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Partidos políticos
Pasión de gavilanes en la política española
Las negociaciones para conseguir la investidura de Pedro Sánchez están llegando a un punto agónico y han entrado en tiempo de descuento.
Jueves, cuarto día de la semana. En estos cuatro días hemos vivido un debate de investidura, un intento fallido de investidura y ahora entramos en tiempo de descuento hasta que se produzca hoy la votación, en torno a las dos y media de la tarde. El cruce de acusaciones entre el Partido Socialista y Unidas Podemos, quien puede hacer que Pedro Sánchez sea hoy investido presidente si se producen más síes que noes, ha llegado a un punto indescriptible del absurdo.
Las negociaciones, otrora para la intimidad de los propios partidos hasta que se alcanzase algún tipo de acuerdo, en esta época posmodernista se han ido retransmitiendo vía Twitter y medios de comunicación. El problema es que han sido difundidas a modo de “teléfono escacharrado”, el juego infantil en el que lo que decía el primero llegaba al último de forma tergiversada y, a veces, incluso en un sentido totalmente contrario al inicial.
El enfado de los dirigentes de PSOE y Unidas Podemos ante los medios de comunicación parece que no va a facilitar ningún tipo de acuerdo in extremis, a no ser que se produzca poco menos que un milagro. El patio de vecinas no ha cesado: que si 20 horas reunidas (Unidas Podemos), que si no nos cogían el teléfono en dos horas (PSOE), que si nos quieren dar un papel decorativo (Unidas Podemos) o que les hemos ofrecido casi el gobierno de pleno (PSOE).
Sea como fuera, la paciencia de la ciudadanía se agota. Hace tres meses el PSOE recibía más de 7 millones de votos y Unidas Podemos 3,7 millones. Ambas formaciones, con sus crisis y con sus remontadas, tienen actualmente más fuerza electoral que Ciudadanos, Partido Popular y Vox. Pero si algo caracteriza a la derecha es la capacidad para, mal que bien, llegar a acuerdos y lavar los trapos sucios en casa. No así la izquierda.
Siempre se habla del sentido crítico de la izquierda con el resto, pero de lo que la izquierda parece estar carente es de autocrítica. Otros partidos, como Esquerra Republicana de Catalunya, mediante su líder, Gabriel Rufián, les dicen a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias que si no se ponen de acuerdo, “será su muerte política”. Rufián apuntaba a una premisa que casi nadie ha tenido en cuenta: lo importante no es si Pedro Sánchez llega al gobierno, sino si podrá mantenerse en él los próximos cuatro años.
Una repetición electoral conseguiría dar fuerzas a los tres partidos de la derecha y alentaría la abstención en la que sería la tercera cita electoral en un año. Ya hay partidos que incluso miran a septiembre sin esperar a la votación, como Jaume Asens, de En Común Podem.
Si lo que han provocado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias con unas turbias y tan públicas negociaciones, es desesperanza, desde luego es una mala forma de empezar cualquier gobierno. Un nuevo gobierno necesita ilusión, medidas comunes y diplomacia.
Pero, mientras el tiempo se agota y llega la votación, representantes de ambos partidos hacen una tourné por las principales cadenas de radio y televisión del país dejando claro que la culpa del bloqueo la tiene el oponente.