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Turismo
“La especialización turística creó problemas durante la pandemia y la realidad es que hemos vuelto a lo mismo”
![China Cabrerizo](/uploads/fotos/r2000/e5d4fe5a/IMG_20250129_221955_754.jpg?v=63905448411)
En el actual estado de economía de la experiencia, que convierte el tiempo de ocio en producto de consumo, el sistema capitalista se encuentra dispuesto para monetizar cualquier rincón del planeta, transformando la hospitalidad en servicios, y los paisajes en escenografías. Ajenos a esta dinámica donde el tiempo libre ha sido colonizado por el productivismo, los turistas contribuyen con la pasión instagramer de compartir de manera pública nuestro ocio a llenar las alforjas de los señores feudales de la economía digital.
El turismo establece una frontera entre quienes tienen los medios para disfrutar del mundo, y quienes estarán en el correspondiente destino para servirlos. Cada vez vemos más voces que se alzan contra esta dicotomía. Durante los últimos años se han intensificado las protestas contra el monocultivo de la turistificación, reclamando un cambio de modelo.
El turismo, como resultado de su naturaleza capitalista, puede permitirse la premisa, señalada por la escritora y artista Jenny Odell, de no sólo otorgar valor al tiempo de una persona exclusivamente en función de su salario, sino también en función de quién realiza qué tipos de trabajo y quién debe amoldar su temporalidad a la de quien.
Para tratar de diseccionar nuestras motivaciones para viajar y el impacto del modelo turístico actual hemos buscado la voz de China Cabrerizo, doctora en Geografía por la Universidad Autónoma de Madrid, técnico urbanista por el Instituto Nacional de Administraciones Públicas y profesora en los Grados de Turismo y Humanidades en la Universidad Carlos III de Madrid. Cabrerizo ha combinado la práctica investigadora con el ejercicio profesional de la geografía y es autora de numerosos informes sobre la materia, entre otros, del libro La ciudad negocio: Turismo y movilización social en pugna (editorial Cisma, 2016).
En tu libro apuntaste que la conversión del individuo en turista requiere del manejo de sus conductas, de su vida completa, saliendo al exterior del trabajo y controlando el ciclo completo de producción-consumo. ¿Crees que el turismo tiene algo de ejercicio de emancipación (como proclaman en ocasiones algunos eslóganes de marketing) o lo ves como un instrumento de control social?
El viaje puede ser emancipador, y hay muchas maneras de viajar, también con un buen libro. Sin embargo, el viaje turístico convencional se inscribe en la sociedad consumista y como tal supone un elemento más de subsunción en las lógicas capitalistas. Se tiende a pensar que el viaje turístico es algo diferente, especial (pasa lo mismo con la cultura). Pero es un producto de consumo más.
Cuando el turismo es una actividad complementaria, de corte comunitario o coordinado entre actores territoriales, podríamos tener un turismo más próximo a la sostenibilidad
Señalas que el turismo precariza laboral y educativamente a las sociedades receptoras, favorece la desaparición de los modos de producción tradicionales, e introduce un factor de insostenibilidad en las haciendas locales. ¿Piensas que habría posibilidad de soportar un modelo turístico más responsable?
A día de hoy, es muy complicado pensar en que alguna actividad humana pueda ser realmente sostenible. Tampoco el turismo que, además, sabemos es una actividad muy lucrativa y cuya producción (y consumo) puede desplazarse a casi cualquier lugar del planeta. La sostenibilidad implica límites y el capitalismo no quiere saber nada de ellos. Cuando un territorio, convertido en destino, prioriza en exceso esta actividad y su habilitación para la práctica turística, se pierde el control. Es lo que, por ejemplo, José Mansilla denomina “turistrofia”. En todo caso, es posible pensar en prácticas responsables. Cuando el turismo es una actividad complementaria, de corte comunitario o coordinado entre actores territoriales, no modifica esencialmente el carácter del lugar, considera la capacidad de carga y todas las externalidades y consumos (o demandas, ambientales, sociales y económicas) del viaje completo podríamos tener un turismo más próximo a la sostenibilidad.
Pensamiento
José Mansilla: “Nos cancelan las fiestas populares porque son peligrosas, pero con el turismo de masas no hubo problemas”
Los porcentajes de población que practican el turismo y el ocio siguen siendo reducidos, y están concentrados principalmente en las regiones más avanzadas del planeta, ¿crees que el turismo es una actividad occidentalizada, y que establece una fractura entre los que tienen los medios para disfrutar del mundo y los que están en el mundo para servir a los primeros?
Este es un asunto que me gusta recordar siempre a mis alumnos del Grado de Turismo, que no todo el mundo hace turismo, pues en nuestras latitudes parece algo al alcance de todos. Para consumir y realizar turismo se necesita dinero y tiempo. De hecho, merece recordar aquí que la práctica turística masiva, tal y como hoy la conocemos, se debe a los avances legislativos en materia de derechos laborales (regulaciones de jornadas, derecho al descanso del trabajador, vacaciones pagadas, etc.). A las condiciones de vida, hay que sumar la cuestión fronteriza. Según el último Tourism Visa Opennes Report (2023) de la OMT, solo el 21% de la población mundial tienen derecho cruzar fronteras sin solicitar visado. Esto ha avanzado lentamente. El resto de personas deben solicitarlo en fronteras, embajadas/consulados de manera tradicional, o vía online. En estos últimos tres grupos (79% de la población mundial) hay muchas personas que no la conseguirán fácilmente. Por regiones, son precisamente las menos aperturistas, Europa y Estados Unidos, son las que más turistas aportan a los flujos mundiales. La actividad turística crece según las economías también lo hacen, pero también se multiplican y endurecen las fronteras para una parte importante de la sociedad. Sí, la sociedad mundial sigue dividida entre los que pueden ser turistas y moverse libremente y los que son eternamente receptores de dichos turistas.
Las encuestas dicen que la mayoría de los turistas buscan: vacaciones muy predecibles, muy eficientes, muy calculables, muy controladas
Otra de las cuestiones a las que haces referencia es que, en la actualidad, el consumo no se relaciona únicamente con la adquisición de productos tangibles, sino también de “experiencias”, emociones, deseos o sueños. ¿Qué le queda de experiencia a ese tipo de aventuras organizadas cuando son justo lo contrario a una aventura?
La industria lleva tiempo usando y abusando de este término (experiencia), manejando la idea de que sólo viajando podrás tener experiencias que merezcan la pena, como si vivir el día a día, la cotidianidad cercana, no pudiera ser en sí mismo una súper experiencia. En todo caso, el turismo siempre ha tenido una capacidad grande en el manejo de subjetividades, deseos y sueños. Creo que con el uso del concepto experiencial incluye y refuerza las cuestiones de la diferenciación, estilo de vida y estatus social. De hecho, en las narrativas más convencionales sobre el turismo, coincide con las definiciones de turismos emergentes característicos de lo que se denomina postfordismo. En mi opinión, los turismos emergentes de ese supuesto postfordismo no son más que adaptaciones contemporáneas de la industria a las necesidades de reinversión de capitales en nuevos nichos y lugares para seguir aumentando rentas y beneficios y superar las crisis del capitalismo. ¿Qué le queda de experiencia a ese tipo de aventuras organizadas cuando son justo lo contrario a una aventura? Las encuestas dicen que la mayoría de los turistas buscan: vacaciones muy predecibles, muy eficientes, muy calculables, muy controladas.
Una vez que, históricamente y con la generalización de las vacaciones pagadas, el turismo deja de ser una actividad exclusiva de la aristocracia, algunas fuentes suelen utilizar el término de “democratización del turismo”. ¿Ves apropiado dicho término?
Para empezar, sabemos que los términos “democracia”, “democratización” están totalmente corrompidos, deformados y manipulados, en este asunto del turismo y en todos. Ya hemos indicado que no todo el mundo puede hacer turismo, y sabemos que la OMT se permite hablar de “derecho al turismo”. Debemos hablar y defender el derecho al descanso como trabajadores. Pero ¿qué hacer en ese tiempo de descanso? El capitalismo lo ha convertido en tiempo de consumo, y ahí es donde se encuentra el turismo. Deberíamos ser capaces de hacer un uso más sostenible y enriquecedor de ese tiempo (y aquí cabría introducir el derecho a la pereza), y dejar de parecer una sociedad constantemente aburrida que necesita todo el tiempo hacer algo (como decía Zygmunt Bauman). Yo no niego que, hacer viaje con sentido, no pueda ser una buena manera de usar ese tiempo ocasionalmente. Y creo que el Estado debería garantizar que todas las personas pudieran hacerlo (es lo que se denomina turismo social), pero no como una manera de mantener a la industria, sino como una medida para avanzar hacia la equidad.
Turismo
Turismo ¿Qué fue del turismo social?
La concentración de la práctica turística y las políticas implementadas en los centros históricos de ciudades turísticas suelen convertir esos lugares en un privilegio para los visitantes acomodados y provocar descensos poblacionales como consecuencia de la fuerte terciarización y los procesos de gentrificación asociados ¿Qué opinas del argumento de que el turismo contribuye a una mejor comprensión intercultural? ¿Lo ves más como una fuente de conflictos y algo que aleja a los pueblos porque la relación entre residentes y turistas parece tener poco de hospitalaria?
No comparto la turismofobia, aunque también la veo como una estrategia de la industria y del sistema capitalista en general para criminalizar la protesta. Pero por ello, es importante que, en la protesta contra el turismo, se ponga el foco en lo que realmente causa los problemas y no en criticar o denunciar al turista. Y esta es, fundamentalmente, la estrecha relación entre turismo y negocio inmobiliario y, en general, en que la ciudad y lo urbano se ha convertido en uno de los principales espacios para la acumulación de rentas y la inversión de capitales. Creo que la comprensión intercultural, el entendimiento del “otro” es algo positivo y clave para enfrentar racismos, xenofobias, fascismos en general. Pero no es la práctica convencional del turismo la que, precisamente, favorece esto. En la mayoría de los viajes turísticos la relación con el local, con el “otro”, se da con el trabajador turístico nada más, y por ello se convierte en un recurso más del sistema de producción turística.
Turismo
Turismo Free tours: la atracción turística de la precariedad
Otra de las cuestiones que subrayas es que el turismo se aprovecha de las ansias por conocer, intrínsecas al ser humano y convierte en mercancía la historia, el patrimonio, la gastronomía religiones, modos de vida,… ¿Esa necesidad de partir puede estar relacionada con la calidad de vida? Es decir, ¿tenemos una necesidad reconstituir durante nuestras vacaciones o viajes todas aquellas angustias o miserias que el sistema neoliberal provoca en nuestra vida cotidiana?
En primer lugar, creo que la sociedad actual es más cuantitativa, ambiciosa y egoísta que curiosa. Por otro lado, claro que el marketing turístico se encarga de convencer de que, viajando turísticamente, compensas esas dificultades, angustias o miserias del día a día. Pero no creo que esa sea la solución. La solución sería transformar completamente el sistema.
También haces incidencia en que los programas de rehabilitación urbana de los centros históricos reconfiguran los paisajes para el consumo de una determinada oferta estética y de ocio dirigida a unos grupos sociales que encuentran allí los equipamientos que requieren para desplegar sus necesidades culturales y deseos de formas de vida. ¿Le interesa al turismo el declive de las actividades tradicionales del territorio o ciudad en cuestión?
El turismo necesita crear espacio turístico (lo llamamos, cuando ocurre, destino). Y es un espacio que se superpone sobre el espacio cotidiano de vida (en el turismo urbano, esta superposición es muy evidente). En el turismo, además, la producción y el consumo de la mercancía turística (el viaje turístico) es coincidente: el consumidor se desplaza al producto, o lugar donde se crea el producto.
¿Cómo convierte la industria turística a los destinos en productos de consumo?
Por un lado, incorpora aquellos “atributos o valores intrínsecos” existentes en el lugar que se incluyen como recursos de atractivo turísticos: paisajes, prácticas sociales, edificios históricos, elementos geográficos naturales, etc. Son elementos que no fueron creados para atraer turistas y visitantes. Generalmente, bienes públicos o del común de donde capturan rentas. En el caso del turismo urbano, son esos centros históricos, sus paisajes donde se lee la historia del lugar, patrimonios histórico-artístico y arquitectónicos, modos de vida. En inicio, lugares excepcionales por ser característicos de una sociedad concreta. Y esa excepcionalidad le interesa al turismo. De hecho, cuando no existen o han desaparecido por alguna razón, los recrea o inventa. Por otro lado, requiere de la urbanización del suelo para la producción de esos servicios y equipamientos necesarios para la visita turística (hoteles, centros comerciales, atracciones recreativas creadas ad hoc, aeropuertos, carreteras, etc..). Es aquí donde encuentra su principal rendimiento económico: producto de valor de uso acumulable. En el caso del turismo urbano, muchas de esos equipamientos no requieren producción de nuevo suelo urbano, sino que se reutilizan viejos edificios que han perdido su uso original (véase el caso de antiguos palacios, fábricas, etc).
Cádiz
Derecho a la ciudad La zambomba de Jerez, enésima víctima de la turistificación y del ‘city branding’
¿Cuáles son las consecuencias de esos factores?
Al turismo le interesa, a priori, lo excepcional (y utilizando tus palabras, lo tradicional se ha convertido en excepcional en nuestras sociedades). Pero como actividad capitalista, le interesa más el rendimiento económico y la acumulación de rentas, por lo que lo excepcional termina dejando de serlo. Por supuesto, sin la connivencia de las políticas públicas nada de eso sería posible. Según sea la intensidad o nivel de la función turística que marque la política pública, la actividad turística transformará más o menos la realidad socio-espacial y económica previa.
Somos un país de “camareros y hosteleros” al servicio de las élites mundiales y de los grandes capitales
Durante estos últimos meses se han generalizado en varias ciudades y territorios los actos de protesta contra el modelo turístico actual. ¿Crees que estamos ante un punto de no retorno y que se generalizará la sensación de insostenibilidad de dicho modelo incluso entre sectores de población más bien despolitizados?
En efecto, y aunque las protestas ciudadanas contra la intensidad turística surgen hacia la primera década de este siglo, ahora ha llegado a espacios o destinos turísticos altamente especializados (Canarias, Baleares, Málaga, etc..). Es muy interesante en cuanto a que, en estos lugares el porcentaje de población que depende, directa o indirectamente del turismo, es grande. Pienso que se reacciona contra ese modelo insostenible que imprime el turismo y que mencionabas en una pregunta anterior: precarización, bajos niveles educativos, presiones sobre las haciendas locales y expulsión, puesto que es sabido que, en sociedades muy especializadas turísticamente y, por tanto, muy vulnerables, el futuro (y el presente) es muy incierto. Lo que no tengo muy claro es si estas protestas se pueden imponer al modelo capitalista imperante. El sistema es poderoso y la protesta esta altamente criminalizada. Durante la covid-19, muchos lugares de nuestro país lo pasaron muy mal por esa superespecialización turística. Se habló mucho de la necesidad de replantear el modelo económico y productivo, pero la realidad es que hemos vuelto, incluso con más fuerza, a lo mismo. Somos un país de “camareros y hosteleros” al servicio de las élites mundiales y de los grandes capitales. Tampoco creo que la tragedia de la última dana en el Mediterráneo, que en parte es consecuencia de esta trayectoria nuestra, vaya a plantear cambios.