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Ucrania
Los tambores de guerra no se escuchan en Kiev
Según los rankings internacionales de ciudades más estresantes del mundo, el décimo lugar lo ocupa Kiev, la capital de Ucrania. Y si a esto le sumamos la amenaza de una posible invasión por parte de Rusia, seguramente esta capital escalaría varias posiciones en esta clasificación. Sin embargo, tras visitar el lugar del que todos hablan últimamente nos dimos de bruces con la realidad. Esperábamos ser recibidos por el sonido de los tambores de guerra que tanto se escuchan en Occidente, pero por el contrario la que nos dio la bienvenida fue la abrumadora normalidad.
Los medios de comunicación españoles y la prensa internacional llevan dos meses alertando de manera constante sobre la inminente ofensiva rusa que no acaba de producirse. De hecho, no sería la primera vez, dicen. Los acontecimientos de 2014 en Crimea y en la región del Donbás parecen servir de antecedentes para explicar las intenciones actuales de Putin. Sin embargo, en Kiev la nota dominante sigue siendo el frío y la nieve características de esta época del año y destaca la tranquilidad de su gente en un contexto internacional tan hiperbólico. A pesar de ello, los kievitas siguen yendo a trabajar en el precioso metro de la capital, las tiendas se encuentran abiertas como de costumbre y los bares y cafeterías repletos de gente en busca de cobijo para escapar de las gélidas temperaturas.
Entre los ucranianos que son preguntados por extranjeros sobre cuál es la situación actual parece haber un extendido mantra para contestar algo muy similar. “Para nosotros no es nada nuevo, estamos acostumbrados porque llevamos ya ocho años en guerra”, exclamaban la práctica totalidad de personas preguntadas en la calle o en restaurantes. Y es que, a pesar de que la opinión pública internacional no haya tenido su atención fijada en el este de Ucrania durante todos estos años, el conflicto ha permanecido activo y ocasionando aproximadamente 13.000 bajas, según la ONU, que se hacen patentes en los memoriales presentes por toda la ciudad con las caras de los combatientes.
Ucrania
Conflicto Claves del conflicto ruso-ucraniano: posibles escenarios futuros y propuestas para una desescalada
Observando este choque frontal entre relato y realidad, aflora de manera inevitable una pregunta. ¿Se trata de una tranquilidad real o es esa calma que se respira justo antes de la tormenta?
Ucrania se preocupa más por sus problemas internos
Uno de los días de visita nos encontramos de repente en la calle que une la maravillosa catedral de Santa Sofía con el monasterio de San Miguel a una multitud que ondeaba banderas europeas y gritaban lemas en ucraniano. Uno enseguida pensaría que se trataba de alguna manifestación en contra de la presión que Rusia está ejerciendo sobre Ucrania o una marcha para solicitar a la OTAN la garantía de defensa en caso de injerencia. Pero una vez más, los esquemas con los que se llega desde casa son incorrectos. Cuando pregunté a un señor mayor por qué estaba toda esa gente allí me dijo: “Están juzgando de alta traición a nuestro expresidente Poroshenko y nosotros estamos aquí para apoyarle”. Eran seguidores del partido político Solidaridad Europea, fundado por el propio expresidente.
A pesar de los valores democráticos y proeuropeos que abrazó durante lo que los ucranianos llaman “revolución”, Poroshenko en ningún momento dejó de ser un oligarca
En la pantalla gigante instalada a las puertas de los juzgados del distrito de Pechersk, efectivamente, se encontraba Petro Poroshenko, primer presidente de Ucrania tras las protestas del Euromaidán en 2014 hasta el año 2019. A pesar de los valores democráticos y proeuropeos que abrazó durante lo que los ucranianos llaman “revolución”, Poroshenko en ningún momento dejó de ser un oligarca y multimillonario que amasó su fortuna con la industria del cacao primero y que en la actualidad ha diversificado sus negocios a otros sectores, como el automovilístico o el alimentario. Sin embargo, en esta ocasión el Rey del Chocolate, como se le conoce popularmente en Ucrania, estaba siendo juzgado por sus negocios con empresas carboneras del Donbás que habrían ayudado a financiar a los separatistas rusas en los inicios de la guerra.
Más que apuntar hacia Moscú, los señalamientos iban principalmente dirigidos a Volodomir Zelensky, actual presidente del país, por presuntamente haber organizado este juicio a Poroshenko
Durante los próximos días, se sucedieron diferentes marchas y manifestaciones de los fieles del partido Solidaridad Europea y demás sectores derechistas que componen el panorama político ucraniano. Más que apuntar hacia Moscú, los señalamientos iban principalmente dirigidos a Volodomir Zelensky, actual presidente del país, por presuntamente haber organizado este juicio a Poroshenko que los manifestantes consideran como “político”. Ucrania, a pesar de todo, sigue con su vida política interna, que tampoco queda exenta de polémicas.
“Occidente quiere mostrar noticias provocativas”
Alona Kibets (26 años, Kiev) es historiadora y realiza tours para turistas por la ciudad. El hecho de trabajar con extranjeros le ha permitido durante estas semanas conocer cuál es el discurso que se está dando en el resto de países del mundo sobre las tensiones en la frontera con Rusia. Para su sorpresa, los visitantes estaban incluso más preocupados que ella por la situación. “¡Nosotros no tenemos miedo! Somos fuertes. Nuestros abuelos sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial, las hambrunas y Chernóbil. ¡Es nuestra tierra! Lo más triste es que nosotros llevamos viviendo así ya ocho años. La guerra en el Donbás contra separatistas prorrusos lleva todo ese tiempo activa… la gente está acostumbrada”, relataba la joven.
“Lo más triste es que nosotros llevamos viviendo así ya ocho años. La guerra en el Donbás contra separatistas prorrusos lleva todo ese tiempo activa… la gente está acostumbrada”
Otra de las cuestiones que sorprende no solo a Alona sino a muchos de sus conciudadanos es la razón por la que los medios de comunicación internacionales han focalizado tanto su atención en Ucrania en este preciso momento de movilización de tropas rusas, pero no lo hicieran de la misma manera en otros picos de tensión similares al actual. “Qué pena que los periodistas no hablaran tanto como ahora sobre la guerra del 2014. Qué pena que no pusieran tanta atención en Ucrania como ahora… ¡Nos podría haber ayudado mucho! Yo, que trabajo como guía de turismo, siempre explico a la gente que viaja a Ucrania sobre la guerra en Donbás… y muchos turistas hispanohablantes me dijeron que escucharon sobre Crimea, pero sobre Donbás nada”.
De hecho, el propio presidente Zelensky dio hace unos días una rueda de prensa en la que pedía a los medios de comunicación internacionales y a Occidente que “no creasen pánico” y que “anunciar que va a haber guerra mañana” pone en serio riesgo a la economía ucraniana, además de no establecer ninguna línea de soluciones. “Desde mi punto de vista Occidente no dice todo a la gente y quiere mostrar solo noticias provocativas. Por ejemplo, en España no dijeron nada sobre la retirada del ejército el 29 de enero”, apunta Alona en referencia a una noticia que se publicó en medios rusos y ucranianos sobre una retirada parcial de algunas de las tropas desplegadas por el Kremlin. Sorprendentemente, este hecho tan significativo en un momento de alto voltaje no ha tenido repercusión en medios internacionales. ¿Por qué?
A los días de regresar de Kiev, pregunté a Alona si tras las negativas de la OTAN a las condiciones propuestas por Rusia había cambiado algo en Ucrania o si la gente se había puesto más nerviosa. Su respuesta fue bastante clara: “Todo está igual. La gente trabaja, estudia, el transporte funciona, en las tiendas tenemos todo. Los precios de los productos subieron un poco, porque el precio de dólar ha subido un poco. Soy guía de turismo y se nota que hay menos tours y turistas. Mi padre es militar y dice que trabajan como siempre. Debemos tener paciencia”.
La postura de España
Otra de las noticias que nos sorprendió durante nuestra estancia en Kiev fue el envío por parte de España de cazas a Bulgaria y la incorporación de la fragata Blas de Lezo, un patrullero y un buscaminas en el Mar Negro, en teoría como unas maniobras rutinarias en el marco de la OTAN, pero con una trascendencia mediática que pone de manifiesto la intención de ejercer un poco más de presión sobre Rusia. La pregunta que muchos se hacen y que también rondó nuestras cabezas fue: ¿Qué pinta España en todo esto?
Fuentes cercanas a la embajada española en Kiev aseguran que “España por el momento no apoya militarmente a Ucrania, sino que ha mandado tropas en el marco de la OTAN”. No obstante, el mensaje oficial desde la embajada de España es que “se reconoce al 100% la soberanía ucraniana y no se acepta ningún tipo de agresión por parte de Rusia”. De todos modos, la fuente reconoce que en Kiev “todo está muy tranquilo” y que por el momento “no está previsto evacuar al personal de la embajada, porque no se espera que pase nada en la capital”.
Si incluso la embajada española en el lugar, que debería servir como una suerte de termómetro de la situación, asegura que todo se mantiene en calma, sorprende ver el tono trascendente y la música de batalla con la que Antonio García Ferreras arranca cada mañana su programa o a algunos periodistas enviados a Kiev centrándose en enseñar al pequeño grupúsculo de personas que se está preparando militarmente para el hipotético enfrentamiento, creando así una sensación de guerra inminente.
Seguramente esto es lo que quería Putin desde el principio: tensar la cuerda con el fin exclusivo de sentar a Estados Unidos y la OTAN a negociar un nuevo pacto de seguridad
Por suerte para las personas que no romantizan el horror que debe de ser una guerra y no quieren ver a los tanques rusos llegando al río Dniéper, parece que durante estas últimas jornadas la diplomacia ha ganado terreno a la retórica belicista. Y es que seguramente esto es lo que quería Putin desde el principio: tensar la cuerda con el fin exclusivo de sentar a Estados Unidos y la OTAN a negociar un nuevo pacto de seguridad. Europa también debería replantearse su estrategia con respecto a Rusia, más allá de por la evidente dependencia energética que padece, porque en el plano geopolítico Europa y Rusia siempre han sido siameses que duermen la misma cama. Y cuando nos despertamos seguirán estando ahí.