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Sumar
España es uno de los siete países de la Unión Europea sin prestaciones universales para la crianza
Cuando las mujeres finlandesas se quedan embarazadas, saben que no necesitarán comprar los primeros pañales y ropa, ni el saquito de dormir ni tampoco una cuna para cuando su bebé nazca. Aparte de que en el norte de Europa se ve como un signo de mal augurio comprar bodys antes de que el bebé salga del útero y respire por si solo, el Estado finés envía por correo postal una caja de cartón con los cachivaches necesarios para las primeras semanas de vida de la criatura. En el fondo de la caja, hay un colchón. Y una vez vaciada, esta se convierte en cuna que, a su debido tiempo, acaba en el contenedor de papel. Este regalo se instauró en 1938 para rebajar la elevada tasa de mortalidad infantil en las familias más pobres y se universalizó en 1949 para que todas las criaturas puedan empezar la vida del mismo modo. Ahora también reciben una prestación universal de casi cien euros mensuales, aparte de ayudas focalizadas en rentas bajas. En Alemania, desde el nacimiento hasta que los hijos se emancipan, las familias reciben 250 euros mensuales por boca a alimentar. Su sistema fiscal se ocupa luego anualmente de hacer las cuentas, ya que la prestación se considera tributable: es universal, por lo que llega a todo el mundo, pero sube el tipo impositivo. A más ingresos, más impuestos pagan.
Desigualdad
Desigualdad Uno de cada tres menores en España está en riesgo de pobreza
El norte y el centro de Europa cuentan con un estado del bienestar en el que el peso de la crianza no recae únicamente sobre las madres (y sus parejas, si las hubiera). El sur, apegado a la alargada sombra de la Iglesia Católica, tiene una relaciones económicas basadas también en el tipo familiarista. Tú te preñaste, tuyo es el pichón. A lo cual se suma en España una precariedad laboral extendida. El salario más habitual es de 18.502 euros brutos anuales, el segundo es de 16.487 euros, según el INE.
Diego Santamaría, miembro de la organización Save the Children, advierte de que solo siete países de la Unión Europea de los 27 carecen de prestaciones universales —o un diseño de deducciones fiscales universales— para la crianza: son España, Portugal, Italia, Grecia, Eslovenia, Croacia y Chequia, este último el único que no está en el sur. El resto tiene prestaciones. Desde las más modestas, con menos de 50 euros al mes en Eslovaquia, Letonia, y Bulgaria, a las más cuantiosas, por encima de los 180 euros por hijo, con los Países Bajos a la cabeza, seguido de Alemania, Polonia, Luxemburgo y Bélgica. En la franja intermedia —entre 150 y 100 euros— se encuentran por orden descendente Francia, Austria, Malta, Lituania, Rumanía, Irlanda, Dinamarca y Suecia.
En la Europa de los 27, solo España, Portugal, Italia, Grecia, Eslovenia, Croacia y Chequia no disponen de una prestación universal para la crianza
El estado que más invierte en crianza son los Países Bajos, con una prestación que arranca en el nacimiento con 261 euros mensuales hasta los cinco años, sigue con 317 euros hasta los 11 años y aumenta hasta los 373 para la franja de edad 12-17. Alemania es el segundo país, con una cuantía fija de 250 euros, conocida como Kindergeld, que se puede alargar hasta los 25 años del hijo e hija a cargo si esta sigue estudiando y viviendo bajo techo familiar, algo inusual en un país donde está mal visto vivir con los padres y la edad media de emancipación son los 22 años.
¿Debe ser universal la prestación por crianza, incluso para quien no la necesita?
— Pablo Bustinduy (@pbustinduy) May 16, 2024
Sí, porque no se trata solo de ayudar a familias vulnerables, sino de hacerlo conquistando derechos universales de ciudadanía, financiados con impuestos a quienes más tienen.
Tres razones:
España tiene la segunda tasa de natalidad más baja de Europa
Con sueldos que no permiten llegar ni a mitad de mes y sin respaldo del Estado, la tasa de natalidad de España es la segunda más baja de Europa, según el Eurostat, (322.075 nacimientos en 2023, la cifra más baja desde 1941). Así que, periódicamente, los medios de comunicación publican reportajes entorno a este asunto: ¿Las mujeres ya no quieren maternar? ¿O son los hombres? ¿Es que los jóvenes no tan jóvenes prefieren tener un gato o viajar? Sugiriendo que el feminismo, el individualismo, o ambas cosas a la vez, han matado a los críos que no nacerán por falta de dinero.
La propuesta de Sumar de una prestación universal de 200 euros mensuales por hijo a cargo hasta los 18 años ha abierto un debate social que tampoco se mantuvo cuando José Luis Rodríguez Zapatero creó el “cheque-bebé”, una prestación económica no contributiva de 2.500 euros por nacimiento. Duró tres años y medio, del 1 de julio de 2007 al 31 de diciembre de 2010. La crisis financiera se la llevó por delante, junto con miles de empleos destruidos y las viviendas que acabaron en manos de los bancos. Se instauró el término pobreza infantil, que cada año aumenta: del 28,9%, según el informe de Unicef el Estado de la Infancia en la Unión Europea 2024. Paralelamente, las comunidades autónomas van ampliando la red educativa concertada, relegándola a las escuelas públicas, algo de lo que las educadoras son muy conscientes.
La propuesta de una prestación universal ha traído el debate sobre la necesidad de universalizar una ayuda que, por otras vías —las individuales y focalizadas— no han ayudado a disminuir la pobreza infantil ni aliviado la carga económica de las familias, alertan las organizaciones Save the Children, Unicef y Plataforma de Infancia, las cuales enseguida valoraron la propuesta analizando cuatro escenarios distintos de prestaciones. Cualquiera les vale, están a favor.
España invierte en transferencias familiares la tercera parte de lo que hace la media de la UE-15, el 0,5% del PIB frente al 1,5% de la media europea
“Una ayuda a la crianza universal de carácter reembolsable es la mejor opción para seguir impidiendo que España se sitúe como uno de los países de la Unión Europea con las mayores tasas de pobreza infantil”, asegura Gabriel González-Bueno, de Unicef. “Pese a los avances de los últimos años, con la implementación del Ingreso Mínimo Vital y su complemento de infancia, entre otras medidas, España sigue lejos de la media europea en la inversión en prestaciones para la infancia y es uno de los pocos países europeos que no cuenta con una prestación para todos los niños y niñas, que sufren las consecuencias del alza de los precios”, añade Carmela del Moral, de Save the Children.
España invierte en transferencias familiares la tercera parte de lo que hace la media de la UE-15, el 0,5% del PIB frente al 1,5% de la media europea, indican las citadas organizaciones. Y eso sin hacer distinción entre las ayudas que reciben las familias numerosas, que no son sinónimo de vulnerabilidad.
Diego Santamaría destaca que una persona con hijos ahora mismo se puede deducir cierta cantidad. Pero deducir no implica que te devuelvan la cantidad en la declaración de la renta, “por lo que a los salarios mínimos les da igual esa deducción”. Por ello, proponen que sí pueda haber reintegro: si tienes dos hijos y puedes deducirte, por ejemplo, 5.000 euros y te sale una deducción de -4.000 euros, Hacienda te ingresaría esa cantidad de 4.000, en vez de abonarte la prestación de forma mensual. “Aunque hay formas de que Hacienda lo haga de forma anticipada y mensualmente, como se hace con algunas ayudas a madres con bebés de 0 a 3 años”, indica Santamaría. El objetivo es que la ayuda sea universal (y significativa).
CGT y ELA valoran positivamente la propuesta
Desde los sindicatos, dos han valorado para El Salto la propuesta. Desde CGT, su secretario general, Miguel Fadrique, considera que, “si finalmente se aprueba, desde CGT no vamos a criticar una prestación económica que ayuda a las madres y padres a poder llegar a fin de mes con más soltura, pero queremos recordar que lo que realmente esconden este tipo de medidas, al igual que la del aumento de subsidio por desempleo, es la aceptación por parte del Gobierno de que en el Estado español las salarios son precarios y bajos y, que en muchos casos, no te permiten ni plantear el tener una familia, primero por las dificultades económicas en las que la mayoría de la clase trabajadora se encuentra y, en segundo lugar, por las dificultades que también existen para poder llevar a cabo una conciliación de la vida familiar, personal y laboral”.
Por su parte, desde el sindicato mayoritario en Euskal Herria, ELA, su responsable de gabinete de estudios, Mikel Noval, resalta también que la propuesta, de momento, solo es eso: una propuesta, y que esta “ni siquiera tiene encaje en la Ley de Familias, que propone una prestación de 100 euros al mes durante tres años, menos incluso de lo que hay ahora mismo en la Comunidad Autónoma del País Vasco”. La propuesta tampoco forma parte del acuerdo de Gobierno entre el PSOE y Sumar, añade Noval. Dicho esto, recuerda que desde ELA se considera necesaria una prestación universal de al menos 200 euros mensuales hasta los 18 años, además de un cambio estructural en el que se garanticen plazas suficientes en las escuelas infantiles, una reta garantizada según la Carta de Derechos Sociales, el acceso a una vivienda, un sistema de cuidados público, universal, gratuito, de calidad y corresponsable y, por última, una reducción de la jornada y la eliminación de la precariedad laboral.
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Como dice el sindicalista de CGT, la clave está en las condiciones laborales de los trabajadores, que impiden tener hijos y proyecto de futuro.
A su vez, estás medidas son impresionantisimas para cuidar s la infancia y hacer pagar a las élites millonarias lo que deberían.