Senegal
La revuelta por la detención de un opositor muestra la frustración y el descontento en Senegal

La represión policial contra las manifestaciones ha dejado diez muertos, según los medios locales.
Sonko
Ousmane Sonko, el opositor detenido el pasado miércoles 3 de marzo y liberado el pasado lunes 8.

“El ejército no tendría que ejecutar nunca órdenes ilegítimas”, decía Macky Sall hace unos años, cuando todavía no era presidente. Ahora el vídeo circula por Internet, entre miles de senegaleses que lo consideran un dictador. Durante la última semana, habitantes de todo el país salieron a la calle a exigir el fin de la deriva autoritaria del presidente. El último episodio ha tenido como protagonista a Ousmane Sonko, el opositor más popular. Desde enero, Sonko —liberado ayer 8 de marzo con la obligación de no salir del país— ha sido acusado de malversación de fondos, el ministro del interior ha tanteado la opción de disolver su partido y ahora ha sido acusado de violación. Muchos senegaleses creen que se trata de un montaje para destruirlo políticamente.

Los seguidores de Sonko han pasado seis días saliendo a las calles, que se han convertido en un auténtico campo de batalla. Tras su liberación, el líder opositor ha animado a continuar con las manifestaciones de manera pacífica, mientras el presidente llamaba a la población a suspender las protestas apelando a la estabilidad del país.

Macky Sall agotará su segundo mandato presidencial en 2024 y, según la Constitución de Senegal, nadie se puede presentar más de dos mandatos. Pero sus actos hacen sospechar a buena parte de la población senegalesa

Macky Sall agotará su segundo mandato presidencial en 2024 y, según la Constitución de Senegal, nadie se puede presentar más de dos mandatos. Pero sus actos hacen sospechar a buena parte de la población senegalesa: el candidato que quedó segundo en las últimas presidenciales ha sido cooptado por el régimen; el tercero, Sonko, se ha negado a colaborar con Sall, y ahora lo quieren encarcelar.

Perseguir opositores, una tradición

Desde la independencia, Senegal ha presentado una imagen de país pacífico e integrador de las diferencias étnicas y religiosas. No ha habido un golpe de estado real y el único conflicto que ha sufrido el país ha sido un enfrentamiento discontinuo por la independencia de la Casamance. Pero la realidad de la política senegalesa muestra que la consolidación democrática es una asignatura pendiente.

Todo empezó con el referéndum convocado por el presidente francés Charles de Gaulle, en 1958, para decidir el futuro de las colonias africanas. Se podía votar sí y ser independiente... dentro de una comunidad económica francesa, lo que significaba mantener la tutela de Francia a través de la moneda, el Franco CFA. O votar no, lo que implicaba lograr la independencia total. Excepto Guinea Conakry, los demás países votaron que sí.

En el Senegal, entre los defensores del no se encontraba el intelectual senegalés Cheikh Anta Diop.Senegal se independizó en 1960, dando lugar a un régimen parlamentario con separación de poderes. Leopold Sedar Senghor, un francófilo, era presidente de la República; y Mamadou Día, más nacionalista, presidente del Consejo con control del Parlamento.

Senegal
La juventud senegalesa se organiza ante la falta de futuro

Los movimientos sociales senegaleses denuncian que los acuerdos pesqueros obligan a los pescadores a emigrar aún arriesgando su vida en una patera. El colectivo #480 se propone hacer frente a la migración irregular denunciando a quienes condenan a la miseria o el desempleo a las mayorías, expulsando así a tantas personas de su país. 

Solo dos años después, Día fue arrestado —acusado de intentar un golpe de estado— y Senghor concentró todos los poderes. Con el partido único, los opositores fueron perseguidos y encarcelados. Senghor cedió el control a Abdou Diouf después del fracaso de sus políticas económicas, pero el partido dominante se mantuvo. El principal opositor de Diouf, Abdoulaye Wade, entró y salió de la prisión hasta que decidió acercarse a las posiciones del gobierno. Con su llegada al gobierno en 2000, Senegal comenzó una transición democrática, pero solo en las formas: bien pronto, Wade concentró el poder alrededor de sus aliados y familiares.

Cuando intentó cambiar la Constitución, Macky Sall se convirtió en la gran esperanza de la oposición y ganó su primer mandato, en 2012. Desde entonces, ha seguido el libro de estilo de sus antecesores y ha eliminado todos sus potenciales opositores: primero, el hijo del anterior presidente; después, el alcalde de Dakar. Los políticos sospechosos de corrupción, por otro lado, fueron absueltos y se fueron integrando en el movimiento del presidente Sall. Ahora, Sall envía las fuerzas del orden a reprimir manifestantes.

El país es un paraíso para los inversores franceses, que tienen presencia en todos los sectores de la economía. El descubrimiento reciente de petróleo y gas en el territorio ha intensificado la lucha por acaparar los recursos

El país es un paraíso para los inversores franceses, que tienen presencia en todos los sectores de la economía. El descubrimiento reciente de petróleo y gas en el territorio ha intensificado la lucha por acaparar los recursos naturales del Senegal, que también dispone de minas de oro en el sudeste del país. Nada de esto ha beneficiado a la gran mayoría de la población. El Franco CFA, una moneda controlada desde Francia, facilita la repatriación de capitales, y el país no puede hacer políticas propias para estimular su economía. El resultado se puede resumir en dos realidades paralelas: el PIB del país crece al 6% anual, y el gobierno habla de un “Senegal emergente”; mientras tanto, los jóvenes sin conexiones con el poder, si no quieren malvivir, pueden unirse al ejército o a la policía, o bien huir del país.

Conexiones españolas

Más allá del foco sobre el control migratorio, algunas empresas españolas tienen negocios importantes en el Senegal. Los Albertos, con la ayuda del hermano del presidente, han entrado al Banco de Dakar, con la idea de expandirse por toda África occidental. El agua está en manos de Sen’eau, un consorcio entre el Estado y la compañía francesa Suez, que tiene un 45% de la propiedad. Uno de los accionistas de Suez, con un 6%, es La Caixa.

Abdou Junior Ceesay es un periodista de la Medina, un barrio de Dakar, y ha formado parte de las manifestaciones, en las que la policía ha utilizado gases lacrimógenos y munición real. Durante el fin de semana los manifestantes cogían fuerzas en lo que consideraban que era solo la primera batalla. Ceesay advertía que no piensan parar las protestas: “Un ministro ha dicho que los manifestantes somos terroristas. Son estúpidos, no entienden que no nos podrán encarcelar a todos”.


Artículo publicado originalmente en el Diario Ara 

 

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