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Bebés robados
"En Navarra no se habla de bebés robados"
La Asociación SOS Bebés Robados Navarra hace público por primera vez que una de sus socias localizó a su hermano mayor hace más de una década. Pese al archivo sistemático de las denuncias, confían en resolver nuevos casos.
Petra Jul Michelena nació en Tudela el 6 de mayo de 1939. A su madre, Valentina, le robaron el primer hijo que concibió en 1927, con 22 años. Valentina vivía y trabajaba en Francia, pero fue a dar a luz a Pamplona. Tras nacer el bebé le hablaron de problemas y le recomendaron que volviera a casa hasta que el hijo se recuperara. Sin embargo, cuando una semana más tarde volvió para llevárselo, le dijeron que había fallecido debido a la gravedad de unas lesiones sin especificar. Martín, como iba a llamarse aquel primer hijo, habría sido el primogénito de once hermanos.
Una mañana de hace 14 años sonó el teléfono en casa de Petra. Era un desconocido que se presentó como archivero del Arzobispado, y que le hizo saber que tenía un hermano más porque su madre había tenido un hijo de soltera que habría abandonado. Nada más conocer la noticia, Petra fue al Arzobispado y comprobó en el libro que en aquellas fechas no constaba ningún bebé abandonado. Un tiempo después, el archivero le informó de que su hermano vivía en Tafalla. Ella indagó y lo encontró: se llamaba Martín y le contó que sabía que quienes le habían criado no eran su padre y su madre biológicos, y que toda su vida había sufrido ante la eventualidad de morirse sin conocer a su verdadera familia. Valentina y Félix, madre y padre de Petra y Martín, ya habían muerto para cuando se produjo el reencuentro.
Más tarde, aquél canónigo volvió a llamarle para que relatara su historia en el Diario de Navarra y en la Cadena Cope, y lo hizo, sin separarse una coma de un texto escrito por el archivero. Una crónica sin nombres ni apellidos, y con final feliz… “Totalmente sobornada”, según aclara a día de hoy. Cuando Martín murió, Petra fue a su funeral. Habló con la viuda y con una de las hermanas no biológicas. Ambas le dijeron que habían vivido toda su vida de una manera, que no querían cambiar, y le prohibieron que contara la historia.
Una caja de zapatos
Antonia, madre de Cristobalina Moral Burgos, se puso de parto el 8 de diciembre de 1974 y fue al Hospital Virgen del Camino. Era su tercer embarazo y no supo que tenía gemelos hasta el momento de dar a luz. Cristobalina pesó 2,200 kilos, igual que su hermano, que nació diez minutos después. Una enfermera felicitó a su madre por el aspecto saludable de los dos bebés poco antes de que la trasladaran a otra planta. Al cabo de unas horas, Gerardo Rodríguez, el ginecólogo que la había atendido, comunicó a José, el padre, que el niño estaba muriéndose y, al día siguiente, supuestamente, falleció. Se le informó de que no concurrían circunstancias especiales y que únicamente era debido a su condición de prematuro. El padre insistió en verlo antes de que lo enterraran, pero el médico zanjó la conversación aclarándole que la solicitud no era procedente.Al cabo de unas horas, Gerardo Rodríguez, el ginecólogo que la había atendido, comunicó a José, el padre, que el niño estaba muriéndose y, al día siguiente, supuestamente, falleció. Se le informó de que no concurrían circunstancias especiales y que únicamente era debido a su condición de prematuro. El padre insistió en verlo antes de que lo enterraran, pero el médico zanjó la conversación aclarándole que la solicitud no era procedente.
Al abandonar el hospital, el progenitor preguntó por su hijo en el servicio del tanatorio y se enteró de que aquel día no constaba la muerte de ningún niño. Horas después, recibió una llamada en su domicilio —la madre seguía ingresada y sin saber nada de lo ocurrido— para notificarle el entierro inmediato.
Cuando volvió a Virgen del Camino, le entregaron una caja de zapatos anudada con una sabana. Sus ruegos para ver el cadáver no sirvieron para ver a su hijo: el médico le señaló que la caja de zapatos estaba precintada. El conductor de la funeraria le condujo al cementerio en un Mini. Fue solo, en el asiento trasero del vehículo, con la caja de zapatos entre sus pies. La caja fue enterrada en la Sección Especial 16 del Cementerio de Pamplona y el padre tuvo que pagar por el entierro. Años más tarde supo que la inhumación de los bebés fallecidos durante las primeras 24 horas de vida estaba exenta de gastos, que corrían a cargo de la Beneficiencia. Toda su vida mantuvo que les habían robado aquel hijo.
Cristobalina, integrante de la Asociación SOS Bebes Robados Navarra, asegura que los dos informes que constan en el historial clínico de su hermano son incompatibles: en uno pone que lloró a los cinco minutos de nacer y en otro se señala que nació muerto. Mantiene, además, que la posible trama involucraba al Registro Civil, porque la firma de su padre “está inequívocamente falsificada”.
CLÍNICAS IMPLICADAS
La asociación se constituyó en 2011. Empezaron siete familias, ahora son 63 y saben que no menos de 180 han hecho indagaciones en el Registro Civil. Los informes a los que han tenido acceso señalan a casi todas las clínicas públicas y privadas de Pamplona y de Tudela abiertas en los últimos 40 años. La casuística es variada: muertes por otitis, por tragar agua, nacidos muertos, etcétera. El primer caso en Navarra es el del hermano de Petra en 1927 y el último, con la Cruz Roja involucrada, data de 1984. Algunas congregaciones eclesiásticas han estado también involucradas en los delitos relatados.Desde la asociación se señala que gran parte de las jóvenes solteras que se quedaban embarazadas eran recluidas en conventos como el de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, para ocultar su embarazo. Las jóvenes daban a luz allí mismo, ayudadas por comadronas. En otros casos eran trasladadas a centros hospitalarios: una integrante de la asociación sabe que una madre estuvo recluida en Villa Teresita y que dio a luz en 1980 en la Clínica San Miguel. La asociación habló con la directora de archivos de la clínica y pudieron comprobar que, efectivamente, una chica dio a luz a un niño con los mismos primeros dos apellidos intercambiados. Sin embargo, no puede acceder al historial médico hasta que un juez no lo autorice, cosa que todavía no han conseguido.
En la actualidad hay 24 asociaciones trabajando la trama de los bebés robados en el Estado español. Su principal demanda se centra en que los casos se incluyan en la Ley de Memoria Histórica para dar un salto cualitativo en los procesos judiciales. En todo el país hay 17 casos de niños y niñas que han encontrado a sus madres. En Navarra, las siete denuncias interpuestas en los juzgados han sido archivadas. El único reencuentro ha sido el de Petra con su hermano.
“Habrá habido miles de casos, porque desgraciadamente ha sido un gran negocio”, apunta Petra. Cristobalina, por su parte, es muy crítica con la judicatura: “Hemos solicitado que se unifiquen las denuncias, ya que puede haber documentos médicos que estén en varios casos de los juzgados de instrucción, pero no hemos obtenido respuesta”. Y añade: “La única prueba que tendríamos es exhumar, pero nos dicen que los cuerpos se han desenterrado y se han llevado al osario común… y eso que pagamos un entierro que no teníamos que pagar y que tenían que habernos avisado de la exhumación. Da igual: en Navarra no se habla de bebés robados”.
Un día se presentó una señora en su asamblea semanal. Les contó que le habían robado a su hija, que sabía dónde estaba y que le habían amenazado de muerte. Al parecer el padre falso es un famoso médico de Pamplona. Nunca más volvieron a verla. Todavía hay mucho miedo. Ellas, sin embargo, se niegan a dejar de luchar mientras puedan volver a verse familias separadas.