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Grecia
La isla griega de Sifnos, entre la escasez de agua y el exceso de turismo

“¡Aquí está nuestro producto local! Piscinas y césped”, grita indignado Dimitris Belios, residente desde hace años en el archipiélago griego de las Cícladas, en el centro del mar Egeo. Los vehículos de bombeo de hormigón y los camiones de cemento van y vienen sin parar, transportando materiales destinados a una de las muchas villas en construcción de la isla de Sifnos.
“Nadie habla porque todos dependen del turismo. Aquí la gente trabaja en la construcción o alquila casas, muy a menudo hace las dos cosas. Si el turismo deja de venir, nos moriremos de hambre”. continúa Belios. “Pero no tenemos agua suficiente, ni un alcantarillado adecuado, ni una gestión de residuos funcional, mientras se construyen monstruosidades. Es un arma de doble filo”.
Turismo
Turismo depredador Poca agua, mucho turismo: la crisis hídrica amenaza las islas Eolias en Italia
La isla, habitada por unas 2.500 personas, recibe hasta 39.000 turistas en temporada alta, según las autoridades portuarias de Sifnos. El impacto es abrumador para la comunidad local, pero el turismo aporta ingresos y mantiene a “sus hijos e hijas en la isla”.
Después del covid-19, la isla experimentó un boom turístico: la mayoría de residentes empezaron a vender terrenos o a convertir viejos depósitos en alquileres en Airbnb, e incluso a convertir viejos refugios de animales en habitaciones. Inversores adinerados, griegos y franceses, compraron terrenos y construyeron villas de lujo, trayendo gente, dinero, pero también problemas a la isla.
“Si el turismo deja de venir, nos moriremos de hambre”. dice Belios. “Pero no tenemos agua suficiente, ni un alcantarillado adecuado, mientras se construyen monstruosidades. Es un arma de doble filo”
“La casa en la que trabajo solía alquilarse por 5.500 euros a la semana antes de que tuviera piscina. Después de construirla cuesta 15.000 euros y la demanda es muy alta”, dice Georgia Atsoniou, que pasó de trabajar como limpiadora a ama de llaves, con un sueldo mucho mejor.
Pero el lujo está agotando los recursos naturales de la isla. Las villas han traído la construcción de piscinas y exuberantes jardines al árido paisaje de las Cícladas, agravando la crisis hídrica.
“Algunos huéspedes de las villas se duchan seis o siete veces al día y piden toallas nuevas cada vez”, dice Georgia. “Y sus jardines necesitan horas de riego”.

En julio de 2024 se declaró oficialmente el estado de emergencia en Sifnos debido a la escasez de agua.
Además de dos manantiales y veinte pozos, la isla depende principalmente de cuatro plantas desalinizadoras, que toman el agua del mar y la tratan químicamente para hacerla apta para el consumo. En junio de 2024, debido a una avería en una de las plantas, dos pueblos se quedaron sin agua.
Después del covid-19, la isla experimentó un boom turístico: la mayoría de residentes empezaron a vender terrenos o a convertir viejos depósitos en alquileres en Airbnb
En Exampela, uno de los pueblos afectados, el propietario de Airbnb, Andreas Gaitanos, afirmó inicialmente que no había ningún problema, pero más tarde admitió que había instalado un tanque de agua. Se trata de una práctica habitual entre los gestores de alojamientos turísticos, que prefieren no revelar los problemas de suministro de agua para proteger la imagen de la isla. El estado de emergencia enfureció a muchas personas que trabajan en la construcción o el turismo, que acusaron a las autoridades locales de perjudicar la economía de la isla.
“En el punto álgido de la temporada pasada en Platis Gialos, el consumo diario de agua alcanzó los 28 metros cúbicos, más del doble que el año anterior”, afirma Nikos Synodinos, electricista encargado de las plantas desalinizadoras de la isla, que atribuye este aumento a la ampliación de la infraestructura de desalinización y a los grandes jardines de las villas de reciente construcción.
“No me había dado cuenta de que la situación se había ido de las manos”, admite Manolis Foutoulakis, concejal de agua y alcantarillado de la isla. “Incluso con las desalinizadoras funcionando 24 horas al día, siete días a la semana a pleno rendimiento, no estamos produciendo suficiente agua”, dice, visiblemente preocupado. “Tuvimos que alertar al Gobierno: necesitamos ayuda”.
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“Regaban sus huertos mientras sus vecinos no tenían agua para cocinar”, añade Foutoulakis. Cuando se lo señalamos, la respuesta fue: ‘Como tengo dinero y pago, consumiré’. Pero no se trata de dinero: se trata de garantizar agua suficiente para todas las personas».
La desalinización es el motor del turismo y se ha hecho necesaria incluso en invierno, ya que las precipitaciones han disminuido drásticamente en las Cícladas. Sin embargo, aunque el agua de mar es gratuita y crea la ilusión de abundancia, la desalinización no es la panacea de todos los males.
Sifnos genera el 80% de su electricidad a partir de su plataforma de perforación alimentada con petróleo, que consume más de cuatro millones de litros de gasóleo al año: el 40% para la desalinización y el 22% para bombear agua a zonas más alejadas de la isla, según Sócrates Karavos, responsable municipal de abastecimiento de agua. Las fuentes de energía renovables cubren sólo el 19,2% de las necesidades energéticas de la isla.
El lujo está agotando los recursos naturales de la isla. Las villas han traído la construcción de piscinas y exuberantes jardines al árido paisaje de las Cícladas, agravando la crisis hídrica
El impacto ambiental del uso de combustibles fósiles para la desalinización preocupa a las autoridades de Sifnos, pero también hay reservas sobre la instalación de nuevas turbinas eólicas, debido a los posibles daños al paisaje de la isla y a la concesión arbitraria de permisos a empresas privadas sin informar al municipio ni a la comunidad local.
Además, el agua desalinizada es muy corrosiva y, según recientes análisis químicos, supera con creces los límites de seguridad. Según los expertos, esto provoca el deterioro de las viejas tuberías metálicas de la red de distribución, con consecuentes pérdidas y contaminación por óxido. Las mujeres de la zona se quejan de tener la piel seca y los residentes evitan beber el agua, incluso después de filtrar.

Y la desalinización también afecta al mar porque durante el proceso se producen grandes cantidades de salmuera que se vierten en sus aguas. Si no se gestionan adecuadamente, estos residuos salinos pueden ser perjudiciales para la vida marina. Los daños, sin embargo, son difíciles de cuantificar porque no se han realizado estudios en Sifnos y no hay datos sobre su impacto en la flora y fauna marinas.
Por otra parte, un problema bien documentado es la ilusión de abundancia creada por la desalinización, que fomenta el despilfarro de agua. Según datos municipales, la producción y el consumo totales de agua aumentaron alrededor de un 25% entre 2023 y 2024. Este aumento también incrementa el consumo de electricidad, causado por la desalinización adicional necesaria. El elevado coste del agua en Sifnos está subvencionado por el ayuntamiento para no gravar a los consumidores, pero esto reduce el presupuesto disponible para el mantenimiento de las viejas y descuidadas tuberías de la isla.
Y esto representa, por lo tanto, un reto permanente para las autoridades locales. La alcaldesa María Nadali cree que el municipio debe adaptarse a las nuevas condiciones, y poner al tiempo límites claros a las nuevas construcciones y al uso del agua.
Yannis Mastrokalos es uno de los pocos habitantes de Sifnos que no dependen del trabajo en el sector turístico o de la construcción. “No hay futuro para nosotros en la isla”
“Propondré prohibir la construcción de nuevas piscinas y limitar el tamaño de los jardines. Son medidas valientes pero necesarias”, dice Nadali. “Los hoteles con un determinado número de camas pueden tener permiso para construir una piscina, pero no puede ser lo mismo para todas las casas”.
El ayuntamiento también estudia subir las tarifas del agua para frenar el consumo. En el pasado, las cisternas domésticas eran una fuente de agua importante. Cada casa tenía una cisterna, que se limpiaba en otoño y se llenaba con agua de lluvia que se utilizaba para higiene personal, cocina y riego. Hoy, aunque las cisternas siguen incluidas en los planos de construcción, las personas residentes admiten que muchas se han convertido ilegalmente en habitaciones de alquiler.

Los pastores, históricamente presentes en la isla, sufren también el exceso de turismo porque pierden poco a poco el acceso a los pastos. “¡Apestan! ¡Llévenselos!, gritan los hoteleros”, explica Yannis Mastrokalos, uno de los pocos habitantes de Sifnos que no dependen del trabajo en el sector turístico o de la construcción. Mastrokalos llegó a tener 500 animales, ahora sólo 300. “No hay futuro para nosotros en la isla”.
En enero de 2025, las autoridades municipales de Sifnos dictaron medidas para limitar la construcción y proteger el paisaje, pero su aplicación depende del Gobierno griego. Sin embargo, incluso los residentes que apoyan estas medidas admiten a menudo que, sin el turismo, la supervivencia sería difícil.
El sociólogo Michael Nikolakakis, que ha realizado investigaciones sobre el turismo, explica que esta ambivalencia es habitual en las comunidades locales: “Hay una profunda conciencia de que nos dirigimos al desastre, unida a una fuerte reticencia a cambiar de rumbo, porque el turismo no sólo mueve mucho dinero, sino que también sostiene a pequeños propietarios en toda Grecia. Restringirlo significaría devaluar no sólo las grandes inversiones, sino también el sustento de un gran número de personas”. Sin embargo, a pesar de ello, reconocen el problema del turismo excesivo y sienten la necesidad de proponer límites, en contraste con la posición política nacional, que de hecho no establece ningún límite”.
“Hay una profunda conciencia de que nos dirigimos al desastre, unida a una fuerte reticencia a cambiar de rumbo”, dice el sociólogo Michael Nikolakakis
“El mayor problema es la falta de planificación a largo plazo”, admite la alcaldesa. “Nos esforzamos constantemente por satisfacer las necesidades de hoy y mañana, con la próxima temporada turística como único horizonte”.
A pesar de las medidas municipales y medioambientales contra la escasez de agua, los planes de acción estratégicos y las campañas educativas, las cuatro desalinizadoras de la isla seguirán funcionando las 24 horas del día hasta que se ponga en marcha un plan integral de gestión del agua.
Y la paradoja de la desalinización se mantiene: cuanta más agua se produce, más se fomenta el consumo, alimentando un círculo vicioso. Cuando la demanda supera la oferta, la isla se ve obligada a declarar el estado de emergencia, creando una realidad insostenible tanto para las personas como para el medio ambiente.
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