Economía
El año en el que un supervillano ganó la partida y ‘The Economist’ siguió siendo neoliberal

Repaso de los hitos económicos que han marcado este 2024 en España, Europa y en todo el planeta.
Elon Musk
Elon Musk. Foto de Daniel Oberhaus (2018).

@econocabreado.bsky.social

Coordinador de la sección de economía

31 dic 2024 06:00

Termina un 2024 que puede parecer algo más tranquilo en lo económico, sobre todo si lo comparamos con la pandemia o si vemos los índices de inflación, pero que ha abonado el terreno a una economía cada vez más de bloques en el plano global y que sigue sin cumplir con las exigencias sociales como el derecho a la vivienda o el poder adquisitivo en el nacional.

La victoria de Trump —o, mejor dicho, la de Musk—, las guerras comerciales y las guerras de verdad, la inflación, los tipos de interés, las inservibles leyes de vivienda o los cálculos del PIB español son sólo algunos de los factores que han marcado este año que se cierra y que abren extraños caminos para el 2025. No entraremos en todos, pero ahí va un pequeño resumen económico para cerrar el año.re

¡Era la energía, estúpidos!

La inflación ha repuntado en este mes de diciembre hasta el 2,8%, pero las cifras no son ni de lejos las que se han vivido en los últimos dos años. Cuando los precios energéticos se han relajado, sobre todo el mercado de futuros del gas, también lo han hecho los índices de precios. Eso demuestra lo que muchos economistas heterodoxos y progresistas han repetido en los últimos años: la inflación que sufrimos no tenía nada que ver con la masa monetaria, sino que era una cuestión de precios energéticos.

Han sido más efectivas las inversiones en renovables o las limitaciones de precios como el tope al gas que todas las solemnes intervenciones de Christine Lagarde cada vez que subía tipos

Las subidas de tipos que han asfixiado a los hipotecados tan sólo ha tenido efectos negativos sobre una parte de la población y sobre el crédito y las inversiones, pero ha dejado en ridículo a los economistas clásicos y obsesionados con que la inflación es siempre un efecto monetario. Han sido más efectivas las inversiones en renovables o las limitaciones de precios como el tope al gas que todas las solemnes intervenciones de Christine Lagarde cada vez que subía tipos, subía las hipotecas a millones de europeos y asfixiaba la financiación de miles de pequeñas empresas.

Otra cosa muy distinta es el poder adquisitivo de las clases trabajadoras. Este año ha sido el primero en el que los sueldos medios se han incrementado ligeramente por encima de la inflación media anual. Es algo normal cuando una inflación se relaja, ya que los sueldos normalmente se actualizan a comienzos de año con la inflación con la que se cerró el año anterior. Es decir, este año muchos salarios aumentan según lo que subieron los precios en un año más convulso desde el punto de vista inflacionario, el 2023. 

La inflación en la alimentación ha seguido creciendo, muy por encima de la inflación media, y eso influye más en la cesta de la compra de los que menos tienen

El problema es que la clase trabajadora arrastra una pérdida de poder adquisitivo brutal de los dos años anteriores y el poder de compra sigue siendo mucho menor que el que se tenía antes de la pandemia. Además, siempre hay que resaltar un problema extra para las rentas bajas: la inflación en la alimentación ha seguido creciendo, muy por encima de la inflación media, y eso influye más en la cesta de la compra de los que menos tienen. La inflación sigue siendo devastadora en las clases bajas.

Las inquilinas dicen basta

Sin duda, uno de los puñetazos en la mesa por parte de la población más destacables de los últimos años fue la manifestación por la vivienda y por alquileres justos de Madrid, que tuvo sus réplicas las siguientes semanas en varias ciudades por todo el país. Los sindicatos de inquilinas organizaron la rabia y la desesperación de una población que sigue viendo como el acceso a la vivienda es cada vez más complicado en un mercado especulativo donde el Gobierno parece un simple espectador, cuando no una cheerleader de los grandes fondos de inversión.

Derecho a la vivienda
Derecho a la vivienda Una multitud toma Madrid para protestar por la inacción política ante la crisis de vivienda
Decenas de miles de personas señalan al Gobierno central y al Ejecutivo de Díaz Ayuso por su responsabilidad en la escalada de precios de la vivienda.

La esperada y aclamada Ley de Vivienda ha sido un bluf total. Dejar la posibilidad a los Gobiernos autonómicos de aplicar o no la norma tras la debacle de las elecciones que dejó el mapa de las autonomías tintado de azul no parecía una buena idea y no lo fue. Tan sólo Catalunya ha aplicado extensamente la Ley y ha declarado zonas tensionadas, y por lo tanto sensibles de que se apliquen los límites de precios. Los resultados ya han sido positivos en dichas áreas, pero el precio de la vivienda, tanto de compra como de alquiler, sigue totalmente disparado.

Los sindicatos de inquilinas la están preparando bien gorda y avisan que la huelga de inquilinas que está promoviendo va a ser un antes y un después. “El tiempo de los políticos ha terminado”, decía uno de sus vídeos en el que marcaban la hoja de ruta para una huelga que pretende reducir los precios de los alquileres, por las buenas o por las malas. 2025 va a ser un año convulso en cuanto a la batalla por una vivienda digna, pero una batalla necesaria en la que se nos va la vida.

Con la economía germana estancada y la francesa sudando, Lagarde no ha tenido más remedio que suavizar sus agresivas políticas fiscales de subida de tipos

La locomotora europea ha gripado

Los bancos centrales han empezado a bajar los tipos de interés porque se han dado cuenta de ¡oh, sorpresa! la economía no estaba para muchas subidas de tipos y encarecimiento del crédito. Aquí es donde entra Alemania que, acostumbrada a unos precios energéticos baratos gracias al gas ruso, ahora no levanta cabeza. La locomotora europea está gripada y no es capaz de salir de una situación de recesión o crecimiento nulo. Con la economía germana estancada y la francesa sudando, Lagarde no ha tenido más remedio que suavizar sus agresivas políticas fiscales de subida de tipos.

En ese punto, el PIB español se ha colocado a la cabeza de las economías europeas y aquellos que nos señalaban como “derrochadores” y cosas mucho peores en la anterior crisis, ahora miran el crecimiento español con recelo y las orejas agachadas. Alemania no es la única. Francia está pagando por su deuda más que España (tiene una prima de riesgo mayor) y su ratio deuda/PIB también está por encima. De esa forma, España se convierte durante un espacio de tiempo (veremos lo que dura) en la gran economía europea que tira del resto.

Los dos grandes países se encuentran en días complicados. No sólo en lo económico, en lo político tampoco levantan cabeza. Los desequilibrios económicos son aprovechados por las fuerzas de extrema derecha que crecen y toman posiciones en esos y otros Estados miembro. Solo hay que ver otro de los momentos determinantes de este año que se termina: las elecciones europeas mostraron cómo la extrema derecha come terreno al resto de fuerzas en el arco parlamentario europeo. Los tiempos oscuros siguen acechando a la vieja Europa y las locomotoras gripadas ya son más un lastre que un motor.

Draghi y una Europa en descomposición

En medio de todo ese proceso de debilitación de las instituciones, en septiembre, el Informe Draghi sonaba como un “lo siento mucho, no volverá a ocurrir” del neoliberalismo europeo. Un ex Goldman Sachs y ex director del Banco Central Europeo presentaba un documento de corte keynesiano e intervencionismo que cualquier troll ahora tacharía de comunismo desbocado.

Las conclusiones que se leen entre líneas son fáciles de entender: eso del libre mercado, la deslocalización de las empresas estratégicas y de que China sea una simple fábrica de la que aprovecharnos ha terminado. La libre globalización mecida por la mano invisible del mercado era muy bonita cuando Occidente se aprovechaba de Asia. Pero ahora China es una “amenaza” para la economía europea que va renqueando en las últimas décadas.

Todo ha cambiado y el proteccionismo vuelve a estar de moda en Europa porque el libre mercado, claramente, no ha funcionado

En la pandemia ya se le vieron las costuras a la globalización, pero la carrera en ciertas industrias estratégicas en la que Europa siempre va de las últimas ha acelerado los movimientos proteccionistas e intervencionistas. Hace una década sería impensable que Europa estuviera fijando aranceles a coches chinos o a algunos fabricados en la propia Europa pero con componentes chinos. Se hubiera tachado de giro comunista el anuncio de que Europa va a poner millonadas de dinero público para subvencionar la creación de empresas de baterías eléctricas o de microchips en suelo europeo. Pero todo ha cambiado y el proteccionismo vuelve a estar de moda en Europa porque el libre mercado, claramente, no ha funcionado.

Ahora falta por ver qué fuerzas políticas se aprovecharán de esa vuelta. La extrema derecha se ha sentido muy cómoda en su papel de “defensor ante los comunistas chinos”, mientras que la izquierda, que siempre ha sido la abanderada del proteccionismo, ahora parece algo más perdida en sueños de socialdemocracia liberal y “colaboraciones público-privadas” que nos van a hacer perder más el tiempo mientras China y Trump siguen a lo suyo.

El supervillano gana la partida

2024 ha sido el año de Elon Musk. Jode reconocerlo, pero es así. Ha jugado sus cartas, muy arriesgadas, pero ha ganado una partida que le asegura seguir siendo el hombre más rico del planeta durante los cuatro próximos años. Se la jugó con la adquisición de Twitter. Necesitó un enorme préstamo para la compra que avaló con sus acciones en Tesla y que puso muy nerviosos a los accionistas de la empresa de coches. Pero su cruzada contra lo woke y demás chorradas que entretienen a sus masas llevaron a volcar las elecciones estadounidenses y el debate público hasta el punto de que haya sido reelegido un tipo que llegó a causar el mayor ataque a la democracia estadounidense de la historia, el asalto al Capitolio.

El proteccionismo de Trump frente a los coches eléctricos chinos va a beneficiar directamente a Tesla

La victoria de Trump fue recibida por los mercados como la victoria de Musk, lo que hizo que la cotización de la empresa de este subiera por los cielos. El sudafricano, que fue el primero en pasar los 200.000 millones de dólares de riqueza hace tan sólo un par de años, ha visto su patrimonio casi duplicarse. La lista Forbes coloca a Musk mientras escribo estas líneas con una riqueza de 436.000 millones de dólares, casi 200.000 más que el segundo en el ranking, Jeff Bezos. Nunca nadie en la historia había atesorado una riqueza similiar.

El proteccionismo de Trump frente a los coches eléctricos chinos va a beneficiar directamente a Tesla. Pero hay un factor clave que no es tan conocido y que coloca a Musk en una posición privilegiada con la Casa Blanca: la inmensa cantidad de contratos públicos gigantes a los que podrá acceder SpaceX, la empresa de viajes espaciales y satélites de Musk, de los departamentos de Defensa estadounidense y la Nasa. Sin duda, 2024 ha sido el año de Musk.

'The Economist' se vuelve socialcomunista

The Economist, la biblia de los neoliberales, señalaba que España era el país que mejor desempeño económico estaba teniendo en todo el planeta en 2024. A mí, personalmente, lo que diga ese panfleto ultracapitalista me importa un carajo, pero ver a los medios e influencers patrios echar espuma por la boca como niños exorcizados con el demonio dentro ha sido uno de los espectáculos más graciosos del año.

Viendo las cifras macro, es normal que la prensa internacional se pliegue a Pedro Sánchez. España va a crecer por encima de las previsiones del propio Gobierno y el mercado laboral sigue mostrando robustez. Se consume la energía más barata de toda Europa, el turismo y las exportaciones marcan cifras nunca vistas antes, el consumo de los hogares crece pese a la inflación y la inversión extranjera no deja de mirar a España. Todo ello, además, cumpliendo con las exigencias de Bruselas. El déficit de este año es posible que acabe en el 3% tal y como pedía la Comisión Europea y España se comprometió. Si se desvía alguna décima, es posible que sea por el paquete de ayudas para las consecuencias de la Dana.

'The Economist' no se ha vuelto comunista. 'The Economist' sigue siendo el mismo panfleto neoliberal que ha sido siempre

Pero claro, tal y como hemos señalado antes, The Economist no tiene en cuenta el poder adquisitivo del trabajador, sino el poder de inversión del empresario, ni las dificultades de la población para pagarse un alquiler, sino que se fija en la entrada de capital en manos de fondos que encarecen más todavía la vivienda. Porque no, The Economist no se ha vuelto comunista. The Economist sigue siendo el mismo panfleto neoliberal que ha sido siempre.

El PIB estaba subestimado

Un apartado especial se merece la revisión del PIB por parte del INE. Muchos economistas y estadísticos llevaban mucho tiempo advirtiéndolo: algo falla en el cálculo del PIB. El crecimiento de la economía siempre va de la mano y en paralelo del crecimiento del empleo. Sin embargo, desde la pandemia, el empleo crecía en unas proporciones mayores que la economía. Eso no podía ser, algo se estaba calculando mal.

Aquellas frases mil veces repetidas por la oposición tipo “España es la última economía en recuperarse el PIB prepandemia” era falsa

Llegaron las revisiones que siempre se hacen por parte del INE de la economía nacional, pero en este año trajo sorpresas que confirmaban las sospechas. El PIB estaba subestimado, habíamos crecido más de lo que nos habían dicho. Las estimaciones estadísticas habían subestimados unos 70.000 millones de economía que no habían sido contabilizados. Aquellas frases mil veces repetidas por la oposición tipo “España es la última economía en recuperarse el PIB prepandemia” era falsa. Lo habíamos recuperado un año antes de lo estimado inicialmente. Un año electoral en el que aquello fue uno de los principales mantras de la oposición. El reajuste, además, también afecta a otros indicadores muy importantes cara a Bruselas y los mercados como el déficit o la ratio deuda/PIB que no ha dejado de caer desde el pico en plena pandemia y que, con los nuevos cálculos del PIB, se han reducido más todavía.

Un nuevo acuerdo comercial

Y mientras Trump pega puñetazos en la mesa donde se posa el tablero global de la economía, la Unión Europea firmó un nuevo tratado de libre comercio. El UE-Mercosur se había encontrado con la oposición de las organizaciones ecologistas y sociales, su paralización estaba entre las exigencias de los agricultores y ganaderos que colapsaron el país hace unos meses y Polonia y Francia se habían opuesto a su firma. Pero nada de eso sirvió. Von der Leyen y los suyos tuvieron que demostrar, una vez más, que la UE está hecha a medida de los mercados y de las grandes empresas. Firmaron un nuevo acuerdo que sólo va a beneficiar a los grandes productores, de un lado del charco y del otro, pero que será la estocada para los pequeños, también en los dos lados.

En España, el mismo PSOE que dijo que iba a estar siempre de parte de los agricultores y que defendería sus intereses frente al resto de Europa, apoyaba y salía a defender el acuerdo con los países latinoamericanos. Tendremos que ver qué nos depara el próximo curso y si el texto final del acuerdo incluye algunas de las peticiones del sector de los agricultores o la ganadería, como las cláusulas espejo, aquellas que prohíben que se importen productos que no hayan pasado en origen los mismos controles a los que están obligados a pasar los productores europeos.

¿Y 2025?

El mundo entra, cada vez más, en una economía de bloques. Estados Unidos y China seguirán peleando por la hegemonía y el control de muchos de los sectores estratégicos importantes, como el tecnológico o el del armamento, mientras Europa sigue repensando si abandona sus cimientos neoliberales o si muere en este nuevo tablero global por no saber dejar atrás a la mano invisible e intervenir de verdad en los mercados estratégicos, pero también en los que hacen mejor la vida a las personas, como la vivienda, la alimentación o la energía.

En España, el año arranca marcado por la difícil negociación de los Presupuestos Generales del Estado. Un Gobierno de coalición supeditado a los desmanes de Junts y de otros cuantos partidos, encontrará muchas dificultades para elaborar y ejecutar unos presupuestos acordes a las necesidades del nuevo curso. Todo ello con la mirada puesta de Von de Leyen y los suyos que han sonreído mucho a Pedro Sánchez en los últimos años, pero que sabemos que la sonrisa puede desvanecerse de la noche a la mañana.

Los conflictos geopolíticos, con la batalla hegemónica de Estados Unidos y China de fondo, marcará el devenir económico de los próximos años

Las previsiones de crecimiento y empleo parecen buenas y estables para España. Pero vivimos en un planeta con dos problemones que, por desgracia, están de actualidad. Por un lado, los conflictos bélicos. La invasión en Ucrania, los conflictos en Oriente, las tensiones que China provoca con los socios norteamericanos en Asia o con otros como Taiwán o Corea del Norte, pueden hacer saltar por los aires esa calma que han recuperado los mercados y los precios de las materias primas. Los conflictos geopolíticos, con la batalla hegemónica de Estados Unidos y China de fondo, marcará el devenir económico de los próximos años y el futuro de ese azucarillo que se está descomponiendo al que llamamos globalización.

Por otro lado, la crisis climática. Eso de los desastres naturales con muchas víctimas era, para la mayoría de los españoles, una cosa que veías en los telediarios. Hasta el 29 de octubre de este año, día en el que la dana arrasó con un montón de pueblos valencianos y nos avisó de que las consecuencias de la grave crisis civilizatoria a la que nos enfrentamos. La transición ecológica que supuestamente está haciendo Europa sabe a muy poco. La llegada a la Casa Blanca de un negacionista como Trump tampoco ayuda mucho. Espero que en el resumen del año que viene tenga motivos para ser algo más positivo con este tema, pero en el tema climático y sus consecuencias sobre la economía, la cosa pinta fea.

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SeisDoble
3/1/2025 18:18

Enhorabuena por el artículo, he aclarado un poco mis ideas. Lo que no entiendo es lo de la huelga de inquilinos, en que consiste?

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soldarmita
3/1/2025 11:07

En primer lugar, gracias por el artículo
Y al mismo tiempo reseñar lo peligroso de este tipo de análisis que soslayan la inseparable relación entre el crecimiento del PIB y el de la huella ecológica ( España consume 2,4 veces la cantidad de recursos que produce su territorio) y, por tanto, la inseparable relación del crecimiento del PIB con el carácter colonial de nuestra relación con los países más pobres.
Desde ese punto de vista ser la locomotora de Europa se puede muy bien traducir por ser la locomotora del desastre.
La exigencia en estos tiempos que corren es aprender de la naturaleza y hacernos responsables de los desequilibrios y desastres que genera nuestra forma de vivir.

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3jackdaws
3jackdaws
31/12/2024 12:08

Gracias por el artículo.
Lo del cálculo erróneo del PIB por parte del INE apesta a operación sucia PPera. Sospecho que tienen estómagos agradecidos por todas partes.
Musk no es más que un caradura que ha montado todo este pollo para que sus empresas sobrevivan. Un caradura peligroso. ¿Se presentará a Presidente dentro de 4 años para sustitiir a Trump?.

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