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Movimiento antiglobalización
Eneko Irigarai: “El exilio en Argel nos conectó con todos los movimientos de liberación del tercer mundo"
Eneko Irigarai (Donostia, 1936) fue miembro de Ekin y miembro fundador de la organización Euskadi Ta Askatasuna en 1958. Tuvo un papel determinante en la I Asamblea de ETA en 1962 en la que fue autor de la ponencia ideológica que proclamaba a ETA como Movimiento Vasco de Liberación Nacional. Fue el introductor en ETA de Federico Kutwrig y de Félix Liquiniano. En 1961 se exilia a Francia y posteriormente a Bélgica hasta llegar a Argelia en 1965. Fue responsable de la oficina de relaciones internacionales de ETA en Argelia entre el año 1965 y el 1976.
Muchas gracias, Eneko, por concederme esta entrevista para el proyecto “Memorias del anti-imperialismo. La oposición democrática, el exilio militante y la cuestión anti-colonial en el tardo franquismo (1962-1975)”, sobre las influencias de las luchas de liberación nacional del tercer mundo en la formación ideológica y teórica de las izquierdas radicales de las naciones sin Estado. Tú fuiste una persona muy comprometida con la causa vasca y además fuiste protagonista de la construcción de varias de las organizaciones más importante de la izquierda vasca. ¿Cómo fueron tus comienzos en las luchas políticas durante la dictadura?
Bueno, yo nací en San Sebastián, en 1936, aunque mi familia era de Navarra. Ambas familias emigraron a San Sebastián a mediados del siglo XX. Mi primera infancia fue en San Sebastián. La situación era de una dictadura atroz. Franco tenía un odio muy fuerte contra el pueblo vasco, pues ni él ni sus generales se esperaban que el PNV y los vascos se opusieron al alzamiento. En la escuela se nos prohibía hablar en euskera, que era nuestra lengua materna. En casa se hablaba euskera. Mi madre siempre nos hablaba en euskera, mientras que en la escuela estaba prohibido. Eso nos imprimía un sentimiento de resistencia hacia las autoridades y hacia el Estado. En aquella época en Euskadi no había Universidad ni Seminario. En 1955 fui a estudiar medicina a Zaragoza y allí me encontré con un gran grupo de estudiantes vascos. En aquellos años comenzaba el movimiento estudiantil, los grupos culturales y deportivos. Un grupo de vascos creamos un grupo de pelota en un frontón que había en la Universidad. Allí, en Zaragoza, podíamos hablar euskera sin tanto control ni restricción. Esa fue mi primer acercamiento político a la cuestión vasca. En 1958 decido volver a San Sebastián y preparar los cursos a distancia por que ya empezaba a haber movimiento político. Yo me incorporo al Grupo Ekin, que era un grupo cultural de estudio de la cultura y la historia vasca, promovido por las juventudes del PNV y ubicado en Bizkaia. Yo me involucro en este grupo por el tema de la lengua, que para mí había sido desde la cuna una cuestión muy importante. En ese momento estaban Txillardergi, Benito del Valle, José Manuel Aguirre, Julen Madariaga… Todos ellos eran mayores que yo. La mayoría había estudiado en la Universidad de Deusto como, por ejemplo, Txillardegi o Julen Madariaga. Este último ya había estudiado su doctorado en Cambridge y, a su vuelta, se había involucrado en Ekin.
Y de Ekin se pasará a la fundación de la primera ETA como organización cultural. ¿Cómo fue esta separación del PNV? ¿Qué circunstancias se dieron para esta separación?
Para entender esa coyuntura hay que mirar al contexto internacional. El País Vasco en los años cincuenta vive un momento muy importante de grandes transformaciones. En los años 1953 se firmó el Concordato de Franco con la Santa Sede y en 1955 se produce la entrada de España en la ONU. En 1957 se iba a producir el Tratado de Roma que firman De Gasperi, Adenauer, Schuman y Monnet, que fue el inicio de la Europa política tras la Segunda Guerra Mundial. Todo esto va produciendo un aislamiento de los vascos en el concierto internacional. Al mismo tiempo se produce una reactivación de las naciones sin Estado en Europa occidental. En los cincuenta se producen independencias que aún no están dentro de una perspectiva socialista ni marxista. En muchas ocasiones son sociedades o partidos conservadores como en Alsacia, Bretaña y Córcega, y sus referentes no son aún luchas de liberación nacional, sino independencias o nuevos estados como el Estado de Israel de 1948 o la independencia de Vietnam de Francia en 1954. En ese contexto los vascos habían perdido la guerra civil española en 1939, pero habían ganado la Segunda Guerra Mundial en territorio francés. El batallón Gernika, compuesto por vascos, había ayudado a liberar Francia de la ocupación alemana. En 1941, Charles de Gaulle había propuesto al gobierno vasco en el exilio liberar Euskadi de la ocupación franquista, ante lo cual el Lendakari Aguirre dijo que no se derramase más sangre. Eso causó mucha decepción entre los combatientes vascos de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial. Eso en el exterior, en el interior había una desilusión muy fuerte, los militantes del PNV estaban todos desilusionados, en el exilio o muertos. Entonces surge una juventud al interior del PNV que exige que el partido se movilice. La juventud no había combatido ni en la Guerra Civil ni en la Segunda Guerra Mundial, por lo tanto, no se sienten derrotados, ni estaban dispuestos a esperar a que muriera Franco. Además, el PNV en el interior era muy beligerante con los jóvenes de Ekin, mientras que el Gobierno vasco, en el exilio de París, era mucho más dialogante. Esto hacía que los jóvenes se sintieran legitimados en su conflicto con el Partido en el interior. A raíz de estas tensiones, Benito del Valle fue el primero en ser expulsado en 1958 y el resto de compañeros de Ekin decidimos abandonar el PNV y fundar un nueva organización en principio de carácter cultural que sería Euskadi Ta Askatasuna.
¿Cómo era la primera ETA? ¿Cuáles eran sus objetivos? ¿Cuáles eran sus influencias?
El primer objetivo era luchar por la identidad vasca. ¿Qué quiere decir esto? Luchar por la lengua, la cultura, la música, etc. Ese era el objetivo principal, la razón principal. En ese momento no se pensaba en cómo sería la organización. Poco a poco se va concretando, claro. Comienza a hacerse propaganda, comienza la labor militante, comienza a ampliarse la organización, pero con los dos únicos objetivos de ser una organización nacionalista e independiente del PNV. Lo que pasa es que a finales de los cincuenta y a comienzos de los sesenta los acontecimientos van influyendo en la orientación de la nueva organización. Desde el año 1955, pero sobre todo en los sesenta, la guerra de Vietnam es una referente para todos los pueblos que luchan contra la ocupación y el colonialismo. En el año 1959 se produce la revolución cubana y en 1962 la independencia de Argelia. Esto hace que los referentes internacionales ya no sean Estados Unidos, Inglaterra o Francia, sino que se buscan en las luchas de liberación, porque los vascos nos sentimos traicionados por las potencias occidentales. En el año 1962, en la I Asamblea de ETA, yo me encargué de redactar los documentos: en la declaración de principios no nos definíamos como un partido político, sino como movimiento vasco de liberación nacional.
Ese año, 1962, iba a ser muy importante porque además se publica la obra Vasconia de Federico Krutwig. ¿Cómo impactó esa obra y su pensamiento?
Cuando Federico publica Vasconia, no tiene ninguna relación con ETA ni quiere tenerla. Ni tampoco ETA quería tenerla con Federico. La única relación que existe entre ambos es a través de mí. En 1952, Federico, que ya era miembro de Euskaltzaindia (Academia de la Lengua Vasca), fue expulsado de España por haber hecho un discurso culpando a la dictadura por despreciar y prohibir el euskera. Federico era hijo de un industrial alemán que se había asentado en Getxo a principios del siglo XX y que se había criado con la alta aristocracia de la margen derecha. Tras un primer exilio en varios países europeos, publica Vasconia y llega a Biarritz, en el País Vasco francés, en 1963. Yo le contacté para que se acercara a ETA y nos ayudara con las bases ideológicas. Él venía del marxismo y la filosofía, y recogía la influencia del tercer mundo. Además, aterrizaba todo ese debate en el caso vasco. Yo personalmente leo el libro de Federico y propongo en la dirección de ETA que el libro hay que distribuirlo entre las bases porque me parecía que era un buen punto de partida.
¿Cuáles son para ti las aportaciones ideológicas más importantes de Federico Krutwig a la izquierda vasca? ¿Cuál era el pensamiento marxista que influyó en ETA?
Federico, como era alemán, podía leer mucha filosofía alemana que en esa época no estaba aún traducida. En los años cuarenta y cincuenta se revaloriza el marxismo, después de la Segunda Guerra Mundial. Pero ya no es un marxismo soviético, es un marxismo anti-colonial. Federico podía leer en alemán, y por eso conocía la obra de Marx más allá de las traducciones ortodoxas y doctrinarias del marxismo soviético. Él me explicaba que las traducciones al español que llegaban eran muy burdas. También tenía mucho interés en el maoísmo, un interés que me transmite a mí. Yo entendí que el marxismo de Mao era mucho más interesante para los vascos que el marxismo dogmático soviético porque hablaba del campesinado, del imperialismo, de la guerra de guerrillas y de la cultura de las masas. A partir del año 1962 ETA asume una gran parte de la ideología del maoísmo que nos llega por influencia de Federico. En 1963, tras la publicación de Vasconia, el gobierno español presiona a Francia para que lo expulsen de territorio francés. Yo mismo lo llevé a Bélgica porque él no conducía. Federico hablaba francés y alemán y sabía algo de flamenco. Y lo volvimos a encontrar años más tarde, en 1965, cuando llegamos Julen y yo. Pero es desde el año 1963 que consigo convencer a la dirección de ETA para que distribuyera la obra de Federico Krutwig. Durante los siguientes años se convierte en el libro más importante para los miembros de ETA y durante la II y la III Asamblea de ETA el referente teórico más importante es Federico. Él mismo se sorprendía, tanto que entró en ETA en la III junto a su amigo anarquista, Félix Likiniano, que fue quien diseñó el anagrama de ETA. Federico sería fundamental para ETA a nivel ideológico en las próximas décadas, sobre todo en la V Asamblea de ETA.
Para volver a tu recorrido, en 1961 comienza tu exilio primero en Francia y luego en Bélgica. ¿Por qué se produce tu expulsión?
Yo siempre digo que no fue un exilio porque yo crucé una frontera, pero seguía en mi país, en el País Vasco francés donde tenía mucha familia. En 1961 hicimos una acción contra un tren que venía cargado de falangistas a celebrar los supuestos 25 años de paz. Era una acción simbólica, pero hicimos que el tren descarrilara. Para evitar la represión tuvimos que cruzar la frontera e instalarnos en el País Vasco francés. Los primeros exilios dan lugar a que la gente se pueda dedicar a un trabajo de crear la estructura de la organización. Comenzamos a tener contacto con embajadas de todo el mundo y con jóvenes vascos que son hijos del exilio en Francia, Inglaterra, Bélgica, México, Argentina, Venezuela y los Estados Unidos. Se organizan conferencias culturales en todos estos lugares, incluso se promueven revistas sobre cultura e identidad vascas. ETA comienza a tener un prestigio cultural allí donde hay jóvenes vascos que quieren indagar y difundir la cultura vasca, ante el abandono y la desmovilización del PNV. ETA comienza a ser el referente y la organización que se ha de apoyar, independientemente de la ideología o de que fueran miembros o militantes del PNV de toda la vida.
¿Cuándo comienza ETA a tener contactos con otras luchas de liberación y con movimientos anti-coloniales del tercer mundo?
En el año 1963, Guy Héraud, que era un abogado y político federalista francés que había publicadoL'Europe des ethnies, organizó un encuentro en el Valle de Aosta sobre minorías nacionales donde acudieron los bretones, los corsos, sardos, occitanos, entre otros. Yo participé en este congreso. Era la primera vez que ETA como organización participaba en un encuentro internacional y comienza las relaciones con partidos de otras naciones sin Estado. En 1965, Francia nos detiene a Julen Madariaga y a mí. Querían quitarnos de en medio porque ya en 1965 la organización se estaba ampliando mucho y tenía mucha actividad desde un lado de la frontera a otro. Nos sentencian a seis meses de cárcel. El juicio suponía la expulsión de los miembros de ETA de territorio francés. Julen Madariaga y yo decidimos huir a Bélgica porque ambos hablamos francés y vimos que era un buen lugar para desarrollar las actividades internacionales de la organización. Estuvimos varios meses en Amberes y luego nos instalamos en Bruselas. Allí conocimos a militantes troskistas de la IV Internacional, entre ellos a Ernest Mandel.
¿Cómo fue la relación con Ernest Mandel y los troskistas de la IV Internacional?
La relación fue muy buena, al principio. Nosotros íbamos a su casa a cenar y a hablar de política. Yo tenía 29 años y él ya tenía 40. Él había escrito el Traité d'économie marxiste en cuatro volúmenes. Era una persona muy inteligente con la que hablamos de muchos temas y analizábamos muchas cosas. Comenzamos a tener diferencias y distancia sobre el papel que debería adoptar ETA en España respecto al final de la dictadura. Ni Julen ni yo estábamos dispuestos a escuchar lo que Ernest tenía que decirnos sobre lo que había que hacer en Euskadi. En cambio, mantuvimos muy buenas relaciones con militantes troskistas belgas. Como estábamos sin empleo y con pocos recursos, algunos de ellos nos recomendaron ir a Argel. Allí los troskistas habían dado apoyo al FLN liderado por Ben Bella. Julen y yo lo vimos claro. Conseguimos un coche, atravesamos Bélgica, Italia, cogimos un ferry a Túnez, atravesamos Túnez y llegamos a Argel en marzo de 1965.
¿Cómo fue para vosotros llegar a Argelia? ¿Cuáles fueron vuestros primeros pasos allí?
Para nosotros fue impresionante llegar allí. Llevábamos una carta de recomendación desde Bélgica para contactar con el ministerio. Llegamos al ministerio y nos recibió el ministro de comunicaciones, que en ese momento era Bachir Boumaza. Rápidamente nos preguntó a que nos dedicábamos y nos dio un puesto de trabajo a cada uno. A mí me mandó a un hospital a treinta kilómetros de Argel y a Julen lo puso a trabajar como funcionario del nuevo estado independiente. El clima allí estaba aún condicionado por la guerra, aún había barricadas tanto en Argel como en todo el territorio al este del país, donde la guerra fue más dura. La ciudad estaba aún sumida en el caos revolucionario. Ben Bella tenía actos de masas todos los días en las calles de Argel en apoyo a los pueblos africanos, tenía discursos con líderes de Angola, de Sudáfrica y de otros países. Era una ciudad en ebullición, con mucha euforia en el pueblo y en los militares, la situación estaba muy agitada. Además, se notaba que el país estaba controlado por extranjeros. Argelia estaba en una situación complicada, los países occidentales eran contrarios a las independencias. La URSS tampoco terminaba de apoyar. Intentaron una vía no alineada. Estando allí nosotros se produjo la visita de Ernesto Che Guevara, que dio un discurso sobre el nuevo orden mundial que se inauguraba tras las independencias de las colonias africanas y asiáticas. En Argelia tras la independencia, al menos los primeros años, la economía y la política era muy errática. Nosotros llegamos en febrero y en junio se produjo el golpe de Houari Boumédiène, que puso fin al gobierno de Ben Bella.
¿Cómo viviste tú esos primeros años de la Argelia independiente?
Uno de los principales problemas de la independencia fue que los franceses, que habían dirigido el país desde hacía más de un siglo, desaparecieron sin que el FLN tuviera un proyecto claro para el país, sin que hubiera una transición planificada, sin que el FLN tuviera cuadros técnicos para asumir el poder y sin que hubiera un apoyo geopolítico claro. Otro problema grave, desde mi punto de vista, es que, de la política de autogestión obrera de Ben Bella, Boumédiène pasó a una política agraria estatalizada donde el Estado asumió el control y propiedad de todas las tierras. Eso hizo que muchos agricultores y campesinos pasaran a ser funcionarios. Esto, sin el nivel de conciencia adecuado, hizo bajar tremendamente la producción por que los campesinos y trabajadores agrícolas ya tenían asegurada su supervivencia a través del salario. Otro tema fue que Boumédiène dirigió el país a una industrialización acelerada, que dio lugar a una importante industria siderúrgica. Por supuesto, nacionalizaron el petróleo, lo cual me parece totalmente válido. Pero la industrialización forzada, que tuvo beneficios, también tuvo problemas, porque obligó a redefinir toda la política económica del país. La industrialización forzada hizo caer la economía agrícola, que era una agricultura muy desarrollada, sostenida por un campesinado medio que terminó desapareciendo.
Durante tus años en Argelia, ¿cuáles crees que fueron los aprendizajes más importantes? ¿Qué aprendió la izquierda vasca y la ETA de la experiencia argelina y de las luchas del tercer mundo?
Las relaciones internacionales son importantes para aprender del resto de experiencias del mundo y dialogar: adquirir aquello que te parece útil e interesantes y aprender de los errores del resto. Una de las cosas más importantes de Argelia fue, justamente, tener acceso de primera mano a tantísimas luchas de liberación de todo el mundo que se encontraban allí en Argelia. Nosotros allí nos reuníamos con todas las organizaciones revolucionarias de África, de Asia y América Latina. Profundizamos en el estudio del maoísmo. Durante mi estancia en Argelia conseguí, a principios de los setenta, que la delegación diplomática de la República Popular China en Argelia nos financiara la traducción al euskera de las principales obras de Mao. Tras la revolución cultural china, todas las luchas anticoloniales y todos los movimientos revolucionarios se acercaron al maoísmo. En Argel teníamos contacto con los Black Panther Party, los Tupamaros, allí conocimos a Yasser Arafat, a Amílcar Cabral, a Agostinho Neto. También tuvimos contacto con Antonio Cubillo, el dirigente del MPAIC (Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario), que desarrolló una labor impresionante de diplomacia para la independencia de Canarias, que llevó a tener el apoyo del Gobierno de Argelia, de la mayoría de los países africanos, de la OUA y que llegó hasta Naciones Unidas para negociar un referéndum de auto-determinación.
Y respecto a los aprendizajes, para mí, personalmente, nuestra lucha como ETA siempre fue una lucha política, una lucha de concienciación popular, de acción política de masas. En nuestro caso, la violencia era una respuesta selectiva y simbólica a la violencia del Estado, esperando que las condiciones fueran favorables para la democracia. Las luchas anti-coloniales que triunfaron eran aquellas que tenía apoyo logístico o militar de otros países de la región o de la Unión Soviética. Cuando Ernesto Che Guevara vino a Argelia fue muy crítico con la posición de la URSS respecto a los países recién independizados, a los que usaba como países satélites, y se atrevió a decir lo que ningún dirigente decía. Él presagiaba que, en dos o tres generaciones, estaría todo perdido si los países subdesarrollados no encontraban otros modelos de desarrollo y seguían copiando a los países capitalistas o siendo dependientes del bloque socialista