes que levantar, etc. Tiene que existir una alternativa”.

Una alternativa que Asunción y sus amigas decidieron hacer realidad. “Queríamos llevar a cabo una vida sostenible, autogestionada y solidaria”, dice ella, “también queremos revitalizar y contribuir a la repoblación de la zona en la que vamos a vivir. Dinamizar la economía local y potenciar el consumo de cercanía. También en torno a nuestro proyecto se generará empleo estable y de calidad en la zona (cocineros, personal de mantenimiento, profesionales de los cuidados)”. 

Jornada de trabajo en Axuntase.
Jornada de trabajo en Axuntase. Elena Silva

Cabal recuerda la importancia de tener un equipo técnico detrás de este tipo de ideas para no perder el tiempo —y la ilusión— ante las complicaciones que puedan ir surgiendo. “Nos da mucha rabia cuando llega gente que quiere lanzarse a un cohousing, pero no puede esperar tanto tiempo, por eso intentamos ponerlo más fácil”, dice Nacho. Tras esta experiencia, han desarrollado una cooperativa de trabajo asociado que se llama Coholabora y que fomenta el cohousing buscando atajos.

“Siete años de trámites para algunas personas puede ser demasiado tiempo, sobre todo cuando hablamos de gente mayor, por eso nosotros ya planteamos un terreno y un anteproyecto y buscamos que la gente se vaya apuntando”. Desde el Estudio F5 de arquitectura aseguran que creen en este tipo de modelo porque “es una buena alternativa anti-envejecimiento, mezcla generaciones. La gente decide cómo quiere envejecer y cómo quiere morir”, concluye Nacho.

“Queríamos llevar a cabo una vida sostenible, autogestionada y solidaria. También queremos revitalizar y contribuir a la repoblación de la zona en la que vamos a vivir”

Por su parte Isabel considera que si este modelo de convivencia se replicara con mayor frecuencia, “se podrían evitar muchas sensaciones de aislamiento de soledad, de abandono de personas mayores, de madres y padres que se sienten solos... Se volvería a recuperar tanta riqueza del ser humano que se ha ido perdiendo”. Asegura que lo que más le gusta del proyecto es que “hay personas preciosas en él que somos de diferentes generaciones y eso es pura riqueza. Queremos recuperar los cuidados entre personas y con el medioambiente”.

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Desde el punto de vista de Nacho Cabal, la sociedad actual no está hecha para este tipo de propuestas, “pero sí lo estuvo, cuando vivíamos en los pueblos. Ahora es fundamental unirse, es lo que busca la economía social. Así nos enfrentamos a esas personas que lo controlan todo y no piensan en la comunidad. Es un reto muy complicado pero es la única forma de enfrentarse al grande”. 

Zonas comunes

Las zonas comunes son parte clave del proyecto. Habrá tres salas polivalentes para hacer actividades deportivas, yoga, etc. Un coworking “para atraer a gente joven”, un salón con sofás y chimeneas, un salón de actos abierto a la comunidad del municipio y una enorme cocina que va a dar de comer a unas 60 personas al día. También “cuatro habitaciones para invitados, huertos ecológicos y un comedor común porque la comida será comunitaria”, añade Asunción. Ese es otro punto fundamental del proyecto. Para fomentar la convivencia, se planteó la idea de comer todos juntos cada día y si alguna vez no puedes —o no quieres—, te puedes llevar tu comida en un tupper. La compra colectiva se hará dentro de lo posible en mercados ecológicos y de proximidad. 

Los participantes de esta cooperativa aseguran que a pesar de la fuerte presencia del concepto de comunidad en un cohousing, no se renuncia a la privacidad en ningún momento, solo se fomenta la socialización. De todas formas, en ningún grupo la convivencia es fácil. Así que para evitar conflictos en el futuro, “llevamos trabajando un tiempo en temas de comunicación y solución de conflictos con un profesional externo. Hay gente con la que tienes más afinidad y otras, menos, pero esa es precisamente la riqueza de un grupo”, remarca Isabel. 

La financiación se basa en el principio de equidad: “Ponen más dinero los que más tienen y este sistema nos ha permitido conseguir una hipoteca conjunta a la Cooperativa”

En cuanto a la financiación, se basa en el principio de equidad: “Ponen más dinero los que más tienen y este sistema nos ha permitido conseguir una hipoteca conjunta a la Cooperativa”, explica Asunción. “Para ingresar como cooperativista, hay una cuota de capital social obligatorio de 10.000 euros, el resto vamos adaptándolo a la realidad económica de la persona que se incorpora”.

Desde el estudio de arquitectura matizan un poco más la cifra aproximada de inversión por vivienda: “Unos 170.000 euros de hipoteca —explica Nacho—. Tienes que hacer una aportación al capital social, pero recuperas un porcentaje si te vas”. Además, hay que pagar una cuota mensual de derecho de uso. “La diferencia con un alquiler”, continúa Nacho, “es que no es especulativo, aquí todo es transparente, el dinero que te piden es solo para cubrir los gastos y todo se decide en asamblea, todo el mundo tiene el mismo valor de voto, haya pagado más o menos dinero”. 

Pero además, “hasta que empecemos a vivir allí y sea efectiva la hipoteca”, comenta la fundadora, “vamos a lanzar una campaña de mecenazgo comunitario. El mecenas nos presta el dinero a un 2% anual que se devolverá al finalizar el plazo que en principio será de dos años, pero prorrogables y las participaciones van desde 3.000 a 99.000 euros”. Apunta que quien quiera más información puede encontrarla en la página web y en las redes sociales de Axuntase. 

“Hemos participado en la creación de la primera Comunidad Energética en Asturias, Xúntate Llanera. Un proyecto que permitirá reducir la dependencia de los mercados eléctricos”

Por último, han llevado a cabo una propuesta sostenible de generación y gestión de energía renovable en el concejo asturiano de Llanera. “Hemos participado en la creación de la primera Comunidad Energética en Asturias, Xúntate Llanera. Un proyecto que permitirá reducir la dependencia de los mercados eléctricos y por lo tanto, la factura de la luz a los habitantes de Llanera, al mismo tiempo que cuidamos del medio ambiente”, asegura Asunción. 

Y es que otro objetivo de Axuntase es que el propio edificio estuviese comprometido con el medio ambiente, reduciendo al máximo el consumo energético. Para ello, los arquitectos diseñaron una galería climática en las viviendas que funciona como un invernadero, acumula calor en invierno y en verano, se abre y genera una corriente de aire frío para evitar la necesidad de aire acondicionado. “Lo hemos aislado muy bien”, comenta Nacho, “y hemos buscado formas pasivas de calentarlo, sin tener que encender una calefacción que es donde más se gasta. Todas las viviendas dan al sur y todo el edificio va a estar dotado de placas solares”.

Para Isabel, la comparación entre un piso normal y cohabitar “no tiene absolutamente nada que ver, no acabo de entender la manera de vivir que tenemos en un piso cada uno en un sistema tan cerrado”, reflexiona Isabel. “Compartir de forma grupal los cuidados, no necesariamente con tu familia sino con un grupo humano, me parece una mirada hacia el mundo y hacia la naturaleza más natural y más bonita, así es como lo siento yo”, asegura. 

Desde Axuntase consideran que su proyecto es muy poliédrico y rico, pero fácilmente replicable. “Toda esta experiencia y conocimiento vamos a ponerlo a disposición de las personas interesadas para que pueda haber muchos más cohousing y ayudar a que las personas tengamos un modo de vida que nos haga un poco más felices”, concluye Asunción. 

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