Salud mental
Las personas psiquiatrizadas no celebramos el día mundial de la salud mental

Hace unas jornadas tuvo lugar el Día Mundial de la Salud Mental, en el que familiares y profesionales se regocijaban por la reciente introducción de la salud mental en el debate público y político. Un día que de cara a la galería transcurre sin aristas pero que se presenta espinoso para las personas psiquiatrizadas.
Psiquiatría cuerdas cama
Foto: primeravocal.org

Estudiante de filosofía y militante LGTBI.


16 oct 2021 09:00

Unos días antes del señalado día mundial de la salud mental NSUN (National Survivor User Network), la red de supervivientes de la psiquiatría en Reino Unido publicaba el comunicado “Why NSUN doesn’t do World Mental Health Day”, donde se podía leer: “Gran parte del espacio que ocupa #WorldMentalHealthDay es en realidad en la esfera corporativa”. Esto último cobra más sentido con otra cita del mismo comunicado: “Simplifican temas complejos y privilegian los mensajes limpios y fáciles para todos los públicos sobre los difíciles. Ocupan espacio y absorben oxígeno”.

Como comenta el periodista Robert Whitaker en una entrevista, existe una historia de la psiquiatría y una contra-historia. En una se refleja un camino de avances y éxitos, mientras que, en la otra, que avanza en paralelo en el tiempo, vemos una ciencia que se ha movido a través del marketing y, sin embargo, no ha conseguido avanzar en su objeto principal. Creo que es fácil saber cómo puede entroncar la respuesta de Whitaker y el comunicado de NSUN, pero volveremos sobre ello más tarde.

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Y es que, en este Día Mundial de la Salud Mental, profesionales y familiares salieron a la calle (y a las redes) con la cabeza bien alta, acompañados por políticos de distinto signo. No es para menos; después de años la salud mental ha estado en el centro del debate público y político, y ellos estaban orgullosos. La marcha transcurrió con normalidad entre mensajes tibios sobre contenciones mecánicas, derecho a la salud mental (sea lo que sea lo que eso signifique para ellos), etc.

El problema de la marcha es el que ya mencionaba NSUN: se alimenta con mensajes fáciles y limpios para esquivar los temas espinosos. En un día corporativo en el que los lobbys brotan como la espuma para reclamar su presencia, parece que hemos llegado con una amnesia sin precedentes. No es casualidad, pues la marcha del pasado 10 de octubre no arranca de otra cosa que de una ciencia que va a remolque, tratando de adaptarse para mantener su hegemonía, una especie de psiquiatría rosa (en referencia al capitalismo rosa) que se está viendo obligada a cambiar su mensaje y, como en el pinkwashing, deviene en un ejercicio de cara a la galería sin mucho margen de acción.

El problema de la marcha es el que ya mencionaba NSUN: se alimenta con mensajes fáciles y limpios para esquivar los temas espinosos

A pesar de la introducción de la salud mental en el centro del debate, ¿qué ha cambiado? Tenemos la formación de relatos amables y una ley en pañales que no aporta nada nuevo en materia de derechos humanos y que solo tiene la función de dar músculo político e imagen social a los profesionales. Es una ley hecha a medida para una institución y que ignora a sus víctimas, con cambios de cara a la galería para las mismas. Eliminar la violencia psiquiátrica y su tortura es cuestión de voluntad política. En algún momento llegué a leer que las leyes con la voluntad de acabar con la tortura psiquiátrica la abolirían, pero las leyes con la voluntad de minimizarlas la reducirían. Tienen bastante razón. En la mencionada ley se plantea la tortura como una excepción, pensando que cabe excepción en el hecho mismo de torturar, sin tener en cuenta que la voluntad de profesionales y familiares ya nos trata como una excepción inhumana y es lo que subyace al mismo hecho de torturar. Una vez más la voluntad política le dio la victoria al modelo de salud mental hegemónico y pretenden que sonriamos ofreciéndonos el premio de consolación.

En la mencionada ley se plantea la tortura como una excepción, pensando que cabe excepción en el hecho mismo de torturar

Haciendo recapitulación, llegué a caer en que hace seis años de la fatídica foto que tuvo lugar en el Hospital Universitario Gregorio Marañón, en la que se reflejan las espeluznantes correas con los que se tortura a los pacientes. Cabe ahora preguntarse si ha tenido recompensa la mala praxis, pues después de todo se ha aprobado la especialidad de psiquiatría infanto-juvenil entre el silencio sepulcral por los desmanes que se dan en las plantas de salud mental con niños y niñas, y que está bien reflejada en aquella terrorífica foto.

Aquí reside la esencia de este día promovido desde el corporativismo y el capitalismo rosa que, hace ya tiempo, está consumiendo a una psiquiatría ebria de marketing: la falta de memoria. De un tiempo a esta parte se ha consolidado la idea de que las asociaciones de salud mental brotan de la nada, o incluso de que no hay un recorrido previo. El propio comunicado de NSUN lo menciona cuando dice que es un día para aquellos que hablan de salud mental como una novedad y se pueden “tomar vacaciones”. Me pregunto qué pensarían aquellos partidos que van a una marcha en la que se están manifestando contra vulneraciones de derechos humanos y cuya organización recae en la misma asociación que confluía en lobby político para tratar de legislar el TAI (Tratamiento Ambulatorio Involuntario) o el ingreso forzoso. Una asociación que solo cambió su margen de acción y su bloqueo político a la transformación que pretendía AEN cuando, en 2011, sus intereses quedaron anticuados para las propias disposiciones de la ONU.

Aquí reside la esencia de este día promovido desde el corporativismo y el capitalismo rosa que, hace ya tiempo, está consumiendo a una psiquiatría ebria de marketing: la falta de memoria

¿Qué hubiera pasado si la ONU no actuara como presión política? ¿Es justo asumir que se trata del avance natural de la sociedad? Ya había precedentes del discurso y la acción que proponía la abolición de la tortura psiquiátrica, y la única intención que subyacía a ello era presionar para mantener el poder político y social que tiene la propia institución psiquiátrica. Su movimiento fue una reacción política, no había más intención tras ella que la de no ir a remolque y poder mantener estratégicamente su hegemonía. Jugar políticamente con las víctimas de su tortura, pero sobre todo contra ellas y sus posibilidades de alcanzar una voz pública. A su necesidad de mantener su hegemonía subyace una política de silencio de las víctimas, la existencia de un lobby de familiares y profesionales que se conforman como sujeto político y, como dice NSUN, ocupa nuestro espacio y absorbe nuestro oxígeno.

No faltaron, no obstante, las iniciativas por parte de formaciones en primera persona, pero lo que sí faltó fue una esperanza política. Desde Orgullo Loco Madrid se promovieron, de hecho, varias campañas.

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La primera de ellas con carteles de Angela Haller, artista y activista, donde se denunciaba la tortura psiquiátrica. Resulta paradigmática esta campaña porque permite observar los trazos que dibujan el negativo que representa la marcha de profesionales y familiares; mientras la propaganda de estos últimos eran amables dibujos que escondían un mensaje sobre violaciones de derechos humanos, en Orgullo Loco Madrid lo principal era explicitar la tortura. Nos deberíamos preguntar: ¿por qué es esto significativo? En las campañas corporativistas prima su establecimiento como poder político y social a la consecución de derechos humanos. Mensajes fácilmente digeribles con una envoltura torpemente política que no se hace por casualidad, sino porque el fantasma de lo que se podría poner sobre la mesa al politizar la salud mental les asola.

En las campañas corporativistas prima su establecimiento como poder político y social a la consecución de derechos humanos

La otra campaña ocurrió el mismo día en que se daba la marcha de la asociación.  En ella fueron explicitados los determinantes sociales como causa del malestar: la luz, la vivienda, etc. Es realmente curioso, porque este es un tema que a los profesionales les pilló a rebufo. Y es que en un panorama de medidas políticas tibias e inocuas, las reivindicaciones de los determinantes sociales parecían vacías cuando el efecto que debería surtir es el contrario. La luz cada vez marca un precio más alto, pero una asociación que quiere configurarse como lobby político no puede permitirse entrar en camisas de once varas, y así tuvimos que observar una banalidad casi cruenta. Más que una posición torpe es una infantilización de la sociedad jugada estratégicamente. De nuevo repetimos las palabras de NSUN en referencia a aquellos para los que hablar de salud mental les parece una novedad. Se dirigían a un público inmaduro, políticamente hablando, en el terreno de la salud mental.

Activistas de Valencia, Cataluña y Galicia decidieron presentarse frente a hospitales y denunciar la tortura psiquiátrica en su terreno de juego. Los profesionales y familiares paseaban tranquilos por la calle, sin señalar a nadie. El Día Mundial de la Salud Mental no es un día de señalamientos, ellos lo ven como un día de reivindicación y, sobre todo, en el que reivindican la proliferación del capital. Esto último nos debería desengañar del todo y su explicación es sencilla: en el Día Mundial de la Salud Mental se reivindica mantener el establishment o, en el más transgresor de los casos (si se puede llamar así), se pone la voz en alto para que refuercen su poder e influencia o incluso la seguridad económica de un sector de la clase media que quiere mantener su status.

En el Día Mundial de la Salud Mental se reivindica mantener el establishment o se pone la voz en alto para que refuercen su poder e influencia un sector de la clase media que quiere mantener su status

En Cataluña se realizaron unas jornadas de apoyo mutuo y activismo convocadas por Activament y Support Girona (además de la participación de varios colectivos en la elaboración de talleres y charlas) donde incluso se habló de la historia de movimientos de pacientes, la lucha por los derechos humanos, etc. Esto es una buena demostración de lo que hablábamos sobre la memoria, el capitalismo y sus sectores más acérrimos, que necesitan de la falta de memoria para mantener su influencia. Sin embargo, el movimiento de Orgullo Loco y pacientes ubica su acción en la memoria, porque es difícil olvidar cuando te torturan, y por eso el Orgullo Loco se basa en gran medida en la misma. No es fácil enterrar el recuerdo de los daños y la iatrogenia de la psiquiatría.

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“Me interesa saber cuánto del dinero recaudado en el #WorldMentalHealthDay se destina, por ejemplo, a la prestación de servicios reales a su grupo local de ayuda mutua. Me pregunto si, de hecho, la mayor parte de la financiación se canaliza de nuevo a estas campañas para crear más conciencia sobre la salud mental para que puedan invertir en una campaña más grande el próximo año, para crear más conciencia. Y si ahí es donde quiere que vaya su dinero, entonces genial. Pero este es el quid de la cuestión”. NSUN plantea esta pregunta y creo que es la esencia del planteamiento. Y es que a esto hay que añadir en que se invierte esa conciencia que, supuestamente, se crea cada año en un día exento de reivindicaciones que profundicen en lo radicalmente nefasto, y si esto mismo no termina por ser el corporativismo haciendo gala de su músculo político, jugando en un terreno donde lo que está en peligro es el silencio de los pacientes, es decir, desviando lo verdaderamente importante.

¿Cuánto del dinero recaudado se destina para el grupo de ayuda mutua local en el que se apoyan entre pares (en muchas ocasiones víctimas del sistema de salud mental) y cuánto camina en círculos para hacer actos que hacen de coraza a lo establecido? Una pregunta pertinente en un día cada vez más cerca del flujo de capital, en el que se entierra a víctimas y se esconden las vergüenzas.

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nikiforova
26/2/2022 22:57

El primer acto lúcido de resistencia, no es oponerse a la medicación, sino al diagnóstico y a adaptarnos a una sociedad que nos enferma.
Los malestares de la vida cotidiana, se encuentran todos en un manual que no es el de la APA (Asociación de Psiquiatras Americanos-DSM), sino el del capitalismo que construye esas sociedades envenenadas.

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ERRE
16/10/2021 13:28

La brecha aún existente entre familiares y sufridores en primera persona del sistema de salud mental, está fundamentada en los intereses de la industria farmacéutica que subvenciona asociaciones de familiares y, al mismo tiempo, hacen dependientes a los profesionales de "los incentivos" para recetar sus novedades que siempre son concebidas para masificar de por vida la cartera de "clientes".

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