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Redes sociales
Mañana es el día en el que miles de tuiteros quieren dejar colgado a Elon Musk
El día en el que los principales empresarios de Silicon Valley tienen previsto rendir pleitesía al nuevo César global está previsto que miles de usuarios de X, antes conocida como Twitter, abandonen ese medio de comunicación social y muden su actividad online a otras redes. Se ha llamado Xodus —juego de palabra entre el éxodo y la red— o Xtampida, en Francia se organiza en torno al movimiento HelloQuitteX y en el Reino de España a través de “vámonos juntas” y una “mudanza colectiva”. No deja de ser un pequeño gesto de protesta en medio de un día de adoración a Donald Trump, pero la cuestión sobre si es posible transformar los modos en los que se ha funcionado en redes sociales parece en un momento de maduración entre las sociedades de Francia, España, Alemania y Reino Unido. X puede ser una víctima de la guerra que ha planteado Elon Musk.
La pregunta es si es posible salir de una tecnología “casi diseñada a medida para una era posdemocrática, para el Gobierno de la tecnocracia y la crueldad”, como la definió el escritor Richard Seymour en The Twittering Machine. La fecha elegida, el lunes 20 de enero, durante la celebración de la investidura del presidente estadounidense que más se acerca a la posdemocracia, es simbólica. El movimiento HelloQuitteX ha planteado que ese día sea el “Dagen H” del cambio, en referencia al domingo 3 de septiembre de 1967, en el que Suecia cambió el sentido de circulación del tráfico del modelo inglés al continental. No se trata, por tanto, solo de cambiar a un proveedor de servicios sino de salir de la influencia del líder oficioso de la extrema derecha, o al menos el “pensamiento antiwoke" mundial. Dejar a Musk colgado de la brocha.
En noviembre, el programador y extrabajador de Twitter Benjamin Sandofsky escribía en un post acerca del “final de la era Twitter” y planteaba que la cuestión no es tanto si X perderá influencia o usuarios —ya lo está haciendo, pero es que además no es una cuestión “solo” de números— sino si su caída será estrepitosa o paulatina: “¿Twitter sufrirá una muerte lenta como MySpace o un colapso repentino como Digg? ¿Podrá un sucesor estar a la altura de su legado?”. Si se parte de esa hipótesis, los movimientos de salida, y el crecimiento exitoso de su competencia y las alternativas de software libre solo son consecuencias de un ocaso que ya se está produciendo y que comienza con unas pocas deserciones que van haciendo que la herramienta deje de suscitar interés y emociones a cada vez más personas.
El viernes 17 de enero, las tres organizaciones ambientalistas más importantes del Estado, Amigas de la Tierra, Ecologistas en Acción y Greenpeace, anunciaron que se unen al movimiento de salida de X. En su manifiesto señalaban algo que ha estado en el debate público en los últimos meses: “X promueve la violación de derechos humanos: hoy por hoy, es una red que privilegia los mensajes negacionistas, machistas, racistas, xenófobos, homófobos y tránsfobos”, apuntaban.
La Conferencia de Rectores y Rectoras de las Universidades Españolas anunciaba el mismo viernes que dejaba de publicar en esta red social “por su deriva antidemocrática” y por el “escaso control sobre la veracidad y calidad de la información, además de una gestión carente de ética” de la herramienta.
Marta G. Franco es una de las personas que están coordinando la campaña “vámonos juntas”, que ha trabajado las últimas semanas para llevar a cabo esta salida colectiva y, más allá de eso, explica Franco, quiere “coordinar apoyos y recursos” para poblar el llamado Fediverso, es decir, el conjunto de redes sociales descentralizadas con el que se pretende superar el paradigma de las redes propietarias que se impuso desde finales de la primera década del siglo y que ha dado lugar a los conglomerados de Meta —los que más audiencia tienen— y a la propia X, hasta ahora, la más influyente.
El viernes 17 de enero, las tres organizaciones ambientalistas más importantes del Estado, Amigas de la Tierra, Ecologistas en Acción y Greenpeace, anunciaron que se unen al movimiento de salida de X
“En el encuentro ComunESS que organizó la Red de Economía Alternativa y Solidaria Euskadi en octubre hice un taller de introducción a Mastodon y la inquietud más compartida es que apostar por el Fediverso solo tiene sentido si es una apuesta colectiva”, apunta esta investigadora, autora de Las redes son nuestras (consoni, 2024). La campaña cuenta ya con más de un centenar de adhesiones de empresas de la economía social, colectivos e individualidades, y se confía en que el lanzamiento en las redes del día 20 multiplique esas cifras con el objetivo de dotar de más contenido a las redes del Fediverso.
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En Francia, el movimiento HelloQuitteX ha adquirido peso a través de artículos en medios como Le Monde, Le Figaro o Liberátion. Uno de sus portavoces, el matemático y director de investigación del CNRS David Chavalarias, explicaba esta semana en un artículo en Ouest France el principal problema para esta salida: “Nos enfrentamos a un problema derivado de un acuerdo social: todo el mundo está en X... porque todo el mundo está en X”. La proposición, que puede parecer tautológica, ha tenido un peso fundamental en todos los intentos anteriores de “matar” a la red social, incluso antes de que el multimillonario pretoriano la adquiriera. Es el llamado “efecto red”, por el que “las personas no vienen porque no está la gente que le interesa, y esto se retroalimenta negativamente”, apunta Roberto Michán, administrador de Mastodon en masto.es —uno de los servidores más potentes en el Fediverso de habla hispana—.
“Digamos que nuestro objetivo no es una mudanza cuantitativa, con cientos de miles de personas, sino cualitativa, de creación de comunidad”, sostiene Marta G. Franco
El movimiento HelloQuitteX ha calado entre instituciones relevantes como el Ayuntamiento de París o el Instituto Pasteur. En Alemania, más de 60 universidades y centros de investigación de Alemania han anunciado su éxodo porque, entre otros problemas, X restringe el alcance de las contribuciones científicas. HelloQuitteX aporta también un kit digital fácil de usar para realizar la migración de manera sencilla y para localizar a seguidores de X en las redes del Fediverso y en Bluesky.
Los VIT —Tuiteros muy importantes— arrastran a miles de usuarios a través de sus anuncios y de sus opiniones, pero es la hora de cambiar esos acuerdos, defienden desde HelloQuitteX. Sin embargo, aunque las críticas de los principales políticos a Elon Musk se han convertido en moneda corriente en las últimas semanas, ningún líder político de alcance continental ha planteado abiertamente salir de X, si bien en Alemania ya se han dado pasos en ese sentido.
A principios de enero, Olaf Scholz, canciller de Alemania criticó a Musk —“un rico empresario de los medios que no aprecia las políticas socialdemócratas”— por su intención de interferir en las elecciones federales que tendrán lugar el próximo 23 de febrero. Musk ha llamado “imbécil incompetente” a Scholz y ha mostrado su apoyo a Alternativa para Alemania (AfD) de cara a las elecciones. El pasado 9 de enero, el millonario pretoriano celebró un chat en su plataforma con Alice Weidel, candidata de AfD, a la que presentó como “la principal candidata para gobernar Alemania”, a pesar de que las encuestas electorales sitúan con una holgada ventaja al candidato de la CDU, Friedrich Merz.
“En X, como en Facebook, hay muchas personas, pero ya no estamos llegando a ellas. Básicamente, y desde hace bastante tiempo, estamos hablando solos”, valora Roberto Herreros
La comisaria alemana contra la discriminación, Ferda Ataman, ha sido una de las que han reaccionado pidiendo a su Gobierno el Xodus. El Ministerio de Defensa alemán, el de Exteriores, y el ejército, Bundeswehr, han anunciado la “congelación” de sus cuentas en la red, pero Scholz sigue usándola activamente.
Keir Starmer, primer ministro británico, que ya se vio en el centro de los ataques de Musk durante las elecciones del pasado verano o Emmanuel Macron, primer ministro francés, han sumado sus críticas a Musk en lo que ya se interpreta como un anticipo de las refriegas con Trump. En ambos casos mantienen sus cuentas.
En el caso de Pedro Sánchez, el esquema es similar. Durante la inauguración de los actos por el 50 aniversario de la muerte de Francisco Franco, el presidente del Gobierno criticó al “hombre más rico del mundo” al que considera el líder de la “internacional ultraderechista”. El Salto ha contactado con la Secretaría de Estado de Comunicación para conocer si esas críticas pueden suponer un cambio en la política de redes sociales del Gobierno y la presidencia, pero no ha obtenido respuesta a su correo electrónico.
Paralelamente, la Unión Europea sigue un proceso destinado al control de los contenidos en X. El viernes 17 Financial Times informaba que Bruselas ha ordenado a Musk destapar los cambios aplicados en algoritmo de recomendaciones de X, como respuesta a las posibles manipulaciones de la caja negra de la red social para influir en las elecciones alemanas de febrero. Sin embargo, ninguna institución de la UE ha anunciado cambios en su relación con la red social y, de momento, se cumple lo que parece una maldición bíblica: todo el mundo está en X... porque todo el mundo está en X.
Roberto Michán señala la urgencia y la necesidad de que las instituciones abandonen todas las redes sociales corporativas, no únicamente X: “Desde el escándalo de Cambridge Analytica en 2018 es evidente que estas plataformas están siendo utilizadas para subvertir nuestras democracias. Es incomprensible que nuestros políticos e instituciones no solo no hagan nada para reducir su poder, sino que encima las usen y las fomenten", apunta.
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Matar a X, para salir ¿adónde?
La salida no parece fácil y, para determinados activistas, ni siquiera es deseable. Simona Levi, fundadora de X.net, un proyecto de defensa de la neutralidad en la red, confirma que para ellos no ha llegado el momento de salir de X: “Es necesario diversificar redes, siempre lo ha sido. Las redes son las ágoras públicas y se han de ocupar, pero cuando estás son tóxicas porque dirigidas de forma centralizada y monopolísticas, se han de cultivar otros espacios de refugio y alternativos”.
Levi toma como ejemplo el movimiento 15M y otras experiencias similares: “En las rebeliones del 2011 de los indignados y similares, por ejemplo, la acción se forjó en Facebook como ágora pública para llegar a más gente, pero la coordinación más de confianza se hacía en la herramienta de código abierto N-1. Diversifiquemos, pero no dejemos una ágora pública solo en manos de tarados, acompañémosla en su muerte, como se hace con Facebook”.
Marta G. Franco coincide en el diagnóstico, no así en la solución: “Hace ya años que la crítica estaba hecha, sabíamos que usar plataformas de las big tech no era seguro y que estábamos apoyando modelos de negocio contrarios a nuestros valores, pero no nos decidíamos a buscar otros lugares digitales porque nos merecía la pena la visibilidad que conseguíamos o porque teníamos otras prioridades. Lo que está pasando con Musk, Zuckerberg y Trump es tan burdo, tan descarado, que ha hecho insoportable seguir aplazando esta búsqueda”, explica. La salida de X también es, explica la autora de Las redes son nuestras, una búsqueda de “otra forma” de estar en las redes sociales “digamos que nuestro objetivo no es una mudanza cuantitativa, con cientos de miles de personas, sino cualitativa, de creación de comunidad”.
La palabra 'comunidad' es la clave también para Michán, quien cree que el enfoque adecuado para vaciar X (o cualquier otra red) es atraer a las comunidades “porque una red social es un sitio donde hacer comunidad, y mi experiencia como administrador me ha enseñado que lo que más busca la gente no es poder leer al famoso de turno, sino intercambiar experiencias con sus compañeros de profesión, discutir el último partido de fútbol con otros futboleros o compartir eventos locales con sus vecinos”.
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Para Roberto Herreros, corresponsable de prensa y estrategia digital en Ecologistas en Acción, una de las organizaciones que anunció su salida de X el pasado viernes, no se trata solo de una postura ideológica, sino del propio sentido de permanecer en unas redes que se han mostrado poco útiles: “En X, como en Facebook, hay muchas personas, pero ya no estamos llegando a ellas. Básicamente, y desde hace bastante tiempo, estamos hablando solos. Hemos comprobado que el impacto de la circulación de noticias en Bluesky es mayor aunque haya menos volumen de seguidores”.
En los círculos militantes y activistas, en las organizaciones y colectivos, el debate más recurrente es sobre si la xtampida se debe dirigir hacia Bluesky, que funciona con un esquema cortado por el patrón de Silicon Valley —pese al inequívoco aire socialdemócrata de los discursos de su actual equipo directivo— o si se apuesta por Mastodon, la más genuina versión de una red social basada en la neutralidad de la red.
Desde ese punto de vista, Michán confía en que la xtampida se dirija a Mastodon, pese a los problemas que reconoce de experiencia de usuario que, asegura, están en constante proceso de resolución. “Creo que campañas como la de #vamonosjuntas son el enfoque adecuado para atraer gente al Fediverso: una acción colectiva que atraiga nuevas comunidades es mucho más factible que convencer a personajes de interés de que abandonen toda su audiencia”, explica este administrador.
El debate va para largo, pero el hecho de que se produzca ya señala un cambio que, en cualquier caso, perjudica directamente a X. “Parece que estamos poniendo la soberanía tecnológica y la internet libre un poco más arriba en nuestra lista de prioridades”, celebra Marta G. Franco. Los números y la similitud con las interfaces y entornos “clásicos” siguen haciendo crecer a Bluesky, pero la situación de cansancio ante la lógica de las grandes redes sociales favorece el discurso de descentralización y recuperación de las lógicas de las primeras comunidades en internet. Mientras la muerte de X comienza a suceder, o se acelera, en Washington DC, en el Capitolio, Musk celebrará el que, hasta ahora, ha sido su principal éxito como empresario: el regreso de Trump a la Casa Blanca.