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Tribuna
Libertad de expresión: de Rusia a Extremadura
Productor e investigador agroecológico.
En medio de toda la locura que se está viviendo estos días por el conflicto bélico en Ucrania, una de las noticias que más portadas acaparó fue la muestra de valentía y dignidad de una mujer enseñando una pancarta contra la guerra en la televisión pública rusa.
Su nombre es Marina Ovsyannikova, periodista del canal Channel One. Su pancarta dio la vuelta al mundo y levantó una ola de solidaridad y muestras de apoyo. Desde la BBC al New York Times, pasando por El Mundo, El País y todas las cadenas públicas y privadas en sus informativos y magacines.
El diario El Mundo la llamó “heroína de la televisión estatal rusa”. El diario ABC resaltó la valentía de la editora de la televisión pública rusa. Fin de la emisión para detener a la valiente periodista, que podría pasar 15 años en la cárcel, apostilla el ABC.
A nivel regional, el diario HOY, el medio de mayor tirada en Extremadura ensalzaba la acción de Marina Ovsyannikova recalcando que hay quien sigue plantando cara a Putin dentro de Rusia.
La posición, como no podía ser de otra manera, fue unánime en los medios de comunicación con esta muestra de ejercicio de los derechos y libertades para denunciar una situación tan difícil como la de estos días.
Chapó por ella.
¿Qué podemos aprender de todo esto?
Que hay que tener mucha valentía y dignidad para entrar en un informativo en directo a denunciar momentos complicados para la población. También podemos aprender que los medios de comunicación cambian de criterio como mejor les convenga. Y me explico.
No puedo dejar de comparar esa acción con la realizada por el Campamento Dignidad en 2014. La situación en Extremadura era insostenible. Después de haber estado acampados durante tres meses en la puerta del Servicio Extremeño Público de Empleo (SEXPE), se arrancó al gobierno extremeño la Ley de Renta Básica de Inserción, pero se resistía a aplicarla.
En esta situación de extrema necesidad un grupo de personas paradas de larga duración, desahuciadas, estudiantes precarios y personas afectadas por cortes de luz y agua entramos en el plató de TVE portando una pancarta
Se aprobó en mayo de 2013, pero en enero de 2014 no llegaban a 200 personas las perceptoras a pesar de que para esas fechas ya había más de 15.000 solicitudes presentadas, 152.000 personas paradas y de ellas 70.000 sin cobertura. Los desahucios dejaban a cientos de familias a la intemperie. Se habían dado varios casos de suicidios en Mérida y otras localidades ante la desesperación que se vivía.
En esta situación de extrema necesidad un grupo de personas paradas de larga duración, desahuciadas, estudiantes precarios y personas afectadas por cortes de luz y agua entramos en el plató de TVE portando una pancarta para reivindicar el cumplimiento urgente de la ley de Renta Básica.
Como ha ocurrido con Marina Ovsyannikova, nos acusaron de varios delitos que significaban penas de entre quince meses y cinco años de prisión por persona.
Medios de comunicación
Asaltar los platós y las conciencias
Se cumplen cuatro años de la entrada en RTVE de los Campamentos Dignidad de Extremadura en el marco de otras movilizaciones protagonizadas por este colectivo para la implantación de la Ley de Renta Básica de Inserción en la comunidad.
¿Cómo respondieron los medios entonces?
Para los medios de comunicación aquello era un asalto sin paliativos. La Vanguardia publicó “miembros del Campamento Dignidad asaltan TVE Extremadura”
A El País en ese momento eso le parecía una interrupción por la fuerza del informativo regional. Vaya, vaya. Para el diario HOY, esta acción no era plantarle cara a Monago, era asaltar un plató. Desde el Partido Popular, por entonces en el gobierno extremeño, se dijo de todo e, incluso para el PSOE, aquello fue “totalmente reprobable”. Qué cosas.
Como ha ocurrido con Marina Ovsyannikova, nos acusaron de varios delitos que significaban penas de entre quince meses y cinco años de prisión por persona
Ahí no quedó todo. Las delegaciones extremeñas de Comisiones Obreras y UGT le siguieron el discurso al PSOE. La Federación de Servicios de UGT Extremadura “lamentó lo sucedido ayer en el plato regional de TVE, ya que se alteró el normal desarrollo de la emisión y se puso en riesgo a los profesionales que cumplían con su trabajo”.
Riesgo ninguno, fue una acción totalmente pacífica. Añadían lamentar “lo sucedido ayer en el plato regional de TVE, ya que se alteró el normal desarrollo de la emisión y se puso en riesgo a los profesionales que cumplían con su trabajo la invasión de un centro de trabajo no está justificada en absoluto, ya que existen otros medios y lugares donde hacer patentes las protestas”.
No se me pasa por la cabeza que nadie pudiera utilizar tales expresiones respecto a la acción de la periodista rusa.
Lo mismo digo de CC.OO., que consideró como un “error grave forzar la labor normal de los trabajadores y trabajadoras de TVE, atentar contra el derecho de información e impedir el funcionamiento de un servicio público”.
En sus conciencias quedarán sus palabras y su posición. Ellos y ellas sabrán si ha cambiado su opinión cuando esa protesta se ha llevado a cabo a miles de kilómetros en la TV pública rusa. Ellos y ellas sabrán si han cambiado de opinión, digo, porque hubo muchísimas personas que apoyaron aquello y apoyan esto. Hay mucha gente íntegra en este país.
Recibimos el apoyo de múltiples colectivos de toda la geografía española. Desde la PAH hasta organizaciones sindicales como Intersindical Valenciana, I. Alternativa de Catalunya, ESK, SAT pasando por colectivos como Parados en Movimiento de Valladolid, las Sillas del Hambre, las organizaciones en torno al Centro Social Rey Heredia de Córdoba, asambleas de parados/as de Madrid, la Marea Básica, la Marchas de la Dignidad etc.
¡Incluso el Comité Intercentros de RTVE! ¡De la institución asaltada según los medios, políticos y sindicatos de esta tierra!, mostró su apoyo a la acción del Campamento Dignidad
Muchas personas a título particular también se sumaron a los apoyos. Desde compañeros y compañeras menos conocidas hasta otras como Olga Rodríguez, Jesús Cintora, Julio Anguita, Rafa Mayoral, Alberto Garzón, Nacho Vegas, Los Chicos del Maíz, Irene Montero o Juancho López de Uralde.
Siete abogados y abogadas se hicieron cargo de nuestra defensa de modo completamente altruista: Marisa Tena, Chencho Canelo, Manuel Delgado, Lola Fernández, Endika Zulueta, Blanca Guergué y Gonzalo Carrasco. ¡Incluso el Comité Intercentros de RTVE! ¡De la institución asaltada según los medios, políticos y sindicatos de esta tierra!, mostró su apoyo a la acción del Campamento Dignidad.
Su comunicado no dejaba lugar a dudas: “RTVE está lejos de cumplir lo estipulado en el Mandato Marco aprobado por las Cortes Generales en 2007 en cuanto a dar cabida a todas las opciones presentes en la sociedad española, fomentar el pluralismo y la participación de los ciudadanos en el desarrollo social y económico así como el compromiso en la redistribución de la riqueza. [...] Ahora, dos años después, los 18 activistas del Campamento Dignidad imputados (el 19º, enfermo y en situación de grave exclusión, falleció) siguen a la espera de juicio en libertad condicional y tienen que presentarse todos los días 1 y 15 de cada mes en los juzgados. Por todo ello, solicitamos a la dirección de la Corporación RTVE que renuncie a cualquier acción judicial frente a este colectivo y que respete el pluralismo, que es el primer principio que le encomienda la ley 17/2006, de la radio y la televisión de titularidad estatal”.
Incluso desde el Parlament de Catalunya se aprobó una moción de solidaridad con el Campamento Dignidad.
En resumen.
Cuánta gente honesta en este país.
Cuánta gente sin dobleces.
Cuánta solidaridad recibida.
Tras aquella acción en febrero de 2014, las perceptoras de la renta básica pasaron de 200 a más de 7.000 a final de año y entre 10.000 y 12.000 de media desde abril de 2015.
Ayer, hoy y siempre estará legitimada la protesta social en todas situaciones de dificultades extraordinarias en todos los rincones del mundo.
José Giménez Lorente, compañero, como tú sabes, teníamos razón.