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Violencia machista
El cantante de Rammstein, acusado de abuso sexual
En las últimas semanas es casi imposible abrir la prensa alemana sin encontrarse una nueva noticia sobre Rammstein, y no por el hecho de estar de gira, sino por las acusaciones a las que se enfrenta el cantante del grupo, Till Lindemann.
Todo comenzó el 25 de mayo, cuando Shelby Lynn acudía a Twitter para narrar en un hilo cómo había asistido al concierto de Rammstein en Vilnius para amanecer al día siguiente amoratada y con lagunas que ella achacaba a haber sido drogada. En el hilo cuenta cómo personas cercanas al grupo como Joe Letz y Alena Makeeva reclutaban fans para participar en las fiestas anteriores y posteriores al concierto, además de dar acceso a lo que el grupo llama la “fila cero”, muy cerca del escenario. En esa fila cero eran fotografiadas y filmadas, como si fuera un casting.
Tras despertar amoratada y con lagunas, Shelby Lynn decidió acudir a las autoridades para presentar una denuncia, aunque la policía de Vilnius finalmente ha descartado proseguir con los cargos presentados contra Lindemann
Según los relatos de algunas de las mujeres, con esas imágenes Lindemann elegía quién tenía acceso a la fiesta posterior, que resultaba ser una fiesta privada en la que solo había otras fans además del propio músico. Tras despertar amoratada y con lagunas, Shelby decidió acudir a las autoridades para presentar una denuncia, aunque la policía de Vilnius finalmente ha descartado proseguir con los cargos presentados contra Lindemann.
Aunque la propia Shelby admite que Till aceptó su negativa a mantener relaciones sexuales con él, su testimonio ha servido para que otras mujeres hablen sobre experiencias similares, ya sea en mensajes compartidos con la propia Shelby o a través de vídeos como el de la influencer Kayla Shyx. En un vídeo que lleva ya casi cinco millones de visualizaciones, explica en detalle una experiencia prácticamente calcada a la de Shelby de lo que supone ir como invitada a la fila cero. Kayla cuenta cómo, además, recibió instrucciones sobre el vestuario que debía llevar y cómo le preocupó que en la sala del after party no hubiera más que otras fans muy jóvenes, algunas, afirma Shyx, visiblemente borrachas o drogadas.
Ambos testimonios han provocado una investigación de varios medios alemanes, con declaraciones recogidas en periódicos como Die Welt o Suddeutsche Zeitung. Muchas de de las declaraciones, firmadas pero realizadas anónimamente, hablan de experiencias similares que a menudo incluyen encuentros sexuales violentos. En Suddeutsche Zeitung una mujer narra incluso que se desmayó y cuando volvió a estar consciente tenía a Lindemann sobre ella, quien le preguntó si debía parar.
Las acusaciones han desatado una ola de reacciones. La editorial Kiepenheuer & Witsch, que publicó un poemario de Lindemann, ha dejado de trabajar con el artista, se habla mucho de la letra de “Wenn du schläfst” (en la que hablan de poner “algo de rohypnol en el vino”) y cientos de fans decidieron poner su entrada a la venta como forma de protesta. Hay incluso una petición con casi 30.000 firmas pidiendo la cancelación de los conciertos que Rammstein debe dar en Berlín (a mediados de julio) y el senador de cultura de la capital alemana, Joe Chialo, ha prohibido la celebración de fiestas en el backstage o la existencia de una fila cero.
Las reacciones han llegado incluso a gestos como el de la tatuadora Milaloba, que ha prometido cubrir tatuajes de Rammstein de forma gratuita o a cambio de una donación a asociaciones que ayudan a víctimas de violencia de género.
La ministra de familia, Lisa Paus, ha pedido que se trabaje para prevenir el sexismo en los conciertos, garantizar la existencia de espacios seguros y el desarrollo de equipos de sensibilización
La esfera política tampoco se mantiene ajena, y se ha abierto un debate que ha llevado a la ministra de familia, Lisa Paus, a pedir que se trabaje para prevenir el sexismo en los conciertos, garantizar la existencia de espacios seguros y el desarrollo de equipos de sensibilización, una práctica que ya es habitual en algunos clubes y fiestas y que consiste en la existencia de personal entrenado para actuar en situaciones de riesgo.
El grupo, que actuará en Madrid el próximo 23 de junio, ha publicado un comunicado negando los hechos y Till Lindemann ha anunciado que tomará acciones legales tanto contra quienes ha realizado las acusaciones como contra los periodistas que se han hecho eco, a lo que la asociación de periodistas de Alemania se ha referido como un intento de “amordazar los medios de comunicación”.
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La existencia de este tipo de fiestas tras los conciertos, donde jovencitas "son adjudicadas" al famosillo de turno, no puede sorprender a nadie. Esto no es nada nuevo.
Una parte importante a la hora de derribar el patriarcado, según mi opinión, es una educación que nos impida a las mujeres vendernos a nosotras mismas, acudir al encuentro de estos señores creyendo arañar con ello un poco de fama o qué sé yo. Es importante educar a los niños para que crezcan siendo hombres igualitarios, pero también a las niñas para que se valoren y se respeten a sí mismas. Aquí entran los problemas del culto al cuerpo, la presión social para usar maquillaje, ciertas prendas, la depilación, la presión del grupo a la hora de comenzar a tener relaciones sexuales... Hablo de mí misma y de mi propia adolescencia.
No pretendo, en ningún caso, defender a estos famosos que se aprovechan de jóvenes sabiendo que lo hacen, ni culpabilizarlas a ellas de esas malas experiencias. Lo que pido es educación para que ninguna acuda a esas fiestas por voluntad propia. Hay que tirar abajo el sistema para el que mujeres y hombres solo somos mercancía y/o fuerza esclava.
Bueno, sin ánimo de polemizar (el de Rammstein que vaya a la cárcel si se acuesta con mujeres seminconscientes las drogue o no), para muchas chicas jóvenes acostarse con el chico popular del instituto es su sueño aunque se tire a medio instituto y la chica popular del instituto intenta tener novio guapo fijo en vez de tirarse a medio instituto porque la llamarían "puta", eso es el patriarcado y no que la gente se sienta atraída por alguien popular, cosa que nos pasa a todos.
Claro, es el sueño de tantas jóvenes porque somos educadas para atraer, para gustar, para satisfacer a otr@s... No solo en cuanto al sexo o a las relaciones amorosas, sino también en el ámbito familiar y fuera de él. Es un rol que nos ha sido impuesto y no una inclinación natural, me atrevo a afirmar, aunque sin base científica que respalde tal afirmación o estudios que pueda citar (puede que alguien lo justifique desde la biología con la necesidad de buscar un macho protector que provea en tiempos difíciles, por ejemplo durante el embarazo ¿¿??).
Que ese chico popular decida concederme el honor de tener sexo conmigo es el mayor de los reconocimientos: gusto, satisfago, atraigo... Mi duro trabajo frente al espejo da sus frutos.
En esa fila cero de la que habla el artículo esas chicas eran mercancía. ¡Qué honor ser una de las elegidas para acudir luego a la fiesta privada! Es el mismo caso del ejemplo del instituto, exactamente lo mismo.