Redes sociales
Bluesky, la red social donde se libra la batalla por el futuro de internet

Ni es descentralizada ni está fuera de la influencia de los ‘criptobros’ que han aupado a Trump a la Casa Blanca, pero ofrece funcionalidades útiles para recuperar el interés por participar en redes sociales y la posibilidad de contribuir a su configuración de manera comunitaria.
19 nov 2024 09:50

La red social Bluesky está siendo el destino preferido de quienes han ido abandonando X en paralelo a los cambios introducidos por Elon Musk. La mayor oleada se ha dado en la última semana: mientras Musk iba tomando protagonismo en la futura administración de Donald Trump, Bluesky ha pasado de 15 a cerca de 20 millones de usuarios y a liderar las listas de aplicaciones móviles más descargadas en varios territorios, incluyendo España.

Mucho de este éxito tiene que ver con su diseño. Con una apariencia similar a Twitter, cuenta con características que hacen muy fácil el aterrizaje: los starter packs con los que cualquier persona puede recopilar un listado de cuentas para recomendarlas, la posibilidad de crear feeds temáticos, un rastreador que permite localizar las cuentas de tus contactos de X y, sobre todo, el hecho de que tenga un algoritmo de recomendación. Así, quien entre por primera vez encontrará gran cantidad de contenidos, que además podrá cribar fácilmente porque algunos criterios de este algoritmo son configurables.

Otro factor que puede haber contribuido es la manera en la que se promociona Bluesky, que se presenta en su web como la solución para superar el modelo de redes sociales “controladas por unas pocas empresas” y que dará a usuarios y desarrolladores “libertad para crear”. Sin embargo, por ahora, en la práctica, no es del todo así.

El camino hacia la descentralización

Bluesky es un proyecto de la empresa Bluesky Social PBC, con sede en el paraíso fiscal de Delaware. Nació en 2019 con el objetivo de crear redes sociales descentralizadas, cuyo diseño impida que sean controladas por una sola entidad. Desde entonces ha desarrollado su propio protocolo, un conjunto de normas llamado AT, y el software necesario para que funcione la plataforma, al tiempo que publica poco a poco el código con una licencia que permite que sea examinado y que personas ajenas a la empresa puedan desarrollar sus propias aplicaciones sobre AT.

La estructura del software de Bluesky es algo compleja. La primera pieza del puzle son los PDS, servidores de datos personales por sus siglas en inglés, que son los lugares donde se guardan los datos que genera cada usuario. Aunque cualquiera puede abrirse una cuenta en la web de Bluesky y tendrá desde ese momento un PDS alojado por la propia empresa gratuitamente, quien tenga recelo por sus datos personales y ciertos conocimientos técnicos puede montarse su propio servidor.

La segunda pieza es lo que se llama el servidor de relay, una especie de buscador que indexa todos los datos alojados en los PDS. Aunque ya es técnicamente posible que cualquier persona monte su relay, por ahora dependerá siempre de Bluesky, porque existe un componente cuyo funcionamiento aún no ha sido explicado por la empresa. Se llama DID:PLC y es un identificador imprescindible para la indexación. No hay manera de encontrar a alguien en la red sin pedirle esa información a Bluesky.

Queda una tercera parte, la App View, que es el sistema que recopila todas las piezas y las transforma en algo útil. En otras palabras, la que compone lo que se muestra cada vez que alguien abre la aplicación de Bluesky. Todavía no hay información sobre este componente ni se conocen cuáles son los requisitos para proveerlo fuera del control de la empresa.

Bluesky está generando interés en el entorno del software libre por la manera en que está consiguiendo encontrar soluciones novedosas al reto de la descentralización

Pese a estas lagunas, Bluesky está generando interés en el entorno del software libre por la manera en que está consiguiendo encontrar soluciones novedosas al reto de la descentralización. Juan Luis Cano, organizador de comunidades tecnológicas y vocal del consejo rector del Mercado Social de Madrid, vislumbra muchas posibilidades y señala dos vías por las que Bluesky podría abrirse. Por un lado, Bluesky ya ha expresado su deseo de ceder el directorio DID:PLC para que lo gestione alguna entidad internacional, como el World Wide Web Consortium. Por otro, según Cano, alrededor del protocolo AT “hay una actividad efervescente y, aparte de Bluesky, hay aplicaciones de blogueo, de eventos, de intercambio de audio, de vídeo, etc”. Es decir, “parece que es relativamente sencillo construir cosas nuevas por encima del protocolo”, por lo que AT se puede convertir en un estándar para redes descentralizadas no solo de microblogging, sino de cualquier tipo.

La búsqueda de modelo de negocio

Ese interés por las arquitecturas descentralizadas parece ser el motor que reúne a agentes diversos alrededor de Bluesky. El proyecto comenzó como una línea de trabajo de Twitter, por deseo de su entonces CEO, Jack Dorsey, que desvió 13 millones de dólares para ello. Más tarde, en 2023 y ya fuera de Twitter, reunieron otros ocho millones provenientes de un fondo de capital de riesgo aportado por inversores de Silicon Valley. Dorsey se desvinculó el pasado mes de mayo por desacuerdos con la deriva del protocolo AT. La tercera ronda de inversión, anunciada hace tres semanas, ha sido la más polémica: 15 millones de dólares de una entidad llamada Blockchain Capital, perteneciente al sector de las criptomonedas.

Dos de sus fundadores son los hermanos Bart y Brad Stephens, promotores de una agrupación de empresarios que ha reunido donaciones para la campaña de Trump porque prometió desregular el mercado cripto. El otro fundador de Blockchain Capital está tan cerca del arquetipo de criptobro que parece una caricatura. Se llama Brock Pierce, asesoró a Nayib Bukele para convertir Bitcoin en moneda oficial en El Salvador, es amigo personal de la familia Netanyahu y colaboró durante años con Steve Bannon, el estratega de la primera época de Trump. Además, Pierce creó la criptomoneda Tether, que está siendo investigada por blanqueo de capitales, aunque se le augura poco recorrido a ese proceso: es una moneda protegida por Howard Lutnick, miembro del equipo de transición de Trump y cuyo nombre se baraja para futuro secretario del Tesoro de Estados Unidos.

Rastrear el origen del dinero que sustenta el rápido desarrollo de Bluesky podría dar pistas sobre el modelo de negocio con el que se pretende recuperar lo invertido

Rastrear el origen del dinero que sustenta el rápido desarrollo de Bluesky podría dar pistas sobre el modelo de negocio con el que se pretende recuperar lo invertido. Por ahora, Bluesky permite pagar una cuota mensual a quien quiera personalizar su nombre de usuario y acaba de anunciar una futura versión de pago que tendrá algunas ventajas sobre la gratuita, como por ejemplo poder subir vídeos de mayor calidad o personalizar el aspecto de cada perfil. Sin embargo, no parece que estas cuotas sean suficientes para hacer sostenible una plataforma que promete que siempre mantendrá la opción gratuita y que nunca se llenará de publicidad.

El difícil equilibrio empresarial del código abierto

Esa es la opinión de Laurens Hof, un consultor de redes sociales descentralizadas que sigue de cerca todos los movimientos en el sector y los documenta en el blog The Fediverse Report. Él vaticina dos formas concretas en las que se comenzaría a monetizar la plataforma de manera más sustancial: como están estudiando abrir un mercado de compraventa dentro de Bluesky, podrían cobrar comisiones en él o, más ampliamente, convertirse en una pasarela de pago para transacciones en cualquier plataforma.

Es posible que ni siquiera sepan todavía cuál será el modelo de negocio, como suele pasar en el inicio de casi todos los grandes proyectos tecnológicos financiados por capital de riesgo. “Creo que ven el protocolo AT como la nueva forma de estructurar y organizar internet, y quieren invertir en ello lo antes posible. Si Bluesky realmente se vuelve grande, serán pioneros y tendrán una posición valiosa”, dice Hof.

Hof también recuerda que lo más difícil para cualquier negocio en internet es conseguir una amplia base de usuarios. Cuanto más crezca Bluesky, más atractivo será el protocolo AT y más entidades querrán experimentar diseñando nuevas aplicaciones basadas en él. La incógnita es si las comunidades de software libre podrán aprovechar todo esta ebullición y si el código publicado con licencias abiertas será suficiente para consolidar redes realmente descentralizadas, a salvo de los intereses corporativos. La lucha entre la innovación abierta y el control de las big tech es la que impulsa históricamente internet y estamos asistiendo a una nueva batalla.
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